16.10.12

La “silenciosa limpieza” de Benedicto XVI

A las 10:29 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Benedicto XVI
Del Vatican Insider (ITA)

“La gran acción purificadora de Benedicto XVI ha creado fastidio”. El 18 de junio -en pleno escándalo “vatileaks”- el secretario de Estado de la Santa Sede, Tarcisio Bertone, vinculó la crisis por la filtración de documentos confidenciales, robados de los aposentos papales, con las decisiones difíciles del actual pontificado. Determinaciones “impopulares” como la intervención directa contra los sacerdotes culpables de abusos sexuales. Pero no sólo. También una depuración del episcopado mundial, una “silenciosa limpieza” que le costó el puesto a decenas de pastores juzgados poco adecuados a sus encomiendas.

No existen estadísticas oficiales sobre los obispos obligados a presentar sus renuncias anticipadas en los últimos seis años. Cuando un prelado deja su puesto por enfermedad o “causas de fuerza mayor”, la sala de prensa del Vaticano apenas difunde una nota de tres líneas para informar que la dimisión fue aceptada por el Papa según el número 401.2 del Código de Derecho Canónico, la ley fundamental de la Iglesia.

Pero es un hecho que, desde la llegada de Joseph Ratzinger al trono de San Pedro, las dimisiones obligadas se multiplicaron. De acuerdo a un conteo extraoficial realizado por el Vatican Insider, de abril de 2005 a la fecha dejaron su puesto con esa fórmula 77 obispos, un promedio de uno cada 36 días. Aunque el registro podría quedarse corto. De todos estos sólo una cifra menor se debió a males físicos, como los estadounidenses John Jeremiah McRaith de la diócesis de Owensboro (renunció el 05.01.2009), Ignatius Anthony Catanello de Brooklyn (20.09.2010) y Daniel Buechlein de Indianápolis (21.09.2011), los italianos Karl Golser de Bolzano-Bressanone (27.07.2011) y Filippo Strofaldi de Ischia (07.07.2012) o Juan Francisco Sarasti Jaramillo de Cali en Colombia (18.05.2011).

Una salida por enfermedad puede ser la excusa perfecta para salvar la imagen de un pastor, pero en algunos casos esa justificación suena sospechosa, especialmente cuando la renuncia es intempestiva y no existen indicios previos de padecimientos corporales. Como fue el caso del emérito de Vigevano en Italia, Vincenzo Di Mauro (21.07.2012) o del mexicano de Culiacán, Benjamín Jiménez Hernández (18.03.2011). En otras situaciones todo parece indicar retiros por enfermedad, aunque no existan confirmaciones oficiales. Así pasó con los brasileños Pedro Ercílio Simon de la arquidiócesis de Passo Fundo (11.07.2012) y con Geraldo Verdier de Guajará-Mirim (08.12.2011), con Joseph Nduhirubusa de Ruyigi en Burundi (28.11.2009), con los canadienses Francois Thibodeau de Edmonton (05.01.2009) y James Matthew Wingle, de Saint Catharines (25.03.2010).

Más allá de los mencionados, el resto de la lista dimitió por mala administración económica, problemas de tipo sexual, dificultades doctrinales y abierta rebeldía al Papa, entre otras cosas. Algunos directamente fueron exonerados de sus funciones, tras su negativa a renunciar. Y ante escándalos públicos la Congregación para los Obispos de la Santa Sede concedió retiros en cuestión de días, como en los casos del argentino Fernando María Bargalló de la diócesis de Merlo-Moreno (26.06.2012), captado mientras vacacionaba con una amante, o el chileno Marco Antonio Órdenes Fernández de Iquique (09.10.2012), investigado por supuestos abusos.

Entre los obispos dimisionarios se encuentran diocesanos, pero también religiosos. Uno de los primeros en salir de escena tras el inicio del ministerio de Benedicto XVI fue el obispo de Linz, Maximiliam Aichern (18.05.2005), conocido por sus marcadas posiciones progresistas. Cuatro años más tarde (02.03.2009), Gerhard Maria Wagner rechazó el nombramiento que le hizo el Papa como pastor de esa diócesis austríaca por una revuelta de sacerdotes que lo consideraban “demasiado conservador”.

