10.09.12

 

Reconozco que tengo mi punto de masoca. Por eso me he tomado mi tiempo para leer, releer, vuelta a releer y meditar el mensaje final del congreso de teología de la asociación Juan XXIII.

Pues aquí está el mensaje, al que no me resisto a hacer algunas glosas que coloco en negrita para que se distinga bien lo que es el mensaje (letra normal) y los comentarios de servidor, en negrita.

Del 6 al 9 de septiembre de 2012 nos hemos reunido en Madrid cristianos y cristianas (y jóvenes y jóvenas, y ancianos y ancianas) y de las diferentes tradiciones eclesiales (me temo que todas son la misma) y de todos los continentes (¿quién era el australiano o vecino?) para reflexionar sobre Cristianismo, mercado y movimientos sociales, intercambiar experiencias y buscar alternativas. Queremos compartir el siguiente mensaje

1 El mercado-centrismo es la institución suprema del neoliberalismo que convierte a los seres humanos en mercancía y en piezas subalternas del sistema, identifica la justicia con el cumplimiento de la legalidad (a ver si la justicia va a ser ahora ciscarse en la legalidad y hacer lo que me venga en gana por el artículo 33), dictada por el mercado (no, dictada por los parlamentos), y reduce los derechos humanos al derecho de propiedad. El mercado genera situaciones de muerte para millones de seres humanos y para la naturaleza (puede ser, pero si quitamos la libertad de mercado nos vamos a la planificación comunista o nos dedicamos al trueque, que dan un resultado bastante peor).

2. Vemos con especial preocupación y nos provocan indignación las consecuencias de la crisis, provocada por los poderes financieros (y por los sindicatos, y por los partidos), que castiga injustamente a los sectores más vulnerables de la sociedad en todo el mundo, y de manera especial en algunos países de Europa como Grecia, Portugal y España, donde se está produciendo un espectacular incremento de la pobreza en una sociedad con recursos suficientes para satisfacer las necesidades de la población.

3. En medio de esta situación valoramos positivamente los gestos de solidaridad de algunos miembros del clero y de la jerarquía eclesiástica (menos mal, una cosa buena), pero expresamos nuestro malestar e indignación ante el silencio de la Conferencia Episcopal Española, tan locuaz en otras ocasiones y ante otras cuestiones (se les ha olvidado citar expresamente las maldades de Rouco). La sociedad percibe dicho silencio como escándalo y complicidad con quienes han provocado la crisis. Nosotros lo consideramos insensibilidad ante la injusticia, alejamiento del mensaje liberador del Evangelio y falta de compasión con las víctimas. Creemos que tal actitud se debe a la cómoda instalación de la Iglesia institucional en una situación de privilegio. Lo que contrasta con los recortes en todos los terrenos (Todo esto es más viejo que los yacimientos de Atapuerca).

4. Nosotros mismos, los participantes en este Congreso, no estamos exentos de contradicciones e incoherencias entre nuestro modo de pensar alternativo y nuestra forma de vivir acomodaticia, nuestra actitud crítica y nuestra práctica conformista; la crítica al consumo y nuestro consumismo; la opción por los pobres y nuestra falta de testimonio de pobreza. (Menos mal, aquí pecadores todos, creía que sólo pecaban Rouco, el opus y los kikos).

5. La respuesta a la crisis requiere un nuevo paradigma que se traduzca en transformaciones estructurales, revolución de la subjetividad y de las conciencias, (aquí me he perdido, lo del paradigma y la revolución de la subjetividad y de la conciencia me ha llegado al alma) de los hábitos de vida y de las relaciones personales, bajo la guía y la prioridad de los valores éticos, presentes en todas las tradiciones religiosas, morales y espirituales, si bien con frecuencia incumplidos (es decir, que nos llamamos cristianos pero en definitiva qué más da cualquier religión o sistema ético). Entre ellos cabe destacar: la dignidad humana frente al trato inhumano que reciben millones de seres humanos; el respeto a la vida, contra la violencia en sus diversas formas; la justicia global; la verdad, la honradez y la igualdad de género (Estas cosas dichas con el apoyo de “católicas por el derecho a decidir” ya sabemos lo que significan).

6. Reconocemos la importancia de los movimientos sociales (¿qué movimientos sociales?), que constituyen mediaciones necesarias para transformar la realidad; son alternativa al pensamiento único y a la globalización neoliberal (anda que no es viejo de nuevo este lenguaje); recuperan valores que parecían en vías de extinción (¿cuáles?) y se rebelan contra una realidad caracterizada por la explotación, la dominación y la tendencia a reducir la razón a mero cálculo. (mande?)

Especial significación ha reconocido el Congreso al feminismo como teoría de la emancipación y de la igualdad no clónica entre hombres y mujeres; práctica de la sororidad internacional y defensa de las reivindicaciones de las mujeres, que, con frecuencia, se ven relegadas en nombre de “intereses generales superiores", incluso en los propios movimientos sociales (Insisto en lo de antes: el feminismo según “católicas por el derecho a decidir es que mi cuerpo es mío, que hago con él lo que quiero y aborto libre y gratuito)

8. No podemos instalarnos en el pesimismo y el fatalismo históricos. Existen alternativas. Por eso apoyamos y hacemos nuestras las iniciativas siguientes para salir de la crisis: creación de una asamblea constituyente (se acabaron el estado de derecho, la constitución, la democracia, una asamblea constituyente, ¿constituida por quién?) desobediencia civil (anarquía), banca ética, tasa Tobin, reparto del trabajo, universalización de los servicios sociales, reconocimiento de la ciudadanía a todos los residentes en nuestro territorio, pactos de ayuda mutua sin subordinación, soberanía alimentaria, cambio en los modelos de producción, etc. (Y los sueños sueños son…)

9. Como cristianas y cristianos nos comprometemos a:

. Recuperar la herencia de Jesús, que se caracteriza por la opción por los excluidos y marginados (no es cierto, ya está bien de soltar la frasecita de siempre), la compasión como principio de actuación y la afirmación de la autoridad de los que sufren (¿y esto exactamente qué es?)
. Seguir el espíritu y la práctica de Jesús, que consiste en humanizar el mundo comenzando por los últimos, luchar contra el olvido de las víctimas y ponernos de su lado (¿quiero entender que se refiere esto a ponerse del lado de las víctimas del terrorismo, por ejemplo?).
. Afirmar la incompatibilidad entre Dios y el Dinero y luchar contra el Imperio del Dinero (me interesaría saber exactamente cómo)
. Practicar la resistencia al sistema desde la no violencia activa (idem)
. Participar activamente en los movimientos sociales, los antiguos y los nuevos, y de manera especial en los diferentes Foros Sociales, que trabajan por “Otro Mundo Posible", y en el movimiento de los Indignados, en cuyo horizonte se sitúa Jesús de Nazaret, Indignado con las autoridades religiosas, el patriarcado y los poderes políticos y económicos de su tiempo. (Menos mal que en algo son claritos: con los indignados, con los que andan gritando que menos crucifijos y más trabajo fijo, con los que intentaron machacar la JMJ lo que pudieron…)

En el congreso estuvieron presentes muchos religiosos (y religiosas, que nadie se ofenda). Teniendo en cuenta especialmente en ellos su voto de pobreza, echo en falta su compromiso de renunciar al patrimonio inmobiliario que poseen y que está infrautilizado para que puedan vivir esos inmigrantes sin papeles o la gente que se ha quedado en la calle por desahucio. Pero en fin, no me hagan caso, que uno es un tanto tiquismiquis.