ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 15 de junio de 2012

Santa Sede

La Santa Sede erige el Ordinariato Personal de Nuestra Señora de la Cruz del Sur
Para los anglicanos que entraron en comunión con Roma en Australia

Para recomenzar, Europa debe recuperar sus valores cristianos y humanos
Monseñor Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, a los embajadores de la UE

Monseñor Fellay expresó su deseo de seguir el diálogo con la Santa Sede
Comunicado del superior general de la Fraternidad San Pío X

Mundo

"No puedo quedarme en silencio. Incluso podrían matarme mañana..."
El caso de Asma Jahangir o cuando los extremistas tienen miedo de los derechos humanos

La participación de la Iglesia en Río+20
Llegó a Río de Janeiro el nuncio apostólico Francis Chullikatt

En la escuela de san Pablo...

Bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, afanémonos por agradar al Señor (Tiempo ordinario 11, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical

Comentario al Evangelio

Nuevos sembradores para la Nueva Evangelización
Comentario al evangelio del Domingo 11 durante el año/B

Entrevistas

Identidad, santificación y misión, deberes del presbítero
El cardenal Mauro Piacenza llama a la oración por la santificación del pueblo de Dios

Especial - Congreso Eucarístico Internacional

Descubrir la Reconciliación a través de la Eucaristía
Sacerdotes y jóvenes laicos dialogan en Dublín sobre el sacramento de la confesión

Prelado iraquí habló a los congresistas sobre el significado del sufrimiento
Entrevista con monseñor Warda, arzobispo caldeo de Erbil

Procesión eucarística por las calles de Dublín
Miles de personas participaron en la manifestación de fe del Congreso

Flash

Se inaugura un nuevo curso bíblico de SM Formación
Inscripciones abiertas para la educación 'on line'

Un libro sobre el obispo más joven del Concilio Vaticano II
Entrevista a monseñor Alcides Mendoza, arzobispo emérito de Cusco


Santa Sede


La Santa Sede erige el Ordinariato Personal de Nuestra Señora de la Cruz del Sur
Para los anglicanos que entraron en comunión con Roma en Australia
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- La Congregación para la Doctrina de la Fe, según lo establecido en la Constitución Apostólica Anglicanorum coetibus, ha erigido el Ordinariato Personal de Nuestra Señora de la Cruz del Sur, en el territorio de la Conferencia Episcopal Australiana.

Al mismo tiempo el santo padre Benedicto XVI ha nombrado primer ordinario de Nuestra Señora de la Cruz del Sur al reverendo Harry Entwistle.

El reverendo Harry Entwistle nació en 1940 en Chorley, en Inglaterra y fue bautizado como anglicano. Tras los estudios en el St. Chad's College en la Universidad de Durham, fue ordenado sacerdote anglicano en 1964 para la diócesis de Blackburn. Tras ejercer el ministerio en Fleetwood, Hardwick, Weedon, Aston Abbots y Cubligton, fue capellán en las cárceles de 1974 a 1981, y de 1981 a 1988 capellán senior en la cárcel de Wansworth.

Emigrado a Australia en 1988, fue capellán senior en el Departamento de Servicios Correctivos, en la diócesis de Perth.

De 1992 a 1999 fue archidiácono y párroco de Northam; de 1999 a 2006, parroco en Mt Lawley. En 2006, entró a formar parte de Traditional Anglican Communion, y fue nombrado obispo para la región occidental y párroco en Maylands, en Perth.

Tras ser acogido en la plena comunión de la Iglesia católica y ser ordenado diácono, recibe la ordenación sacerdotal en la catedral de Perth hoy 15 de junio de 2012.

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Para recomenzar, Europa debe recuperar sus valores cristianos y humanos
Monseñor Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, a los embajadores de la UE
ROMA, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- El arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, dirigió un discurso a los embajadores de los países de la Unión Europea acreditados ante la Santa Sede con ocasión del final del semestre de la presidencia de turno danesa. El encuentro se desarrolló en Roma el lunes 11 de junio.

“Querría dedicar la conversación de hoy a algunas reflexiones acerca del futuro de Europa, en relación al grave momento de crisis, especialmente económica, que esta está viviendo”, dijo monseñor Mamberti.

“Europa sufre ahora –subrayó- las consecuencias del endeudamiento, unido a un mercado de trabajo a menudo rígido y a fuertes presiones competitivas del exterior, que han impulsado a una deslocalización cada vez más marcada de las actividades productivas. En años recientes hemos constatado que el continente envejece y produce cada vez menos”.

Además de estos factores, monseñor Mambertir señaló que “se da una pérdida progresiva de identidad cultural y social de los pueblos europeos, a la cual se une, a menudo, una lejanía de la sociedad civil de la política, que con empeño consigue realizar la tarea que le espera, o sea perseguir el bien común”.

“Confianza, solidaridad y responsabilidad –subrayó- con palabras clave a través de las cuales Europa está llamada, hoy más que nunca, a mirarse a sí misma. Ellas deben informar no sólo las relaciones internas de la Unión sino también las relaciones que esta mantiene con los otros actores de la escena mundial, como también respecto a los países limítrofes, que aspiran a formar parte de la misma Unión”.

Y concluyó expresando su esperanza: “Confío en que nuestro continente sepa encontrarse de nuevo a sí mismo también en las actuales dificultades. El logro de tal empresa dependerá de la medida en que Europa sepa mirar con gratitud y reconocimiento hacia sus propios orígenes, sobre todo de la capacidad de proponer de nuevo de manera constructiva y creativa aquellos valores cristianos y humanos, como la dignidad de la persona humana, el profundo sentimiento de la justicia y de la libertad, la laboriosidad, el espíritu de iniciativa, el amor a la familia, el respeto de la vida y el deseo de cooperación y de paz, que son las notas que la caracterizan”.

