ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 31 de octubre de 2012

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El Papa apuesta por la familia en el Año de la Fe.

EL AMOR SE APRENDE- BENEDICTO XVI- 2ª Ed.- Presentación del Cardenal BERTONE- La familia es la primera escuela donde se aprende a amar de verdad. Así nos lo presenta el Santo Padre, abriéndonos su corazón al hacer memoria de su propia experiencia en el seno de su familia. Una visión profunda de la familia en el Año de la Fe, una obra dirigida a los fieles católicos y a la sociedad en su conjunto.

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Santa Sede

''En la comunidad eclesial la fe personal crece y madura''
Nueva catequesis de Benedicto XVI por el Año de la Fe

Hace 500 años Miguel Ángel presentó el fresco de la bóveda de la Sixtina
El cardenal Bertello recordó la efeméride ante Benedicto XVI en el rezo de Vísperas

Nueva Evangelización

Desde América Latina aportamos la práctica de la misión, no solamente la teoría
Entrevista a monseñor José Grullón, obispo dominicano de San Juan de la Maguana

VENTANA AL MUNDO

''Caminar juntos en las tinieblas y en el horizonte luminoso del duelo''
Los religiosos camilos de Madrid vierten su experiencia en un libro

Nicaragua: Una semana de encuentro personal con Jesús
Clausurado el Congreso Eucarístico de Managua

Bolivia: nuevo obispo auxiliar de Santa Cruz de la Sierra
El sacerdote René Leigue Cesari, del clero de la misma diócesis

Bolivia: Nombrado obispo auxiliar de Cochabamba
El sacerdote Robert Herman Flock Bever, de la diócesis de La Crosse, Estados Unidos

México: Nuevo obispo de Puerto Escondido
Monseñor Pedro Vázquez Villalobos, vicario general de la diócesis de San Juan de los Lagos

LA LITURGIA DE LA IGLESIA

La música tiene que despertar devoción, admiración, deseo de cambiar ante tanta nobleza
Habla monseñor Pablo Colino, el autor del himno a san Juan de Ávila, premio ¡Bravo! 2012

Entrevistas

La solidaridad, la justicia y la igualdad se convierten hoy en misión
Entrevista a Maite Uribe, directora general de la Institución Teresiana

Flash

Chile: Debate para la presidencia de los estudiantes de la Universidad Católica
Organizado por la Facultad de Teología del centro académico

Mensaje a nuestros lectores

Mensaje a los lectores

Documentación

La fe nace en la Iglesia, conduce a ella y vive en ella
Continúa la catequesis de Benedicto XVI por el Año de la Fe


Santa Sede


''En la comunidad eclesial la fe personal crece y madura''
Nueva catequesis de Benedicto XVI por el Año de la Fe
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- En continuación con su catequesis por el Año de la Fe, el santo padre Benedicto XVI abordó un tema de vital importancia: “La fe de la Iglesia”, refiriéndose a que si el cristiano nace a la fe dentro de esta, también allí podrá crecer y madurar con la comunidad.

En su acostumbrado estilo didáctico, el papa se preguntó con los oyentes: ¿La fe tiene solo un carácter personal, individual? ¿Solo me interesa a mi como persona? ¿Vivo mi fe yo solo? Las respuestas a estas preguntas fueron desarrolladas ampliamente durante el transcurso de su enseñanza semanal, a la que llegaron miles de fieles que abarrotaron la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El texto íntegro de la Catequesis puede leerse en: http://www.zenit.org/article-43496?l=spanish.

Sobre lo primero, dijo que si bien el acto de fe es un acto personal, esta “no es el resultado de mi reflexión solitaria, no es el producto de mi pensamiento, sino que es el resultado de una relación (...) es el comunicarse con Jesús, el que me hace salir de mi "yo", encerrado en mí mismo, para abrirme al amor de Dios Padre”.

Y como producto de este abrirse a la trascendencia de Dios, el santo padre aseguró que el cristiano está unido a todos aquellos que van por el mismo camino. Y es con los demás, durante toda la vida, que se construye la fe personal, porque “la fe me ha sido dada por Dios a través de una comunidad de creyentes que es la Iglesia, y por lo tanto me inserta en la multitud de creyentes, en una comunidad que no solo es sociológica, sino que está enraizada en el amor eterno de Dios (...) que es Amor trinitario”.

Recordó también que la fe es personal, solo si es a la vez comunitaria. “Puede ser ‘mi fe’, solo si vive y se mueve en el ‘nosotros’ de la Iglesia, solo si es nuestra fe, nuestra fe común en la única Iglesia”, subrayó.

Creer como acto eclesial

Indicó el sumo pontífice, que cuando cada domingo se reza el “Credo”, si bien el creyente se expresa en primera persona, lo que realmente hace es confesar comunitariamente la única fe de la Iglesia, porque “ese ‘creo’ pronunciado individualmente, se une al de un inmenso coro en el tiempo y en el espacio, en el que todos contribuyen, por así decirlo, a una polifonía armoniosa de la fe”. Y recordó cómo el Catecismo de la Iglesia Católica resume de forma clara que creer “es un acto eclesial, (y) la fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe” (cf. CIC n. 181).

Y ha sido a través de la historia, desde el origen del cristianismo con Pentecostés y con aquel famoso discurso de Pedro que convirtió a tantas personas, cómo la Iglesia se fue convirtiendo en depositaria de dicha fe, y es la que interpreta el mensaje salvífico. Pero sobre todo es la que anuncia el misterio pascual de Jesucristo y lleva a los hombres hacia Dios, con el mismo método de llamado a la conversión predicado ayer y hoy.

En esta Iglesia, enseña Benedicto XVI, “estamos inmersos en comunión con los demás hermanos y hermanas en la fe, con todo el Cuerpo de Cristo, sacándonos fuera de nuestro aislamiento”. Y citó la constitución dogmática Lumen Gentium del Vaticano II, que en el numeral 9 dice a la letra:“Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente”.

Y fue muy oportuno en recordar cómo, en el rito del Bautismo, cuando concluyen las promesas y se expresa la renuncia al mal, el celebrante dice con toda autoridad: “Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús Nuestro Señor”.

Depósito y maestra de la tradición

Quiso destacar también el santo padre, cómo en la vida de la Iglesia hay una cadena ininterrumpida de proclamación de la Palabra de Dios y de la celebración de los sacramentos, que al llegar hasta nosotros “conservada y transmitida fielmente”, se ha convertido en la Tradición de la Iglesia. Esta --en sus palabras--, “nos da la seguridad de que lo que creemos es el mensaje original de Cristo, predicado por los Apóstoles (cuyo) núcleo del anuncio primordial es el acontecimiento de la Muerte y Resurrección del Señor, de donde brota toda la herencia de la fe”.

Como se recuerda, la última pregunta del papa en su introducción a esta Catequesis fue “¿Vivo mi fe yo solo?”. A esto responde él mismo que “es en la comunidad eclesial donde la fe personal crece y madura”. Por eso hizo ver a los presentes --que lo escuchaban con una atención expectante, buscando respuestas--, cómo el Nuevo Testamento llama “santos” a los cristianos como un todo, pero no en referencia a que todos tenían las cualidades para ser declarados santos por la Iglesia, sino que “los que tenían y habían vivido la fe en Cristo resucitado, fueron llamados a convertirse en un punto de referencia para todos los demás, poniéndolos así en contacto con la Persona y con el Mensaje de Jesús, que revela el rostro del Dios vivo”.

