7.06.12

Benedicto XVI y los secuestrados de Colombia

A las 9:54 PM, por Andrés Beltramo
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Padecieron en carne propia el infierno del secuestro durante más de 12 años. Superaron escalofriantes ultrajes. Fueron bombardeados por el ejército que intentó liberarlos, vieron morir a sus compañeros. Pasaron hambre, sed, enfermedades, frío, dolores, angustia, terror. Nunca perdieron la fe y sobrevivieron. Un grupo de seis ex rehenes de la guerrilla colombiana llegaron este miércoles hasta El Vaticano para saludar al Papa y encontrar, en el centro de la cristiandad, la fuerza para perdonar a sus verdugos.

Dos suboficiales de la Policía Nacional y cuatro suboficiales del Ejército, acompañados por sus familiares, participaron en la audiencia pública de los miércoles con Benedicto XVI. Enfundados en sus uniformes se cuadraron ante el pontífice y después lo saludaron, uno por uno. Le entregaron una bandera realizada por uno de ellos durante el cautiverio y que lleva bordada la frase ¡viva la libertad! También varios escudos, obsequios sencillos pero simbólicos.

“Se vio su cara de sorpresa porque él siempre pedía la liberación de los secuestrados y ahora nos tenía en frente”, dijo al Vatican Insider José Libardo Forero, sargento primero de la policía, secuestrado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) el 17 de julio de 1999 en la localidad de Puerto Rico Meta, luego de dos días de combates por proteger esa localidad ubicada en plena “zona roja” guerrillera.

Apenas 36 policías combatieron con cientos de terroristas hasta que se acabaron las municiones. Se rindieron y entonces inició su calvario. Fueron conducidos al corazón de la selva, a precarios campos de concentración. Por años vivieron encadenados de pies y manos. Algunos quisieron “volar”, escaparse, y fueron cazados, eliminados.

“Nosotros estuvimos muy cerca de la muerte, fuimos bombardeados, el ejército intentó rescatarnos pero no pudo, nos cayó un rayo, escapamos de la guerrilla y sobrevivimos un mes en la selva hasta que nos recapturaron, no teníamos médicos. Todo eso te hace reconocer la existencia de un ser superior, un Dios que te protege y cuida”, relató Forero.

Para él conocer al obispo de Roma fue casi tan emocionante como haber recobrado su libertad. Entre otras cosas porque pudo sobrevivir tantos años en la selva gracias a su fe católica. Pero no sólo, también le llenaron de esperanza los llamados a la liberación de los secuestrados que, desde Roma, pronunciaron los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Palabras que escuchó en una pequeña radio, su único enlace con el mundo exterior.

El sargento aseguró que Jesucristo fue su única fortaleza y escudo para poder sobrevivir. La religión y el amor a la familia, a su esposa e hijos, lo mantuvieron con vida.

Su libertad la recuperó apenas el 2 de abril pasado. Él tuvo una suerte especial: su esposa y sus hijos lo esperaron por más de 10 años, nunca perdieron la esperanza de recuperarlo. Pero los otros nueve rehenes liberados con él perdieron a sus familias, sus esposas sucumbieron a la desesperanza y los creyeron muertos. Se volvieron a casar.

En su viaje a Italia los ex secuestrados buscan motivos para perdonar. Por eso este jueves 7 de junio viajaron a Asís, para rezar en la tumba de San Francisco.

“Dios nos enseña a amar al prójimo, a perdonar y yo quiero ahora salir sin rencores como para no vivir amargado. Está en nosotros decir que, más allá de la humillación y el maltrato que sufrimos, ellos (los guerrilleros) son igualmente seres humanos. Yo perdono todo esto, quiero vivir una existencia tranquila y en paz. Sería paradójico hablar de Dios y después invitar al odio”, reflexionó el policía Forero.

“Al contrario, debemos buscar la paz tan necesaria en nuestro país. Mi paz ya la tengo, falta la paz de mi pueblo, seguramente tendrá muchos tropiezos y habrán obstáculos, pero estoy seguro que llegará, porque Dios lo quiere”, estableció.