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Servicio diario - 12 de septiembre de 2012

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VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA AL LÍBANO

"Exhorto a los cristianos de Medio Oriente, a ser constructores de paz y reconciliación"
Palabras de Benedicto XVI preparando a los cristianos de Líbano para su viaje apostólico

Santa Sede

El portavoz vaticano pide respeto hacia los musulmanes
En el contexto del inminente viaje de Benedicto XVI a Líbano

Mundo

España: 'Vamos a tratar de vivir un momento hondo de conversión a la fe y a Cristo'
El cardenal arzobispo Rouco Varela anunció la "Misión Madrid"

San Juan de Ávila en todos los seminarios de España
El santo cura, objeto de reflexión de un encuentro en Madrid

Estados Unidos: Recordando el 11 de septiembre
Justicia y perdón en el aniversario del ataque a las Torres Gemelas

¿Qué sería de nosotros sin la ayuda de lo que no existe?
Mañana parte el Atrio de los Gentiles en la tierra de la laicidad y del Nobel

Nueva Evangelización

El cardenal arzobispo de Barcelona, miembro del Sínodo de Obispos
El tema de la nueva evangelización, muy presente en los planes pastorales diocesanos

Documentación

Ninguna oración se pierde, siempre encuentra respuesta aunque sea misteriosa
Palabras de Benedicto XVI en la Audiencia General


VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA AL LÍBANO


"Exhorto a los cristianos de Medio Oriente, a ser constructores de paz y reconciliación"
Palabras de Benedicto XVI preparando a los cristianos de Líbano para su viaje apostólico
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 12 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI al concluir la audiencia general recordó que este viernes inicia su viaje apostólico al Líbano. Allí entregará la Exhortación Apostólica en la que toma en cuenta el panorama planteado por los obispos reunidos en 2010 en el sínodo para Medio Oriente. Estas son sus palabras.

*****

Dentro de dos días a esta misma hora, estaré en vuelo hacia el Líbano. Me alegro de este viaje apostólico pues me permitirá encontrar a numerosos exponentes de la sociedad libanesa: responsables civiles y eclesiales, fieles católicos de diversos ritos y a otros, cristianos, musulmanes y drusos de esta región.

Agradezco al Señor por esta riqueza que podrá continuar solamente en la paz y en la reconciliación permanente. Por ello exhorto a todos los cristianos de Medio Oriente, sean nativos del lugar o del exterior, a ser constructores de paz y actores de reconciliación.

Pedimos a Dios que fortifique la fe de los cristianos del Líbano y del Medio Oriente, y de llenarlos de esperanza. Agradezco a Dios por la presencia de ellos y aliento a toda la Iglesia a la solidaridad a fin que ellos puedan continuar a dar testimonio de Cristo en estas tierras bendecidas, persiguiendo la comunión en la unidad.

Doy gracias a Dios por todas las personas e instituciones que en tantos modos ayudan a alcanzar tal objetivo. La historia de Medio Oriente nos enseña el rol importante y muchas veces fundamental de las diversas comunidades cristianas en el diálogo interreligioso e intercultural.

Le pedimos a Dios que de a estas regiones del mundo la paz tan deseada, en el respeto de las legítimas diferencias. ¡Que Dios bendiga al Líbano y al Medio Oriente, que Dios les bendiga a todos!

Traducido del italiano por H. Sergio Mora

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Santa Sede


El portavoz vaticano pide respeto hacia los musulmanes
En el contexto del inminente viaje de Benedicto XVI a Líbano
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 12 septiembre 2012 (ZENIT.org).- En relación al próximo viaje de Benedicto XVI al Líbano, del 14 al 16 de septiembre, el director de la Sala de Prensa vaticana, padre Federico Lombardi, ha hecho pública una breve declaración en la que explica la actitud de la Iglesia y el santo padre hacia las diversas religiones y pide la misma actitud a todos para construir un mundo de paz.

"El respeto profundo por las creencias, los textos, los grandes personajes y los símbolos de las diversas religiones es una premisa esencial de la convivencia pacífica de los pueblos", afirma el portavoz vaticano.

