ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 10 de septiembre de 2012

AÑO DE LA FE

El Concilio Vaticano II fue verdaderamente profético (I)
Entrevista exclusiva con el cardenal Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero

VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA AL LÍBANO

El papa se refirió a su inminente visita a Líbano
En el Ángelus de este domingo

Crece la difusión de la visita del papa en los medios de comunicación
Estación de televisión Tele Lumiere ofrece programas gratuitos

El papa trae un mensaje de paz
Augurio del jefe de la Iglesia católica melquita griega

Santa Sede

Jesús salva de la incomunicación
Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus de este domingo

Entrevistas

Los laicos y sus movimientos son fundamentales, siempre que estén en consonancia con el Papa
Entrevista al secretario de la Comisión Pontificia para América Latina, Guzmán Carriquiry

Foro

Un mundo con y sin Dios

Mensaje a nuestros lectores

Restablecido el servicio de ZENIT


AÑO DE LA FE


El Concilio Vaticano II fue verdaderamente profético (I)
Entrevista exclusiva con el cardenal Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 10 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos la primera parte de una entrevista concedida en exclusiva a ZENIT por el cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero de la Santa Sede.

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Eminencia, con esta entrevista Zenit pretende inaugurar una serie de trabajos para el Año de la Fe, focalizando la atención sobre el Concilio Vaticano II, en la circunstancia de su 50 aniversario, ¿cómo es que hay tanto debate acerca este evento eclesial?

--Card. Piacenza: El debate es siempre positivo porque es un índice de vitalidad y de voluntad de querer profundizar. Si después aquello por lo cual se debate no es exclusivamente humano, sino que es, como un Concilio Ecuménico, un acontecimiento humano y, a la vez, sobrenatural – porque es el Espíritu Santo quien guía la Iglesia hacia la progresiva y llena comprensión de la única Verdad revelada – entonces existe menos estupor por el hecho que la comprensión de los dictámenes conciliares pida decenios de discusión – y hasta de debate – siempre en el surco de la escucha de aquello que el Espíritu Santo ha querido decir a la Iglesia en aquella extraordinaria Audiencia.

Cuál debería ser la justa postura sobre el Concilio?

--Card. Piacenza: La de la escucha. De hecho, el Concilio Vaticano II ha sido el primer Concilio “mediático”, cuyas fisiologías dinámicas de confrontación y los mismos escritos del mismo fueron inmediatamente difundidos por los medios de comunicación, pero no siempre con su real visión y, tantas veces, orientándolos hacia la comprensión en una manera mundana. Pienso que sea particularmente interesante – y quizás necesario – volver o, mejor, caminar hacia una atenta escucha de todo aquello, que el Espíritu Santo ha querido realmente decir a toda la Iglesia por medio de los Padres conciliares. Tal dinámica de profundización, tal “justa postura”, se realiza mediante la lectura directa de los textos, de la que se puede evidenciar el auténtico espíritu del Concilio y su exacta colocación dentro de la total historia eclesial y de la génesis redaccional.

Según se dice, algunas posturas, también del Magisterio, parece que vayan “contra” el Concilio, ¿es posible?

----Card. Piacenza: Basta considerar los pronunciamientos del Magisterio auténtico postconcilar a nivel universal a fin de constatar que eso no ha ocurrido. Otra cosa diversa es favorecer la correcta recepción de las decisiones conciliares, esclarecer el significado de determinadas afirmaciones, corregir como se debe interpretaciones unilaterales y algunas hasta equivocadas, artificialmente inducidas por quien lee los eventos pneumáticos eclesiales con lentes exclusivamente humanas e históricas. El servicio eclesial del Magisterio, que profundiza sus raíces en la explícita Voluntad divina, prepara los Concilios Ecuménicos, se actúa en ellos en su máxima expresión y, en las fases sucesivas, a ellos obedece favoreciendo la correcta recepción.

¿Qué es verdaderamente la “hermenéutica de la continuidad” de la que habla muchas veces el Santo Padre?

