Vida, familia y derecho a la educación religiosa

El Cardenal Bertone defiende en Barcelona los principios no negociables para la Iglesia

 

«Me place recordar aquí que España es la nación cuya embajada ante la Santa Sede constituye la misión diplomática permanente más antigua del mundo». Así se manifestó ayer el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, al recibir de manos del rey Juan Carlos I el premio internacional Conde de Barcelona. El cardenal defendió los principios no negociables -defensa de la vida, la familia y el derecho a la educación religiosa- marcados por el Papa Benedicto XVI.

26/09/12 7:57 AM


(Luis F. Pérez/InfoCatólica) El Rey de España entregó en Barcelona el premio al cardenal, de quien resaltó que conoce bien «el alma» de la tierra catalana y «guarda una cordial comprensión de la personalidad de Cataluña».

El monarca también aplaudió que el jurado del premio haya reconocido de Bertone la labor diplomática, un «arte que procura la relación y el intercambio y que busca armonizar los legítimos intereses de las partes pero que, sobre todo, trabaja para el bien de las personas».

Agradecido por las palabras de Don Juan Carlos, el cardenal Bertone, alternando castellano y catalán en su discurso, abogó por una «maduración ética de la humanidad» que propugne la libertad religiosa como eje fundamental para la construcción de la paz.

El purpurado recordó los puntos «innegociables» para la Iglesia como «la protección de la vida humana, la familia cimentada en el matrimonio o el derecho inalienable de los padres a la educación religiosa de sus hijos».

El cardenal Bertone, tras explicar el papel de los nuncios y de la Secretaría de Estado en el organigrama de la Iglesia, aludió a las palabras que dirigió a los diplomáticos acreditados ante la Santa Sede al principio del pontificado del actual Papa: «Tenemos necesidad de un compromiso universal en favor de los más desheredados del planeta, de los más pobres, de las personas que buscan, a menudo en vano, aquello que necesitan para poder vivir ellos y sus familias».

También abogó por «hacer que desaparezcan esos flagelos que azotan a la humanidad, como la pobreza, el narcotráfico, el terrorismo, la extorsión, la inseguridad ciudadana o cualquier otra clase de violencia. En estos ámbitos, las intervenciones de la Santa Sede han sido y son copiosas y claras».

Igualmente denunció «el maltrato que la mujer sufre en muchas facetas» y «los padecimientos de tantos niños o el abandono que asola a muchos ancianos».

Como primer responsable de la misma, el cardenal aseguró que «la diplomacia del Papa trabaja, de forma discreta pero constante, al servicio de muchas realidades, y para salvar vidas y hacer más humana y más llevadera la situación de muchas personas».