"Las consecuencias gravísimas de las injustificadas ofensas y provocaciones a la sensibilidad de los creyentes musulmanes son una vez más evidentes en estos días, por las reacciones que suscitan, también con resultados trágicos, que a su vez ahondan la tensión y el odio, desencadenando una violencia del todo inaceptable", añade.

Y concluye afirmando que "el mensaje de diálogo y de respeto hacia todos los creyentes de las diversas religiones que el santo padre se dispone a llevar en el próximo viaje al Líbano indica la vía que todos deberían recorrer para construir juntos la convivencia común de las religiones y de los pueblos en la paz".

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Mundo


España: 'Vamos a tratar de vivir un momento hondo de conversión a la fe y a Cristo'
El cardenal arzobispo Rouco Varela anunció la "Misión Madrid"
MADRID, miércoles 12 septiembre 2012 (ZENIT.org).- El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, presentó este martes, en rueda de prensa, el Plan Pastoral para la Archidiócesis 2012-2013 ‘Servidores y Testigos de la Verdad’. 

En su intervención --informa la Archidiócesis de Madrid--, el cardenal explicó que el objetivo de la Misión Madrid, que arrancará el próximo 30 de septiembre, “es responder a la llamada de Benedicto XVI a una Nueva Evangelización, formulada de nuevo en la carta con la que ha convocado el Año de la Fe que se inaugurará con el Sínodo de los Obispos el próximo 11 de octubre, conmemorando el 50 aniversario de la sesión inaugural del Concilio Vaticano II. Y, simultáneamente, tratando de responder a necesidades pastorales evidentes que están detrás de esa llamada del Papa a una Nueva Evangelización. Necesidades que él coloca sobre todo en el ámbito de las sociedades europeas, muy distanciadas de Dios, olvidadas de sus raíces cristianas y con muchos problemas, que se han convertido en una situación de crisis muy generalizada. Esa situación de necesidad y de crisis también la vivimos en Madrid”. Ante esta situación, “nos parecía que la diócesis tenía que responder a esa llamada con una doble dosis de dinamismo apostólico y de entrega, que se expresan con la palabra Misión”.

Una Misión que tiene como origen la JMJ 2011. “Se puede decir que este Plan es resultado y fruto de la JMJ, que fue preparada largamente. El estilo, la fórmula, los contenidos, cómo se llevó a cabo la JMJ, el ejemplo que nos dio Benedicto XVI de cómo se evangeliza a los jóvenes, han sido decisivos a la hora de formular la Misión Madrid”.

En este plan de la Misión Madrid, el objetivo, explicó el cardenal es que toda la Iglesia en Madrid viva "un momento hondo de conversión a la fe y a Cristo". "De corazones convertidos --añadió- surge la necesidad de ser testigos de lo que vives, conoces, y de ser servidor del bien que has recibido. Un servicio para los demás… Nos sentimos especialmente llamados a ser testigos de la verdad del Evangelio para los bautizados, que son probablemente la mayoría de los madrileños, pero que están alejados de la vida de la Iglesia y de la gracia".

Respecto a cómo la Misión Madrid puede ayudar a los jóvenes que afrontan los problemas de la crisis, el cardenal arzobispo explicó que “se les va a hablar de Cristo. La Misión no les va a decir que las razones para vivir se queden en las experiencias directas más coyunturales, temporales y materiales de la vida. Lo que queremos decirles es que si enraizan su vida, su corazón, sus proyectos de futuro, sus estudios, su intento de formación, en esa fe y en esa experiencia de Cristo, van a superar los otros aspectos de la crisis en sus vidas de una forma más profunda, más duradera y con más futuro”. 

Para saber más: http://www.archimadrid.org.

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San Juan de Ávila en todos los seminarios de España
El santo cura, objeto de reflexión de un encuentro en Madrid
MADRID, miércoles 12 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Madrid ha acogido esta semana la reunión de rectores de Seminarios Mayores de toda España. A punto de ser proclamado como Doctor de la Iglesia y de iniciarse el Año Jubilar Montillano, san Juan de Ávila fue objeto de reflexión y también de veneración, ya que el relicario itinerante que contiene su corazón ha sido trasladado hasta la capital española.