----Card. Piacenza: Según cuanto indicado explícitamente por el mismo Pontífice es el único correcto modo de leer y de interpretar cada Concilio Ecuménico y, por tanto, también el Concilio Vaticano II. La continuidad del único Cuerpo eclesial, antes que ser un criterio hermenéutico, esto es, de interpretación de textos, es una realidad teológica, que se enraíza profundamente en el mismo acto de fe y que nos hace profesar: “Creo en la Iglesia Una”. Por tal razón, no es pensable alguna dicotomía entre pre y post Concilio Vaticano II y hay que rechazar sea ya la posición de quien ve en el Concilio Ecuménico Vaticano II un “nuevo inicio” de la Iglesia, como también aquella otra de quien ve la “verdadera Iglesia” sólo antes de este histórico Concilio. Nadie puede arbitrariamente decidir si y cuando comienza la “verdadera Iglesia”. Nacida del costado de Cristo y corroborada por la efusión del Espíritu en Pentecostés, la Iglesia es Una y Única hasta la consumación de la historia, y la comunión, que en ella se realiza, es para la eternidad.

Algunos sostienen que la hermenéutica de la reforma en la continuidad sea sólo una de las posibles hermenéuticas, junto a aquella de la discontinuidad y de la ruptura. Recientemente, el Santo Padre ha definido “inaceptable” la hermenéutica de la discontinuidad (Audiencia a la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana, 24 mayo 2012). Entre otras cosas, esto es obvio; diversamente no existirían católicos y se inyectaría el germen de la infección y de la progresiva disolución. También sería un grave daño al ecumenismo.

¿Es posible que sea tan complejo entender esta realidad?

----Card. Piacenza: Usted sabe mejor que yo como la comprensión, también aquella que se refiere a realidades evidentes, pueda ser condicionada – en manera no excepcional – por aspectos emotivos, biográficos, culturales y hasta ideológicos. Es humanamente comprensible que quien ha vivido en los años de su juventud el entusiasmo legítimo de la Audiencia conciliar, no ajeno al deseo de superación de algunas “incrustaciones”, que era necesario y urgente quitar del rostro de la Iglesia, pueda interpretar como “traición” del Concilio cada expresión que no sea paralela con el mismo “estado emocional”. Para todos es necesario un radical salto de cualidad al aproximarse a los textos conciliares para entender, a medio siglo de aquel extraordinario evento, qué cosa realmente el Espíritu ha sugerido y sigue sugiriendo a la Iglesia. Canalizar el Concilio en su necesaria, pero no suficiente “dimensión entusiástica”, equivale a no desarrollar un buen servicio a la misma recepción del Concilio, que permanece de este modo paralizado porque en el tiempo se pueden debatir y se pueden compartir modos de valorar textos objetivos, pero no ciertamente estados emotivos o entusiasmos históricamente rubricados.

Es notorio que Usted ha siempre hablado con grande entusiasmo del Vaticano II, ¿qué ha representado para Usted?

--Card. Piacenza: ¡Cómo no ser entusiastas de un evento extraordinario como es un Concilio ecuménico! En él brilla la Iglesia con toda su plenitud y su esplendor: Pedro y todos los Obispos en comunión con él se ponen a la escucha del Espíritu Santo acerca de aquello que Dios ha de decir a su Esposa, buscando conjugar, en el hoy de la historia – según cuanto auguraba el Beato Juan XXIII – las inmudables verdades reveladas y leyendo los signos de Dios en los signos de los tiempos a la luz del mismo Dios. El mismo Pontífice decía en la solemne alocución el día de la apertura del Concilio, el 11 de octubre de 1962: “Trasmitir la pura e íntegra doctrina, sin alteraciones y tergiversaciones […] esta doctrina cierta e inmutable, que debe ser fielmente respetada, sea profundizada y presentada en modo que corresponda a las exigencias de nuestro tiempo”.

En los años del Concilio yo era un joven estudiante y, más tarde, un seminarista; mi ministerio sacerdotal, desde mis primeros pasos, se ha desarrollado totalmente a la luz del Concilio y de sus reformas. Fui ordenado sacerdote en 1969. No puedo más que considerarme un hijo del Concilio, que, gracias a mis maestros, ha buscado acoger, desde sus principios, las indicaciones conciliares según una natural hermenéutica de unidad y de continuidad. Esta reforma en la continuidad la he sentido siempre muy mía y personalmente vivida; además, como docente, la he enseñado.

