2.11.12

“¿quién consideraría legítima una reconciliación lograda a costa de la verdad?”
Juan Pablo II, Ut Unum Sint, 18

Antes del Concilio Vaticano II la Iglesia buscaba el restablecimiento de la unidad cristiana como “un regreso de nuestros hermanos separados a la verdadera Iglesia de Cristo” (Pio XII, Mortalium animos). En el ecumenismo actual la actitud no es verticalista, de arriba hacia abajo, sino un “ir juntos” en el proceso. Benedicto XVI explica que “la búsqueda sincera de la unidad plena de todos los cristianos es un dinamismo animado por la Palabra de Dios, por la Verdad divina que nos habla en esta Palabra” . La Unitatis Redintegratio (n.21) observa que “las Sagradas Escrituras son, en el diálogo mismo, instrumentos preciosos en la mano poderosa de Dios para lograr aquella unidad que el Salvador presenta a todos los hombres” Y como todos sabemos en la Palabra de Dios se encuentran verdades como la Eucaristía, el primado de Pedro, la madre del rey es reina, la Iglesia columna y fundamento de la verdad, etc.

 

Importancia fundamental de la doctrina

El ecumenismo “no se trata en este contexto de modificar el depósito de la fe, de cambiar el significado de los dogmas, de suprimir en ellos palabras esenciales, de adaptar la verdad a los gustos de una época, de quitar ciertos artículos del Credo con el falso pretexto de que ya no son comprensibles hoy. La unidad querida por Dios sólo se puede realizar en la adhesión común al contenido íntegro de la fe revelada. Una solución de compromiso está en contradicción con Dios que es la Verdad. En el Cuerpo de Cristo que es « camino, verdad y vida » (Jn 14, 6), ¿quién consideraría legítima una reconciliación lograda a costa de la verdad? La Declaración conciliar sobre la libertad religiosa Dignitatis humanae atribuye a la dignidad humana la búsqueda de la verdad, « sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia », y la adhesión a sus exigencias. Por tanto, un « estar juntos » que traicionase la verdad estaría en oposición con la naturaleza de Dios que ofrece su comunión, y con la exigencia de verdad que está en lo más profundo de cada corazón humano” (Ut Unum Sint, 18)

En este sentido es que Benedicto XVI menciona el peligro de un falso irenismo y de un indiferentismo en los diálogos ecuménicos: “Hoy podemos constatar no pocos frutos buenos producidos por los diálogos ecuménicos, pero debemos reconocer también que el riesgo de un falso irenismo y de un indiferentismo, del todo ajeno al espíritu del concilio Vaticano II, exige nuestra vigilancia” .
Discurso del Santo Padre Benedico XVI a los participantes en la plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 27-01-2012

“Es de todo punto necesario que se exponga claramente la doctrina. Nada es tan ajeno al ecumenismo como ese falso irenismo, que daña a la pureza de la doctrina católica y oscurece su genuino y definido sentido” (Unitatis Redintegratio, 11)

“Eirene” significa paz en griego. Falso irenismo significa falsa paz cristiana que oscurece el genuino sentido de la doctrina católica y daña su pureza.

En una entrevista a Mons. Nicola Bux, ante la pregunta: “Muy a menudo, hablando de unidad de los cristianos, se hace referencia – incluso teólogos católicos – a una ideal “federación entre las Iglesias”, todas al mismo nivel. Pero el objetivo del ecumenismo para la Iglesia católica es bien distinto” , el consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe respondió: “La concepción que usted describe es exactamente lo que intentaba decir cuando hablaba de la idea de una unidad que se quiere construir desde abajo. Se hacen muchos esfuerzos, que no conducen a nada, para luego replegarse en una suerte de federación: nos ponemos todos juntos, cada uno sigue siendo lo que es y vamos para adelante” . Antes mencionó que “después del primer impulso conciliar, que poco a poco se fue atenuando, parecía afirmarse un contra-modelo de ecumenismo que pensaba hacer surgir la unidad desde abajo” . (Entrevista a Mons. Nicola Bux)