La Comisión de Seminarios de la Conferencia Episcopal española ha organizado esta reunión de tres días cuyo tema único y central ha sido san Juan de Ávila. A Madrid llegaron las reliquias del santo cura, acompañadas por el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, el director espiritual del Seminario cordobés, Gaspar Bustos, y el rector de la Basílica dedicada al santo, José Almedina, quienes tuvieron distintas intervenciones en este encuentro nacional, informa la Diócesis de Córdoba.

El sacerdote cordobés Gaspar Bustos, uno de los mayores conocedores de este santo, impartió una conferencia titulada “San Juan de Ávila, modelo de la espiritualidad del sacerdote secular”. José Almedina, máximo responsable de los actos del próximo Jubileo, expuso todo el trabajo que se está llevando a cabo desde la Basílica dedicada al santo en Montilla (Córdoba) y la programación del Año Avilista que comienza el próximo mes de octubre. El obispo de Córdoba presidió la celebración eucarística con la que concluyeron estas jornadas.

Al encuentro asistió la práctica totalidad de los rectores de los seminarios mayores españoles y los obispos que componen la Comisión dedicada a los seminarios, los de la diócesis de Terrasa, Sant Feliu de Llobregat, Canarias, Cartagena, Cádiz, Cuenca y los auxiliares de Terrassa y Sevilla.

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Estados Unidos: Recordando el 11 de septiembre
Justicia y perdón en el aniversario del ataque a las Torres Gemelas
Por Ann Schneible

ROMA, miércoles 12 septiembre 2012 (ZENIT.org). – Mientras que el mundo recordó ayer a las víctimas de los mortales ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, los cristianos se sitúan ante una profunda responsabilidad apostólica, no solo en el deber de perdonar a los que realizaron el atentado, sino también en la promoción de un espíritu de evangelización frente a los musulmanes.

Estas son las reflexiones del padre John Wauck, profesor de la facultad de Comunicación Institucional de la Iglesia en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma. El padre Wauck habló con ZENIT en el undécimo aniversario de los atentados en Nueva York, Washington y Pennsylvania, donde cerca de tres mil personas murieron en un solo día.

En un nivel espiritual, sin embargo, los ataques han llevado a los estadounidenses por primera vez a analizar el modo de responder a un acto de terrorismo a una escala así de grande. "Para la mayoría de los estadounidenses antes del 11de septiembre --dice el padre Wauck--, esta era una cuestión que no se planteaba”. La mayoría de los estadounidenses nunca han experimentado personalmente los efectos del terrorismo. Hoy en día, incluso para los que no viven en Nueva York, todo se percibe de modo personal por la mayoría de los habitantes de los Estados Unidos".

Frente a tanta violencia y tanto odio, los cristianos en particular, tienen que lidiar con el "asunto moral y el desafío del perdón, junto con el interés necesario en ver que se haga justicia. Ha habido una llamada al perdón y una llamada a la justicia al mismo tiempo, y un desafío para no sucumbir en un espíritu de odio", acotó el académico.

Los acontecimientos del 11 de septiembre, además, brindan una atención primordial a los "retos apostólicos del mundo de hoy y a las consecuencias de una cierta pasividad en la evangelización. La verdadera respuesta cristiana al fundamentalismo islámico o al terrorismo, en última instancia, es la evangelización. No hay lugar para el odio, ni para el contraataque: estamos llamados a amar a los fundamentalistas islámicos y orar por su conversión, verlos como posibles cristianos convertidos: este es el desafío más grande".

"Es bueno que el Año de la Fe y el Sínodo de la Nueva Evangelización comiencen ahora --dice el padre Wauck--. La idea de que tenemos que tomar en serio la evangelización es la mejor respuesta a este desafío. Tenemos que ser de los mejores cristianos y apóstoles".