Ante esto, invitó a los cristianos “a dejarse guiar y formar poco a poco por la fe de la Iglesia”, la cual, a pesar de ser limitada por sus debilidades y sus dificultades, sigue siendo “una ventana abierta a la luz del Dios vivo, que recibe esta luz y la transmite al mundo”. Con esta inyección de optimismo y motivando a llevar esa fe a los demás, dio un impulso a su llamado cuando citó al beato Juan Pablo II en el numeral 2 de la encíclica Redemptoris Missio que contiene aquella frase memorable: “¡La fe se fortalece dándola!”

Advirtió finalmente que las tendencias actuales quieren relegar la fe al ámbito privado, contradiciendo por tanto su propia naturaleza. Por lo que invocó a los cristianos a vivir su fe en la Iglesia, para “experimentar los dones de Dios, como son su Palabra, los sacramentos, el sostenimiento de la gracia y el testimonio del amor”. Esto, en ideas del papa, permitirá responder con amor a un mundo que, por su individualismo, regula y hace frágiles las relaciones entre las personas. (javv)

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Hace 500 años Miguel Ángel presentó el fresco de la bóveda de la Sixtina
El cardenal Bertello recordó la efeméride ante Benedicto XVI en el rezo de Vísperas
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto del discurso en homenaje a Benedicto XVI del cardenal Giuseppe Bertello, presidente del Gobernatorado del estado de la Ciudad del Vaticano, en la celebración de las primeras vísperas de la solemnidad de Todos los Santos, en ocasión de los 500 años de la inauguración de la Capilla Sixtina.

*****

Beatísimo Padre:

Estamos profundamente agradecidos a Su Santidad, que ha querido renovar esta tarde el gesto de Su Predecesor, el papa Julio II de la Rovere, quien hace quinientos años celebró las primeras vísperas de la Solemnidad de Todos los Santos en esta Capilla Sixtina. De hecho, aquella misma tarde, Miguel Ángel le había presentado el fresco de la bóveda, que todavía hoy, podemos admirar con la misma admiración que entonces.

Contemplando tanta belleza, surge de forma espontánea hacer nuestros los sentimientos del salmista: "Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios Sion".

Nuestra oración es, ante todo, por las intenciones que Su Santidad lleva en Su corazón de Padre y Pastor de la Iglesia Universal y por los que visitan este lugar que, como usted nos ha dicho hace pocos días, representan muchas personas que no conocen el Evangelio, "el mayor contacto, y a veces el único, con la Santa Sede y por eso es la ocasión privilegiada de conocer el mensaje cristiano".

Gracias, Santidad.

Traducción del italiano de Rocío Lancho García

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Nueva Evangelización


Desde América Latina aportamos la práctica de la misión, no solamente la teoría
Entrevista a monseñor José Grullón, obispo dominicano de San Juan de la Maguana
Por José Antonio Varela Vidal

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Ya tiene las maletas listas para regresar, luego de tres semanas de trabajo como padre sinodal en la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Monseñor José Dolores Grullón Estrella es obispo de San Juan de la Maguana, una cálida diócesis ubicada en el departamento centro oeste de San Juan, en la República Dominicana.

ZENIT dialogó con el obispo dominicano. Como latinoamericano, y a la vez protagonista directo del desarrollo de las principales iniciativas misioneras asumidas por la V Conferencia General del Consejo del Episcopado Latinoamericano (CELAM) en Aparecida en 2007, monseñor Grullón regresa a su diócesis para continuar lo que venía haciendo con sus feligreses: vivir todos en misión permanente. Y él, en lo personal, quizás seguirá grabando sus reflexiones diarias que difunde a través de la web del Obispado.

¿Le sorprendió que el papa en su homilía de clausura del Sínodo, mencionara como único ejemplo de evangelización directa a la “Misión Continental” de América Latina?

--Monseñor Grullón: Es que la Misión Continental fue una conclusión, un propósito, un compromiso de la Conferencia de Obispos en Aparecida. Yo fui parte de la comisión preparatoria y pensamos que no podía quedar solo como un documento, por lo que comenzamos a pensar qué podría quedar... Y algo que quedó fue el Tríptico, que es el anuncio del kerigma por las casas. Por ejemplo en mi país se sacaron tres millones para llevárselo a cada familia, casa por casa, con retiro de preparación, fue toda una misión. Esta misión se organizó en todo el continente. Luego se conformó una comisión para darle el seguimiento, donde participé también, y se prepararon documentos sobre cómo dar el primer anuncio, cómo dar una catequesis kerigmática y muchos otros materiales que han permanecido.

Parece entonces que todo eso llegó a los oídos del papa, ¿no?

--Monseñor Grullón: Sí, esto ha repercutido, y en el mismo Sínodo salió mucho. Para el mismo Aparecida, el papa Benedicto XVI fue un factor muy importante, porque se quería desde Roma que fuera como los sínodos, que se dieran propuestas para que luego alguien las recogiera. Pero entonces el papa fue el primero en decir que hiciéramos según la forma que nosotros ya teníamos, él nos apoyó y le dio mucho seguimiento. Después el documento llegaría al papa y él ya sabía que nuestro compromiso era la Misión Continental. Posteriormente, no solo ha ido a América Latina, sino que la directiva del CELAM ha venido a verlo y le ha presentado el éxito de lo que ha sido la “Misión Continental permanente”, que ahora lo decimos así, porque es algo permanente.

En lo personal, ¿cómo ha percibido esta experiencia del Sínodo?

--Monseñor Grullón: Creo que aquí se ha dado una vision universal de la Iglesia. En las intervenciones los obispos han expresado sus retos, sus ansias, sus necesidades, su trabajo, sus limitaciones, sus choques con la cultura, y cómo entrar a las diferentes culturas con sus problemáticas. Además un respeto muy grande a las otras religiones, porque si algunos creemos en Jesucristo, es una primera cosa que puede llevarnos a la unidad. Y los que no creen en Cristo, por lo menos tienen muchos valores que son cristianos y eso es importante.

Una Iglesia en diálogo, muy en contacto con la cultura moderna, ¿no?

--Monseñor Grullón: Yo saco esa impresión, como un llamado a la universalidad de la Iglesia... Que la Iglesia tiene un papel grande de acoger las culturas, de acoger todo, porque la Iglesia es luz del mundo. Se debe acoger todo para poder iluminarlo, porque si uno no acoge las cosas, no puede influenciar, si uno no se acerca no puede llegar a ellos.

¿Cómo ha recibido el mensaje final y las recomendaciones...?

--Monseñor Grullón: Algo muy importante fue que nosotros, desde América Latina, tratamos que algunas cosas sean incluidas y así ha sido. Las proposiciones acogen muy bien lo de la misión, de que la Iglesia es misionera; porque teológicamente todos estamos de acuerdo, pero en la práctica esto debe hacerse, y eso ya es otra cosa. Nosotros desde América Latina aportamos la práctica, no solamente la teoría, en el sentido de que la Misión sí es posible hacerla.

¿Entonces todos deben hacerla?

--Monseñor Grullón: Un problema que tenemos en la Iglesia entera, es que nuestros sacerdotes no saben cómo hacer una misión, no están preparados para la misión. Una cosa que ha salido en el Sínodo es que a nuestros seminaristas debemos prepararlos para la misión, para que sean evangelizadores, y no solamente teólogos. Hablamos de la misión en general, incluida la urbana.