Dice San Pablo en la primera carta a los Corintios (11,19) que conviene que haya ‘divisiones’ del griego haíresis pronombre femenino de hairéomai que significa “yo escojo” “yo elijo”, partidismo, sectarismo, facciones, divisiones. Como bien dice Don Bux, podría parecer una contradicción: “Jesús afirma la unidad que viene de lo alto, San Pablo de algún modo afirma que hay divisiones. Nosotros estamos lejanos en el tiempo pero vemos las divisiones reales de los cristianos, las históricas y las sutiles que pasan incluso dentro de cada confesión. Y entonces comprendemos realmente que las divisiones tal vez no las podremos quitar al menos hasta el fin de los tiempos. Porque es a través de ellas que debemos entender que la unidad no es algo que construimos nosotros. Es un don, es un perdón, porque si no hay perdón, no puede existir ninguna unidad.”

El ‘Yo escojo lo que quiero creer’ en lugar de hacer la voluntad de Dios que se encuentra en su Palabra, es una actitud sectaria, partidista, que provoca, ha provocado, y seguirá provocando divisiones porque el pecado original existe y como decía Ireneo “donde hay pecados existe la multitud, no la unidad” . Sólo un don de lo alto puede sanarlas.

Por eso oramos juntos católicos y protestantes para que el Espíritu Santo envíe su luz y abra el entendimiento porque “el ecumenismo debe entenderse como el intento de dejar a Dios aquello que sólo El puede hacer” .

La Iglesia Católica necesaria para la salvación

El Concilio “enseña, fundado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación (…) Por lo cual no podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin embargo, se negasen a entrar o a perseverar en ella” (Lumen Gentium, 14). . “Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es “auxilio general de salvación", puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvación” (Unitatis Redintegratio, 3).

El Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el Ecumenismo fue aprobado por Juan Pablo II, confirmado por su autoridad, y ordenado su publicación. Se dirige a los Pastores de la Iglesia católica pero también a todos los fieles llamados a orar y trabajar por la unidad de los cristianos bajo la dirección de sus Obispos.

Se ve claramente que este Directorio tiene la intención de promover el ecumenismo sin oscurecer o dañar la doctrina católica, de acuerdo a lo señalado en el Concilio. Son los obispos individualmente para sus Diócesis o colegialmente para toda la Iglesia, bajo la autoridad de la Santa Sede, los responsables de la línea de acción y de la práctica en materia de ecumenismo, “a éstos corresponde animar las iniciativas responsables y asegurar que se lleven a cabo según los principios católicos del ecumenismo” (n.30)

Cuando toca el tema de los “Consejos de Iglesias y Consejos cristianos” (Cap. V) menciona que “ante todo hay que asegurarse de que la participación en la vida del Consejo sea compatible con la enseñanza de la Iglesia Católica y no empañe su identidad específica e única. La primera preocupación ha de ser la claridad doctrinal, sobre todo en lo relativo a la eclesiología”. Por ejemplo, la Iglesia Católica no es miembro del Consejo Mundial de Iglesias (Word Council of Churches – WCC) http://es.wikipedia.org/wiki/Consejo_Mundial_de_Iglesias
por la neutralidad eclesiológica del Consejo, la afiliación significaría que la Iglesia Católica concede que ella también no es más que una Iglesia entre otras Iglesias que, como todas las otras, todavía no ha llegado a la verdad plena.

Evitar abusos que conduce al indiferentismo doctrinal…

La aplicación del Directorio “dará consistencia y coherencia a los diferentes modos de practicar el ecumenismo (…) Garantizará que la actividad ecuménica de la Iglesia católica sea conforme a la unidad de fe y de disciplina que une a los católicos entre sí. En nuestra época existe en algunos lugares una cierta tendencia al confusionismo doctrinal. Por ello es muy importante evitar, en el terreno del ecumenismo como en otros, los abusos que pudieran contribuir a ello o acarrear el indiferentismo doctrinal” .

Además “compete al Ordinario del lugar, a las Conferencias Episcopales o a los Sínodos de las Iglesias Orientales católicas hacer que los principios y normas contenidos en el Direc-torio ecuménico se apliquen con fidelidad, y velar con pastoral solicitud para que se eviten todas las posibles desviaciones” (n.16)

Por segunda vez el Directorio pide medidas especiales para superar el peligro de indiferentismo doctrinal: “Los Ordinarios de los lugares, los Sínodos de las Iglesias orientales católicas y las Conferencias episcopales verán a veces necesario tomar medidas especiales para superar el peligro de indiferentismo o de proselitismo” (n.29)

“Cuando lo exige la necesidad o lo sugiere un verdadero bien espiritual y con tal que se evite todo peligro de error o indiferentismo, está permitido a cualquier católico a quien sea física o moralmente imposible encontrar un ministro católico el recibir los sacramentos de penitencia, Eucaristía y unción de enfermos de un ministro de la Iglesia oriental” (Cap. IV, n. 123)

Ecumenismo en el estadio Luna Park de Buenos Aires

El sábado 13 de octubre se realizó en el Luna Park de Buenos Aires el III Encuentro Fraterno organizado por la fundación C.R.E.C.E.S (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo) contando con la asistencia del cardenal Primado de Argentina, Jorge Bergoglio, el predicador del Papa, Raniero Cantalamessa y el pastor italiano Giovanni Traettino.

Las fotografías del evento hablan por sí solas. El cardenal Bergoglio arrodillado para recibir la oración del pastor. El predicador del Papa también. Bergoglio, que se mezcló entre la gente en una tribuna, dos horas antes de dirigir su saludo, dijo que se empezaba a ver “una diversidad reconciliada”.

Este gesto dizque ecuménico de Bergoglio y Cantalamessa conduce al confusionismo doctrinal.

Si al fiel católico que le es física o moralmente imposible encontrar un ministro católico y acude a recibir los sacramentos de penitencia, Eucaristía y unción de enfermos de un ministro de la Iglesia oriental se le dice “con tal que se evite todo peligro de error o de indiferentismo [doctrinal]” (Cap. IV, n. 123) con mayor razón un obispo católico ha de evitar todo peligro de error o indiferentismo en una reunión con protestantes.

La prédica del padre Cantalamessa no deja de sorprendernos:

- “María es la primera pentecostal y carismática de la Iglesia".

Hay que llamarla ‘María’ a secas, no se vayan a ofender los hermanos separados si la llama Virgen María, y es que ya sabemos que ellos niegan los dogmas marianos…¿A esto se refiere el Concilio cuando dice que hay que realizar “todos los esfuerzos para eliminar palabras, juicios y acciones que no respondan, según la justicia y la verdad, a la condición de los hermanos separados, y que por lo mismo hagan más difíciles las relaciones mutuas con ellos” ? (Ut Unum Sint, 4)

Pues tal parece que cuando se predica a los católicos se le llama ‘Vírgen María’ y cuando se predica a los protestantes sólo ‘María’.

¿Los pentecostales son comunidades eclesiales o sectas?

En 1986 cuatro Dicasterios de la Curia romana han publicado un informe conjunto que llama la atención sobre la distinción capital que ha de hacerse entre las sectas y los nuevos movimientos religiosos por un lado, y las Iglesias y Comunidades eclesiales por otro. (Directorio, n.35)

La difícil cuestión de la terminología…


En el informe sobre ecumenismo (“El ecumenismo hoy. La situación de la Iglesia Católica”). Mons. Brian Farrell llama “comunidades eclesiales” a los baptistas, evangélicos, y pentecostales.

Esta generalización puede conducir a confusión porque existen pentecostales que no creen en la Trinidad como los Pentecostales Unitarios, luego su bautismo no es válido y por lo tanto no es posible ningún diálogo ecuménico con ellos.