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¿Qué sería de nosotros sin la ayuda de lo que no existe?
Mañana parte el Atrio de los Gentiles en la tierra de la laicidad y del Nobel
Por Natalia Martone*

ROMA, miércoles 13 septiembre (ZENIT.org).- "¿Qué sería de nosotros sin la ayuda de lo que no existe?" Paul Valéry se lo preguntaba en el año 1928 en la Breve carta sobre los mitos. Los días 13 y 14 de septiembre, el Atrio de los Gentiles, el espacio de encuentro y de diálogo entre creyentes y no creyentes, acogido y desarrollado por el Consejo Pontificio de la Cultura, bajo la presidencia del cardenal Gianfranco Ravasi, se reunirá en una nueva sesión de diálogo en Estocolmo. El tema principal será la cuestión de por sí tan espinosa, quizás al centro de los debates entre humanistas creyentes y ateos: "el mundo con o sin Dios".

Esta nueva versión del Atrio de los Gentiles ha sido bien recibida por las principales figuras de la confesión luterana, como es Antje Jackelén, profesora de la Universidad de Lund y obispo de esa ciudad.

La elección del lugar es una clara señal de su importancia. Suecia, de por sí, es un país en el que la secularización es profunda y toca fuertemente las raíces de la sociedad misma, basada en el concepto de que el individuo prevalece sobre la comunidad. Más del 60% de la población se declara atea y la religión se considera como perteneciente a la esfera privada.

En Suecia, la secularización ha ido de la mano con el progreso científico-tecnológico, que ha hecho de este pequeño país una potencia mundial, tecnológicamente muy avanzada. En muchos países, esta evolución científica va acompañada de un fenómeno, cada vez más extendido, que Jacques Ellul ha llamado "deslizamiento moral", es decir la tendencia típica de la sociedad tecnológica a aceptar acríticamente las innovaciones técnicas, aunque fuesen inicialmente rechazadas. Esta tendencia, que madura en torno a los cinco o diez años desde que aparece cada innovación, se une a la de hacer de la ciencia una ideología, confiando a la técnica la tarea de crear nuevos valores.

Es un proceso histórico que tiene raíces profundas y que en última instancia conduce a sentir la religión como una experiencia subjetiva y no como un sentimiento colectivo en el compartir.

Dos días de intenso diálogo copresididos por el cardenal Gianfranco Ravasi, Georg Klein, profesor y escritor, y Thomas Hammarberg, excomisario del Consejo de Europa para los Derechos Humanos.

El diálogo se llevará a cabo como de costumbre en duetos y, en relación con el tema general "El mundo, con o sin Dios", se intentará responder a las siguientes preguntas: "¿Qué significa creer y no creer?; Hay un mundo no material?; ¿Qué es el hombre?". Se dice que la religión impone sus valores a los no creyentes. ¿Pero la sociedad secular no trata de imponer los propios? ¿La religión hace que el mundo sea mejor o peor?

En los días siguientes, las intervenciones en el evento estarán disponibles en los canales sociales del Atrio de los Gentiles vía Google+ y YouTube, así como en la sección Cortile TV del portal.

La próxima cita del Atrio de los Gentiles se celebrará en Asís el 5 y 6 de octubre. Entre los invitados, el presidente de la República de Italia, Giorgio Napolitano.

Para más información (en italiano y francés): www.cortiledeigentili.com

*Natalia Martone es Antropóloga Cultural, especializada en Disciplinas Etno-Antropológicas. Es la responsable de los contenidos de la web del Atrio de los Gentiles.

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Nueva Evangelización


El cardenal arzobispo de Barcelona, miembro del Sínodo de Obispos
El tema de la nueva evangelización, muy presente en los planes pastorales diocesanos
BARCELONA, miércoles 12 septiembre 2012 (ZENIT.org).- El cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, España, ha sido nombrado por Benedicto XVI miembro de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el Vaticano del 7 al 28 de octubre próximo, bajo el lema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.

En el Sínodo de los Obispos participan los obispos elegidos por las respectivas Conferencias Episcopales y los que el papa designa personalmente.

En un comunicado hecho público hoy por la Archidiócesis de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach agradece al papa esta deferencia y anuncia que "participará en los trabajos del Sínodo contando con la oración de los diocesanos".