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Monseñor Fellay expresó su deseo de seguir el diálogo con la Santa Sede
Comunicado del superior general de la Fraternidad San Pío X
ROMA, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto del comunicado hecho público por la Casa General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), tras el encuentro de monseñor Fellay con el cardenal Levada.

*****

El miércoles 13 de junio de 2012, monseñor Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad San Pío X, acompañado del primer asistente general, el padre Niklaus Pfluger, fue recibido por el cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que le entregó la evaluación de su dicasterio sobre la Declaración doctrinal dirigida por la Fraternidad, el 15 de abril de 2012, en respuesta al Preámbulo doctrinal sometido el 14 de septiembre por la Congregación de la Fe.

En el curso de este encuentro, monseñor Fellay entendió las explicaciones y las precisiones del cardenal Levada, al que presentó la situación de la Fraternidad San Pío X y expuso las dificultades doctrinales que presentan el concilio Vaticano II y el Novus Ordo Missae.

La voluntad de clarificaciones suplementarias podría desembocar en una nueva fase de las discusiones.

Al final de esta larga entrevista de más de dos horas, monseñor Fellay recibió un proyecto de documento proponiendo una Prelatura personal, en el caso de un eventual reconocimiento canónico de la Fraternidad San Pío X.

En el curso del encuentro, no se habló de la situación de los otros tres obispos de la Fraternidad.

Al término de esta reunión, expresó su deseo de proseguir el diálogo que permita llegar a una solución por el bien de la Iglesia y de las almas.
Menzingen, 14 de junio de 2012  

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Mundo


"No puedo quedarme en silencio. Incluso podrían matarme mañana..."
El caso de Asma Jahangir o cuando los extremistas tienen miedo de los derechos humanos
Por Valentina Colombo*

ROMA, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- "No puedo quedarme en silencio. Incluso podrían matarme mañana (...) Tal homicidio no se idea e niveles bajos, sino más bien en aquellos más altos del poder". Son palabras de la paquistaní Asma Jahangir, primera mujer al frente de la Asociación de abogados de la Corte Suprema de Pakistán, que a menudo en el pasado se ha pronunciado contra las ordenanazas hudud, es decir el derecho penal islámico, y contra la ley de la blasfemia.

Jahangir es una de las mujeres más valientes y directas del mundo islámico. Ha recibido educación en escuelas católicas, es conocida por la defensa de los derechos de las minorías y por este empeño incluso ha sufrido amenazas de muerte de los extremistas islámicos en cuanto juzgada apóstata.

De 2004 a 2010, fue Relatora especial de Naciones Unidas en materia de libertad religiosa, y entre los fundadores de la Comisión para los Derechos Humanos de Pakistán, y en su carrera se ha batido siempre contra la discriminación y la violencia contra las mujeres.

La posición de Jahangir es neta, no deja espacio a la duda. En marzo de 2010, durante un taller sobre mujeres y religión celebrado en Naciones Unidas en Ginebra empezó, ella proveniente del país islámico por definición, diciendo que "cuando se habla de derechos de la mujer, no se pueden poner 'si' o 'pero', en nombre de cualquier religión porque hay que hablar de derechos humanos universales".

No se trata de una afirmación banal, para una paquistaní es un desafío al propio gobierno que desde hace medio siglo desciende a pactos con el radicalismo islámico. A partir de 1977, es decir con la llegada de Zia-ul-Haq, en Pakistan se asistió a un proceso de islamización que desembocó también, y sobre todo, en una legislación discriminatoria hacia las mujeres.

Las llamadas Ordenanzas Hudud y la ley de la prueba judicial, donde el testimonio de una mujer vale la mitad que el del hombre, son de ello un mínimo ejemplo. En caso de violencia sexual, a falta de testimonios, es la mujer la que es condenada por adulterio. A pesar de que en 1966 Pakistán suscribió la CEDAW (Convention on the Elimination of Discrimination against Women) lo hizo con reservas respecto a los puntos en contraste con la sharia, es decir lo ha hecho manteniendo la discriminación hacia las mujeres prevista por el derecho islámico.

Es evidente que, en semejante contexto, una activista como Asma Jahangir sea incómoda, muy incómoda. Jahangir por sus batallas a favor de las mujeres y de las minorías, por su laicidad, aún no habiendo renegado nunca de su propia fe, es uno de los objetivos del extremismo islámico local.

Su batalla al lado de gobernador del Punjab, Salman Taseer, contra la ley sobre la blasfemia no ha mejorado ciertamente su situación. Y ha sido justo con motivo del asesinato de Taseer, en enero de 2011, cuando Jahangir aprovechó la ocasión para lanzar un llamamiento, pero sobre todo para acusar al gobierno paquistaní de connivencia con los extremistas islámicos. "No sólo fue asesinado Salman Taseer --declaró- como si esto no bastara ha habido personas que en televisión han justificado su asesinato. Incluso el ministro del Interior dijo que si alguien hubiera blasfemado en su presencia lo habría matado. Salman Taseer no ha dicho nunca nada blasfemo. Simplemente recordó que la ley debía ser revisada". Se trata de un j'acuse bien preciso respecto a un gobierno que no logra desmarcarse del cada vez más extendido radicalismo islámico, que no tiene el valor de conducir al país hacia la modernidad.

No es por tanto casualidad que las últimas amenazas hacia Jahangir provengan de los servicios secretos paquistaníes que desde siempre mantienen una relación como poco ambigua respecto a los ambientes islámicos más radicales. En confirmación de lo apenas afirmado, si los extremistas islámicos han lanzado contra ella una campaña de difamación como apóstata, la prensa progubernamental la acusa de ser una traidora proindia.
Es evidente que la vida de la valiente abogada está en serio peligro. Es por tanto indipensable lanzar un llamamiento para sensibilizar a la opinión pública y a las instituciones internacionales para que el gobierno paquistaní sea no sólo obligado a dar cuenta de cualquier acción violenta contra Jahangir sino que se empeñe a iniciar un proceso de reforma interna, a partir del sistema educativo gestionado por las madrasas, que mire a mejorar la condición de la mujer, en especial, y de las minorías, en general.

