24.08.12

Ex PUCP: la rabia del obispo jesuita

A las 4:37 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América

Fidelidad y sometimiento, ¡no! Esa frase resume -palabras más, palabras menos- el espíritu de una durísima carta que le escribió el obispo jesuita peruano, Luis Bambarén Gastelumendi, al presidente de la Conferencia Episcopal de ese país, Salvador Piñeiro. Una misiva que reprochó el apoyo público de ese organismo al arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani Thorne, en el conflicto por la “universidad rebelde”.

El 7 de agosto el Consejo Permanente de los obispos peruanos se vio obligado a intervenir en una controversia que alcanzó niveles de exagerada beligerancia pública. Lo hizo en medio de una lluvia de descalificaciones en la prensa contra Cipriani, contra el secretario de Estado vaticano Tarcisio Bertone y la decisión de la Santa Sede de quitar los títulos a la ex Pontificia Universidad Católica del Perú.

Y es que ni el rector de esa casa de estudios, Marcial Rubio, ni sus colaboradores digirieron la sanción, avalada por el Papa. En vez de modificar sus estatutos internos para adherir a la constitución apostólica “Ex Corde Ecclesiae”, como lo pidió Roma desde hace más de 20 años, alzaron la apuesta y decidieron mantener su rebeldía.

Al hacerlo pensaban tener no sólo con el apoyo de la Compañía de Jesús en el Perú, sino también el beneplácito de la Conferencia Episcopal. Pero las cosas no eran así, justamente porque Bertone pidió en una misiva al presidente Piñeiro evitar que la cúpula de los obispos sea instrumentalizada por las autoridades universitarias.

Por eso a Bambarén irritó de sobremanera el comunicado del Consejo Permanente, al cual calificó de “lamentable” en su carta del 15 de agosto (que puede leerse completa abajo). Para el prelado la culpa de todo la tiene el arzobispo de Lima y gran canciller del claustro, Cipriani, aunque el asunto de la ex PUCP desde hace meses es competencia del Vaticano y existe un decreto pontificio de por medio.

Según el obispo emérito que la Conferencia Episcopal haya cerrado filas ante una determinación autorizada por Benedicto XVI provocó un daño irreparable a una “numerosa porción de la grey del Señor”, cuyos integrantes se sienten como “ovejas sin pastor”.

Bambarén además se dijo decepcionado porque conflictos como el de la universidad contribuyen a la descristianización de su país, el alejamiento de los jóvenes de la Iglesia católica y el activismo de las sectas. Por todo ello pidió a Dios que “perdone” a los obispos por su comunicado de apoyo a Cipriani y Bertone el cual, por cierto, ya fue retirado del sitio web oficial de la Conferencia Episcopal Peruana, quizás por incómodo.

Por lo pronto las opiniones del obispo emérito de Chimbote ya llegaron a Roma, en una carta reservada al secretario de Estado. Razones que se sumaron a las del provincial de la Compañía de Jesús en el Perú, Miguel Gabriel Cruzado Silveri quien, apenas esta semana, instó a la Iglesia a retomar el diálogo para lograr una solución integral para la ex PUCP. Así las cosas resulta claro que los jesuitas están con la “universidad rebelde”.

Lima, 15 de agosto de 2012

Excelentísimo Monseñor
SALVADOR PIÑEIRO GARCÍA-CALDERÓN
Presidente de la Conferencia Episcopal
Presente

Muy apreciado Hermano y Amigo:

Estando en Pariacoto del 7 al 10 de agosto para la celebración del Vigésimo Primer Aniversario del Martirio de nuestros Misioneros Franciscanos Conventuales Miguel y Zbigniew, tuvimos una profunda pena al conocer el lamentable comunicado del Consejo Permanente.

No sólo es lamentable y penoso en su contenido, sino que nos duele por el daño que se hace a miles y miles de jóvenes y fieles que se sienten decepcionados de sus Obispos y afectados en su pertenencia a la Iglesia. Ustedes no solo han hecho causa común con el Arzobispo de Lima, sino que han asumido su problema y sus intereses como propios de la CEP.

No han valorado el daño que ya está hecho a una numerosa porción de la grey del Señor, que se sienten hoy como “ovejas sin pastor”. Obediencia y fidelidad plena al Vicario de Cristo y a nuestra Iglesia, SÍ. ¡Yo por esto daría la vida! Pero fidelidad al Gran Canciller y sometimiento de toda nuestra Conferencia a su conducción en el caso de la PUCP, NO.

Repito: lo que era un problema local entre Arzobispo y PUCP, ha pasado a ser de la Iglesia, que antes fue marginada y ahora es instrumentalizada en daño del pueblo de Dios. Estamos perdiendo la mejor Universidad del Perú.

El caso lo reducen ustedes al ámbito canónico y legal, pero se olvidan de su repercusión pastoral. NO SOMOS LEGISLADORES, SINO PASTORES. ¡Gran responsabilidad! Muchos nos preguntamos ¿era necesario el “comunicado”, no hubiera sido mejor y suficiente una reunión de la Presidencia de la CEP con el Rectorado de la PUCP?

Nuestras comunidades y parroquias se están desangrando no solo por esto, sino porque muchos sacerdotes han perdido el celo apostólico, se instalan en sus despachos con horarios de atención, pero están lejos del pueblo de Dios. En cambio, las sectas están activas, van casa por casa robando las ovejas de Jesús. Crece la indiferencia religiosa. Los jóvenes se alejan. Cada día son menos los que frecuentan en sus parroquias la Misa dominical, etc., etc. Conozco parroquias en que el 50% ha dejado la Iglesia. Una profesora me contaba que a comienzo de año pidió a sus alumnos que levantaran el brazo los que eran católicos. ¡De 28 solo 2! En muchos colegios casi la mitad de los niños y adolescentes ya no son católicos.

Esto es lo prioritario y debe dolernos y preocuparnos a los Obispos. Parece que nada de esto se ha tenido presente para sopesar las repercusiones pastorales del comunicado. Más que la Universidad, pierde nuestra Iglesia. ¡Qué pena! ¡Me siento decepcionado! Te ruego comunicar esta carta a los miembros del Consejo Permanente y a los demás Obispos. Esta carta no es RESERVADA como sí fue la que envié a Su Eminencia el Sr. Cardenal Tarcisio Bertone.

Solo me queda orar, orar, orar. Que Dios les perdone, les ilumine y les acompañe.
 

Hermano en Cristo Jesús,
Luis A. Bambarén Gastelumendi S.J.
Obispo emérito de Chimbote