19.08.12

El santo cura de Ars ¿un mal cura?

A las 9:21 AM, por Jorge
Categorías : Sin categorías

 

Reunión de sacerdotes con nuestro obispo. El tema: espiritualidad sacerdotal. Como es natural se nos habló de formación permanente, asistencia a reuniones de arciprestazgo y diocesanas, participación en los grandes acontecimientos diocesanos. Días de retiro y ejercicios espirituales, oración personal. De paso salieron otras cuestiones de organización parroquial: consejos parroquiales, libros, economía, catequesis, caritas y más ahora…

En un momento el obispo nos puso como ejemplo de celo sacerdotal a San Juan María Vianney, el santo cura de Ars, que pasaba hasta dieciocho horas diarias confesando. No pude por menos que exclamar: “pues qué mal cura”. Porque claro, si se pasa dieciocho horas en el confesionario, de formación permanente nada, ni asistir a reuniones con los compañeros, ni a las diocesanas. Ni cuentas, ni consejos parroquiales, ni grupos de matrimonios, ni peregrinaciones con los jóvenes, ni coro parroquial… confesar, confesar y confesar (que no digo que no haya que hacerlo).

Las parroquias somos algo así como ese lugar al que acuden todos a decirnos lo que hemos de hacer. El delegado de catequesis a preguntar que si tenemos catequesis de niños, jóvenes y adultos, que si se forman los catequistas, que si vamos a los encuentros diocesanos y de zona, que si hemos respondido a la encuesta, que qué hacemos con los padres, que si van a ir los jóvenes al encuentro X y que si hay un catequista responsable. El de Caritas que si vamos a reuniones, que si el equipo se forma, que si rezan juntos, que si nos estamos coordinando con otras parroquias y los servicios sociales municipales. Más tarde aparece el delegado de liturgia recordándonos más cosas, que si hay equipo, que si la formación, que si coro, que si monaguillos, que la exposición del Santísimo, que el santo rosario, que si hay oración común, que si se confiesa, que a ver cómo celebramos las misas, que si vamos a ir al cursillo de liturgia de… El ecónomo nos pide presupuesto, balance, resumen de cuentas bancarias, la declaración para hacienda y el modelo 182. Y pueden venir más: misiones, pastoral sanitaria, vida creciente, pastoral obrera, apostolado de la oración, Manos Unidas, pastoral familiar, cursillos de novios… Aparte las jornadas especiales: infancia misionera, clero indígena, óbolo de San Pedro, Santos lugares, Pro orántibus, Vida consagrada, Día del seminario, Iglesia diocesana. Y por supuesto sabiendo que hemos de cuidarnos los sacerdotes: oración personal, días de retiro, formación permanente, ejercicios espirituales, lectura espiritual…

Me temo que en la vida parroquial nos hemos contagiado bastante de un cierto “activismo por lo civil” del que tengo dudas sobre su eficacia. Es verdad que hacemos muchísimas cosas, lo que no sé si útiles para la santidad.

Lo cierto es que en unos días comenzará a llenarse el buzón de correos con cartas de todas las delegaciones, días y jornadas. Y que todos quieren que les atiendas, convencido cada uno de que es la quinta esencia de la vida cristiana y parroquial.

Se hace lo que se puede. Pero me queda un interrogante: ¿más de Cristo, más santos, más de Dios o más movidos, más agitados, más estresados…?