Si el mundo desea que voces como la de Asma Jahangir sigan hablando y denunciando las violaciones de los derechos humanos, entonces el mundo debe recordar cada día que estas voces sobrevivirán sólo si son protegidas y conocidas a nivel internacional.

*Valentina Colombo (Cameri, Novara, 1964) es docente de Cultura Geopolítica del islam en la Universidad Europea de Roma y Senior Fellowr en la European Foundation for Democracy (Bruselas). Es presidenta de la Asociación "Vencer el miedo" por la libertad religiosa y la libertad de expresión. Ha escrito numerosos artículos y ensayos sobre el mundo arabe islámico.

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La participación de la Iglesia en Río+20
Llegó a Río de Janeiro el nuncio apostólico Francis Chullikatt
RÍO DE JANEIRO, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- Llegó a Río de Janeiro, Brasil, el nuncio apostólico, observador permanente de la Santa Sede en Naciones Unidas, monseñor Francis Chullikatt, para participar en Río+20, la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible, que tiene lugar del 13 al 22 de junio.

El objetivo de la Conferencia es la renovación del compromiso político con el desarrollo sostenible, por medio de la evaluación del progreso y de las lagunas en la implementación de las decisiones adoptadas por las principales cumbres sobre el asunto, y tratar temas nuevos y emergentes.

En entrevista a Web TV Redentor, el nuncio apostólico dijo tener una misión importante: destacar a la persona humana y los problemas ecológico-sociales de los países más pobres.

Junto con el nuncio apostólico, llegaron el 12 de junio a Río tres colaboradores: los padres Philip J.Bené y Justin, y el abogado Lucas Swanepoel, que ya están participando en la III reunión del Comité Preparatorio, en el que se reúnen representantes gubernamentales para las negociaciones de los documentos a ser adoptados en la Conferencia.

Monseñor Francis Chullikatt habló sobre el papel de la Iglesia en Río+20, destacando los tres aspectos del desarrollo sostenible: sostenibilidad económica, social y ambiental.

La Iglesia es muy importante en el desarrollo de estos tres aspectos –dijo--. En relación al aspecto económico, sabemos que la Iglesia católica siempre se preocupa de los países pobres, por ejemplo. Cuando hablamos de social, sabemos que la Iglesia esta totalmente implicada en el crecimiento de la situación social en el mundo. En cuanto al tercer aspecto, el ecológico, se puede destacar, aquí en Brasil, una preocupación de la protección de la Amazonia. Nosotros cuidamos la naturaleza porque nosotros los católicos creemos en la preservación.

Venimos a mostrar especialmente a aquellos que no tienen voz, especialmente el pueblo de los países pobres. Defendemos a la humanidad y a las personas que han visto su vida violentada por el mundo. Tenemos que tener esa preocupación de que la vida humana sea preservada, subrayó monseñor Chullikatt.  

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En la escuela de san Pablo...


Bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, afanémonos por agradar al Señor (Tiempo ordinario 11, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical
ROMA, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- Nuestra columna "En la escuela de san Pablo..." ofrece el comentario y la aplicación correspondiente para el 11 domingo del Tiempo ordinario.

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Pedro Mendoza LC

"Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, pues caminamos en la fe y no en la visión... Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle. Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal". 2Cor 5,6-10

Comentario

En el pasaje de la 2ª carta a los Corintios precedente al de este domingo, san Pablo habla del morir cotidiano, testificando al mismo tiempo la certidumbre de la vida imperecedera (4,14.18). Al mismo tema se refiere 5,1-10, en donde el Apóstol expone detalladamente la espera de los últimos tiempos. Pero aunque el tema es idéntico, se trata de muy diversa forma en cada uno de estos pasajes. Mientras en el primero (4,7-18) habla de la vida y la muerte tal como las experimenta íntima y personalmente la fe y la piedad; en el segundo (5,1-10), en cambio, describe las realidades últimas mediante afirmaciones doctrinales y de fe, como una historia futura. Si san Pablo había dicho antes que en el actual morir cotidiano se hace cada vez más íntima y más fuerte la unión con el Señor (4,11.16), ahora dice que la vida del cuerpo significa separación del Señor (5,6-10). Esta y otras afirmaciones de ese género entre ambos pasajes parecerían contradictorias entre sí. Sin embargo, ellas sirven más bien al Apóstol para presentar diversas consideraciones y aspectos doctrinales sobre una misma cosa.

Ante la realidad de la muerte el hombre experimenta, por una parte, miedo y, por otra, la esperanza de vencerla. San Pablo refuerza esta última convicción con la certeza de la fe. Dios ha creado al hombre para ser sobrevestido. La creación divina es siempre razonable y Dios lo que comienza lo lleva hasta su fin. También consumará este deseo. Garantía de ello es la donación, ya realizada, del Espíritu que se designa aquí como fianza de la plenitud de los dones. Esta certeza de fe ilumina y llena de confianza al hombre en su peregrinar por este mundo. El Apóstol, recurriendo a nuevas imágenes, indica que el vivir significa estar lejos del Señor, en el exilio; y el morir, ir a la patria, junto al Señor (v.6). Sobre la tierra el cristiano está en el exilio y espera su partida hacia el Señor.

A continuación, si bien san Pablo reconoce que nuestra condición de cristianos significa, ya en este tiempo, estar en Cristo o con Cristo (2,14; 14,4), afirma que el estar actual con Cristo es sólo un caminar en la fe (v.7). Un pleno "estar en Cristo" sólo será posible cuando contemplemos la realidad. Por ello el Apóstol –y junto con él el cristiano– desea salir del cuerpo para estar junto al Señor, en casa (v.8). San Pablo tiene la profunda convicción de que morir es ir a "vivir junto al Señor". La comunión con el Señor se prolongará también en la muerte y así queda vencido todo temor ante la muerte.

Estas convicciones que brotan de la fe y de la esperanza cristianas no son vanas ilusiones. Informan la vida cristiana, los afanes cristianos de cada día. La vida del cristiano debe estar siempre marcada por el impulso de ser grato al Señor (v.9). Sólo cuando el cristiano consiga ser grato al Señor, puede esperar para sí, un día, la estancia en el cielo junto a Él. Sólo cuando haya conquistado esta complacencia, será para él la salida del cuerpo a la casa del Señor. En caso contrario, como afirma a continuación el Apóstol, será caer bajo el juicio: "todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal" (v.10).

Por lo tanto, conseguir agradar al Señor tiene una importancia decisiva, pues de esto dependerá la sentencia del juicio. El juicio consistirá en comparecer ante el tribunal de Cristo. En el juicio, el hombre recibirá la recompensa o el castigo de acuerdo con lo que haya hecho, bueno o malo. Juntamente con la realidad del juicio que versará sobre nuestras obras, san Pablo sostiene otra afirmación de vital importancia: el hombre nunca puede merecer la justificación con sus obras, sino que ésta es, para él, siempre un don de Dios. "Por gracia suya quedan gratuitamente justificados" (Rom 3,24). El Apóstol reconoce, de este de modo, que la obra de Dios y la del hombre caminan juntas. De ahí que, si bien Dios hace la gran obra de la redención, esto no significa que el hombre pueda permanecer inactivo. El don de Dios es para el hombre tarea y obligación, como el Apóstol dice enérgicamente: "Trabajad con temor y temblor en la obra de vuestra salvación. Pues Dios es el que obra en vosotros" (Fil 2,12s). El hombre no puede olvidar nunca que en la obra de la salvación Dios es su socio. Será abrasado por este socio, si llega a olvidarlo. La proclamación de la gracia no libera, pues, de la obligación de una conducta moral, sino que, por el contrario, exhorta a ello.

Aplicación

Bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, afanémonos por agradar al Señor.

La liturgia de la palabra de este domingo 11 del Tiempo ordinario nos ofrece enseñanzas sobre la confianza y el entusiasmo. Las tres lecturas están orientadas hacia ello. El Evangelio nos infunde esta confianza haciéndonos ver cómo el Reino de Dios es una fuerza irrefrenable que se abre paso a través de toda dificultad y circunstancia que se le presenta en su camino. La lectura tomada del profeta Ezequiel presenta un mensaje parecido a través de la pequeña planta de cedro que alcanza un crecimiento extraordinario. San Pablo, por su parte, lleno de confianza en Dios, se entrega con entusiasmo a Él y a su misión en el compromiso de agradarle plenamente.

La confianza en Dios es algo esencial en la vida de todo creyente. De una manera especial esta necesidad se hace imperiosa en los momentos de prueba, como la que padeció el pueblo de Israel en el exilio, y de la cual nos habla la lectura del profeta Ezequiel (17,22-24). Él fue enviado por Dios para fortalecer la esperanza de sus compatriotas en esos duros momentos. Para ello se sirve de la imagen de una planta muy pequeña, que Dios plata y que se convierte en un cedro magnífico: "Debajo de él habitarán toda clase de pájaros, toda clase de aves morarán a la sombra de sus ramas" (v.23b). De esta manera el profeta quiere infundir en el corazón de los exiliados una confianza inquebrantable en el amor de Dios para con ellos, el cual es capaz de transformar las situaciones más adversas en favorables, las más negativas en positivas, la muerte en vida.

A través de las parábolas que Jesús nos comunica en el Evangelio resplandece la misma enseñanza (Mc 4,26-34). Así lo vemos, por ejemplo, en la pequeña semilla arrojada en tierra que vence todo tipo de obstáculos que se le presentan, abriéndose paso en el terreno y fuera de él hasta llegar a convertirse en un árbol frondoso, bajo cuyas ramas todos encuentran reparo. Existe, por tanto, un gran contraste entre el inicio modesto y el resultado grandioso que Dios es capaz de obrar. Esta es una de las características del Reino de Dios, de la Iglesia y de toda obra de Dios: ese dinamismo interior que Dios infunde en ellos para llevarlos a plenitud. Ese dinamismo que no es otra cosa que su amor salvífico y potente que está presente y operante en ellos.

San Pablo, en el pasaje de la 2ª carta a los Corintios, nos muestra su gran confianza en el poder de Dios de frente a la realidad trágica de la muerte (5,6-10). Para él la muerte ya no es algo negativo, motivo de desesperación y angustia, sino que la mira con el optimismo de quien descubre en ella un paso necesario para alcanzar la unión plena y definitiva con Cristo. En efecto, "mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor" (v.6). Consciente de ello, el Apóstol es capaz de preferir morir, para habitar junto al Señor; pero al mismo tiempo es consciente de sus tareas apostólicas y por lo mismo se compromete a llevar adelante su misión de la mejor manera posible para que, al presentarse ante el tribunal de Dios, reciba la recompensa merecida por sus buenas obras, sostenidas siempre por la gracia y el amor de Dios. Y por lo mismo nos exhorta a que bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanemos por agradar al Señor.

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Comentario al Evangelio


Nuevos sembradores para la Nueva Evangelización
Comentario al evangelio del Domingo 11 durante el año/B
P. Jesús Álvarez SSP

ROMA, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos un comentario del padre Jesús Álvarez, paulino, al evangelio de este domingo.

*****

“Jesús dijo a la gente: Escuchen esta comparación del Reino de Dios. Un hombre esparce la semilla en la tierra, y ya duerma o esté despierto, sea de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da fruto por sí misma: primero la hierba, luego la espiga, y por último la espiga se llena de granos. Y cuando el grano está maduro, se le aplica la hoz, pues ha llegado el tiempo de la siega. Jesús les dijo también: ¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué comparación lo podríamos expresar? Es semejante a una semilla de mostaza; al sembrarla, es la más pequeña de todas las semillas que se echan en la tierra, pero una vez sembrada, crece y crece más que todas las plantas del huerto, y sus ramas se hacen tan grandes, que los pájaros del cielo buscan refugio bajo su sombra”. (Mc. 4, 26-34).