Como Prefecto del Clero, ¿piensa que los Sacerdotes hayan recibido bien el Concilio?

--Card. Piacenza: Ciertamente, en cuanto parte elegida del Pueblo de Dios, los Sacerdotes son quienes en la Iglesia conocen mejor y han profundizado grandemente las enseñanzas conciliares. Pero me parece que no son ausentes las mismas problemáticas de las que hablaba antes, sea en la justa hermenéutica de la reforma en la continuidad, sea en orden al debido acercamiento no prevalentemente emotivo del evento conciliar. Si en este Año de la Fe tuviéramos todos la humildad y la buena voluntad de tomar en mano los textos del Concilio en todo aquello que ellos han dicho y no en la “vulgata”, con la que se ha hecho una cierta publicidad, descubrirímos cómo el Concilio Vaticano II fue veramente profético y muchas de sus indicaciones están todavía delante de nosotros, como horizonte donde mirar y meta por alcanzar con la ayuda de la gracia. Ciertamente, para cumplir todo ello, sería necesario tener una gran dosis de humildad y una cierta capacidad de suspender el juicio preconcebido para recoger de nuevo una verdad que, quizás, por mucho tiempo ha parecido diferente.

¿Sobre qué puntos todavía se debería focalizar la acogida de los documentos conciliares?

--Card. Piacenza: Centro la atención sobre un punto de particular tensión, que está representado por la reforma litúrgica, que constituye el elemento de mayor visibilidad de la misma Iglesia. Más de una vez el Siervo de Dios Paulo VI, el Beato Juan Pablo II y el Santo Padre Benedicto XVI han subrayado la importancia de la Liturgia como el lugar en donde se realiza plenamente el mismo ser de la Iglesia y, sin embargo, a los ojos de todos y no en pocos casos es lejano un común equilibrio de tal hecho. Ciertamente, una Liturgia desacralizada o reducida a “representaciones humanas”, en la que paulatinamente se pierde la dimensión cristológica y teológica, no es esto aquello que la letra y el espíritu del Concilio pretendían. Esto no justifica la posición de quién, habiéndose unido a la hermenéutica de la discontinuidad, rechaza la reforma conciliar, pensando que esta sea una “traición” de una codiciada “verdadera Iglesia”.

¿Existen innovaciones más importantes que aquellas litúrgicas?

--Card. Piacenza: Dada la centralidad de la Liturgia, “culmen y fuente” de la vida de la misma Iglesia (cfr. SC, 10) no hablaría de más importantes. Ciertamente el Concilio ha querido valorizar algunas verdades evangélicas, que hoy representan un patrimonio común para la entera catolicidad; basta pensar al feliz subrayado de la vocación universal de todos los bautizados a la santidad; esto ha favorecido el nacimiento y el desarrollo de tantas nuevas experiencias. Se piense también a la apertura hacia los cristianos, que pertenecen a otras confesiones, que ha puesto a flote, en toda su belleza, el valor de la unidad como atributo necesario de la misma Iglesia y como un don gratuitamente ofrecido por Cristo, para acoger siempre, mediante la continua purificación de aquellos que a Él pertenecen. La importancia de la Colegialidad episcopal, que es una entre las expresiones más eficaces de la comunión eclesial y muestra al mundo cómo la Iglesia sea necesariamente un cuerpo unido. La misma comprensión orgánica del Ministerio Ordenado al servicio del sacerdocio bautismal, que muestra presbíteros y diáconos íntimamente unidos al propio Obispo, como expresión de sacramental comunión al servicio de la Iglesia y de los hombres, y que ha representado un objetivo, como un feliz desarrollo para la comprensión del rostro de la Iglesia, tal y como Nuestro Señor quiso delinearlo.

Eminencia, en estos momentos la Iglesia se apresura a iniciar el Sínodo sobre la Nueva Evangelización y el Año de la Fe, si debiera decir a los Sacerdotes unas palabras sintéticas, ¿qué les diría?

--Card. Piacenza: A la luz de la fe… ¡Sacerdote, sé cada día aquello que eres!