Ha habido entonces un énfasis en esto…

--Monseñor Grullón: A la iniciación cristiana se le ha dado mucha fuerza durante el Sínodo, comenzando desde la primera evangelización, el anuncio del kerigma. Porque eso lo hemos descuidado mucho, y hemos creido que somos un pueblo converso, un occidente convertido. Pero nos hemos olvidado de que hay un primer anuncio que es Jesucristo, el kerigma, que es el punto de partida para que se provoque el encuentro con Cristo. Creo que esto ha quedado bien claro en el Sínodo.

¿Qué otro punto destacaría de los documentos finales?

--Monseñor Grullón: Lo de las comunidades… Porque tú evangelizas, lanzas el primer anuncio, pero es para convocar comunidades. Yo me propuse esto, y precisamente esa fue mi presentación a partir de todas la experiencias de América Latina, así como de nuestra experiencia en República Dominicana, ya que las comunidades son las que realmente hacen el trabajo. Esto debido a que un sacerdote sin comunidades, no hace nada. Pues nuestras comunidades son las que llevan el mensaje a los más alejados, son las que preparan los bautizos, van casa por casa, y a través de un censo van donde no están los bautizados. También salió lo de la importancia de la visita casa por casa, la visita domiciliaria, ya que en este mundo en que hay como un individualismo, es el momento más adecuado para llegar a las familias.

Si hablamos de casas, nos referimos también a departamentos que están dentro de edificios, con muros, porteros, intercomunicadores…

--Monseñor Grullón: La gente cree que es más difícil llegar a los conglomerados de departamentos, pero eso es lo más fácil, porque basta que consigas una familia que viva dentro de ese conglomerado de departamentos, y esa es la familia llamada a formar las comunidades, para hacer el censo y saber como está la situación de cada uno. Y además, en esos edificios hay sitio para reuniones, salas, hay todas las facilidades para vivir la Iglesia al interior de los mismos.

¿Cómo es una sesión de trabajo en dichas comunidades?

--Monseñor Grullón: Ellos se reúnen semanalmente. Son familias vecinas, no muchas personas, 6 o 7 familias que se congregan. Usan el método de la Lectio Divina con el evangelio del domingo siguiente, tratan de analizarlo y en la misa confrontan lo que han dicho ellos con lo que dice el sacerdote. Pero no todo se resuelve con las pequeñas comunidades, son importantes también los movimientos que atraen distintas clases de personas. Por ejemplo tenemos allá al movimiento Emaús, que está atrayendo a muchas personas que se habían alejado, personas clave en la sociedad como médicos y otros profesionales. Esto en todo el país es un punto muy importante, porque están muy ligados a la Iglesia, a las parroquias y están dando como un aire nuevo, porque lo que se trata es de servir.

¿Se refiere a dar testimonio cristiano a través del servicio?

--Monseñor Grullón: Lo que pasa es que en la Iglesia creemos que lo principal es predicar, con palabras; y entonces la gente te dice que no sabe predicar, que no sabe orar, ¡pero sí sabe servir! Y tú puedes convocarlo para el servicio. Y por ejemplo, esta gente profesional se pone a cocinar y a servir en la mesa, y eso atrae a los otros al ver cómo sirven….

ZENIT viene sirviendo por 15 años y está de aniversario…, ¿Cuál sería su mensaje?

--Monseñor Grullón: Lo del trabajo de ZENIT es muy importante, porque es un recoger las noticias para que nos llegue a nosotros, a todo el mundo, de un modo tan asequible. A mí me llega, aunque no me he suscrito, así es que se ve que quieren evangelizar y eso es importante. ¡Porque en la evangelización, lo importante es el querer! Creo que mantener ese noticiero escrito de ZENIT, para que llegue a todos, es muy importante porque es una ventana abierta. Yo todos los días, lo primero que hago es leerlo, porque así uno se entera por dónde va la Iglesia Universal…

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VENTANA AL MUNDO


''Caminar juntos en las tinieblas y en el horizonte luminoso del duelo''
Los religiosos camilos de Madrid vierten su experiencia en un libro
MADRID, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Francisco Álvarez, superior provincial de los Religiosos Camilos y director de la revista Humanizar, y José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud, experto en counselling y duelo, han publicado un libro que puede ayudar a iluminar el sufrimiento en el momento de la pérdida de un ser querido.

Editado por Desclée de Brouwer, “Orar en el duelo” se propone aliviar al que sufre. Viene a cubrir un vacío. Es poema y testimonio, nacido en el contexto del servicio que los religiosos camilos prestan en el Centro de Escucha San Camilo, del Centro de Humanización de la Salud en Tres Cantos, Madrid, España.

Publicamos una entrevista a José Carlos Bermejo, facilitada por el Centro de Humanización de la Salud.

¿Por qué un libro “para conversar amablemente con Dios, individual y comunitariamente”?

--José Carlos Bermejo: Es un recurso más en el contexto de la labor del Centro de Humanización de la Salud en el programa de intervención en duelo. Impartimos un posgrado, atendemos a cientos de personas, hemos escrito varios libros para los dolientes y para acompañantes. Este es un recurso más para el corazón.

En la vida humana hay experiencias que sugieren trascendencia… entre ellas, las de pérdida…

--José Carlos Bermejo: El duelo nos arranca de lo más hondo de nuestro corazón una de las preguntas más difíciles –y quizás negadas- que las personas nos hacemos: ¿qué me cabe esperar después de la muerte? La trascendencia, que es también un dinamismo para el más acá la experimentamos en el duelo de una manera muy especial. Sentimos que amamos más allá de la presencia del ser querido. Seguimos amando en la ausencia.

Un modo de orar es presentar a Dios nuestras necesidades, “Expresar en lugar de pedir”…

--José Carlos Bermejo: Si “orar es hablar con Aquel que sabemos que nos ama”, como decía Santa Teresa, El ya conoce nuestras necesidades. Cuando las presentamos, yo creo que expresamos nuestros anhelos más profundos. No informamos a Dios, sino mostramos nuestra indigencia y nuestra confianza. Quizás podemos poner más en sintonía nuestra comunicación con Dios dejando a Dios ser Dios.

En los textos de este libro encontramos la invitación a la confianza en Dios…

--José Carlos Bermejo: El creyente se apoya en la confianza, que llevada al límite se llama abandono. Es una de las características más específicas del dinamismo de la esperanza. El que espera, confía. Más allá de los límites del tiempo, confiamos en el triunfo del amor sobre la muerte, de alguna forma de Vida. Más allá, los creyentes esperamos ser todo en Dios.

Ni Dios ni la oración son anestésicos que nos liberen del sufrimiento por la pérdida, pero nos ofrecen una nueva oportunidad de vivir más humanamente el dolor: narrado, compartido, descrito, en clave de esperanza…

--José Carlos Bermejo: La oración tiene también poder de aliviar porque libera de sentimientos no expresados, de posibles soledades no puestas en clave de relacionalidad. Quien ora, dialoga, se abre, sale, mira más allá, más adentro, narra y, por lo mismo, se humaniza.

Este libro nace en el contexto del servicio que los religiosos camilos prestan en el Centro de Escucha (CE) San Camilo. A partir de este servicio han surgido y surgen otros “CE San Camilo” en España y el resto del mundo…

--José Carlos Bermejo: Es una de las cosas más hermosas que contemplo en el paso de los años: el nacimiento y desarrollo de Centros de Escucha especialmente sensibilizados ante el sufrimiento de la pérdida de un ser querido. Me emociona. Es un indicador de una forma muy fina de compasión y solidaridad: caminar juntos en las tinieblas y en el horizonte luminoso del duelo.

Sobre el libro y el Centro de Humanización de la Salud, ver: humanizar.es.

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Nicaragua: Una semana de encuentro personal con Jesús
Clausurado el Congreso Eucarístico de Managua
MANAGUA, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Con la presencia de Jesús Sacramentado en medio de los centenares de fieles que se hicieron presentes en la Catedral de Managua, se clausuró el Congreso Eucarístico Misionero en la Archidiócesis de Managua, el viernes 26 de octubre. La Santa Misa fue presidida por monseñor Leopoldo José Brenes, quien encabezó la procesión con Jesús en el Santísimo Sacramento.

La homilía estuvo a cargo de monseñor Luis Augusto Castro, arzobispo de Tunja, Colombia, quien mencionó tres aspectos de como recibir a Jesús en la Eucaristía. “Jesús ha cumplido su promesa de estar con nosotros todos los días de nuestras vidas en la Eucaristía", dijo.

Pero ¿cómo podemos nosotros recibir a Jesús?, se preguntó. Y respondió: debemos de recibir a Jesús: como a un amigo, y tenemos que estar listos para recibir de la mejor manera a Jesús; recibamos a Jesús como pan, un Pan de Vida, “el que como de este pan tendrá vida en abundancia”, tenemos que alimentar nuestra alma con Jesús; y recibamos a Jesús en la Eucaristía como Dios y Señor.

El arzobispo de Managua agradeció la presencia de monseñor Castro ya que hizo un viaje desde Roma para poder participar en este congreso. De igual modo participó monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, quien venía llegando de Perú en donde impartió unas conferencias. Así como monseñor Bernardo Hombach, obispo emérito de Granada, Nicaragua, gran parte del clero de la Archidiócesis y centenares de fieles de todas las parroquias de Managua, quienes dieron realce a la clausura del Congreso Eucarístico manifestando su amor a Jesús Sacramentado.

Monseñor Brenes felicitó a todos los sacerdotes por vivir durante toda esta semana en que se realizó el congreso unas intensas jornadas de oración y encuentro personal con Jesús.

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Bolivia: nuevo obispo auxiliar de Santa Cruz de la Sierra
El sacerdote René Leigue Cesari, del clero de la misma diócesis
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado obispo auxiliar de la Archidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, asignándole la sede titular de Nepi, al reverendo René Leigue Cesari, del clero de la misma Archidiócesis, hasta ahora párroco de Nuestra Señora de Fátima y director de estudios del Seminario Mayor San Lorenzo.

René Leigue Cesari nació el de marzo de 1967, en la Comunidad Nuevo Horizonte, provincia Warnes, Archidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

Asistió a la escuela primaria y secundaria de su pueblo. En 1989, empezó la formación para el sacerdocio en el Seminario Espíritu Santo, de la diócesis de Coroico.

Asistió al Propedéutico y realizó los estudios de Filosofía en el Seminario Mayor Archidiocesano San Lorenzo, de Santa Cruz de la Sierra, y obtuvo el Bachillerato en Filosofía. Hizo estudios de Teología en el Seminario Mayor Nacional San José de Cochabamba y logró el Bachillerato en Teología en el Instituto Superior de Estudios Teológicos (ISET). Completó su formación teológica, en los años 2003-2004, en la Academia Pontificia Alfonsiana de Roma, donde obtuvo la licenciatura en Teología Moral.

Fue ordenado sacerdote el 27 de agosto de 1999, por la Archidiócesis de Santa Cruz de la Sierra.

Tras su ordenación sacerdotal, desempeñó los siguientes cargos: 1999-2001, vicario parroquial de la Parroquia Santísima Trinidad; 2001-2002, párroco de Cristo Misionero; 2005-2012, párroco de San José Obrero; 2006-2012, director de estudios en el Seminario Mayor Archidiocesano San Lorenzo.

Actualmente es párroco de Nuestra Señora de Fátima.

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Bolivia: Nombrado obispo auxiliar de Cochabamba
El sacerdote Robert Herman Flock Bever, de la diócesis de La Crosse, Estados Unidos
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado obispo auxiliar de la Archidiócesis de Cochabamba, Bolivia, asignándole la sede titular de Forlimpopoli, al sacerdote Robert Herman Flock Bever.

El reverendo Robert Herman Flock Bever, del clero de la diócesis de La Crosse, Estados Unidos, hasta ahora era párroco de La Santa Cruz y formador del clero joven de la Archidiócesis de Santa Cruz de la Sierra.

Flock Bever nació en Esparta, Wisconsin, Estados Unidos, el 4 de noviembre de 1956. Fue ordenado sacerdote el 19 de julio de 1982, y en la Archidiócesis de Santa Cruz de la Sierra fue vicario y responsable de la pastoral vocacional, entre otros cargos.

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México: Nuevo obispo de Puerto Escondido
Monseñor Pedro Vázquez Villalobos, vicario general de la diócesis de San Juan de los Lagos
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado obispo de Puerto Escondido, México, a monseñor Pedro Vázquez Villalobos, vicario general de la diócesis de San Juan de los Lagos.

Monseñor Pedro Vázquez Villalobos nació el de septiembre de 1950 en Huisquilco, Jalisco, hoy diócesis de San Juan de los Lagos.

Fue ordenado sacerdote para la misma diócesis el 15 de abril de 1975.

Tras la ordenación sacerdotal, desempeñó los siguientes cargos: vicario parroquial, párroco San Agustín, en Tototlán (1990-1996) y Santa María Guadalupe en Arandas (1996-2010), coordinador de la Fraterna Asistencia y Seguro Social para los sacerdotes diocesanos.

Desde 2010, vicario general de la diócesis de San Juan de los Lagos. Además es miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores.

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LA LITURGIA DE LA IGLESIA


La música tiene que despertar devoción, admiración, deseo de cambiar ante tanta nobleza
Habla monseñor Pablo Colino, el autor del himno a san Juan de Ávila, premio ¡Bravo! 2012
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 - (ZENIT.org).- Pablo Colino, maestro de capilla de la basílica papal de San Pedro fue uno de los dos galardonados por la Conferencia Episcopal Española con el ¡Bravo! 2012 de Música, junto al maestro Valentí Miserach, maestro de capilla de Santa María la Mayor en Roma.

Monseñor Colino, nacido en Burgos, en 1934, reside en Palacio de la Canónica en la ciudad del Vaticano, en un departamento pequeño pero que es una bombonera si se piensa sólo a la vista sobre la basílica de San Pedro. Allí recibió a ZENIT a quien le contó algunos particulares sobre la motivación del premio, el coro de la Capilla Julia, y del importante papel de la música en la tarea de la nueva evangelización.

¿Cómo se enteró que había sido galardonado con el premio Bravo?

--Mons. Colino: Me llamaron de la Conferencia Episcopal Española y dijeron que había ganado el premio Bravo. Me será conferido a inicios del año que viene. ¿Y por qué motivo? !Hombre, porque he trabajado por san Juan de Ávila, cuando lo hicieron doctor!

¿En que sentido trabajado?