En esta parábola de la semilla, Jesús se refiere a la aparente insignificancia de su misión, compartida con sus seguidores mediante la siembra de la Palabra de Dios, para la construcción de su Reino en la tierra.

La semilla del Reino crecerá de forma incontenible, aunque no sepamos cómo, ni dónde, ni cuándo, pues aunque sea sembrada por manos humanas, es regada, fecundada y madurada por manos divinas, hasta el tiempo de la siega, o el juicio final. La acción misteriosa, lenta y paciente de Dios constituye una invitación a sus colaboradores, para que no cedan a la impaciencia si los resultados no visibles e inmediatos.

La Palabra de Dios y los sacramentos son semilla del Reino de Dios en la tierra: Reino de vida y de verdad, de justicia y de paz, de libertad y de solidaridad, de amor y fraternidad; valores del Reino sembrados por Cristo y sus colaboradores; bienes que transforman a quien los acoge con fe, amor y gratitud, como dones de Dios. Sin embargo, el hombre, en su libertad, puede cerrarse desgraciadamente a la semilla o arrojarla de su corazón y de su vida.

A pesar de todas las apariencias en contrario, el Reino de Dios crece y se desarrolla incesantemente bajo la omnipotente mano divina, con la pobre colaboración humana y a pesar de la cizaña sembrada por el Maligno. Así llegará a ser un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán todos los que hayan pasado por la vida sembrando el bien, a imitación de Cristo, que puso la condición fundamental para la eficacia de la evangelización: “Quien está unido a mí, produce mucho fruto; pero sin mí no pueden hacer nada”.

La evangelización se realiza con personas y con medios pobres, pero también con los costosos medios de comunicación social, que Cristo y los Apóstoles usarían hoy para sembrar la Palabra de Dios, por ser más rápidos y eficaces que los usados entonces por ellos: la barca, el cerro, el templo, los areópagos, la escritura… El Espíritu Santo se vale de todos los medios para ”soplar” la salvación allí donde, cuando y como quiere, sin que nadie ni nada pueda limitarle el campo de acción.

Las nuevas técnicas de comunicación son como las modernas sembradoras respecto al sembrador a mano: la predicación oral de presencia física. Y Dios manda la lluvia y hace crecer lo mismo a ambos sembrados, pero entre la siembra a mano y la siembra a máquina, hay una enorme diferencia en mano de obra, tiempo y extensión del sembrado.

A través de los nuevos medios de comunicación social se puede realizar hoy a la letra el mandato de Jesús: “Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a todas las gentes”. “Lo que les digo al oído, proclámenlo desde los tejados”, que hoy son la radio, televisión, antenas, repetidores, Internet, ordenadores o computadoras, páginas web, redes sociales, la prensa, el cine, los videos…, algunos de los cuales están al alcance de todos, tanto de los obispos y su clero, de las comunidades religiosas e institutos de vida consagrada, así como del laicado.

Es de sabios tomar conciencia del gran honor que Dios nos concede al llamarnos a compartir con Cristo la construcción de su Reino mediante la vida y el ejemplo, la oración y el sacrificio asociado a la cruz de Cristo, la palabra y las obras, y todos los medios de comunicación a nuestro alcance para sembrar la semilla…

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Entrevistas


Identidad, santificación y misión, deberes del presbítero
El cardenal Mauro Piacenza llama a la oración por la santificación del pueblo de Dios
Por Antonio Gaspari

ROMA, viernes, 15 junio 2012 (ZENIT.org).- En la celebración de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, Día Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, y a pocos días del segundo aniversario de la clausura del “Año Sacerdotal", el cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, pide oraciones por la identidad, la santidad y la misión de todo el pueblo de Dios.

En un mundo donde incluso la figura del sacerdote parece estar abrumada por el caos, la confusión, las dudas y las tentaciones, en esta entrevista a ZENIT el cardenal Piacenza renueva su fe en Dios y su confianza en todo el bien que los presbíteros realizan por el mundo.

¿Cuál es la importancia de eventos como la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, y el Año Sacerdotal? ¿Qué los une?

--Card. Piacenza: Ciertamente, la Misión es la clave para la interpretación de los acontecimientos mencionados. El Año Sacerdotal, que ha sido un acontecimiento excepcional querido por nuestro santo padre Benedicto XVI, tuvo la intención de poner de relieve la profunda conexión entre la identidad y la misión de los sacerdotes, reconociendo cómo, los dos elementos, están totalmente relacionados entre sí: el sacerdocio ministerial es para la misión, y la misión define la identidad sacerdotal. El Día Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, sin embargo, es un evento anual que cada Iglesia particular está llamada a celebrar, mostrando una comunión y reciprocidad en la oración, que debe caracterizar a todo el pueblo de Dios, llamado a pedir al Señor el don de pastores santos. Además, el sacerdocio ministerial está al servicio de lo que es común entre todos los bautizados, que se realiza en concreto, en la respuesta a la llamada universal a la santidad.

Entonces, ¿Necesitamos un día de oración por la santificación del Clero? ¿Y por qué en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús?

--Card. Piacenza: De la oración, "nunquam satis", ¡nunca es suficiente! Orar por la santificación de los sacerdotes significa, en cierto sentido, orar por la santidad de todo el pueblo de Dios, al cual dicho ministerio está dirigido. Se trata, pues, de una oportunidad para fomentar la comunión y la mutuacustodia orante, entre los miembros del mismo presbiterio --casi en un arco perfecto--, que va de la Misa Crismal a la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, abrazando los misterios fundamentales de nuestra fe y haciéndolo contemplar en clave sacerdotal. Por último, como dijo el Cura de Ars, "El sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús", lo que significa la intimidad necesaria y la identificación que todo presbítero debe tener siempre con el Señor, indicando así el amor y la caridad de Jesús "Buen Pastor", a la que todo el ejercicio del ministerio ordenado debe propender. La caridad pastoral es la verdadera clave de interpretación de esta Jornada de Oración.

