Eleuterio Fernández Guzmán, blog Mera defensa de la fe

Tomás de Kempis, dice refiriéndose a Jesús que “’El que me sigue no va a oscuras’, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo y con ellas nos enseña a imitar su vida y sus virtudes si queremos gozar de la luz verdadera, y librarnos de la ceguera del alma”.

No puede ser mejor explicado, en esencia, el comportamiento que debe expresar, con su vida, un discípulo del Hijo de Dios y resulta difícil, por eso mismo, decir más cosas con menos palabras.

Tal forma de demostrar que la Fe puede ser difundida, evangelizando con ella, es la que también siguió S. Josemaría en libros suyos como Camino, Forja o Surco que representan, para un creyente en el Dios Único y Omnipotente, una forma de demostrar que se cree porque se sabe lo que se cree.

El aforismo, por eso, es una fórmula comprimida de definir pensamientos, en este caso religiosos, que cada cual llevamos dentro y que, saliendo al exterior desde el corazón, puede servir para encauzar más de una situación que damos por perdida por las asechanzas del mundo o, simplemente, por nuestra mala cabeza mundana.

Por eso mismo, cuando manifestamos por escrito lo que tenemos como cierto para nuestro interior y, así, para nuestro corazón, no hacemos más que tratar de hacer ver que si del mismo habla la boca es de desear que hable bien del lugar donde, por tradición, se ha considerado que actúa el Espíritu de Dios y donde está su Templo.

Lo que podemos decir en pocas palabras a lo mejor es preferible que no se diga de forma extensa. Se entiende mejor lo que se pretende transmitir si no hay exceso de sílabas que, en muchas ocasiones, deforman una verdad espiritual y, en cierta manera, pervierten en esencial sentido que le queríamos dar.

Es, por otra parte, lo que de nuestra vida sobrenatural, llevaba y traída por el deambular de la existencia y conciencia que nos conducen hacia el definitivo reino de Dios, extraemos lo que nos ofrece unas frases que pretenden hacer real la voluntad de quien siente que su fidelidad a Dios puede ser imitada, puesta en práctica particular, como máxima expresión de una comunión vital y de fe.

Así, los “Pensamientos de vida sobrenatural” son una aproximación a la vivencia de la fe y un intento de plasmar, por la vía del mensaje escueto, lo que un alma puede sentir y expresar para obviar la tribulación por la que esté pasando o, a lo mejor, creyendo que pasa.

Cada cual, por supuesto, puede hacer con ellos lo que tenga por conveniente y, si eso surge, añadir los que crea oportunos porque, es bien cierto, que si Dios lo es personal para cada uno de nosotros, no está mal, de vez en cuando, compartir lo que su Espíritu nos ha sugerido. De todas formas, bien sabemos que no podemos ocultar la luz, aunque sea escasa, bajo el celemín.

18.- La Fe, nuestra fe

Decir que un creyente tiene fe es como decir que la lluvia cae hacia abajo. Sin embargo, no siempre sucede que quien dice creer demuestra la fe que tiene y, por eso, muchas veces, puede dar la impresión de se tiene poca fe acerca de lo que se dice creer.

Y lo que a continuación traigo es lo que, para este católico, supone reconocer la fe que tiene.

1 Fe. Creer sin haber visto define lo que quiere decir. ¿Cuándo la haces eje de tu vida?

2 Taparse los ojos del alma para no manifestar la fe que se tiene es poco admisible para un creyente.

3 ¿Se puede vivir sin fe? Sin duda eso es posible. Piensa, sin embargo, qué clase de vida es esa.

4 Con la esperanza y la caridad, la fe forma un trío de virtudes. Si no tienes fe tendrás poca esperanza y ninguna caridad.

5 El mundo llama a tener fe ser supersticioso. Pero tú sabes que la mayor superstición es no tener fe.

6 La fe viene a ser como la luz que te alumbra para que no des ningún traspiés.

7 Espera siempre de la fe lo mejor que Dios te ha dado. Es, tal, una gran verdad.

8 !Por favor, más fe¡ Es sencillo de pedir, a Dios, tal realidad espiritual.

9 En la fe ha de ser firme tu paso, no vaya a ser que desvíes el rumbo de tu vida.

10 Creo, por eso sé que existo.

11 Tu fe no la escondas. Es, tal cosa, una gran vergüenza para un creyente.

12 Si pierdes la fe no debes olvidar que Dios siempre te está esperando. Él no te pierde.

13 Te acompaña tu fe como quien nunca quiere olvidarte ni dejarte de lado. Es un gran regalo de Dios.

14 El Mal siempre acecha tu corazón. Está destinado a eso: a diluir tu fe en los achaques del mundo.

15 La Fe Católica es una fe universal. No racanees con ella; es más, la debes transmitir con generosidad.

16 Una virtud buena y benéfica es reconocer, en nuestra vida, la fe como elemento fundamental del devenir nuestro. Otra cosa es falsear tu espíritu.

17 Es posible que te digan que tener fe es perder el tiempo. Tú sabes, sin embargo, que no tenerla es perder la vida… eterna.

18 Fe, Fe, Fe. Cuánto más la anheles, encuentres y goces, mejor cristiano serás. Otra cosa es no entender nada de la misma.

19 Tener Fe ha de suponer mucho en tu vida y los demás han de ver que la tienes.

20 Somos templos del Espíritu Santo. La Fe eso sostiene y la Fe también te sostiene a ti.

Pidamos ayuda a Dios para que cada día aumente nuestra fe.

Ruego, también, a quien quiera hacer su aportación a estos veinte puntos, que así lo haga. Seguramente podremos aprender mucho unos de otros.

Eleuterio Fernández Guzmán

Serie Pensamientos de vida sobrenatural - 18.- La Fe, nuestra fe