17.09.12

Musulmanes y cristianos: la tozuda realidad

A las 9:56 AM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Benedicto XVI, Islam

 

El papa Benedicto XVI ha terminado con un rotundo éxito su viaje al Líbano. Con el país vecino de Siria en pleno conflicto civil y con el mundo musulmán radical en pie de guerra contra las embajadas de países occidentales por la difusión de un estúpido y repugnante vídeo ofensivo contra la religión islámica, la presencia del Papa en el país del mediterráneo oriental ha servido como lluvia refrescante de paz en medio del desierto constante del conflicto.

El Santo Padre ha afirmado que “el mundo árabe y el mundo entero habrán visto, en estos momentos de turbación, a los cristianos y a los musulmanes reunidos para celebrar la paz“. Pues sí, es cierto. Tanto como que las relaciones entre musulmanes y cristianos siguen siendo muy complicadas en diversas partes del mundo. Y no precisamente por la intolerancia de los cristianos hacia el Islam. El último ejemplo lo tenemos en Níger, donde un centenar de musulmanes han arrasado una iglesia cristiana y se han mofado de la Madre de nuestro Señor, destruyendo una imagen suya.

Está todavía por ver que diversas turbas de católicos se dediquen una semana sí y otra también a atacar mezquitas musulmanas. Está todavía por ver que en los países de mayoría cristiana, los musulmanes vean recortado su derecho a la libertad de culto. Y está todavía por ver que en el mundo musulmán surja una opinión pública potente contraria a las salvajadas que practican sus fundamentalistas contra los “infieles".

Ciertamente el musulmán medio no se mete en semejantes jaleos. Es un padre o madre de familia que busca vivir lo mejor posible sin necesidad de atacar a quien no profesa su misma creencia. El fundamentalismo violento es minoritario y sería injusto culpar a todos los musulmanes de las barbaridades cometidas por unos cuantos, aunque esos cuantos sean muchos. Salvando las distancias, es como acusar a todo el pueblo vasco por lo que ha hecho y hace Eta y el entorno batasuno.

Ahora bien, sí existe una especie de complicidad con ese mundillo extremista islámico desde el momento en que no recibe una contestación social organizada y valiente. Y si las mezquitas son tomadas por los portavoces del terror, cosa cada vez más habitual, difícilmente podemos esperar una mejora notable a corto medio plazo. Más bien lo contrario.

Occidente sigue ignorando la realidad de los países de mayoría islámica. El plan para Iraq puede que haya salvado a muchos iraquíes de un régimen tiránico y corrupto, pero para los cristianos ha supuesto la llegada de una pesadilla de la que han huido en masa. En Siria se está apoyando a unos grupos que son tan terroristas y salvajes como el régimen que se quiere derrocar, con la particularidad de que ese régimen no ha hecho nada contra los cristianos sirios y es bastante probable que tal cosa cambie si llegan al poder los otros. En Libia no existe ese problema por la sencilla razón de que no hay cristianos nativos, a menos que misioneros protestantes evangélicos haya logrado la conversión de algunos. Los protestantes son los únicos que intentan tal cosa, pues la Iglesia Católica en esos países -salvo excepciones para mí desconocidas- ha optado por no predicar el evangelio abiertamente y bautizar a los no cristianos. Es más, algún arzobispo presume de ello. Para vergüenza nuestra lo digo.

Quiera Dios que el viaje del Papa al Líbano sirva para que en el mundo musulmán se entienda que la convivencia pacífica con los cristianos es cosa necesaria para el bien común. Los cristianos no necesitamos entender eso, porque lo tenemos muy claro. El Santo Padre no nos ha dicho nada que no sepamos. Pero claro, nosotros no tenemos un libro sagrado en el que aquellos que no profesan nuestra fe son considerados como ciudadanos de segunda. El Corán enseña lo que enseña. Y mientras que nosotros los cristianos podemos leer el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo, los musulmanes no tienen una revelación posterior al Corán que les sirva para tal fin. Y eso no va a cambiar por muchos viajes papales que haya ni por muchos discursos llenos de buenas intenciones.

Luis Fernando Pérez Bustamante