27.10.12

Un fin del mundo… ¿metafísico?

A las 9:19 AM, por Luis Santamaría
Categorías : Fragmentos de apocalipsis

 

Fragmentos de apocalipsis (18)

Se acerca el 21 de diciembre de 2012 y la gente sigue preguntando por el fin del mundo. Me he acordado de que el año pasado estuve en una feria esotérica de ésas que se multiplican como las setas en tiempos de crisis, y por fin gasté algo de dinero. No me acerqué al tarot ni me fotografié en busca del aura, sino que compré un simple libro. Y como anuncia “lo que va a pasar” en el famoso fin del mundo que nos toca ahora, he procurado leerlo –y reseñarlo– antes de su fecha de caducidad. Se titula Predicciones mayas metafísicas y su autor es Rubén Cedeño. Lo edita Metafísica Ibérica, y precisamente en la caseta de esta organización es donde lo adquirí. No vayan a buscar en el Diccionario qué es la metafísica, que ya lo copio yo aquí: la parte de la filosofía que trata del ser en cuanto tal, y de sus propiedades, principios y causas primeras. Pero aquí hablamos de otra cosa: de un movimiento esotérico contemporáneo denominado “Metafísica”. Hecha esta aclaración, continuamos.

Es interesante ver cómo se presenta este grupo en el papel de propaganda que repartían en la feria, y que comienza directamente con una excusatio non petita: “la Enseñanza Espiritual Metafísica no va en contra de la iglesia católica ni de ninguna otra religión. Sus Enseñanzas están basadas en las más puras, bellas y constructivas instrucciones de los Santos y Maestros del cristianismo y de toda la humanidad. No practica ningún tipo ocultismo, esoterismo, espiritismo, arte adivinatoria, superstición ni superchería denominada como ‘Nueva Era’”. Es curioso que empiecen “aclarando” su no beligerancia antirreligiosa para pasar luego a decir todo lo que no son y no hacen. Es más curioso aún que, contradiciendo a esta retahíla de buenas intenciones, la colección en la que se enmarca el libro se llame “Ciencias de la Nueva Era” y que yo lo haya comprado en una feria esotérica. Serán casualidades.

Ya sabemos algo –es un decir– sobre la organización editora. ¿Y el autor? ¿Quién es el tal Rubén Cedeño? Pues todo un sabio, según parece, porque ha escrito 480 libros y ha dado numerosas conferencias en muchos sitios. Éste es, en resumen, su currículum. ¿Y de qué va el libro? ¿Se acabará el mundo en diciembre? Siento decirles que no. Al menos, eso es lo que afirma Cedeño. En la breve presentación se resume el contenido de la obra: “se ocupa de contrarrestar la mala influencia que producen los vaticinios nefastos, y se dedica a hablar de los tópicos más bellos, sabios, espirituales y trascendentales de la ‘Cultura Maya’. También se aboca a comentar la forma en que el ‘Calendario Maya’ predice un universo mejor a partir del año 2012”.

Eso sí, que el lector no se haga muchas ilusiones… porque el comienzo es sorprendente, al descubrir la nota preliminar del autor, que inicia con esta confesión: “me he dedicado a escribir estas páginas sin saber mucho del Calendario Maya, y conociendo muy poco de esta Cultura, así que disculpen las faltas que pueda tener al respecto”. Es de agradecer esta sinceridad, que ya podrían tener tantos maestros y gurús de la órbita de la Nueva Era que emplean el mismo rigor que el señor Cedeño. Pero a éste le recomiendo que, ya que lo reconoce, le cambie el título al libro y suprima las fotos de restos arqueológicos mayas de la cubierta, para no engañar al comprador.

Al menos el enfoque es positivo, dejando a un lado las catástrofes. Como señala el autor, “lamento decepcionar a todo aquel que busque en estas páginas alguna profecía Maya que asevere la destrucción de la Tierra. Aquí no se habla de ningún desastre, ni se da ninguna fecha para el fin del mundo”. Hasta hace una crítica de lo apocalíptico, señalando cómo no se han cumplido las profecías de calamidades que ha habido hasta ahora. Bueno, o las “profesías”, como leemos en el índice una y otra vez. Desconozco –ya que no tengo el don de la videncia sobrenatural– si se trata de una influencia de la dicción latinoamericana o más bien una infiltración del popular personaje Makinavaja con su fonética peculiar.

Cedeño explica todo desde el principio del mentalismo: “todo es mente”. Para los que no estén muy puestos en estas elucubraciones metafísicas y esotéricas, esto quiere decir que lo que se piensa mucho acaba haciéndose realidad. “La mente, combinada con los sentimientos, decretos, el Plan Divino y el Karma, diseñan y manifiestan cómo ha de ser el futuro de nuestras vidas; si se desea, puede ser muy armónico y placentero, sin devastaciones, destrucciones, terremotos ni tsunamis”. Qué bonito, ¿verdad? Las típicas afirmaciones de la autoayuda más pedestre propia de las espiritualidades vulgarizadas del “buen rollo”.

Pero sigamos leyendo en la misma línea: “si hay rumores de profecías nefastas, por medio del Mentalismo se pueden cambiar y hacer que desaparezcan, quitándoles poder con la mente y los sentimientos”. Todo es tan fácil para esta gente… Además, el autor metafísico se atreve a “demostrar” estas afirmaciones, y lo hace con el caso del terremoto que tuvo lugar en Caracas en 1967, meses después de que lo predijera una vidente italiana. Según Rubén Cedeño, “millones de personas lo mentalizaron, se impresionaron y, por Principio de Mentalismo, lo atrajeron y produjeron”. En el fondo, una versión esotérica de la “profecía autocumplida”. Otro ejemplo sería el 11 de septiembre de 2001, que habría sucedido como en las películas, copiando la realidad a la ficción.

Entonces, la conclusión “lógica” de todo esto, para el autor, es que “de tanto mentalizar un desastre para el año 2012, se puede producir algo, pero no será confirmación de la veracidad de las predicciones, sino producto de la fuerza mental aunada de tanta gente pensando lo mismo”. Otro razonamiento absurdo de Cedeño es la personalización del apocalipticismo: “aquello que uno teme, eso malo atrae. Si temes el fin del mundo, eso sucederá, pero para ti, pues le acontecerá solamente al que lo cree”. Con un poco de fe, por tanto, basta para que el mundo no se acabe. La explicación profunda de toda esta realidad es la siguiente: los elementales que conforman la naturaleza “lo oyen todo”, y obedecen lo que decimos los hombres, y que ellos interpretan como órdenes. Sabido esto, ¿cuál es la solución? Utilizar el “Fuego Violeta”, que transforma lo negativo en positivo.

¿Han entendido algo? No se preocupen, que es el lenguaje propio del esoterismo, ya sea el más elevado, ya sea el vulgarizado, el que nos venden a la gente en estas ferias alternativas. Eso sí, queda mucho libro por repasar. Así que continuaré abriendo los tesoros ocultos de esta obra profética en un siguiente artículo. Que no es plan de hacer leña del árbol caído tras el 21 de diciembre.

Luis Santamaría del Río
En Acción Digital, 20/08/12

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