21.10.12

Biblia

35 Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.» 36 El les dijo: «¿Qué queréis que os conceda?» 37 Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» 38 Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» 39 Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo conque yo voy a ser bautizado; 40 pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» 41 Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42 Jesús, llamándoles, les dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. 43 Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, 44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, 45 que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»

COMENTARIO

Servir para ser el primero

Los que seguían a Cristo más de cerca, aquellos que como apóstoles lo acompañaban a todas partes, escuchaban lo que decía y trataban de acercarse lo más posible al Maestro, eran seres humanos y como tales actuaban. Intereses propios y, seguramente, alejados de la Verdad.

Quieren, los que Jesús llamara Boanerges por lo impetuoso de su proceder, estar en una posición ventajosa al respecto de sus compañeros. Le piden a Jesús estar cada uno a cada lado de Hijo de Dios. ¡Qué menos, deberían pensar!

Para eso deben, primero, creer; luego, proceder de acuerdo con lo que creen y, más tarde, aceptar las consecuencias de lo que suponía tan creencia. Y la cosa iba mucho más allá de aquel saber que si el hijo el Hombre no tenía donde recostar la cabeza, dónde la iban a recostar sus discípulos más cercanos…

Pero había más, mucho más.

Jesús les decía, a los que pedían lo que sólo Dios otorga, lo que iba a ser su vida en los próximos tiempos: bebería una copa muy difícil de beber y sería bautizado con un bautizo difícil de asumir. La copa sería de la amargura de la muerte y el bautizo… de sangre en cruz. Y ellos, que no sabía, seguramente, a lo que se refería el Maestro cuando aquello les decía, asienten. Sí, también beberán de aquella copa y recibirán aquel bautismo. Y, en efecto, así será aunque cada uno de ellos de una forma y en unas circunstancias particulares y distintas.

Pues ni aún así podían esperar que, por eso, en la vida eterna cada uno se sentara a un lado del Hijo de Dios. Eso sólo lo decide Dios y ellos se tenían que limitar a cumplir con la misión que tenían que cumplir. El resto ya vendría cuando Dios y como Dios quisiera que viniera.

No es de extrañar que el resto de apóstoles se enfadaran con los hermanos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan. ¿Quién eran ellos para situarse por encima del resto que, seguramente, querían lo mismo?

Pero Jesús sabía que aquel era un buen momento para enseñar algo que, en su Reino, es definitivamente expresión de sometimiento a la voluntad de Dios. Resultaba muy importante entender que si Él no había venido a ser servido sino a servir (como luego haría lavando los pies a sus apóstoles en la Última Cena) lo mismo tenían que hacer ellos. Y servicio, el servir, era lo que les recomendaba y, en cierto sentido, mandaba llevar a cabo.

Servir para ser los primeros porque sirviendo se es el último al tener a los demás como objeto de atención; servir y no querer ser servido para ser esclavo de quien lo necesita. Ser esclavo para ser, así, el primero en el definitivo Reino de Dios.

PRECES

Por todos los que ansían lugares de preponderancia en la vida terrena.

Roguemos al Señor.

Por todos los que no quieren servir sino ser servidos.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a servir a nuestros hermanos y, en general, a quien lo necesite.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán