18.09.12

Roe v. Wade

 

En casi todas las elecciones presidenciales de Estados Unidos salen a relucir los temas pro-vida, con mayor o menor intensidad. Quizá en las de 2012, con el presidente más abortista de la historia del país el debate sea más encrespado.

A pesar de ello, en ninguna de las ocasiones anteriores el resultado de la elección fue tan importante estratégicamente. Lo que ocurra en noviembre marcará el signo de la lucha pro-vida (y también pro-familia) en USA y, sin lugar a dudas, en el mundo.

No lo será tanto por políticas directas, Romney no me entusiasma especialmente, más bien porque se podrá remover la raíz en la que se asienta la «cultura de la muerte» en el país, el Caso Roe contra Wade.

La sentencia del Tribunal Supremo (1973) transformó el aborto en un derecho, la decisión sobre la vida del niño quedaba amparada en «el derecho a la privacidad, considerado un derecho fundamental bajo la protección de la Constitución de los EEUU y por lo tanto no podía legislarse en su contra por ningún estado». Hubo que adaptar todas las leyes federales y estatales que prohibían o limitaban el aborto.

Desde entonces todas las iniciativas legales, da igual el ámbito, sólo se han podido enfocar en «reducir» el número de abortos. Medidas importantes pero limitadas como pueden ser las legislaciones estatales que obligan a que la madre vea una ecografía de su hijo antes de decidir, o prohibir carnicerías como el aborto por nacimiento parcial. Cualquier otro tipo de actuación de mayor calado ha terminado siendo tumbada por la Roe v. Wade.

Como señala G. Weigel, la trascendencia de estas elecciones estriba en que ‘terminan’ su mandato varios jueces del Tribunal Supremo claramente abortistas: Ginsburg (79 años), Breyer (74) y Kennedy (76). El próximo presidente probablemente nombre a dos jueces según sea elegido y quizá hasta cuatro durante su mandato, según vayan ‘desapareciendo’ alguno de los actuales.

El Tribunal Supremo está compuesto por nueve jueces, su cargo es vitalicio y competencia exclusiva del presidente. La nueva composición determinará, probablemente durante varias décadas, las posibilidades de poder promulgar leyes que defiendan la vida. Creo que sólo por esto votaría «republicano».

Lógicamente habría que ver si Romney tiene los arrestos suficientes para no ceder a las presiones de los multimillonarios lobbies abortistas y demás farándula tipo Melinda Gates, pocos presidentes han tenido la posibilidad de cambiar de manera tan drástica y duradera el alto tribunal. Al menos existirá la posibilidad.

Y si se diese en Estados Unidos una legislación que proteja la vida, que duda cabe que el efecto contagio sería rápido. Para la progrez española, si algo se hace fuera es que debe ser bueno. Al menos así argumenta el nuevo presidente del Poder Judicial en España, Gonzalo Moliner, cuando se le pregunta sobre la constitucionalidad de la ley del aborto de 2010:

Creo que sí, que es una ley acomodada a los principios que rigen en otros muchos países de la Unión Europea y si en otros países está aceptada y es constitucional no sé por qué aquí no debía de serlo. Pero España no sé si es diferente o no todavía.

Aunque Gonzalo Moliner no sea más que la voz de su amo, no dudo que en el PP el «razonamiento» vaya por otros derroteros: «seamos uropeos».