1.08.12

Había estado. Epílogo

A las 8:52 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

 EPÍLOGO

Cuando el capitán hizo sonar, por tres veces, el cuerno, sueltas las amarras la nave zarpó puntualmente, a la hora tercia, de Seleucia rumbo a Zephyrion el puerto de Tarso, ciudades unidas por una vía recorrida por todo tipo de viajeros que hacían el desplazamiento, 13 millas, muy llevadero. La ruta, unas 94 millas, nunca era fija, pues si había mar de fondo de poniente las corrientes les llevaban hacia la costa prolongando la distancia; en todo caso tratarían de alejarse lo más posible del Sinus Issicus (Golfo de Issus). Si todo iba bien y la nave conseguía una velocidad promedio de 7 nudos llegarían pasada la hora séptima.

Para Rómulo y Melitón era un breve prólogo ya que su destino final, Roma, lo conseguirían embarcando en una nao militar trirreme de transporte de tropas que les llevaría a Ostia haciendo escala en Ἡράκλειον, Hêrákleion un puerto al norte de Creta, desde allí, a mar abierta, hasta Catăna (Catania) y por último llegados al puerto ampliado de Ostia, tomarían la calzada hacia Roma y cada uno enfrentaría su nuevo destino.

- Te digo, Rómulus (el que es fuerte y poderoso), que, en tus febriles delirios, no paraste de mencionar al crucificado, sabes al que me refiero de los tres, tu quejido era Filius dei, filius dei!. No hemos hablado mucho de lo que ocurrió con nosotros en aquella crucifixión, nos salpicó su sangre, y ya sabemos lo que significa eso para un judío, para nosotros es pura patraña pero lo cierto es que ni tu ni yo somos los mismos, estamos como ánfora a medio llenar y antes ambos vivíamos satisfechos aunque solteros.

- Sí, solteros, pero no solos – rió el interpelado – sin embargo, desde entonces miro a las mujeres de otra manera, no se me olvida la expresión de la madre del crucificado, allí al pié de la cruz. Pero, volviendo a mis delirios cuyo origen está en el vía crucis y posterior muerte te puedo asegurar que lo que dije no fue de mi cosecha, de algún modo vino a mi mente y lo expresé; no quiero decir que estuviera disconforme con lo dicho, pero yo no elaboré la frase.

Los militares, aposentados en un sobrio, pero exclusivo, camarote, recordaron aquellos momentos y expresaron, libre y crudamente, las repercusiones y consecuencias en sus vidas: tras aquello, en síntesis, ellos no eran los mismos. Gaio Acilio Rómulo sobrino-primo del gran Manio Acilio Canino, lugarteniente de Gaio Julius Caesar era un fiel seguidor de las virtudes estoicas de escuela senequista – apatía, ataraxia y autarquía – y desde aquel episodio se impuso a sí mismo vivir la castĭtas. Melitón más apegado a sus ancestros helénicos, pese a su origen humilde, hizo de las virtudes cardinales - phrónēsis (prudencia), dikaiosýnē (justicia), andreía (fortaleza) y sōphrosýnē (templanza) – su modus vivendi: ambos militares primaban el ethos sobre el ego. Pese a su admiración por el crucificado, les faltaba algo para identificarse con sus seguidores; en primer lugar no eran judíos ni estaban circuncidados – ni dispuestos a admitirlo – en segundo lugar desconocían todo sobre el Tanaj.

Šāʼûl permanecía sentado cerca del aposento de los romanos, la brisa le llevó a sus oídos la conversación de ambos plagada de zozobra y ansiedad que llevaban dentro, pues en todos estos años ni su porte ni su proceder indicaban lo más mínimo. Cuando escuchó los detalles de la crucifixión dio un respingo que le impulsó a ponerse de pié y dirigirse hacia los militares que habían salido a cubierta para respirar aire fresco, las emociones expresadas habían cargado la atmósfera del recinto. Al salir un pasajero de aspecto judío les abordó.

- Nobles conciudadanos romanos soy Šāʼûl Paulus Tarsiensis y no he podido evitar oír parte de vuestra conversación y yo os transmito, lo que a mi vez recibí: que Krystós murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Kefah y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez. Luego se apareció a Yaakov Bar-Zebdi (Santiago el Mayor); más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, como a un aborto. Él vive, hoy y ahora.

Los militares quedaron consternados pues de todo aquello habían sido coetáneos, sí, les habían llegado rumores de un cuerpo que no estaba en la sepultura, pero no una denuncia en firme por lo que ellos, cumplido el compromiso de su legatus con Pilatos, tras el Shavuot regresaron a Damasco. Šāʼûl iba camino de esta ciudad cuando sucedió lo contado, continuó su relato de los hechos siguientes, incluida su intempestiva salida, entonces Melitón le dijo:

- Es cierto lo que dices, acabo de reconocer tu rostro, estaba no lejos de ti cuando fuiste descolgado, en un cesto, por la muralla de Damasco, en un sitio que sugerí a tus amigos, me habían llegado informaciones muy negras sobre ti, yo vigilé tu huída.

- ¿Aceptáis hospedaros en mi casa de Tarso, mientras llega vuestra embarcación?, sería un regalo que me aceptarais como anfitrión. Los interpelados se miraron y respondieron.

- Sea como dices. Šāʼûl no estuvo al pié de la cruz , pero ellos sí habían estado.

FIN

Norberto.