1.10.12

La toca de la Caram

A las 10:11 AM, por Jorge
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En España tuvimos una vez un político claro como el agua clara. Se llamaba Pablo Iglesias y nunca ocultó sus intenciones. En el diario de sesiones del congreso de los diputados quedan recogidas algunas de sus perlas: “El partido que yo aquí represento aspira a concluir con los antagonismos sociales,… esta aspiración lleva consigo la supresión de la magistratura, la supresión de la iglesia, la supresión del ejercito… Este partido está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones“. Es decir, el fin justifica absolutamente todos los medios.

Me he acordado mucho de esta forma de entender la política al leer esta mañana el blog de sor Lucía Caram en Religión Digital, donde muestra su incondicional apoyo al candidato de Convergencia a las próximas elecciones autonómicas catalanas, a la vez que asume ese famoso discurso victimista según el cual Cataluña es la vaca de la que chupa toda España, justo cuando acaba de pedir 5.000 millones al estado para pagar nóminas.

No tengo nada personal contra sor Lucía Caram. Pero sí he de decir que esta entrada de su blog me ha parecido de lo más desafortunado, incluso venenosa.

Sor Lucía Caram es monja perteneciente a una orden contemplativa, cuya finalidad según ese concilio Vaticano II de que tanto hablan es “Los Institutos destinados por entero a la contemplación, o sea, aquellos cuyos miembros se dedican solamente a Dios en la soledad y silencio, en la oración asidua y generosa penitencia, ocupan siempre, aun cuando apremien las necesidades de un apostolado activo, un lugar eminente en el Cuerpo Místico de Cristo, en el que no todos los miembros tienen la misma función. En efecto, ofrecen a Dios un eximio sacrificio de alabanza, ilustran al Pueblo de Dios con frutos ubérrimos de santidad y le edifican con su ejemplo e incluso contribuyen a su desarrollo con una misteriosa fecundidad.”

“Solamente a Dios en soledad y silencio”, “ilustran al Pueblo de Dios con frutos ubérrimos de santidad y le edifican con su ejemplo”. Mucho me temo que entre sus funciones esenciales no esté la de meterse en política partidista, exponer hechos cuando menos muy discutibles y lanzarse a hacer campaña a favor de un candidato concreto y un modelo político determinado. No obstante, desde mi ignorancia, si en algún documento de la Iglesia o en las constituciones de las dominicas contemplativas, está previsto hacer campaña por un candidato político concreto, agradecería la cita.

Una monja contemplativa siempre he entendido que tiene otra misión. Ahora, eso sí, si sor Lucía quiere entrar en campaña política lo tiene muy claro. Se quita la toca, se convierte en doña Lucía, y no tengo más que objetar. Pero sor Lucía tiene el morbo justo de la toca. Sin ella no es nada. Es su amuleto y su salvaguarda. Tanto hablar de los privilegios indebidos de la Iglesia para agarrarnos a la toca como llave que abre todas las puertas.

Imaginen lo que se hubiera dicho si un sacerdote en una homilía se decantara por defender la unidad de España, acatar en todo la Constitución, hablar de las virtudes morales del candidato del PP, de Ciudadanos o del PSOE. Imaginen que desde la torre de una iglesia de Cataluña se hubiera desplegado una bandera de España, la de todos los españoles. ¿Qué hubiera dicho sor Lucía? Evidentemente que era algo intolerable. Por lo visto lo contrario no. Lo de Pablo Iglesias: nos pasamos la ley por la toca de los caprichos.

Y menos mal que empieza diciendo que “no soy especialista en análisis políticos ni económicos”, pero no tiene empacho en afirmar rotundamente que “en los últimos meses y años, hemos visto como Cataluña ha sido ninguneada por gobiernos y ciudadanos, que viendo en ella la vaca lechera para intereses foráneos…”

Estamos en un momento difícil en España. La crisis económica y sobre todo social y de valores es muy grave. En este momento si algo tiene que hacer la Iglesia es aunar voluntades, llamar a la solidaridad y a la concordia, invitar a mirar a lo común más que a lo propio. Pues no. Sálvese quien pueda, aunque sea a costa de más pobreza, que es lo que auguran los economistas, los que entienden, en el caso de una total independencia de Cataluña.

Si algo tiene que hacer una monja contemplativa, si cree en la fuerza de la oración, es poner al servicio de la Iglesia justo su carisma y su don: “«Su oración y su mediación los hace centinelas de la ciudad de Dios, custodios de la ciudad humana, protectores de los hombres». “Dedicando mucho tiempo a la adoración, tarea esencial de los contemplativos, ponen el corazón del mundo y de los hombres a los pies de Dios. Ellos sostienen, mediante la oración de intercesión, el peso de la peregrinación de la Iglesia y de la humanidad, es decir, las pruebas, el dolor, los esfuerzos, las indigencias y, también, los logros de cada hombre, y en especial de cada evangelizador” (Monseñor Sánchez Monge). Monseñor Vicente Jiménez: “los contemplativos «están llamados a montar guardia de oración sin tregua ni distracciones. Arraigados y edificados en Cristo, permanecen firmes en la fe, intercediendo por toda la Humanidad». P. Enrique, abad de San Isidro de Dueñas: Somos como las manos de Moisés, que se alzaban al cielo para que Israel ganase en la batalla cuando combatía, y si las bajaba, Israel perdía. Nosotros rezamos para que otros reciban la Gracia y luchen en el mundo sin desfallecer».

No es meterse en campaña política partidista lo que la Iglesia y el mundo esperan de una monja contemplativa. Sor Lucía Caram, como dominica contemplativa, tiene otra misión. Si desea entrar en política nada que objetar, deje el claustro y hágalo. Pero sin toca no es nada. Es su triste contradicción.