¿Y como se ubica todo esto, en la perspectiva del Año de la Fe?

--Card. Piacenza: El Año de la Fe lo ha querido el santo padre para conmemorar dos aniversarios importantes, uno relacionado con el otro. En primer lugar, el cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II y, en consecuencia, el vigésimo aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, ¡que es el Catecismo del Concilio Vaticano II!

Una vez más, los sacerdotes están llamados a ofrecer su generosa contribución, ahora también en el Año de la Fe, para poner en práctica las instrucciones del papa, recordando cómo, en la misión y en la obra de la evangelización, se fortalece la identidad sacerdotal misma. Leer y, en cierto sentido, “redescubrir” el Concilio, en toda su plena significación profética y misionera, es una de las tareas que se necesitan con más urgencia hoy en la Iglesia.

¿Cree que el Concilio no es lo suficientemente conocido?

--Card. Piacenza: Creo que la Iglesia está siempre guiada por el Espíritu Santo y que, por lo tanto, textos como los del Concilio, incluso después de cincuenta años, pueden y deben seguir hablando a todo el cuerpo de la Iglesia, y especialmente a todos los presbíteros, evitando la tentación --siempre posible--, del precoz y superficial "archivo". El Concilio, como ha sido subrayado en repetidas ocasiones tanto por el beato Juan Pablo II, como por el santo padre Benedicto XVI, es una "brújula" para el tercer milenio y, en consecuencia, para toda obra de evangelización y de nueva evangelización. La hermenéutica correcta es condición, y no obstáculo, para conocer el Concilio. Pensemos, por ejemplo, y lo recuerdo con claridad, el impacto que tuvo la Encíclica Evangelii Nuntiandi, del siervo de Dios Pablo VI, en la que ya se interpretaba, de modo profético para su tiempo, el impulso misionero del Concilio.

Eminencia, usted habla mucho de "misión". ¿Es esta hoy la urgencia de la Iglesia? ¿Considera que hay un "déficit" misionero?

--Card. Piacenza: La misión no es una de las "actividades" del cuerpo eclesial, sino es la que caracteriza esencialmente su identidad. ¡Sin la misión, no existe la Iglesia, y viceversa! La Iglesia está totalmente referida a la misión, al encuentro de los hombres --de todos los tiempos y lugares y de toda cultura--, con el Señor Resucitado. Llevar a todos el anuncio del Reino y la salvación: ¡Esta es la tarea esencial de la Iglesia!

Tarea que, en diversos momentos y circunstancias, se presenta de diferentes modos, pero que conserva siempre el mismo núcleo esencial, conformado por la obediencia al mandato de Jesús: "Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura". Si los hombres de Iglesia, todos los bautizados y los presbíteros en particular, perdiesen el celo misionero, se perdería un aspecto esencial de la identidad del bautismo y, en cierto modo, de la misma fe cristiana.

En relación a "aquellos que han humillado el sacerdocio a los ojos del mundo", como se lee en la carta de presentación del sitio web de su Dicasterio, ¿se puede decir que "la emergencia clero" ha terminado?

--Card. Piacenza: No. La emergencia permanece sobre todo en aquellas heridas causadas por las culpas de algunos y, hasta que las heridas no se hayan cicatrizado, no se puede hablar de curación. Ciertamente todos hemos aprendido una lección importante de lo que pasó: nunca se puede bajar la guardia, porque el mal "como león rugiente anda a vuestro alrededor buscando a quien devorar." Las herramientas comunes de la santificación y un alto nivel de espiritualidad, son la base indispensable para augurar un futuro en el que ciertos episodios no sean más que un recuerdo, si bien terrible.

No seremos nunca del todo santos, en esta etapa terrena del Reino, pero sin duda podemos y debemos aspirar cada vez más a la santidad, a través de todos los recursos que la Iglesia nos ofrece, a partir de la Palabra y los sacramentos, hasta llegar a la vida comunitaria y al celo misionero por todas las almas. La pasión de anunciar a Cristo ¡es la verdadera "medida" de la temperatura de la fe de una época! Que en esto nos asista la Virgen María, Estrella de la misión.

Traducido del italiano por José Antonio Varela V.

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Especial - Congreso Eucarístico Internacional


Descubrir la Reconciliación a través de la Eucaristía
Sacerdotes y jóvenes laicos dialogan en Dublín sobre el sacramento de la confesión
Por Ann Schneible

DUBLÍN, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- Los jóvenes que asisten al 50 Congreso Eucarístico Internacional en Dublín, tuvieron el jueves la oportunidad de reflexionar y recibir el sacramento de la reconciliación gracias a varios eventos y servicios dados en el espacio para los jóvenes.

Durante el día, que se dedicó al tema “Reconciliación en nuestra Comunión", los jóvenes recibieron reflexiones del presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el cardenal Peter Turkson y del obispo Donal McKeown de la diócesis de Down y Connor. El día concluyó con una velada de reconciliación, con música interpretada por Elation Ministries, testimonios de fe con Maebh Carin (cantante que a los 20 años sufrió un accidente que la dejó en silla de ruedas), la adoración eucarística y la oportunidad de recibir el sacramento de la reconciliación.

ZENIT habló con varios participantes en el congreso sobre el rol de la reconciliación en la vida de los jóvenes.

El padre Gerry Kenny, sacerdote de la archidiócesis de Dublín explica que a las necesidades de los adultos jóvenes no se responde con confesiones veloces o poco atentas, porque tienen “preguntas muy complejas, problemas sobre otros problemas, en el interior de los posteriores problemas. Tenemos que tener el del don de escuchar, pero no de escuchar así no más, sino por medio de la gracia y del poder del Espíritu Santo que guía al sacerdote. Si este no tiene dentro de sí el espíritu que escucha no logrará ni siquiera a escuchar un cuarto de lo que está sucediendo en su alrededor”.