Como consecuencia de sus posturas doctrinales dejaron el gobierno de sus diócesis también los argentinos Marcelo Angiolo Melani de Neuquén (08.11.2011) y Juan Carlos Romanín de Río Gallegos (26.04.2012), aunque para él se manejó también la justificación de salud; los australianos Patrick Percival Power, auxiliar de Camberra (07.06.2012) y William Morris de Toowoomba (02.05.2011), este último cesado tras años de una “pulseada” con Roma que incluyó un creciente escándalo en su diócesis.

Benedicto XVI tampoco ha tolerado las inconductas sexuales de los prelados. Sancionó por igual los abusos contra menores, el concubinato, la “doble vida” con hijos incluidos o los extraños comportamientos morales. Los historias más dolorosas en este renglón corresponden al obispo belga de Brujas, Roger Vangheluwe (23.04.2010), el prelado territorial de Trondheim en Noruega, Georg Müller (08.06.2009), el canadiense de Antigonish, Raymond Lahey (26.09.2009) y el uruguayo obispo de Minas, Francisco Domingo Barbosa Da Silveira (01.07.2009). Todos ellos con pesadísimas manchas.

Pero no fueron los únicos. Por episodios personales de diversa índole dejaron sus cargos Tamás Szabó, ordinario militar de Hungría (15.03.2007), los centroafricanos Paulin Pomodino de Bangui y Francois-Xavier Yombandje de Bossangoa (26.05.2009), el indio de Cochin, John Thattumkal (09.05.2009), el keniano de Ngong Cornelius Schilder (31.07.2009), el mexicano avecindado en Perú y vicario apostólico de San José del Amazonas, Alberto Campos Hernández (08.08.2011), el auxiliar de Los Ángeles en Estados Unidos, Gabino Zavala (04.01.2012), el esloveno Alojzij Uran de Lubiana (28.11.2009), el irlandés pero pastor de la arquidiócesis nigeriana de Benin City, Richard Anthony Burke (31.05.2010) y Ronald Gilmore de Dodge City en Estados Unidos (15.12.2010).

En varios países la mala gestión de la crisis por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos cortó abruptamente otras tantas carreras eclesiásticas. Especialmente en Irlanda, donde la crisis se llevó entre las patas a los obispos de Limerick, Donald Brendan Murray (17.12.2009); de Cloyne, John Magee (24.03.2010); de Derry, Seamus Hegarty (23.11.2011) y el auxiliar de Dublín, James Moriarty (22.04.2010).

Estados Unidos padeció también el “tsunami” de los abusos, que precipitó las renuncias de John Favalora, arzobispo de Miami (20.04.2010) y de Daniel Walsh de Estados Unidos (30.06.2011). Además debilitó seriamente la posición del cardenal Roger Mahony, arzobispo de Los Ángeles, a quien se le nombró como coadjutor a José Horacio Gómez y cuya ceremonia de sucesión ocurrió un día antes del anuncio formal de parte del Vaticano de la aceptada renuncia al purpurado. En Australia algo similar ocurrió con Michael John Malone de Maitland-Newcastle (04.04.2011).

Situaciones de pésima administración económica también determinaron no pocos ceses. Resultan emblemáticos historias como la de Giovanni Scanavino de Orvieto-Todi en Italia (05.03.2011), Jean-Claude Makaya Loembe de Pointe-Noire en Congo (depuesto el 31.03.2011), Basile Tapsoba de Koudougou en Burkina Faso (21.05.2011), Francesco Micciché de Trápani en Italia (19.05.2012), Ivan Milovan de Porec y Pula en Croacia (14.06.2012) y Robert Bezak de Trnava en Eslovaquia (depuesto el 02.07.2012).

La más reciente renuncia forzada tuvo lugar apenas ayer 15 de octubre. El Vaticano anunció la salida de Carlos Prada Sanmiguel, obispo de Duitama-Sogamoso (Colombia). El prelado afronta un proceso en la justicia civil por injurias, ante la denuncia de uno de sus sacerdotes. Su nombre es parte de la larga lista ya citada, a la cual se deben añadir otras dimisiones cuyos motivos se desconocen totalmente. Pero dimisiones al fin. Casos en la República del Congo, Nigeria, Hungría, Brasil, Tanzania, Benín, Kenia, Guatemala, Honduras, Zimbabwe, Letonia, Escocia, Ucrania, Colombia, Alemania y Francia. Pese a todas estas evidencias algunos grupos eclesiales (y no) se empeñan en difundir la idea que Benedicto XVI es un Papa aislado, sólo y, sobre todo, que no gobierna. La pregunta surge espontánea: ¿Qué haría si gobernase?