25.08.12

No trago con el artículo 14

A las 11:54 AM, por Jorge
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Tuve un compañero especialista en el artículo 14. Siempre se las apañó para hacer exactamente lo que le venía en gana. De seminarista menos, pero una vez acabada la formación, de manera descarada. Y cuando alguien le preguntaba por la razón de su forma de proceder, él siempre ponía como justificante: “esto se hace por el artículo 14”, es decir, por mis santas narices.

Personalmente siempre lo he llevado bastante mal. Posiblemente seré poco evangélico, pero reconozco que me encantan el derecho canónico, el catecismo, las directrices, las normas… La razón es doble: me gusta saber a qué debo atenerme y además llevo poco bien que me tomen el pelo.

Un ejemplo tonto ahora que estamos en verano. En Madrid, los sacerdotes, tenemos fijado un número de días como vacaciones o descanso en verano. Me encanta que sea así. Posiblemente fuera más maduro decir que cada sacerdote según sus necesidades. Pero eso significa que D. Manuel, que siempre fue trabajador y entregado, se va cuatro o cinco días a ver a sus hermanos y tiene suficiente, mientras que D. Francisco, firme partidario del artículo 14, desaparece mes y medio, luego al mes vuelve a marcharse porque no se encuentra bien, y más tarde desaparece otros quince días porque le ha afectado mucho la enfermedad de un familiar.

No soporto el artículo 14. Servidor y los feligreses de cada parroquia tienen derecho a saber de qué va la cosa. Por el artículo 14 D. Juan celebra cuando quiere y como quiere, que para eso es libre. Por el mismo artículo, en la parroquia de Santa Gerecundia se prepara a los niños para la primera comunión en tres meses. Por razones similares en la de San Serenín se siguen impartiendo absoluciones comunitarias por más que estén expresamente prohibidas, y sor Veneranda ha decidido que no necesitan sacerdote, que ya se encarga ella de celebrar una misa “aunque sea sin alzar”. Por el artículo 14 el P. Josafat, vicario de una parroquia, no confiesa mi atiende el despacho porque Cristo ni confesaba ni hacía papeles. Verdad es que se le olvida un matiz: que mientras el hijo del hombre no tenía dónde reclinar la cabeza, él vive en un convento con todo resuelto, pero claro, no es lo mismo.

El artículo 14 presenta varios problemas:

- El lío que montamos a la gente de buena voluntad. Porque te llegan a la parroquia y no se explican ciertas cosas. Ya se sabe: si en otros sitios se hace, no entendemos por qué aquí…

- El dejar a los compañeros por malos e intransigentes. En mi parroquia misas con casulla, no hay absolución comunitaria, tres años para la comunión… sin embargo qué bueno es D. Fulano… todo le parece bien.

- Es el artículo del vago. No conozco ningún partidario del mismo que lo aproveche para trabajar más. Y si no, se lo piensen.

- Es peligrosísimo cuando afecta a la fe o a la moral de la Iglesia. Porque si se limita a no atender el despacho, mal está porque tienen que hacerlo los otros. Pero cuando empieza a afirmar que el catecismo nada, que la moral es cosa de cada uno, y que si nos creemos que el credo importa, ya estamos jugando con cosas más serias.

A veces oigo decir que la iglesia debería dejar de ser esa monarquía absoluta y funcionar como funcionan hoy las sociedades civiles. Ojalá. Porque en una empresa los que trabajan con el artículo 14 en la mano se van al paro en dos días. En la iglesia se aguanta lo indecible. Y encima protestamos.

Acepto que puedo ser antievangélico como acepté hace tiempo al pulpo como animal de compañía. Pero lo del artículo 14, tararí que te vi. Me gusta saber a qué se juega, las reglas y el modo. Si me gusta el juego bien, y si no, juego a otra cosa. Pero estar jugando con alguien y que vaya cambiando las reglas a su conveniencia porque sí, insisto en que lo llevo bastante mal.

Ahora, quede clara una cosa. Si alguien va por la vida con el 14, es porque se lo consienten. Se me entiende, ¿verdad?