“Como misionero --añade el sacerdote- he pasado años en los cuales escuchaba hasta siete horas por día confesando y era un trabajo muy duro. Pero no es eso lo que necesitan los jóvenes adultos.

El padre Kenny afirmó que los jóvenes tienen necesidad de ser catequizados sobre el significado de la Reconciliación. “La confesión antes de todo significa 'yo confieso', no que soy un pecador que es la segunda cosa, pero la primera confesión significa: 'Yo confieso que Tú eres maravilloso, que Tú eres espléndido, que tu amor es infinito y que tu piedad no tiene límites: confieso que Tú eres todo y que no hay nada afuera de Ti'”.

“El segundo significado de la confesión --prosigue el padre Kenny- va más allá de esto: Tú eres tan grande que yo puedo trasformar en Ti mis pecados”.

Entre los voluntarios en el Espacio de los Jóvenes estaban la canadiense Meg Fisher, y la estadounidense Laura Billici, ambas estudiantes universitarias del Net Ministeries. Dieron testimonio de lo que el sacramento de la confesión representa en sus vidas. “La reconciliación --dijo Meg a ZENIT- es seguramente un modo que te permite vivir una vida mejor, estar más abierto a la gracia de Dios y a su palabra. En particular te ayuda, cuando estás rezando, a intentar dar respuestas a las preguntas o a hablar con Dios. Cuando no vas a confesarte por un poco de tiempo, se vuelve más difícil saber cual es la voluntad de Dios. Después de haberse confesado creo que al contrario te sea más fácil discernir su palabra, su espíritu. Siento también los efectos del pecado y después de la confesión advierto una diferencia física notable”.

El sacramento de la penitencia para Laura Billici, es “un modo de ponerse en sintonía con Dios. Me ayuda a hacer funcionar la relación con los otros. La Reconciliación me ha ayudado además a ser más comprensiva con los demás, porque cuando entiendo la gravedad de mis pecados me doy cuenta que necesito la gracia de Dios. Esto es de gran impacto para mi en mi vida”.

“Es verdaderamente emocionante encontrarse aquí en el Congreso --prosiguió- encontrarse en Irlanda, y entender cuánto cada uno de nosotros necesita la Reconciliación... Todos podemos participar del poder curativo de la eucaristía”.

Anthony Arnett, originario de Galway, voluntario de la organización en defensa de la vida Youth Defense, estuvo allí presente. “Es una verdadera oportunidad para ser verdaderamente honesto con Dios y para contar todo al sacerdote, comunicarle todas tus emociones y tus sentimientos. Por lo que me concierne encuentro que me conecto con Jesús y hago experiencia de su amor a través del sacramento de la Reconciliación”.

“Es muy importante --concluyó- que tu puedas dejarte atrás aquello que has hecho en tu pasado y partir hacia adelante, para tener un nuevo inicio con Dios y de esta manera estar más cerca de Jesús”.

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Prelado iraquí habló a los congresistas sobre el significado del sufrimiento
Entrevista con monseñor Warda, arzobispo caldeo de Erbil
Por Junno Arocho

DUBLÍN, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- Siguiendo el tema del día, "Comunión en el Sufrimiento y Curación", monseñor Bashar Warda, arzobispo caldeo de Erbil en Irak, dió una catequesis a los participantes en el 50 Congreso Eucarístico Internacional.

Hablando sobre "El Sufrimiento como un Medio de Comunión", el arzobispo iraquí se centró en varios tipos de sufrimiento que afligen a la gente hoy, tales como en el cuerpo, la mente y el alma. "Cuando hablo aquí sobre esta materia, tengo en mente el sufrimiento de las comunidades perseguidas o explotadas, o el sufrimiento personal de los enfermos, pobres y ancianos", dijo.

"Sufrir siempre degenera y devasta la dimensión humana en la gente. Pero, cuando hablamos sobre 'sufrimiento humano', entonces siempre está implicado el sufrimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Su cuerpo roto es, y permanece presente en el misterio del pan partido, como una fuente de la que fluye amor, creando lazos de comunidad".

El arzobispo Warda también habló sobre la dimensión eucarística del sufrimiento en el Evangelio, diciendo que la Eucaristía, y la misma Iglesia está construida sobre la cruz de Cristo. "Incluso colgado en la cruz, trata de crear comunión: este es tu hijo y esta es tu madre", dijo.

Tras su ponencia, el arzobispo Warda habló con ZENIT sobre el tema del congreso y la actual situación de sufrimiento y persecución en su nativo Irak.

¿Cómo se siente en relación al Congreso Eucarístico?

--Arzobispo Warda: El congreso realmente eleva el espíritu. Hay cantidad de gente alrededor, cantidad de gente participando en las diversas actividades. El congreso también hace a mucha gente consciente de la riqueza de la Iglesia católica y las más antiguas tradiciones de la Iglesia en todo el mundo, hablando con un solo Espíritu, dado que hemos sido fundados por Jesucristo. El amor del Padre nos ha unido aquí. Tengo completa confianza en que la gente está comprendiendo esto.

Cuando uno habla de sufrimiento, puede darse cuenta de que gente de todas las áreas comprende y esta es la riqueza de la Iglesia.

¿Por qué es el tema del sufrimiento importante para hablarlo aquí?

--Arzobispo Warda: Yo no había preguntado a los organizadores pero al ver el contexto de este congreso, vemos que hay una gran cantidad de sufrimiento en el mundo ahora. Yo creo que el único modo de orar es orar como Jesús oraba. También para estar [unidos] en esta clase de sufrimiento podemos, aunque no tengamos todas las explicaciones, escucharnos unos a otros.