El Sínodo, presidido por el propio papa, abordará la transmisión de la fe cristiana en el actual contexto mundial, marcado en muchos países por la secularización y la indiferencia religiosa.

El tema del Sínodo --afirma la nota- constituye "uno de los ejes del pontificado del cardenal de Barcelona, muy presente en los Planes Pastorales diocesanos y en la reciente celebración en Barcelona de la Misión Metrópolis y el Atrio de los Gentiles.

En su último libro, La Sagrada Familia, diálogo entre fe y cultura. Un icono para la Iglesia del siglo XXI, el cardenal de la archidiócesis catalana hace un estudio de la temática del Sínodo de los Obispos del próximo mes de octubre.

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Documentación


Ninguna oración se pierde, siempre encuentra respuesta aunque sea misteriosa
Palabras de Benedicto XVI en la Audiencia General
CASTEL GANDOLFO, miércoles 12 septiembre 2012 (ZENIT.org).- La audiencia general de esta mañana se realizó a las 10,30 horas en el Aula Pablo VI, en donde el santo padre Benedicto XVI --proveniente en helicóptero desde la residencia de Castel Gandolfo- ha encontrado grupos de peregrinos y fieles llegados desde Italia y de todas las partes del mundo.

En su discurso en idioma italiano el papa, siguió el ciclo de catequesis sobre la oración, y centró su meditación en el Libro del Apocalipsis.

Después de haber resumido su catequesis en diversos idiomas, el santo padre dirigió un saludo especial a los grupos de fieles presentes. Así a la vigilia de su viaje apostólico en el Líbano, pronunció un llamamiento en favor de la paz y de la fraternidad de toda la región Medioriental.

La audiencia concluyó con el canto del Padre Nuestro y la bendición apostólica.

De allí el santo padre volvió hacia Castel Gandolfo.

Ofrecemos el texto de las palabras pronunciadas por el santo padre.

*****

Queridos hermanos y hermanas:

El miércoles pasado hablé sobre la plegaria en la primera parte del Apocalipsis, hoy pasamos a la segunda parte del libro, y mientras en la primera parte la oración está orientada hacia el interno de la vida eclesial, la atención en la segunda está dirigida al mundo entero. La Iglesia de hecho, camina en la historia, es parte del proyecto de Dios. La asamblea que escuchando el mensaje de Juan --presentado por el lector- ha descubierto el propio deber de colaborar con el desarrollo del Reino de Dios como “sacerdotes de Dios y de Cristo” (Ap 20,6; cfr 1,5; 5,10), y se abre sobre el mundo de los hombres. Y aquí emergen dos modos de vivir la relación dialéctica entre ellos: el primero, lo podríamos definir el “sistema de Cristo”, al cual la asamblea tiene la felicidad de pertenecer, y el segundo es el “sistema terrestre anti-Reino y anti-alianza puesto en acto por influjo del maligno”, el cual engañando a los hombres quiere realizar un mundo opuesto al querido por Cristo y por Dios (cfr Pontificia Commissione Biblica, Bibbia e Morale. Radici bibliche dell’agire cristiano, 70).

La asamblea tiene entonces que saber leer en profundidad la historia que está viviendo, aprendiendo a discernir con su fe los acontecimientos para colaborar con el Reino de Dios. Y esta obra de lectura y de discernimiento, como también de acción, está relacionada con la oración.

Sobre todo después de la llamada insistente de Cristo que, en la primera parte del Apocalipsis, hasta siete veces dijo: “Quien tenga oídos, escuche lo que el Espíritu le dice a la Iglesia” (cfr Ap 2,7.11.17.29; 3,6.13.22), la asamblea es invitada a subir al Cielo para mirar la realidad con los ojos de Dios. Y aquí encontramos tres símbolos, puntos de referencia de los que partir para leer la historia: el trono de Dios, el Cordero de Dios, el Cordero y el libro (cfr Ap 4,1 – 5,14).