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VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA AL LÍBANO


El papa se refirió a su inminente visita a Líbano
En el Ángelus de este domingo
CASTEL GANDOLFO, lunes 10 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI se refirió este domingo a su próxima visita a Líbano, del 14 al 16 de septiembre próximos. Tras el rezo del Ángelus, pronunció estas palabras.

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Queridos peregrinos aquí presentes, o que participan del Ángelus a través de la radio o la televisión.

En los próximos días, viajaré al Líbano para firmar la Exhortación apostólica postsinodal, fruto de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos celebrado en octubre de 2010. Tendré la feliz oportunidad de encontrar al pueblo libanés y a sus autoridades, además de a los cristianos de ese amado país y de los países vecinos.

No ignoro la situación a menudo dramática que viven los habitantes de esta región, por mucho tiempo desgarrada por conflictos incesantes. Comprendo la angustia de muchos de Medio Oriente, inmersos cotidianamente en sufrimientos de todo tipo, que lamentablemente aquejan, y a veces mortalmente, sus vidas a nivel personal y familiar. Mis pensamientos están con aquellos que, en búsqueda de un espacio de paz, abandonan su vida familiar y profesional y experimentan la precariedad de los exiliados. Aunque parezca difícil encontrar soluciones a los diversos problemas que afectan a la región, no podemos resignarnos a la violencia y la exasperación de las tensiones.

Un compromiso con el diálogo y la reconciliación tiene que ser una prioridad para todas las partes involucradas y debe ser apoyado por la comunidad internacional, cada vez más consciente de la importancia para el mundo entero, de una paz estable y duradera en toda la región. Mi viaje apostólico en el Líbano, y por extensión en el Medio Oriente en su conjunto, se coloca bajo el signo de la paz, en referencia a las palabras de Cristo: "Les doy mi paz" (Jn. 14,27).

¡Que Dios bendiga al Líbano y al Oriente Medio! ¡Que Dios los bendiga a todos!

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Crece la difusión de la visita del papa en los medios de comunicación
Estación de televisión Tele Lumiere ofrece programas gratuitos
BEIRUT, lunes 10 septiembre 2012 (ZENIT.org).- En ocasión de la histórica visita del papa Benedicto XVI al Líbano, del 14 al 16 de septiembre próximos, la cadena cristiana Tele Lumiere y su satélite Noursat vienen trabajando en la difusión de contenidos e imágenes de la figura y el mensaje del santo padre más allá de sus fronteras.

En una nota difundida por la agencia Signis, se informa que Tele Lumiere ofrece gratuitamente una serie de programas y de reportajes de los lugares que el Papa visitará (la Iglesia Libanesa y Oriental, los santos y los monumentos) a todos los medios locales e internacionales en 3 idiomas: árabe, inglés y francés. Además, Tele Lumiere cubrirá en directo los eventos locales que anticiparán la venida de Su Santidad y por supuesto, hará una gran cobertura de los 3 días de su viaje apostólico.

Para mayor información sobre videos y entrevistas así como sobre los preparativos de la visita, pueden dirigirse al sitio de Tele Lumiere: www.telelumiere.com

Para descargar gratuitamente programas por FTP, contactar: mkreidy@telelumiere.com o programs@telelumiere.com.

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El papa trae un mensaje de paz
Augurio del jefe de la Iglesia católica melquita griega
ROMA, lunes 10 septiembre 2012 (ZENIT.org).- “La paz es una bendición para todos nosotros”, lo dijo el jefe de la Iglesia Católica Melquita griega, el patriarca Gregorio III Laham de Antioquía, refiriéndose a la inminente visita del papa al Líbano del 14 al 16 de septiembre próximos.

En declaraciones a Radio Vaticana, el alto prelado aseguró que la visita del papa es muy importante, “ya que trae un mensaje de paz para el Líbano, pero en particular para Siria”. Refiriéndose a la visita apostólica de Benedicto XVI, el patriarca con sede en Damasco, Siria, dijo: "No hay que olvidar que en los últimos 18 meses de conflicto en Siria, el santo padre ha hablado cerca de 15 veces y en varias ocasiones, llamando a la paz, al diálogo y a la unidad en Siria. Por lo tanto, dijo, Siria también está en el corazón del Santo Padre.

