La hermana Montserrat Calderó, misionera del Corazón de María, relata su trabajo desde Brasil


 

Brasil es el mayor país de América del Sur y el quinto mayor del mundo en área territorial, con más de 192 millones de habitantes. Goiânia es la capital del estado de Goiás y la mayor ciudad, con casi un millón y medio de habitantes. Su clima es tropical, de 30 a 40 grados todo el año, con una época marcada por las lluvias y la otra seca.

Las Misioneras del Corazón de María hace más de 15 años que estamos en este barrio periférico, que se llama el “Parque de Santa Cruz”, en el corazón de Brasil. Yo estoy desde el año 2011. El barrio donde vivimos, fue creado en 1978 por unas 15 familias venidas de otros lugares de la ciudad. Era el vertedero de la ciudad y poco a poco vinieron otras familias de otros puntos de la ciudad. La iglesia católica ayudó en la formación de la Asociación de Vecinos, de Comunidades de Base, de grupos de catequesis, etc.

Con este telón de fondo llegan las Misioneras del Corazón de María en el barrio y lo primero que hacen es visitar a las familias para conocer los principales problemas que existen, descubriendo mucho analfabetismo, comenzaron un curso de alfabetización.

También detectan un gran número de madres adolescentes, algunas imposibilitadas para trabajar, por tener que cuidar de sus hijos pequeños. Por eso la comunidad organiza un curso de costura en el que aprenden infinidad de trabajos manuales, con la posibilidad después de trabajar en sus casas y vender lo que hacen. Y así muchas actividades dirigidas a mejorar la vida de las personas del sector. Y como solo tienen un pequeño lugar, el Centro Comunitario, para ejecutar todo lo necesario para ayudar a los vecinos, fundan una ONG con ayuda económica de instituciones españolas como “Manos Unidas”, entre ellas y otras muchas personas. Como en el sector hay una gran cantidad de iglesias evangélicas, y no hay una iglesia católica, con la autorización del Arzobispado, las Misioneras del Corazón de María, edifican una capilla, con ayudas extranjeras, a la que el Arzobispo colocó el nombre de Corazón de María.

Después de todo este trabajo realizado por la comunidad religiosa, llegué yo para hacer una tarea de visita a las familias del sector. Me encargo del “Proyecto Padrinos”. Este proyecto recibe una cantidad de dinero desde Girona, para pagar alimentos a las familias más necesitadas del sector. Son 250 familias que cada mes compran alimentos por la cantidad de dinero que nosotras fijamos, después de la visita en casa de cada familia. Hay familias que tienen hijos con alguna deficiencia. No todo el mundo recibe el mismo. No se les da dinero, las familias saben que pueden ir a comprar alimentos y nosotros cancelamos cada mes el gasto.

También doy clases de español en la ONG, participo en otros grupos: liturgia, oración, catequesis…

Algunos de nuestros vecinos son “catadores de material reciclable”. Los “catadores” son trabajadores urbanos que recogen residuos sólidos reciclables, como papel, aluminio, plástico, vidrio, etc. por las calles y barrios de la ciudad. Es una actividad agravada por el paro.

En fin, un don de Dios, estar aquí compartiendo mi vida entre esta gente sencilla, aprendiendo de sus valores, de sus ganas de vivir a pesar de las situaciones …, son alegres y acogedores, es un don de Dios estar aquí con mis hermanos y hermanas … los cuales son para mí una lección de vida, ante un mundo consumista e injusto. Ellos dicen que solo nuestra presencia entre ellos ya es importante porque se sienten dignificados. Espero estar cumpliendo con la voluntad de Dios sobre mí… Jesús, mi compañero de camino, me enseña que la vida dada a los demás tiene sentido, un sentido diferente.

Montserrat Calderó.

Parque de Santa Cruz, Goiânia, Brasil.