9.10.12

 

Como recordarán los lectores, los premios Báculo de Hierro son concedidos por este blog a los obispos que ponen en práctica las palabras de Benedicto XVI en la clausura del Año Sacerdotal: “también la Iglesia debe usar la vara del pastor, la vara con la que protege la fe contra los farsantes, contra las orientaciones que son, en realidad, desorientaciones".

Hoy otorgamos el Cuarto Premio Báculo de Hierro a Monseñor John Myers, arzobispo de Newark. Este combativo obispo norteamericano se ha dado cuenta de que pocas cosas han hecho más daño a la Iglesia en el último medio siglo que el subjetivismo que se ha infiltrado en ella, so capa del “todo vale” para ser más “inclusivos".

Ante esto, Monseñor Myers, como debe hacer un obispo, ha hablado con claridad sobre el matrimonio, el divorcio, los anticonceptivos y el llamado “matrimonio” gay y ha afirmado en una carta a sus fieles que quien no comparte la fe de la Iglesia en esas u otras cuestiones, no puede recibir la Comunión:

“Exhorto a aquellos que no están en comunión con la Iglesia en lo referente a su doctrina sobre el matrimonio y la familia (o sobre cualquier otra materia grave de la fe) a que examinen sinceramente sus conciencias, pidiendo a Dios la gracia del Espíritu Santo que nos “guiará hasta la verdad completa” (Jn 16,13). Si siguieran siendo incapaces de dar su asentimiento a la doctrina de la Iglesia en estas materias o de vivir según la misma, con sinceridad y humildad deberán abstenerse de recibir la Comunión hasta que puedan hacerlo con integridad. Seguir recibiendo la Comunión mientras se disiente así de la doctrina de la Iglesia sería objetivamente deshonesto".

Como era de esperar, esta afirmación tan básica de lo que es el cristianismo y lo que es la Comunión ha causado numerosas protestas en los contestatarios y “teólogos” habituales, que se han puesto el grito en el cielo, diciendo que así se ponen dificultades a los alejados… cuando resulta evidente que, para conseguir que un alejado se acerque, lo primero que hace falta es que se dé cuenta de que está lejos.

Uno podría sospechar que los protestones no protestan en favor de los alejados, sino para borrar las diferencias entre cerca y lejos, doctrina de la Iglesia y opiniones variadas, verdad y error o entre fe y la última tontería humana que esté de moda en cada momento. Pero a Monseñor Myers no se la dan con queso: “Jesús dijo coas muy duras sobre aquellos cuyas falsas enseñanzas extravían a los demás, especialmente a los jóvenes". ¡Bien por él!

La declaración del arzobispo de Newark, además, está en buena compañía, porque recuerda mucho a la de otro obispo, San Justino Mártir, en su Primera Apología, en torno al año 155:

“Llamamos a este alimento Eucaristía, y nadie puede recibirlo si no cree en nuestra doctrina o no ha sido lavado con el baño que sirve para la remisión de los pecados y para la regeneración y, por lo tanto, está viviendo como Cristo mandó".

San Justino era muy dialogante, pero eso no le impedía manejar el báculo como un ninja y dar palos a diestro y siniestro cuando era menester.

Monseñor Myers ha actuado como un verdadero pastor, sin miedo al qué dirán, por amor precisamente a esas ovejas que se encuentran en la confusión y que necesitan saber que lo que viven no es la auténtica fe de la Iglesia, sino una versión adulterada que han recibido de maestros del engaño. Sólo la verdad de Cristo salva y ningún obispo puede estar tranquilo hasta que sus fieles reciban esa verdad, sin aditivos, colorantes ni edulcorantes.