20.08.12

Uno entre veintiocho

A las 10:30 AM, por Jorge
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Interesantes los comentarios a mi post de ayer, porque vuelven a poner de manifiesto una vez más cómo es el ser humano. Veintiocho comentarios, que no está nada mal. La página vista más de 1.300 veces. ¿Qué dicen los comentarios? Pues creo que todos van en la línea de algunos reproches y muchos buenos consejos sobre lo que debemos hacer los curas.

Hablaba un servidor de cómo desde los mismos obispados se nos insta a una actividad a veces desbordante. Para nada hablé de las exigencias que nos presentan de los fieles, no siempre evangélicas. Demasiadas cosas. Insisto: los comentarios son un conjunto de buenos consejos, documentos, citas sobre lo que hemos de hacer, reproches a esos curas que de cualquier manera… Sólo un comentario proclama a voz en grito (porque está escrito con mayúsculas): “INVITO A TODOS LOS LAICOS A QUE AYUDEMOS EN LO QUE PODAMOS A LA IGLESIA COMPROMETIÉNDONOS EN TRABAJOS VARIOS Y RESPETEMOS Y AMEMOS A NUESTROS SACERDOTES”.

Recuerdo un artículo del gran sacerdote y periodista D. José Luis Martín Descalzo en el que se preguntaba si los fieles se preocupaban de cuidar a sus curas. No lo tengo y si algún lector lo conservara le agradecería mucho me lo hiciera llegar. D. José Luis ofrecía algunos ejemplos, de los que ahora me viene uno a la cabeza. Hablaba él de cuántas veces se quejan los fieles de misas mal celebradas, aparentemente sin devoción, sin mucho cuidado, con el sacerdote distraído, como un funcionario. Y decía él: pero claro, a la vez que nos quejamos de misas no bien celebradas, no tenemos reparo en llegar a la celebración cinco, diez, quince minutos tarde y taconeando, porque lo curioso es que si alguien llega tarde al cine o al teatro entra de puntillas, pero a misa siempre taconeando. Es un ejemplo. Pero yo les puedo decir que no es fácil celebrar bien cuando sigue entrando gente y a veces de forma casi continua hasta diez o quince minutos después de comenzar la celebración, suenan dos móviles, un niño grita y la señora María se levanta dos veces a poner una monedita en el lamparario de la Virgen. No. No es sencillo.

Seguro que me dirán que la culpa es del sacerdote por no educar bien a sus fieles. No se lo crean. Fíjense que Nuestro Señor Jesucristo, el hijo de Dios, predicando tres años y haciendo signos y prodigios convirtió a unos cuantos. No pretendamos que el cura consiga la puntualidad, el respeto y la devoción de todos. Uno predica y dice, pero ya se sabe lo que es la dureza del corazón…

Los sacerdotes les necesitamos y mucho. Hay una preciosa anécdota de San Josemaría Escrivá que no me resisto a narrar en esta mañana y que he contado más de una vez a mis feligreses. Parece ser que un grupo de laicos hablaba a san Josemaría de los sacerdotes de su parroquia: poco piadosos, mundanos, tibios, sin demasiado celo por las almas, comodones. San Josemaría escuchó atentamente y les respondió: vaya, vaya… así que vuestros sacerdotes están muy lejos de la santidad… eso es señal de que rezáis poco por ellos.

Me parece una respuesta perfecta.

No. No es fácil ser sacerdote con cura de almas. Buscar al alejado de Dios, llamar a la conversión al pecador, animar al convertido para que sea santo, cuidar de los niños y los jóvenes, apoyar a las familias, predicar la palabra, celebrar los sacramentos, atender a los pobres y desvalidos… El código de derecho canónico lo recoge muy bien. Por eso, porque no es fácil, necesitamos su oración y su ayuda eficaz para que Cristo sea conocido y amado y poder vivir su presencia como Iglesia en medio del mundo.

Acabo con una broma muy conocida sobre el cura párroco. Para que podamos echar una sonrisa en esta calurosa mañana de agosto:

-Si predica más de diez minutos…,es que no acaba nunca. Si predica menos de diez minutos…, es que no se ha preparado.
-Si trata de temas sociales…, es que es de izquierdas. Si trata de temas morales…, es que es de derechas.
-Si está mucho en el despacho…, es que no está en contacto con la realidad. Si visita a las familias…, es que no tiene nada que hacer en la iglesia.
-Si hace obras en la iglesia…, es que tira el dinero por la ventana. Si no las hace…, es que es un dejado.
-Si hace salidas con los jóvenes…, es que descuida la parroquia. Si no las hace…, es que no se preocupa de los jóvenes.
-Si visita el barrio y sus gentes…, es que se mete en todo. Si no lo hace…, es que va a lo suyo y la gente no le interesa.
-Si casa y bautiza a todo el mundo… ¡vende los sacramentos como en rebajas! Si se vuelve más exigente… ¡quiere una Iglesia de «puros»!
-Si está….es que le gusta hacerlo todo. Si no está…… lo que sale mal es porque no está
-Si da órdenes…es porque es un autoritario. Si no las da…. debiera haberlo hecho.
-Si es perfeccionista…….es un raro. Si admite todo… es un vulgar.
-Si canta…… es un jilguero. Si no canta… es un soso.
-Si bebe……es un borracho. Si no bebe…… es que no sabe alternar.
-Si celebra muchas misas…… es un misero. Si celebra sólo una… es un vago
-Si colabora con el consejo parroquial… ¡se deja llevar como un borrego! Si no tiene consejo parroquial… ¡es demasiado individualista!
-Si sonríe fácilmente… ¡se muestra demasiado familiar! Si, distraído o preocupado, no ha visto a alguien… ¡es un distante!
-Si es joven… ¡no tiene experiencia! Si es mayor… ¡debería jubilarse!