--Mons. Colino: El domingo el 7 de octubre pasado el papa declaró doctor a san Juan de Ávila y el lunes el cardenal Rouco Varela iba a realizar una celebración aquí en la basílica del Vaticano y deseaban mi colaboración musical.

"Vamos a concelebrar --me dijeron- todo el Episcopado español, unos sesenta obispos y cuatrocientos sacerdotes". Fue en el altar de la Cátedra, detrás del baldaquino del Bernini en donde celebra el papa.

¿Y por qué le pidieron a usted?

--Mons. Colino: Porque soy prefecto de la Capilla Julia, he sido director durante 26 años del coro, y antes aún con los niños cantores cuando tenía niños como ahora el coro de la Sixtina. Es que estoy aquí desde el año 59 [del siglo pasado].

Me pidieron que participara con mi coro, en el que reúno a mis mejores cantores, ya no en el Vaticano pues soy prefecto, o sea vigilante. Aquí está el canadiense Pierre Paul, exalumno mío que dirige el coro en la basílica.

¿Y entonces?

--Mons. Colino: Ellos sabían que tenía un coro pues colaboré cuando hicieron los 482 mártires, declarados beatos en San Pablo extramuros. Y muchos otros obispos ya me conocen. Entonces traje a mis cantores que reúno en la Academia Filarmónica Romana.

¿Qué le pidieron que cantara?

--Mons. Colino: "Quisiéramos que cantaras --me dijeron- el himno del entonces beato Ávila, que se llama Apóstol de Andalucía". Y lo encontré en un libro de los años 50, escrito por un sacerdote, Francisco Castro. Si bien después me indicaron que querían un himno nuevo, nada menos que una semana antes. El responsable de prensa de la Conferencia me envió la letra del futuro himno por fax. Un himno muy bonito que inicia "Doctor del amor divino".

¿O sea un himno nuevo para san Juan de Ávila?

--Mons. Colino: El domingo lo nombran doctor de la Iglesia y esa noche tenemos una comida en colegio español. Lo imprimo y reparto en el comedor y después de cena les hice cantar a todos con el micrófono. Así el lunes en la basílica entonamos el "Doctor del amor divino". Y creo que ha sido también por esto que me dieron el premio.

¿Y de la Cappella Giuliana, me puede contar un poco?

--Mons. Colino: La capilla Julia es el coro de la basílica, desde siempre, incluso sin el papa. El nombre Giulia viene por Julio II della Rovere, sobrino de Sixto IV. Su tío dio una suma tan estupenda que ayudó a los cantores y el sobrino, Juliano, dio una bula estupenda, para que los cantores de las basílicas pudieran cantar cuando él no estaba aquí. En la capilla Julia bastan 15 cantores, sólo hombres si bien y muchas veces vienen otras personas, mujeres, y en los años 60 participaron algunos niños.

¿Cuál es el rol de la música en la liturgia?

--Mons. Colino: La música es parte esencial de la liturgia. Las funciones del papa y las grandes catedrales tienen sus misas solemnes, me recuerdo que en la catedral alemana de Colonia, la misa solemne es preciosa. Aquí en la basílica lo hacemos los domingos, a diario y también en diversas otras con cantores, las vísperas, etc.

Bien, en las grandes basílicas es claro ¿y en las parroquias?

--Mons. Colino: Está ordenado también para ellos, pero ha caído en saco roto y algunos párrocos a veces hacen lo que quieren. Si hay un párroco con sensibilidad sabrá dedicar algunos fondos, porque cuesta tener un organista o un tal. Si bien en una parroquia se puede resolver con una persona en pensión o una joven que sabe tocar, etc.

Conozco a párrocos que lo hacen muy bien. Y también los que organizan conciertos en las iglesias.

En el sínodo sobre la nueva evangelización se habló mucho de una actitud más que de una fórmula. ¿Entre corazón y música existe alguna relación?

--Mons. Colino: La música despierta los afectos, es diverso oír una misa como dice la expresión española "a palo seco". ¡En cambio un canto te despierta el afecto converge en un afecto hacia Dios!

Alguien dijo que la liturgia y su música es un preanuncio del cielo ¿es correcto?

--Mons. Colino: Esa expresión es de un autor español, el padre Feijoo, a caballo entre el 1700 y 1800, Él decía: "La música acompañada de la virtud hace en la tierra el noviciado del cielo".

¿Y el Concilio Vaticano II qué directivas dio al respecto?

--Mons. Colino: Muy buenas, si bien cayeron en saco roto. El primer documento fue la Constitución sobre la sagrada liturgia, en la que dedica varios artículos sobre la música. El artículo 116 dice: el canto gregoriano será tenido en sumo grado, etc.

Entretanto muchas veces la música religiosa popular cayó en canzonetas.

Todo depende al final del párroco. De muchos seminarios han expulsado la música y a veces sucede que se conforman con el primer grupo que encuentran. Algunos han hecho una mala lectura sobre la apertura del concilio. El papa siempre ha protestado contra esa mala lectura y en ZENIT he leído tantos artículos estupendos sobre este tema.

¿Cuál es la diferencia entre una canzoneta y una música de Iglesia incluso popular?

--Mons. Colino: Para mí es necesario primero la melodía, segundo el ritmo y tercero la armonía. Si uno utiliza un ritmo que se baila, un griterío de 'viva la pepa' eso no, el maestro sabe que no es un ritmo con un concepto religioso y a lo único que invitan es a ciertos ejercicios coreográficos. Hay ejemplos de hermosos cantos religiosos populares en toda la historia, para no hablar del gregoriano popular.

¿Qué debe despertar la música sacra en la persona que lo escucha, por ejemplo en una iglesia de cualquier estilo que sea pero hermosa?

--Mons. Colino: Recuerdo una misa por televisión, con imaginería extraordinaria, y una música que hacía el ridículo. La música tiene que despertar devoción. La flor y nata del sentimiento religioso debe transformarse en devoción, la que junta admiración, consideración, deseo de nobleza de cambiar y de considerarse indigno de tanta nobleza.

¿O sea que hablamos de un apostolado y de una evangelización muy grande?

--Mons. Colino: Es necesario que el predicador estudie las homilías, y también quien prepara la música. Las parroquias tienen dinero para mil cosas, no solamente la excursión de los niños. Seguramente en la música es una buena inversión.

¿Están preparando una tournée en Madrid, el Museo del Prado, verdad?

--Mons. Colino: Sí, el 16 de noviembre, nos vamos a detener delante de seis cuadros, especialmente de fondo religioso, en tres puntos, aquí vienen los invitados ilustres o sea unas treinta personas. Porque la pintura habla y los individuos pueden apreciar no solo los colores y la profundidad sino también el mensaje.

¡Por ejemplo el Cristo de Velázquez que es espectacular!, y delante de la Anunciación de Fra Angelico, por ejemplo cantaremos el Ave María de Palestrina.

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Entrevistas


La solidaridad, la justicia y la igualdad se convierten hoy en misión
Entrevista a Maite Uribe, directora general de la Institución Teresiana
ROMA, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Luego de haber ofrecido a nuestros lectores desde principio de año, la visión de algunos superiores y superioras generales de congregaciones religiosas sobre los tiempos actuales, continuamos acercando las diversas realidades eclesiales, siempre en clave de Nueva Evangelización.

A partir de esta entrega, publicaremos una nueva serie, pero esta vez serán entrevistas a directores y directoras de asociaciones de fieles e institutos de vida consagrada. ZENIT conversó con Maite Uribe la directora general de la Institución Teresiana, una valiosa iniciativa fundada en 1911 por san Pedro Poveda en España.

Un punto central que podemos rescatar del mensaje del papa es que la nueva evangelización tiene que ayudar a redescubrir la fe, la alegría y la esperanza en la gente. ¿Cómo será el aporte de la Institución Teresiana a este esfuerzo?

--Maite Uribe: La Institución Teresiana por carisma tiene una llamada a una vida espiritual intensa, un vivir la fe desde lo que es nuestra espiritualidad de encarnación, y desde allí dar respuestas, establecer un diálogo entre la fe y las culturas. Creo que toda la llamada de la Nueva Evangelización, de poder descubrir esos nuevos espacios donde se da el diálogo entre la fe y las culturas, para nosotros es un reto importante. También por carisma estamos llamados a aportar a las cuestiones fundamentales de nuestro tiempo, desde una reflexión profunda, desde una preparación intelectual.

Justamente los espacios de ustedes son la cultura y la educación. Desde ahí, ¿cómo responder a las grandes búsquedas del hombre y de la mujer contemporánea, por ejemplo en Europa?

--Maite Uribe: Yo diría que la búsqueda fundamental es la búsqueda de sentido, en una sociedad cada vez más secularizada, de ese profundo sentido de la vida, abierto a la trascendencia. Cuando nos estamos alejando de lo que ha podido ser una vivencia de la fe --quizá con un ropaje cultural propio de un momento--, me parece que estos grandes cambios culturales nos piden buscar nuevos lenguajes, también con los jóvenes de hoy. Hay un gran reto en los jóvenes, que es poder dialogar con la cultura de ellos, hacer creíble la fe; y me parece que otro gran reto es ser testigos, es lo mismo que nos dice el papa. Porque no se trata tanto de predicar, sino de ser testigos de esta fe vivida; entonces creo que una experiencia profunda de fe para nosotras es fundamental, y luego siempre vehicularlo a través de una pedagogía de la fe.

La pedagogía de la fe..., ¿digamos que esta también debe tener una relación con el testimonio del que la ofrece?

--Maite Uribe: Sí, es fundamental, porque creo que los nuevos lenguajes se encuentran cuando uno ha hecho experiencia profunda, y también si se siente parte de la vida de la gente. Nosotros somos uno más entre tantos, vivimos lo cotidiano, estamos inmersos en los mismos problemas, las mismas búsquedas, las mismas dificultades... Por tanto, creo que para dar una respuesta creativa, esta tiene que nacer desde la propia experiencia, del diálogo interior que se da entre la propia fe vivida, el sentido de la propia vida y la realidad que nos circunda.

¿Cómo se puede ser más exigente consigo mismo, en la vida cotidiana del cristiano?

--Maite Uribe: Yo veo un reto grande de ser testigos de lo que es la gran fraternidad humana hoy, que pasa por un camino comunitario, diría comunitario de comunidades de fe viva, donde el otro es un hermano y todos somos hijos de Dios. Allí hay retos muy grandes de solidaridad, de justicia, de igualdad y creo que también eso se convierte en la misión, en el anuncio, el vivir como hijos, como hermanos de todos; por tanto me parece que esto reclama de nosotros una conversión, ¿no? Que podamos establecer relaciones en esta sociedad líquida, que decía Bauman, donde nada es estable nada nos vincula con nada. Nosotros tenemos un gran reto, que es tener vínculos profundos.

¿Qué énfasis debe darse en la educación católica?

--Maite Uribe: A mí me parece que el énfasis es formar personas de una manera integral; es la atención no solo a la transmisión de conocimientos, sino saber que estamos ante seres humanos que se están “haciendo”, y hay que colaborar a la construcción de este ser humano. Esto con una antropología abierta a lo trascendente, sabiendo que esta persona está configurada con un sentido de la vida que no se termina acá. Por lo tanto, ir más allá de lo que nos pueden ofrecer las necesidades de las culturas contemporáneas, donde quizá el mercado es lo que prima... y sin embargo otros valores no están tan presentes; pero eso requiere formar no solo lo intelectual sino el corazón, los valores, la persona íntegramente.

A nivel social, ustedes tienen un trabajo amplio. ¿Le parece que la Iglesia, al esforzarse más por el desarrollo social, puede dar así un mejor testimonio de evangelización, de preocupación por el hombre?

--Maite Uribe: Me parece que sí.La Institucion Teresiana impulsa lo que llamamos ahora mismo, el enfoque socioeducativo. Con propuestas socioeducativas fuertes, en América, en Asia, en Europa, cada una con su propia peculiariedad, pero sabiendo que la educación tiene que llevar a una transformación social desde los valores profundos del evangelio. Si no se da esa transformación social, a lo mejor no estamos acertando con el tipo de educación que se requiere.

Usted ha sido elegida recientemente como directora de la Institución Teresiana... ¿Cuáles serán sus principales líneas de trabajo?

--Maite Uribe: Estamos terminando el primer centenario, iniciando el segundo siglo y volviendo a las raíces más profundas que dieron lugar a nuestro carisma recreándolas en el hoy, dialogando con las culturas de hoy. Y digo culturas, porque pienso en Asia, en América, en África, pienso en Europa, donde verdaderamente sea posible recrear lo irrenunciable de nuestro carisma, que pasa por una espiritualidad de encarnación muy arraigada. Vivir con la cabeza y el corazón en el tiempo presente, como dice Pedro Poveda, muy atentas a las realidades socioculturales, políticas, éticas, desde el entorno e intentando desde el carisma dar respuestas. La institución nació con ese deseo del fundador, de dar respuestas a las cuestiones de su época y siempre admirando la realidad, con esos retos que la realidad trae, que nos pone en movimiento; y a nosotras nos va llevando a buscar dar respuesta a esa red, con otros trabajando en red, con otros convocando a todos los que quieran y eso genera un gran movimiento como Institución Teresiana.

¿Cuál es el desarrollo actual de la institución en el mundo? ¿Dónde están presentes?

--Maite Uribe: Nosotros estamos en treinta países en cuatro continentes, con presencias diferenciadas. Cuando decimos cuántos somos, decimos que somos muchos, porque muchos han recibido el impacto de este carisma, a través de nuestros centros educativos, a través de nuestros proyectos sociales. También tenemos una ONG, que tiene proyectos sociales en todo el mundo, a través de las presencias individuales; y allí muchos quedan tocados por el carisma y entran en contacto con lo que sería el gran movimiento de la Institución.

¿El movimiento tiene otro nombre?

--Maite Uribe: Le llamamos Movimiento Institución Teresiana (MIT). Y en este gran movimiento hay pues llamadas vocacionales como le decía antes. Todas estas personas convocadas viven el carisma de la institución. El MIT participa de la misión de la Institución Teresiana junto con los miembros que forman parte de las Asociaciones ACIT, en las que hay matrimonios, familias, profesionales que se comprometen en asociaciones locales que están esparcidas por los treinta países. Y quienes formamos parte de lo que san Pedro Poveda llamo "núcleo propulsor", de carácter universal y con disponibilidad para vivir el evangelio en plenitud, y sólida preparación para formar a otros e impulsar el conjunto. Núcleo donde están las personas más comprometidas. Este núcleo es de vocación universal, no somos tanto una asociación local que responde a la realidad de cada lugar, sino llamados a una obra universal con una disponibilidad total.

¿Y cuántos son los colegios y otros proyectos que tienen?

--Maite Uribe: Tenemos 19 centros educativos en España, 14 en América, 1 en Filipinas, otro en Irlanda. También tenemos una red de proyectos sociales con bastante consistencia en los países de América, en Asia, África y en Europa. Tenemos obras corporativas en Filipinas, en Asia. Y una presencia más individual en India, con proyectos sociales establecidos, que tienen un rostro como Institución Teresiana. Aquí en Europa, además del colegio en Irlanda, tenemos residencias universitarias, colegios mayores; en Italia, dos residencias universitarias y presencias individuales también. Existe una red de 21 centros universitarios, colegios mayores, residencias universitarias y dos cátedras, dedicadas a Pedro Poveda y Josefa Segovia, en dos universidades en España. También hay presencias profesionales en diversos ámbitos públicos y privados.

Y tienen también algunas integrantes camino a los altares, ¿verdad?

--Maite Uribe: Sí. Tenemos tres mujeres camino a los altares; está Victoria Díez, que es una maestra que dio su vida por la fe en el martirio durante la Guerra Civil Española, y que ha sido ya declarada beata y mártir. Luego está también Josefa Segovia, la primera directora general, que está en proceso y ya es sierva de Dios, camino también de ser beata. La última, Elisa Giambeluca, una italiana que vivió el evangelio radicalmente y en la vida cotidiana de su ser laica y profesora de matemáticas en centros de enseñanza media. Su proceso fue iniciado por iniciativa de su párroco en Isnello y su diócesis de Cefalù, Sicilia. Concluida la fase diocesana, la documentación está en Roma desde enero pasado.

No podemos dejar de pedirle su impresión por la proclamación de un nuevo santo español, Juan de Ávila, como Doctor de la Iglesia Universal... ¿Un inspirador para Pedro Poveda, no?

--Maite Uribe: Pues lo hemos vivido mucho, porque la postuladora general fue Encarnación González, miembro de la Institución Teresiana. Y también porque el santo Juan de Ávila tiene unos rasgos en su propia vida, que conecta mucho con el carisma de la institución: una fe profunda, una inquietud intelectual por su tiempo. Él está muy vinculado también con la formación de los sacerdotes, que era una preocupación en Pedro Poveda y Josefa Segovia, sobre cómo acompañar y cómo ayudar a los sacerdotes. Y luego, me parece que fue un hombre que vivió también en una constelación de santos. Tuvo mucha relación con san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Ávila, que para nosotros es un referente, o Juan de la Cruz, que son ambos místicos de una época histórica, que podría ser reflejo de la época que vivimos hoy; para nosotros es importante.

¿Qué mensaje final podría dejar a nuestros lectores, muchos de ellos identificados con la Institución Teresiana?

--Maite Uribe: Mi mensaje sería que estamos ante un nuevo momento, una situación social y eclesial apasionante. Y me gustaría, en este inicio de mi gestión, poderme sentir Iglesia, colaborando con todos, haciendo con todos este camino de la fe, una fe humilde que busca y que intenta dar respuestas --estableciendo un diálogo con las culturas, las sociedades--, para las grandes preguntas de nuestro tiempo. 

Para saber más: www.institucionteresiana.com

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Flash


Chile: Debate para la presidencia de los estudiantes de la Universidad Católica
Organizado por la Facultad de Teología del centro académico
SANTIAGO DE CHILE, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- "Chile, la Iglesia y la FEUC 2013. Una recepción de la Carta Pastoral de los Obispos chilenos", es el nombre de la charla-debate que se llevará a cabo en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, entre los candidatos a la presidencia de la Federación de Estudiantes del citado centro académico (FEUC): Cristian Stewart (Solidaridad) y Diego Vela (Nueva Acción Universitaria, NAU).

El debate es este miércoles 31 de octubre, a las 13:00 horas y la profesora Claudia Leal será la moderadora de este espacio, donde participarán estudiantes y académicos.

Los estudiantes de Teología fueron uno de los grupos más participativos en la primera vuelta de las elecciones de la FEUC, ya que más del 90% de los alumnos habilitados para votar, lo hizo.

Para enriquecer esta participación, el Centro de Estudiantes de Teología (CET) organizó este debate entre presidenciables que aportará un nuevo punto de reflexión a las elecciones de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Mensaje a nuestros lectores


Mensaje a los lectores
 
Estimados lectores, amigos y benefactores de ZENIT:

Mañana fiesta de Todos los Santos ZENIT en español publicará una edición mínima. En cambio el 2 de noviembre, Día de los Difuntos, no publicaremos servicio ni tampoco, como ha sido habitual --excepto durante el Sínodo de los Obispos que se hizo un esfuerzo especial- el sábado 3 de noviembre.

Volvemos renovados el domingo 4 de noviembre, fiesta de san Carlos Borromeo.

Un cordial saludo,

La Redacción de ZENIT en español

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Documentación


La fe nace en la Iglesia, conduce a ella y vive en ella
Continúa la catequesis de Benedicto XVI por el Año de la Fe
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 31 octubre 2012 (ZENIT.org).- Esta mañana, en la acostumbrada Audiencia General, el santo padre Benedicto XVI se encontró con los fieles y peregrinos venidos de diversas partes del mundo para escuchar sus enseñanzas por el Año de la Fe.

En esta oportunidad, el papa abordó el tema siempre actual de “La fe de la Iglesia”, asegurando a los oyentes que el lugar privilegiado --sustentado por la Biblia y la Tradición--, para desarrollar y madurar en la creencia de Jesucristo muerto y resucitado por la salvación del mundo, es la Iglesia.

A continuación, ofrecemos a nuestro lectores el texto íntegro del santo padre.

*****

Queridos hermanos y hermanas:

Continuamos en nuestro camino de meditación sobre la fe católica. La semana pasada he mostrado cómo la fe es un don, porque es Dios quien toma la iniciativa y viene a nuestro encuentro; y así la fe es una respuesta con la que lo recibimos, como un fundamento estable de nuestra vida. Es un don que transforma nuestras vidas, porque nos hace entrar en la misma visión de Jesús, quien obra en nosotros y nos abre al amor hacia Dios y hacia los demás.

Hoy me gustaría dar un paso más en nuestra reflexión, partiendo de nuevo de algunas preguntas: ¿la fe tiene solo un carácter personal, individual? ¿Solo me interesa a mi como persona? ¿Vivo mi fe yo solo? Por supuesto, el acto de fe es un acto eminentemente personal, que tiene lugar en lo más profundo y que marca un cambio de dirección, una conversión personal: es mi vida que da un giro, una nueva orientación. En la liturgia del Bautismo, en el momento de las promesas, el celebrante pide manifiestar la fe católica y formula tres preguntas: ¿Crees en Dios Padre Todopoderoso? ¿Crees en Jesucristo su único Hijo? ¿Crees en el Espíritu Santo? En la antigüedad, estas preguntas eran dirigidas personalmente al que iba a ser bautizado, antes que se sumergiese tres veces en el agua. Y aún hoy, la respuesta es en singular: “Yo creo”.