Es difícil definir el término “secta”. Juan Bosch Navarro en su libro “Para conocer las sectas”
ofrece 21 definiciones…Una que me parece muy acertada dice lo siguiente:

“Las sectas son agrupaciones de carácter voluntario con un fuerte sentido de identidad, que exigen de sus miembros un sometimiento pleno y consciente que, si no llega a eliminar todos los demás compromisos, debe, al menos, situarse por encima de ellos, ya se refieran al Estado, a la tribu, a la clase o al grupo familiar. Se consideran a sí mismos como una élite, como un grupo aparte, arrogándose, si no ya siempre, una salvación absolutamente exclusiva, al menos los mayores bienes. Muestran, además, cierta inclinación al exclusivismo. El hecho de pertenecer a una secta determinada supone, pues, un distanciamiento, y tal vez una hostilidad, frente a las otras sectas y grupos religiosos. Poseen un sentido de su propia integridad, integridad que puede verse amenazada por los miembros despreocupados o insuficientemente comprometidos. Por ello expulsan a quienes se muestran indignos de ellas. El autoncontrol, la conciencia, y la rectitud son importantes características del sectarismo. Recurren a algún principio de autoridad distinto del que es inherente a la tradición ortodoxa. La autoridad defendida por una secta puede ser la suprema revelación de un líder carismático, puede consistir en una reinterpretación de los escritos sagrados, o bien puede ser la idea de que los verdaderos fieles obtendrán una revelación por sí mismos”

Una característica de estos grupos protestantes latinoamericanos es que no admiten a “pecadores”, si uno de ellos cae en des-gracia y se dedica al alcohol o las drogas lo expulsan del grupo. Critican a la Iglesia Católica porque está llena de pecadores y es que en la Católica nadie es expulsado por pecador. Esta acoge en su seno a justos e injustos, a santos y pecadores. Los fariseos conformaban una secta de “puros” y “santos” y de esa idea surge el desprecio a Jesucristo que se sentaba a comer con pecadores. Para los protestantes latinoamericanos somos “paganos” porque “adoramos a la Virgen María” y “adoramos imágenes”, según ellos somos parte de un “cristianismo corrupto”. Para que nos consideren verdaderos cristianos tendríamos que ignorar a la Virgen María (porque al venerarla le restamos gloria al Hijo) y romper las imágenes. Una o varias reuniones en el Luna Park no va hacer que cambien de opinión, porque como bien dice Mons. Bux, el ecumenismo no es una obra humana “desde abajo”, la unidad es un don que viene de lo alto, ellos tendrían que cambiar de idea no solo respecto a nuestra condición de cristianos sino hacia la veneración de la Virgen María, el primado de Pedro, etc. Y esto sólo es obra de Dios. El ecumenismo no es construcción humana, no es una “federación de cristianos” todos juntos pero cada uno creyendo lo suyo, nosotros creyendo en el primado de Pedro y ellos negándolo. Juntos pero no revueltos, eso no es ecumenismo, es falso irenismo. Es obra divina: “Que sean uno” y para que seamos uno debemos dejar de lado el “yo escojo en lo que creo” (haíresis – hairéomai – divisiones - 1 Cor 11,19) y cumplir la voluntad de Dios que se encuentra en la Palabra. ”Ni católico ni protestante puede imponer al otro algo que el otro no es o no tiene” debe nacer del interior y de la escucha del otro y para ello es necesario el diálogo y la oración para que Dios nos bendiga con el don de la unidad. Es una actitud humilde, de hermano a hermano, entre los que profesamos la fe en la Santísima Trinidad y estamos bautizados e injertados en Cristo Jesús, teniendo cuidado de no oscurecer o dañar la doctrina católica, sin falso irenismo.

Por otro lado, no son claras las intenciones ecuménicas de los Pentecostales:
“ llegarles [a los católicos] con la palabra de Dios y “convertirlos” si bien no con una forma manifiesta de ganarlos para su Iglesia, si al menos para provocar una revolución espiritual en sus ámbitos religiosos” . (5ta. Página) (Diálogo Católico-Pentecostal a nivel latinoamericano)

¿A qué revolución espiritual se refieren? ¿Cambiar de naturaleza a la Iglesia?
Además, para la Comisión Pontificia para América Latina – CAL el 60% de protestantes en América Latina son pentecostales fanáticamente anticatólicos y con ellos no se puede pensar seriamente en ecumenismo, y lo mismo vale para las sectas adventistas - del Séptimo Día, Mormones y Testigos de Jehová- que además de proselitistas, son agresivas.

