7.07.12

La falta de fe en lo improbable

A las 10:47 AM, por Cartas al director
Categorías : Cartas al Director

 

Tengo una circunstancia personal que me ha tenido preocupado en las últimas semanas y que me ha hecho pensar, hablar, pedir consejo, meditar y rezar sobre ella. Tanto me ha ocupado y también preocupado (parafraseando a un clásico deportivo) que me ha llevado a tener algún problema de estrés o de ansiedad, que es la forma en la que el mundo llama al sufrimiento. Se trata de que estoy pendiente de que se resuelva un asuntillo laboral que llevo entre manos. Como tantas cosas en la vida, el asunto no está mis manos sino que depende de la decisión de otras personas. Soy sabedor de que no es fácil de que se resuelva así por las buenas ya que hay algunas, digamos, dificultades. Ya saben Vds. a que me refiero; a dificultades de dos patas.

Yo, que soy así de raro, he llevado este tema a mis oraciones pidiendo por su favorable resolución y pidiendo también la intersección de la virgen María, de mis santos favoritos (debilidades que uno tiene) de mis seres queridos a los que ya imagino más cerca del Señor y de mis amigos y familiares a los que he pedido que también lo tuvieran presente en sus oraciones. Por lo visto, esto de que recemos unos por otros y pidamos la intersección de los santos y de la virgen María es a lo que se llama la comunión de los santos que debe ser una cosa importante ya que desde niños la Iglesia nos lo enseña.

Pues a lo que vamos, el caso es que los días pasan y no hay noticias sobre el particular lo cual no me negarán Vds. que no es nada tranquilizador especialmente por lo que les cuento a continuación. Iba la otra tarde paseando por la calle y tuve la fortuna de encontrarme con uno de los amigos a los que había pedido, además de oraciones, una intercesión de las otras. El amigo me dijo que ya había hecho la gestión intercesora pero que por lo que había averiguado la cosa pintaba mal. Comenté esto con mi hija y me dijo que ya no valía la pena rezar la novena que estábamos a punto de comenzar a rezar (como les he dicho antes somos un poco raros).

Y ha sido precisamente la ocurrencia de mi hija la que me ha hecho pensar y escribir esta carta. Intuitivamente el argumento de mi hija es impecable desde la lógica del mundo. La probabilidad de que se resuelva el problema es muy baja, por lo que no tiene sentido que nos esforcemos en la oración pidiendo por su solución. Lo más práctico es darlo por perdido y dedicar nuestro tiempo, ilusiones, esperanzas y oraciones a otra cosa. Es la mentalidad modernista o racionalista o mundana, no sé muy bien cómo calificarla, que se ha infiltrado en nuestros corazones y que nos hace creer que nosotros solos construimos nuestras vidas. Que nuestros éxitos son la recompensa a nuestros esfuerzos. Y, claro, que finalmente Dios no nos es necesario. Bueno, sí. Para dar satisfacción a ese sentido religioso que tenemos y calmar un poco la sed que tenía la Samaritana y poder seguir con nuestras vidas.

Pero claro, nosotros somos cristianos, nosotros no somos del mundo, nosotros creemos, igual que el leproso, que si el Señor quiere, puede. Que puede mover la voluntad de las personas de formas misteriosas, que estamos en manos de Dios y que lo poco que hacemos bien en nuestra vida o los éxitos mundanos que podamos conseguir a Él se lo debemos todo. Que nosotros con nuestro esfuerzo y nuestra voluntad, si no es movida y guiada por la Gracia, poco podemos hacer. Así que, después de unos instantes de flaqueza, me he dado cuenta que precisamente porque la gracia que pedimos es improbable, por eso la pedimos y que incluso es conveniente que la pidamos, porque nos acerca más al Señor. Como pedigüeños, como mendigos, como miserables gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, pero acercándonos a nuestro Salvador. Esta es nuestra lógica: Señor, Si quieres puedes limpiarme. Que verdaderamente no tengo fe en que ocurran cosas improbables, sino que tengo fe en Cristo Quien, una vez más, se hace presente aquí y ahora, en mi realidad, en mis problemas.

Además, ¿acaso lo imposible no es una característica de lo divino? ¿No es una locura que Dios se haga hombre y muera por nuestra salvación y resucite? Por eso es lógico y razonable para quien no cierra los ojos de la fe para contemplar la realidad pedir lo imposible. Pedir lo imposible ya no es irracional. Y no es que no lo sea por ningún razonamiento no apto para menores. No, no es eso. Lo es por algo que nos sigue escandalizando por su simplicidad. Porque realmente no es imposible. Porque Quien hace nuevas todas las cosas también puede hacer posible lo que para nuestros legañosos ojos de poca fe parece una locura. Si algo de divino tenemos nosotros es aspirar a lo imposible, a encontrarnos con nuestro destino. Porque yo ya no soy yo. Yo soy Tú que me has creado, que me creas, que me llevas hacía ti.

Precisamente gracias a “mi asuntillo” le he dedicado más tiempo a la oración, he pasado más tiempo junto al Señor, me he despreocupado de otros asuntos menores y, finalmente, también de mi problema laboral. Una vez más me he dado cuenta de Su presencia en mi vida. Me he acercado más a Él y se ha afianzado más mi fe. Mi problema laboral se resolverá o no, pero ahora estoy seguro de que Dios no me abandona y que me dará la fortaleza para lidiar con lo que me echen.

Mientras tanto le pido a nuestra madre María santísima que yo también sea ocasión para que otros vuelvan a Él sus ojos.

Feliz verano a todos.

Gratal