Pero este creer no es el resultado de mi reflexión solitaria, no es el producto de mi pensamiento, sino que es el resultado de una relación, de un diálogo en el que hay un escuchar, un recibir, y un responder; es el comunicarse con Jesús, el que me hace salir de mi "yo", encerrado en mí mismo, para abrirme al amor de Dios Padre. Es como un renacimiento en el que me descubro unido no solo a Jesús, sino también a todos aquellos que han caminado y caminan por el mismo camino; y este nuevo nacimiento, que comienza con el Bautismo, continúa a lo largo del curso de la vida. No puedo construir mi fe personal en un diálogo privado con Jesús, porque la fe me ha sido dada por Dios a través de una comunidad de creyentes que es la Iglesia, y por lo tanto me inserta en la multitud de creyentes, en una comunidad que no solo es sociológica, sino que está enraizada en el amor eterno de Dios, que en Sí mismo es comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que es Amor trinitario. Nuestra fe es verdaderamente personal, solo si es a la vez comunitaria: puede ser “mi fe”, solo si vive y se mueve en el “nosotros” de la Iglesia, solo si es nuestra fe, nuestra fe común en la única Iglesia.

El domingo en la misa, rezando el “Credo”, nos expresamos en primera persona, pero confesamos comunitariamente la única fe de la Iglesia. Ese “creo” pronunciado individualmente, se une al de un inmenso coro en el tiempo y en el espacio, en el que todos contribuyen, por así decirlo, a una polifonía armoniosa de la fe. El Catecismo de la Iglesia Católica lo resume de forma clara:“"Creer" es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la Madre de todos los creyentes. "Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre"[San Cipriano]” (n. 181). Por lo tanto, la fe nace en la Iglesia, conduce a ella y vive en ella. Esto es importante para recordarlo.

A principios de la aventura cristiana, cuando el Espíritu Santo desciende con poder sobre los discípulos, en el día de Pentecostés --como se relata en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,1-13)--, la Iglesia primitiva recibe la fuerza para llevar a cabo la misión que le ha confiado el Señor Resucitado: difundir por todos los rincones de la tierra el Evangelio, la buena noticia del Reino de Dios, y guiar así a cada hombre al encuentro con Él, a la fe que salva. Los Apóstoles superan todos los miedos en la proclamación de lo que habían oído, visto, experimentado en persona con Jesús. Por el poder del Espíritu Santo, comienzan a hablar en nuevas lenguas, anunciando abiertamente el misterio del que fueron testigos. En los Hechos de los Apóstoles, se nos relata el gran discurso que Pedro pronuncia en el día de Pentecostés. Comienza él con un pasaje del profeta Joel (3,1-5), refiriéndose a Jesús, y proclamando el núcleo central de la fe cristiana: Aquel que había sido acreditado ante ustedes por Dios con milagros y grandes señales, fue clavado y muerto en la cruz, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, constituyéndolo Señor y Cristo.

Con él entramos en la salvación final anunciada por los profetas, y quien invoque su nombre será salvo (cf. Hch. 2,17-24). Al oír estas palabras de Pedro, muchos se sienten desafiados personalmente, interpelados, se arrepienten de sus pecados y se hacen bautizar recibiendo el don del Espíritu Santo (cf. Hch. 2, 37-41). Así comienza el camino de la Iglesia, comunidad que lleva este anuncio en el tiempo y en el espacio, comunidad que es el Pueblo de Dios basado sobre la nueva alianza gracias a la sangre de Cristo, y cuyos miembros no pertenecen a un determinado grupo social o étnico, sino que son hombres y mujeres provenientes de cada nación y cultura. Es un pueblo “católico”, que habla lenguas nuevas, universalmente abierto a acoger a todos, más allá de toda frontera, haciendo caer todas las barreras. Dice san Pablo: "Donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos" (Col. 3,11).

La Iglesia, por tanto, desde el principio, es el lugar de la fe, el lugar de transmisión de la fe, el lugar en el que, mediante el Bautismo, estamos inmersos en el Misterio Pascual de la Muerte y Resurrección de Cristo, que nos libera de la esclavitud del pecado, nos da la libertad de hijos y nos introduce a la comunión con el Dios Trino. Al mismo tiempo, estamos inmersos en comunión con los demás hermanos y hermanas en la fe, con todo el Cuerpo de Cristo, sacándonos fuera de nuestro aislamiento. El Concilio Vaticano II nos lo recuerda: “Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente” (Const. Dogm. Lumen Gentium, 9).

Al recordar la liturgia del bautismo, nos damos cuenta de que, al concluir las promesas en las que expresamos la renuncia al mal y repetimos “creo” a las verdades de la fe, el celebrante dice: “Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús Nuestro Señor”. La fe es una virtud teologal, dada por Dios, pero transmitida por la Iglesia a lo largo de la historia. El mismo san Pablo, escribiendo a los Corintios, afirma haberles comunicado el Evangelio que a su vez él había recibido (cf. 1 Cor. 15,3).

Hay una cadena ininterrumpida de la vida de la Iglesia, de la proclamación de la Palabra de Dios, de la celebración de los sacramentos, que llega hasta nosotros y que llamamos Tradición. Esta nos da la seguridad de que lo que creemos es el mensaje original de Cristo, predicado por los Apóstoles. El núcleo del anuncio primordial es el acontecimiento de la Muerte y Resurrección del Señor, de donde brota toda la herencia de la fe. El Concilio dice: “La predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua” (Const. Dogm. Dei Verbum, 8).

Por lo tanto, si la Biblia contiene la Palabra de Dios, la Tradición de la Iglesia la conserva y la transmite fielmente, para que las personas de todos los tiempos puedan acceder a sus inmensos recursos y enriquecerse con sus tesoros de gracia. Por eso la Iglesia, “en su doctrina, en su vida y en su culto transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que ella cree” (ibid.).

Por último, quiero destacar que es en la comunidad eclesial donde la fe personal crece y madura. Es interesante notar cómo en el Nuevo Testamento, la palabra “santos” se refiere a los cristianos como un todo, y por cierto no todos tenían las cualidades para ser declarados santos por la Iglesia. ¿Qué se quería indicar, pues, con este término? El hecho es que los que tenían y habían vivido la fe en Cristo resucitado, fueron llamados a convertirse en un punto de referencia para todos los demás, poniéndolos así en contacto con la Persona y con el Mensaje de Jesús, que revela el rostro del Dios vivo.

Y esto también vale para nosotros: un cristiano que se deja guiar y formar poco a poco por la fe de la Iglesia, a pesar de sus debilidades, sus limitaciones y sus dificultades, se vuelve como una ventana abierta a la luz del Dios vivo, que recibe esta luz y la transmite al mundo. El beato Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris Missio afirmó que “la misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!” (n. 2).

La tendencia, hoy generalizada, a relegar la fe al ámbito privado, contradice por tanto su propia naturaleza. Tenemos necesidad de la Iglesia para confirmar nuestra fe y para experimentar los dones de Dios: su Palabra, los sacramentos, el sostenimiento de la gracia y el testimonio del amor. Así, nuestro “yo” en el “nosotros” de la Iglesia, podrá percibirse, al mismo tiempo, como destinatario y protagonista de un acontecimiento que lo sobrepasa: la experiencia de la comunión con Dios, que establece la comunión entre las personas. En un mundo donde el individualismo parece regular las relaciones entre las personas, haciéndolas más frágiles, la fe nos llama a ser Pueblo de Dios, a ser Iglesia, portadores del amor y de la comunión de Dios para toda la humanidad (Cf. Const. Dogm. Gaudium et Spes, 1). Gracias por su atención.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

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