"Estamos muy contentos de que el santo padre venga en peregrinación a este país, que es una parte de la Tierra Santa", dijo el patriarca. "El Líbano es un país muy acogedor, a pesar de las dificultades y temores", agregó.

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Santa Sede


Jesús salva de la incomunicación
Palabras de Benedicto XVI en el Ángelus de este domingo
CASTEL GANDOLFO, 10 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos las palabras de Benedicto XVI pronunciadas desde el balcón del patio interno del Palacio de Castel Gandolfo este domingo.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

En el corazón del Evangelio de hoy (Mc .7,31-37) hay una palabra corta, pero muy importante. Una palabra que --en su sentido profundo--, resume todo el mensaje y la obra de Cristo. El evangelista Marcos la presenta en la lengua de Jesús, en la que Jesús la pronunció, por lo que la sentimos más viva. Esta palabra es "effatá", que significa "ábrete". Veamos el contexto en el que es insertada.

Jesús estaba pasando por la región conocida como la "Decápolis", entre la costa de Tiro y de Sidón, y la Galilea; un área por lo tanto que no era judía. Le trajeron a un sordomudo, para que lo curase, -evidentemente, la fama de Jesús se había extendido hasta allá. Jesús lo llevó aparte, le tocó los oídos y la lengua, y luego, levantando los ojos al cielo, con un profundo suspiro dijo: "Effatá", que significa: "Ábrete". Y al instante el hombre empezó a oír y hablar con fluidez (cf. Mc. 7,35). Este es entonces el significado histórico, literal de esta palabra: aquel sordomudo, gracias a la intervención de Jesús, "se abrió"; antes estaba cerrado, aislado, para él era muy difícil comunicarse; la curación fue para él una "apertura" a los demás y al mundo, una apertura que, partiendo de los órganos de la audición y del habla, envuelve a la persona y a toda su vida: finalmente fue capaz de comunicarse y relacionarse de una manera nueva.

Pero todos sabemos que la cerrazón del hombre, su aislamiento, no solo depende de los órganos de los sentidos. Hay un cierre interior, que cubre el núcleo más profundo de la persona, eso que la Biblia llama el "corazón". Eso es lo que Jesús ha venido a "abrir", a liberar, para que podamos vivir plenamente la relación con Dios y con los demás. Por eso he dicho que esta pequeña palabra "effatá-ábrete", resume en sí misma toda la misión de Cristo. Él se hizo hombre para que el hombre, que se ha vuelto interiormente sordo y mudo por el pecado, fuese capaz de escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que le habla a su corazón, y así se aprende a hablar a la vez, el lenguaje del amor, a comunicarse con Dios y con los demás. Por esta razón, la palabra y el gesto del "Effatá" han sido incluidas en el Rito del Bautismo, como uno de los signos que explican el significado: el sacerdote tocando la boca y las orejas del recién bautizado, dice: "Effatá", orando para que pronto pueda escuchar la Palabra de Dios y profesar la fe. Por el Bautismo, el hombre comienza, por así decirlo, a "respirar" el Espíritu Santo, a quien Jesús había invocado del Padre con esa respiración profunda, para curar al sordomudo.

Nos dirigimos ahora en oración a María Santísima, de quien ayer hemos celebrado la Natividad. Debido a su singular relación con el Verbo Encarnado, María está totalmente "abierta" al amor del Señor, su corazón está en constante escucha de su Palabra. Su intercesión maternal nos permita experimentar cada día, en la fe, el milagro del "Effatá", para vivir en comunión con Dios y con los hermanos.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

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Entrevistas


Los laicos y sus movimientos son fundamentales, siempre que estén en consonancia con el Papa
Entrevista al secretario de la Comisión Pontificia para América Latina, Guzmán Carriquiry
Por Sergio H. Mora

ROMA, lunes 10 septiembre 2012 (ZENIT.org).- La participación de los laicos en la Iglesia es de fundamental importancia y el desafío es que ellos tengan una buena formación cristiana, y que logren proyectarse en todos los ámbitos incluida la vida pública. Los obispos por su parte deben considerar como un don la existencia de movimientos eclesiales o corrientes misioneras que puedan enriquecer a sus Iglesias, siempre que estas nuevas realidades se mantengan en comunión afectiva y efectiva con los obispos.

