19.10.12

Un mexicano, el Concilio y Karol Wojtyla

A las 3:57 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : El Vaticano

Del Vatican Insider

Apenas 70 “padres” del Concilio Vaticano II todavía viven. Obispos que contribuyeron a la historia de la Iglesia católica participando, con voz y voto, en esa asamblea episcopal iniciada el 11 de octubre de 1962. El 10 por ciento de esos supervivientes son mexicanos. Entre ellos destaca uno de apellido polaco, Arturo Antonio Szymanski Ramírez. Pese a sus 90 años el arzobispo emérito de San Luis Potosí parece más un “pastor” del futuro que del pasado. Y tiene una idea clara: no hace falta un Vaticano III cuando los católicos apenas conocen el último Concilio.

En octubre de 1962 Roma estaba repleta de clérigos. Más de dos mil “padres conciliares” habían llegado a la capital italiana desde todos los rincones del planeta para asistir al encuentro convocado por Juan XXIII. Unos 40 eran mexicanos, la mayoría jóvenes apenas ordenados. Entre ellos se encontraba Szymanski, quien había recibido la ordenación episcopal dos años antes -a la edad de 38- y entonces era coadjutor de la diócesis de Tuxtla Gutiérrez.

Pocos días después de la apertura del Concilio, el arzobispo de Varsovia, Stefan Wyszyński, organizó una cena en un restaurante de la Via della Botteghe Oscure. Debían compartir la mesa con él todos los padres de apellido eslavo. Estaban invitados estadounidenses, alemanes y de otras nacionalidades, pero el único que se presentó fue el mexicano, nieto de un general polaco.

Wyszyński lo sentó a su derecha mientras, a su izquierda, colocó al joven auxiliar de Cracovia: un obispo de nombre Karol Wojtyla. “Ahí sin querer empezó una amistad mutua. Al terminar el cardenal me preguntó si tenía coche, pero yo había en taxi. Así que Lolek me llevó hasta donde estaba hospedado a bordo de un Fiat 500”, relató con nostalgia Szymanski al Vatican Insider. La afinidad entre ambos duró años, durante los cuales intercambiaron asiduamente cartas, incluso cuando Wojtyla era el Papa Juan Pablo II.

Más allá de las anécdotas sobre el Concilio, el clérigo mexicano está seguro de una cosa: los fieles católicos de hoy desconocen el Vaticano II. No han profundizado en su contenido y no lo aplican. Por eso no tiene lógica pensar en un nuevo Concilio, un “Vaticano III”, como algunos sectores de la Iglesia han propuesto.

Al contrario, para el arzobispo emérito Benedicto XVI “le ha dado en el clavo” al convocar el “Año de la Fe”, un jubileo cuyo principal objetivo es recuperar el sentido de lo propuesto por los “padres conciliares” 50 años atrás. “Este tiempo puede ser una oportunidad para que los creyentes puedan de verdad vivir como se preveía en tiempos del Concilio”, estableció.

E insistió: “Quienes nos decimos católicos no conocemos bien el Vaticano II, hay que profundizar. Es mejor pocos pero bien motivados a tener templos llenos de personas ignorantes”.

Para Szymanski las discusiones de aquella cumbre episcopal nunca tuvieron un espíritu de contraposición y de ruptura. Se podía “pelear por la Iglesia” al momento de los debates en aula y después, con caridad, compartir la comida, precisó. Así el episcopado mundial maduró, los obispos se aceptaron a pesar de las diversas opiniones.

“En el Concilio se vivió la frase atribuida a San Agustín: en lo esencial unidad, en lo accidental libertad y en todo caridad”, afirmó. Y estableció que, “si se lee el mensaje de Pablo VI para el final del Concilio, su contenido es plenamente vigente”.

Por eso en 2010, cuando el arzobispo mexicano cumplió 50 años de ministerio episcopal, mandó una carta a al Papa pidiéndole participar en las celebraciones por el aniversario del Vaticano II. Su petición fue concedida. El 11 de octubre compartió con el pontífice la misa por la apertura del “Año de la Fe” en la Plaza de San Pedro. Cuando lo vio Benedicto XVI le dijo: “Usted es una de las columnas sólidas del Concilio”. Él le respondió: “Sí, porque tuve la base sólida de concreto de un teólogo llamado Ratzinger”.