El primer símbolo es el trono, sobre el cual está sentado un personaje que Juan no describe, porque supera todo tipo de representación humana. Puede solamente esbozar al sentido de la belleza y alegría que se prueba encontrándose delante de Él. Este personaje misterioso es Dios, Dios omnipotente que no se ha quedado encerrado en su Cielo sino que se acercó al hombre entrando en alianza con él. Dios que hace sentir en la historia de manera misteriosa pero real, su voz, simbolizada por relámpagos y truenos. Son varios los elementos que aparecen en torno a Dios, como los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes, que le rinden incesantemente alabanza al único Señor de la historia.

El primer símbolo por lo tanto es el trono. El segundo es el libro, que contiene el plan de Dios sobre los acontecimientos y sobre los hombres. Está cerrado herméticamente por siete sellos y nadie es capaz de leerlo. Ante esta incapacidad del hombre de percibir el proyecto de Dios, Juan siente una profunda tristeza que lo lleva a llorar. Pero hay un remedio a la desorientación del hombre ante del misterio de la historia: alguien es capaz de abrir el libro y de iluminarlo.

Y aquí aparece el tercer símbolo: Cristo, el Cordero inmolado en el sacrificio de la Cruz, que está de pie, significando su Resurrección. Y es justamente el Cordero, el Cristo muerto y resucitado que progresivamente abre los sellos y desvela el plan de Dios, el sentido profundo de la historia.

¿Qué dicen estos símbolos? Estos nos recuerdan cuál es el camino para saber leer los hechos de la historia y de nuestra misma vida. Levantando los ojos al Cielo de Dios, en la relación constante con Cristo, abriéndole a Él nuestro corazón y nuestra mente con la oración personal y comunitaria, aprendemos a ver las cosas de una manera nueva y a aferrar el sentido más verdadero. La oración es como una ventana abierta que nos permite tener la mirada vuelta hacia Dios, no solamente para recordarnos la meta hacia la cual nos dirigimos, sino también para dejar que la voluntad de Dios ilumine nuestro camino terreno y nos ayude a vivirlo con intensidad y empeño.

¿De qué manera el Señor guía a la comunidad cristiana a una lectura más profunda de la historia? Antes de todo invitándonos a considerar con realismo el presente que estamos viviendo. El Cordero abre entonces los cuatro primeros sellos del libro, y la Iglesia ve el mundo en el cual está insertada, un mundo en el que existen varios elementos negativos. Existen los males que realiza el hombre, como la violencia, que nace del deseo de poseer, de prevalecer unos sobre los otros, al punto de llegar a asesinarse (segundo sello); o la injusticia, porque los hombres no respetan las leyes que se han dado (tercer sello). A estos se agregan los males que el hombre tiene que sufrir, como la muerte, el hambre, la enfermedad (cuarto sello). A estas realidades, muchas veces dramáticas, la comunidad eclesial viene invitada a no perder nunca la esperanza, a creer firmemente que la aparente omnipotencia del maligno choca con la verdadera omnipotencia que es la de Dios.

El primer sello que el Cordero abre contiene justamente este mensaje. Narra Juan: “Y vi: un caballo blanco. Quien lo montaba tenía un arco, le fue dada una corona y él salió victorioso para vencer nuevamente” (Ap 6,2). En la historia del hombre ha entrado la fuerza de Dios, que no solamente es capaz de equilibrar el mal, sino incluso de vencerlo. El color blanco hace recordar la Resurrección: Dios se volvió tan cercano hasta el punto de descender a la obscuridad de la muerte para iluminarla con el esplendor de su vida divina; ha tomado sobre sí el mal del mundo para purificarlo con el fuego de su amor.

¿Cómo crecer con esta lectura cristiana la realidad? El Apocalipsis nos dice que la oración alimenta en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades esta visión de luz y de profunda esperanza: nos invita a no dejarnos vencer por el mal, sino a vencer el mal con el bien, a mirar a Cristo crucificado y resucitado que nos asocia a su victoria. La Iglesia vive en la historia, no se cierra en si misma, sino que afronta con coraje su camino en medio de las dificultades y sufrimientos, afirmando con fuerza que el mal en definitiva no vence al bien, la obscuridad no ofusca el esplendor de Dios. Este es un punto importante para nosotros; como cristianos no podemos nunca ser pesimistas; sabemos bien que en el camino de nuestra vida encontramos muchas veces violencia, mentira, odio, persecución, pero esto no nos desanima. Especialmente la oración nos educa a ver los signos de Dios, su presencia y acción, más aún, a ser nosotros luz del bien, que difunde la esperanza e indica que la victoria es de Dios.