Lo indicó el secretario del Pontificia Comisión para América Latina, Guzmán Carriquiry, después de exponer como invitado al seminario de obispos de los territorios de misión que organiza hasta el 15 de septiembre en Roma la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. En su intervención destacó la gran corriente histórica de la promoción del laicado, particularmente con el Concilio Vaticano II, a los 50 años del mismo y a los 20 del Catecismo de la Iglesia Católica.

Profesor Carriquiry, las Iglesias de África y Asia hoy en día registran un crecimiento significativo ¿Qué se plantean los obispos?

–Prof. Carriquiry: El seminario en curso es para obispos que mayoritariamente pertenecen a Iglesias jóvenes ya con una cierta tradición, con experiencias muy vivas con sentido de pertenencia y responsabilidad de los laicos en sus propias iglesias. Y el tema que se plantea aquí es la formación de los laicos, son iglesias que crecen considerablemente en el número de los bautizados, de los catecúmenos, de los nuevos cristianos. Sabemos que en África y Asia es donde está el crecimiento más significativo. Aquí los laicos están llamados a vivir y testimoniar su fe cristiana en todos los ambientes de la vida: familiar, social, laboral, a nivel nacional e internacional.

¿Y cuál es el desafío que se presenta para los laicos?

–Prof. Carriquiry: Se plantea el problema fundamental del catecumenado y del crecimiento cristiano para esos bautizados, para que el bautismo no quede sepultado bajo las oleadas de secularización que llega de todas partes. Esos procesos son un tema fundamental. Hay que contar en todo con los laicos, hay una experiencia muy difundida en nuestras Iglesias de ministerios laicales.

Respetando siempre la centralidad de la figura sacerdotal, ¿verdad?

–Prof. Carriquiry: Claro, siempre que se mantenga clara la división entre el sacerdocio ordenado y el no ordenado, y que no se piense que la participación de los laicos pueda sustituir la centralidad de la figura del sacerdote. Todo lo que pasa por el corazón del sacerdote es fundamental para la vida de los laicos

¿Una labor de los laicos solamente en el ámbito religioso?

–Prof. Carriquiry: Si bien la participación de la labor de los laicos es fundamental, generosa y positiva, no podemos contentarnos con una cierta irrelevancia e insignificancia de la presencia de los laicos en la vida pública, política, en economía, en la vida universitaria y científica en todos los campos de la vida pública.

¿También en estos países en dónde los cristianos son minorías los laicos deben aspirar a la presencia en la vida pública?

–Prof. Carriquiry: El papa Benedicto XVI está insistiendo muchísimo sobre esa formación y acompañamiento pastoral de laicos católicos, coherentes con su fe, conocedores dela doctrina social de la Iglesia, con rigor moral, competencia profesional y pasión por el destino de su propio pueblo. Y eso es un gran desafío para las iglesias en Asia y África, en donde muchas veces son minoritarios y en donde esa presencia pública les crea en algunos casos ciertos temores.

¿Y por lo que se refiere a las asociaciones y movimientos laicales?

–Prof. Carriquiry: Quien quiere el protagonismo de los laicos aprecia su dinamismo asociativo. Hoy en día estamos en florecimiento de una nueva estación asociativa entre los laicos, como las pías tradicionales y la expansión de nuevos movimientos eclesiales y no tan nuevos. Insisto que los obispos siguiendo el magisterio del papa acojan providencialmente estos dones del Espíritu, estos dones educativos, corrientes de vida misionera que pueden enriquecer mucho a sus iglesias siempre que esta nuevas realidades se mantengan en comunión afectiva y efectiva con los obispos.

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Foro


Un mundo con y sin Dios
 
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, lunes 10 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos la colaboración habitual del obispo de monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, de San Cristóbal de las Casas, México, en nuestro espacio “Foro”.

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+ Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

Estuve unos días en el “Santo Desierto” de Tenancingo, y disfruté desde unas lluvias torrenciales, hasta la calma y la tranquilidad del bosque, el canto de las aves, el murmullo del agua, el vaivén de los árboles, el aire fresco en el rostro, los peces de colores, la insignificante florecilla silvestre, el verde pasto como una alfombra. Percibí las huellas de Dios en la creación. También en los seres humanos: Se ha reabierto el Noviciado y hay jóvenes decididos a consagrarse a Dios en su Iglesia. Estuvieron una veintena de sacerdotes carmelitas, en ejercicios espirituales, para llenarse más de Dios. Llegó un grupo numeroso de jóvenes adultos, solteros mayores de 35 años, para dedicar un fin de semana a su formación y a la oración. Sin embargo, llegan al mismo lugar otras personas incapaces de dejar sus ruidos, pues llevan siempre puestos los audífonos para escuchar su música, o el celular para no sentirse perdidos en el silencio.

Volando de Toluca a Monterrey, pude contemplar la salida del sol en todo su esplendor, con una infinidad de colores en las nubes, con los volcanes en el horizonte, con los avances de la tecnología aérea, y no pude menos que alabar a Dios, reconocer que sólo El puede hacer tantas maravillas en la naturaleza y en las capacidades del ser humano, que nos hacen ser una imagen de su Ser. Sin embargo, otros pasajeros venían durmiendo, leyendo, conversando, organizando sus negocios y transacciones comerciales. Cada quien en su mundo, con Dios o sin El.

CRITERIOS

El Papa Benedicto XVI ha dicho: “Vivimos en una época en la que son evidentes los signos del secularismo. Parece que Dios haya desaparecido del horizonte de muchas personas o que se haya convertido en una realidad ante la cual se permanece indiferente. Vemos, sin embargo, al mismo tiempo, muchos signos que nos indican un despertar del sentido religioso, un redescubrimiento de la importancia de Dios para la vida del hombre, una exigencia de espiritualidad, de superar una visión puramente horizontal, material, de la vida humana. Analizando la historia reciente, ha fracasado la previsión de quien, en la época de la Ilustración, anunciaba la desaparición de las religiones y exaltaba la razón absoluta, separada de la fe.

Podríamos decir que no ha habido ninguna gran civilización, desde los tiempos más antiguos hasta nuestros días, que no haya sido religiosa. El hombre es religioso por naturaleza. La imagen del Creador está impresa en su ser y siente la necesidad de encontrar una luz para dar respuesta a las preguntas que tienen que ver con el sentido profundo de la realidad; respuesta que no puede encontrar en sí mismo, en el progreso, en la ciencia empírica. El hombre “digital” así como el de las cavernas, busca en la experiencia religiosa las vías para superar su finitud y para asegurar su precaria aventura terrena. Por lo demás, la vida sin un horizonte trascendente no tendría un sentido completo. El hombre lleva dentro de sí una sed del infinito, una nostalgia de la eternidad, una búsqueda de la belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz y de verdad, que lo empujan hacia el Absoluto; el hombre lleva dentro el deseo de Dios. Y el hombre sabe, de algún modo, que puede dirigirse a Dios, que puede rezarle. Sólo en el Dios que se revela encuentra su plena realización la búsqueda del hombre. Y aunque el hombre se olvide de su Creador, el Dios vivo y verdadero no deja de llamar al hombre al misterioso encuentro de la oración” (11-V-2011).

PROPUESTAS

Eduquémonos para apreciar el silencio y descubrir la presencia de Dios en la naturaleza y en los seres humanos. Apaga un rato radio, televisión, internet y celulares, para darte tiempo de estar a solas con El. Busca un lugar apartado, incluso en tu casa, donde hagas un espacio para pensar en ti y hablar con Dios, de lo que traigas en el alma. Y si puedes ir a una Iglesia donde está el Sagrario, ve y habla con Jesús de corazón a corazón.

Hablemos más de Dios a la gente, como nos pedía una universitaria colombiana a los obispos en Aparecida. Evitemos pecados eclesiales, que deshonran el nombre de Dios y escandalizan a los débiles en su fe.

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Mensaje a nuestros lectores


Restablecido el servicio de ZENIT
 
Estimados lectores, a causa de una avería técnica, la página de ZENIT ha permanecido bloqueada y no ha sido posible enviar el servicio diario del viernes 7 de septiembre.

Ahora el servicio ha sido restablecido. Ningún artículo se ha perdido. Recibirán hoy el servicio del viernes y también el dominical.

Disculpen los inconvenientes

¡Buena semana a todos!

La Redacción de ZENIT

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