Y el mismo sentimiento que todos tenemos es compartido por todos los obispos y sacerdotes, que abren sus despachos, por ejemplo, para recibir a la gente. Y la gente viene y habla sobre sus sentimientos, sus ansiedades, sus temores y dejan la habitación.

Así uno sopesa, "Bien, ¿qué les han ofrecido a ellos o qué piensas que les han ofrecido?" Nada sino misericordia. Que es una gran ayuda. Así pienso que el tema del sufrimiento es muy importante. Pero nosotros aquí tenemos un mensaje: que este sufrimiento es el camino donde Dios nos está esperando.

¿Cuál es la situación de la Iglesia en Irak?

--Arzobispo Warda: Como usted sabrá, nuestra gente tiene una reputación de sufrimiento y persecución. Lamentablemente, la mayoría de los cristianos dejaron el país lo que significa que somos una minoría muy pequeña. Pero esta comunidad está llena de esperanza de que incluso siendo una minoría tiene la fuerza que está dentro de cada cristiano, de que en esta violencia, en este clima que vivimos, podemos centrarnos en la esperanza que viene de nuestra fe cristiana.

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Procesión eucarística por las calles de Dublín
Miles de personas participaron en la manifestación de fe del Congreso
Por Ann Schneible

DUBLÍN, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- Unos 12.500 peregrinos de todo el mundo participaron este miércoles en una Procesión eucarística que recorrió las calles de Dublín, Irlanda, donde se celebra el 50 Congreso Eucarístico Internacional.

La procesión, que concluyó una jornada de talleres y presentaciones dedicadas al tema “Sacerdocio y Miniterio en el Servicio de Comunión”, empezó ante el Royal Dublin Society (RDS) Arena, donde se ha celebrado la Misa cada día del congreso.

El cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación de los Obispos, abrió la marcha de los peregrinos, bajo palio, portando el Santísimo Sacramento. Siguiéndole en reverente silencio, los peregrinos recorrieron el complejo RDS y las calles cercanas.

Adam Gryc, estudiante de alemán que estudia en el Rome’s Emmanuel School of Mission, está en Dublín como misionero y voluntario para el Congreso. Aunque expresaba su desacuerdo por que el porcentaje de jóvenes fuera relativamente pequeño, no obstante se sintió tocado por el clima de oración de la procesión.

“El inicio de la procesión en el Arena fue muy solemne –dijo--. También durante la procesión había un ambiente muy orante de manera que pude personalmente entrar una oración muy buena”.

“Es bueno también –añadió- ver a diferentes clases de religiosos unidos aquí”.

Una joven de Nebraska, Melissa Weeder, también compartió sus impresiones de la procesión. “Es una bendición –dijo--, estar unida con miles de almas detrás de nuestro Señor, físicamente presente en la Eucaristía. No se puede subestimar su poder pasando a través de las calles en medio de su pueblo. Muchos no conocen el don que nos ha dado. Es un honor y una bendición estar aquí hoy con la Iglesia militante”.

Tras la procesión, la hermana Madre de la Luz, de la congregación de las Siervas del Señor, describió el clima entre aquellos que participaron. “Fue muy solemne –dijo--. El espíritu en torno a donde yo estaba, que no estaba demasiado lejos del Santísimo Sacramento, y el recorrer las calles de Dublín fue hermoso. La gente cantaba y oraba”.

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Flash


Se inaugura un nuevo curso bíblico de SM Formación
Inscripciones abiertas para la educación 'on line'
ROMA, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- El programa SM Formación anuncia el inicio --el próximo 18 de junio--, del curso "Introducción a la Sagrada Escritura", en el que se abordarán la diferentes disciplinas que ayudan a comprender los textos sagrados, así como su adecuada relación con la tradición de la Iglesia.

Con 30 horas de duración, los objetivos de este curso son esclarecer algunas cuestiones fundamentales para una recta lectura y comprensión de los libros sagrados y explicar cómo y en qué medida, cada página de la Biblia es y ha de ser considerada "Palabra de Dios". Los temas que forman parte de este programa formativo, que va hasta el 27 de julio, son: 'La inspiración de la Biblia', 'El canon de la Biblia', 'El texto de la Biblia' y concluye con 'La interpretación de la Biblia'.

Los siguientes cursos, que empezarán entre julio y octubre, son: Iniciación a la lectura de la Biblia-Antiguo Testamento, Teología Moral y Doctrina Social, Cristología y Pedagogía Religiosa I.

Más información e inscripciones: www.smformacion.com.  

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Un libro sobre el obispo más joven del Concilio Vaticano II
Entrevista a monseñor Alcides Mendoza, arzobispo emérito de Cusco
ROMA, viernes 15 junio 2012 (ZENIT.org).- Como parte de la conmemoración de los 50 años de apertura del Concilio Vaticano II, la editorial Círculo de Encuentro publicó recientemente el libro entrevista “Al Servicio de Dios. Memorias de Monseñor Alcides Mendoza, Primer Obispo de Abancay y Arzobispo Emérito de Cusco”.

Se trata de un libro entrevista al obispo más joven del Concilio Vaticano II quien con sólo 34 años participó en las cuatro sesiones de este importante evento eclesial. El prólogo del libro está a cargo del cardenal Raúl Ernesto Vela Chiriboga, arzobispo emérito de Quito y amigo personal de este obispo.

La autora es la periodista colombiana Carmen Elena Villa Betancourt, integrante de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación.

En este libro, el entrevistado narra la impresionante y a la vez sencilla historia de cómo el Señor lo llamó a ser su sacerdote en medio de la vida campesina en La Mejorada. Además comparte su trayectoria en el episcopado peruano y su participación en el Concilio Vaticano II con anécdotas, percepciones y reflexiones sobre este evento eclesial que contó con la participación de 2.500 obispos de los cuales hoy solo viven 34.

También presenta sus reflexiones sobre la Iglesia en América Latina, en Alemania (por su gran cercanía con este país), las enseñanzas de Jesús, la piedad filial mariana, la Eucaristía y el sacerdocio.

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