30.10.12

 

Hoy damos una de esas noticias que alegra el alma. Un paisano mío, José Borrel Doz, acaba de publicar un libro. La cosa no tendría nada de particular sino fuera porque el joven oscense de 24 años tiene síndrome de Down y en su obra se dedica a contar cómo ha sido su experiencia de vida en los últimos tres años, desde que decidió que iba a vivir solo.

Sinceramente no sé cuantos hombres y mujeres con síndrome de down pueden establecerse por su cuenta. Ni me importa. La dignidad de un ser humano no depende de su mucha o poca necesidad de ayuda para vivir. Y mucho menos la condición de enfermo. Ni la peor de las enfermedades incapacitantes alcanza a la gravedad del mal que padece, por voluntad propia, una sociedad que ejerce la miseria de manera repugnante matando a los seres humanos antes de nacer. Y cuando la razón para esa matanza es que el no nacido viene enfermo, entramos ya en el terreno de lo puramente luciferino.

El actual gobierno de España va camino de acercarse a su primer año de existencia. Desde el primer momento, el Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, anunció un cambio en la ley del aborto. En julio pasado, dijo que no será legal matar a un no nacido con minusvalía o malformación. La intención, desde luego, es buena. Pero no basta con las buenas intenciones. Hay que pasar a los hechos. Con la cantidad de técnicos y asesores que trabajan para el ministerio, ¿a qué están esperando para sacar esa nueva ley? ¿es que no se da cuenta el ministro que mientras tanto siguen asesinando legalmente a todos los muchachos y muchachas que, como José Borrel, pueden dar a la sociedad un ejemplo de superación digno de encomio?

Don Alberto, no espere más. Los que somos provida damos por hecho que la nueva ley no va a impedir la masacre continua del aborto en este país. Nos tememos que haya supuestos que serán un coladero, como ocurría con la primera ley socialista que el Partido Popular no modificó. Sí, esa ley que permitió que se llegaran a los cien mil abortos al año en España. Pero aun así, el mero hecho de que haya un avance en la protección a los no nacidos enfermos, será algo de lo cual felicitarse. Será la primera vez que, siquiera nominalmente, la cultura de la muerte dará un paso atrás en España. Ya toca.

Luis Fernando Pérez Bustamante