6.09.12

Caldo de perturbados

A las 10:29 AM, por Jorge
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Leo en la prensa esta mañana que “un perturbado patea en la cara a una monja de 84 años de edad en Atocha”. Inmediatamente he recordado que hace tiempo también “un perturbado” prendió fuego a la sacristía de la Sagrada Familia de Barcelona.

Hace no mucho hablaba con un amigo periodista y le comentaba que a mí ya me han insultado varias veces por la calle por mi condición de sacerdote. Algún perturbado, repuso él. Supongo que sí, como perturbados serán posiblemente los autores de las profanaciones al Santísimo en Madrid, la última creo hace unas semanas en la capilla del hospital Ramón y Cajal. Perturbados imagino los que han intentado quemar templos en la capital o los que insultan a curas y monjas.

No son perturbados por que sí, son perturbados que surgen desde un caldo de cultivo de agresión y burlas a la iglesia que acaba desembocando en lo que estamos viendo.

Es muy fácil de comprender. Imaginen que en mi entorno me da por comentar que parece que el señor Manolo es un mal tipo. Poco a poco voy añadiendo cosas de mi cosecha: que pincha los balones de los niños, que acosa a las mamás, que se dedica a arrancar plantas de los vecinos, que es un hombre que insulta, agresivo, que ha enganchado la luz de casa al contador de la escalera, que dicen que se dedica a las drogas, que cuentan que viola mujeres por la noche, y que además ha echado mal de ojo a las parturientas. No es de extrañar que un día la prensa dé la noticia de que el señor Manolo está muy grave, víctima de la agresión de un perturbado. Claro. El perturbado fue quien le asestó las dos puñaladas. El caldo de cultivo lo había ido calentando un servidor.

Pasa igual ahora en la Iglesia. Tiempo llevamos de agresiones, ataques, medias verdades. Que si la iglesia es la mayor sanguijuela del estado, que si no paga nada de nada, que hay que ver los curas y obispos qué bien viven, que con la crisis que tenemos y la iglesia pensando sólo en ella, y fíjate lo de los curas y los niños, y las monjas robando bebés, y el Vaticano ni te cuento. Pues claro, normal que venga un perturbado y diga: “a por ellos”.

En Madrid, hasta ahora, se había empezado por los insultos. Vinieron las profanaciones de sagrarios –sufrí una muy dolorosa en mi parroquia- y capillas (¿recuerdan la de la complutense?), pintadas, intentos de quema de templos, insultos, procesiones ateas . Hoy tenemos una religiosa de 84 años muy grave fruto de la agresividad de “un perturbado”.

Esto va creciendo. Un día en vez de uno serán varios los “perturbados” y en lugar de una patada a una monja anciana preferirán quemar el convento con todas dentro. Luego se dirá lo de siempre: que si “incontrolados”, que si “exaltados”, que si “gente que no está en sus cabales”. Sí, lo que queramos. Pero que surgieron de un caldo de cultivo que se ha ido alimentando con toda la mala uva.

Y no es la primera vez que nos pasa. Se echa leña al fuego, se pone verde a la iglesia omitiendo cualquier cosa buena que pudiera hacer, y al final es que apareció un perturbado. Efectivamente. ¿Y quién fue el que preparó el terreno para que apareciera?