Esta perspectiva lleva a elevar el agradecimiento y la alabanza a Dios y al Cordero: los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes cantan juntos el “canto nuevo” que celebra la obra de Cristo Cordero, el cual volverá “nuevas todas las cosas” (Ap 21,5). Si bien esta renovación es sobre todo un don que hay que pedir.

Y aquí encontramos otro elemento que debe caracterizar la oración: invocar al Señor con insistencia para que su Reino venga, que el hombre tenga el corazón dócil al señorío de Dios, que sea su voluntad la que oriente nuestra vida y la del mundo. En la visión del Apocalipsis, esta oración de solicitud está representada por un particular importante: “los veinticuatro ancianos” y “los cuatro seres vivientes” tienen en su mano, junto a la cítara que acompaña a su canto “copas de oro llenas de incienso” (5,8a) que como se explica “son las plegarias de los santos” (5,8b), de los que ya han alcanzado a Dios, además de todos nosotros quienes estamos en camino. Y vemos que ante el trono de Dios, un ángel tiene en la mano un incensario de oro en el que mete continuamente los granos de incienso, es decir nuestras oraciones, cuyo suave olor es ofrecido junto a las oraciones que suben a la presencia de Dios (cfr Ap 8,1-4). Es un simbolismo que nos dice que todas nuestras oraciones --con todos los límites, la fatiga, la pobreza, la aridez, las imperfecciones que puedan tener- son casi purificadas y llegan al corazón de Dios. Debemos estar seguros de que no hay oraciones superfluas, inútiles; ninguna se pierde. Y encuentran respuesta, aunque a veces sea misteriosa, porque Dios es Amor y Misericordia infinita. A menudo, frente al mal, se tiene la sensación de no poder hacer nada, pero es justamente nuestra oración la primera respuesta y más eficaz que podemos dar y que hace más fuerte nuestro cotidiano compromiso por defender el bien. La potencia de Dios hace fecunda nuestra debilidad (cfr Rm 8,26-27).

Querría concluir con alguna alusión al diálogo final (cfr Ap 22,6-21). Jesús repite varias veces: "He aquí que vuelvo pronto" (Ap 22,7.12). Esta afirmación no indica sólo la perspectiva futura del fin de los tiempos, sino también la presente: Jesús viene, pone su morada en quien cree en El y lo acoge. La asamblea, entonces, guiada por el Espíritu Santo, repite a Jesús la invitación urgente a hacerse cada vez más cercano: "Ven" (Ap 22,17a). Es como la "esposa" (22,17) que aspira ardientemente a la plenitud de la nupcialidad. Por tercera vez hace la invocación: "Amén. Ven, Señor Jesús" (22,20b); y el lector concluye con una expresión que manifiesta el sentido de esta presencia: "La gracia del Señor Jesús esté con todos" (22,21).

El Apocalipsis, aún en la complejidad de los símbolos, nos implica en una oración muy rica, por la cual también nosotros escuchamos, alabamos, damos gracias, contemplamos al Señor, le pedimos perdón. Su estructura de gran oración litúrgica comunitaria es también una fuerte llamada a redescubrir la carga extraordinaria y transformante que tiene la Eucaristía; en especial querría invitar con fuerza a ser fieles a la Santa Misa dominical en el Día del Señor, el domingo, ¡verdadero centro de la semana! La riqueza de la oración en el Apocalipsis nos hace pensar en un diamante, que tiene una serie fascinante de caras, pero cuyo valor reside en la pureza del único núcleo central. Las sugestivas formas de oración que encontramos en el Apocalipsis hacen brillar entonces la riqueza única e indecible de Jesucristo. Gracias.

Traducido del italiano por HSM y NSM

©Librería Editorial Vaticana

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