Mons. Boaventura Kloppenburg, O.F.M. menciona el mismo dato.

“Se puede decir que el 60% del universo protestante latinoamericano es pentecostal, formado en una actitud fanáticamente anticatólica. Con ellos no se puede ni siquiera pensar en una actividad ecumenista. Lo mismo se puede decir de las sectas adventistas (del Séptimo Día, Mormones y Testigos de Jehová), que, además de proselitistas, son agresivos. Ni siquiera se muestran amigos entre sí. Únicamente tienen una cierta unidad cuando se trata de organizar un frente contra la Iglesia Católica. Menos agresivos y proselitistas son los así llamados Protestantes Históricos (Luteranos, Anglicanos, Metodistas, Presbiterianos). Es posible llevar a cabo con ellos un encuentro ecuménico. Pero lo cierto es que son una minoría, y el ecumenismo con ellos no afecta mínimamente a las sectas e incluso puede causar confusión entre los católicos, que pueden suponer que son buenas iglesias-hermanas en pie de igualdad en su fidelidad al Señor Jesucristo y a su Iglesia”

También menciona la sentencia de Theodore Rockefeller que deberíamos tener siempre en cuenta:

“Es el proceso del Protestantismo en América Latina. Se asegura que en 1900 los protestantes eran 50.000; en 1967 serían unos 4 millones, en este momento, 40 millones. Se atribuye a Th. Rockefeller esta sentencia: «Creo que será lenta y difícil la absorción de estos países (de la América Latina) por los Estados Unidos mientras sigan siendo países católicos». En 1910 se reunía en Edimburgo la Conferencia Misionera Internacional (no católica). Se reconocía entonces que América Latina era un Continente cristiano y no un campo de misión. Pero la delegación norteamericana no hizo caso y decidió asumir por cuenta propia la tarea misionera. En 1916 convocaron un congreso en Panamá, en el que se afirmó que el Catolicismo latinoamericano no era cristiano sino pagano y que, por consiguiente, el Continente estaba necesitado de una urgente primera evangelización. Desde entonces se viene hablando entre ellos del «paganismo de la Iglesia Romana», de su «Cristianismo corrupto», etc. Con estas ideas los protestantes pretendían justificar, y aún hoy quieren legitimarla, su invasión misionera en América Latina. El anticatolicismo fue, y aún lo es, una de las grandes características de la predicación misionera protestante en estas naciones católicas. Son agresivos e injustos, incapaces de distinguir entre la fe y la vida cristiana que la Iglesia procura transmitir y la religiosidad popular vivida de hecho por mucha gente, la cual, por los factores secularizantes ya mencionados, se distanció de los ideales evangélicos”

El informe sobre ecumenismo señala las reservas de los fieles católicos:

-la sospecha de que el ecumenismo debilita la misión evangelizadora de la Iglesia.

-algunos católicos consideran que el ecumenismo pone en peligro su fe y equivale a admitir una insuficiencia de la Iglesia católica, algo que no están dispuestos a aceptar.

Estas objeciones son válidas y debería conducir a nuestros obispos a la reflexión en cuanto a la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo. Es urgente un discernimiento de espíritus. ¿Qué espíritu anima el ecumenismo en América Latina? Según el padre Flaviano Amatulli lo anima un espíritu de inercia y falso irenismo.

Amatulli es un humilde sacerdote italiano con gran celo por los bautizados católicos y que no busca la gloria personal ni un alto puesto en la Iglesia, y dirige una certera crítica no hacia el ecumenismo sino hacia un espíritu de inercia que ha invadido al clero latinoamericano, salvo contadas excepciones, que creen que los grupos proselitistas en el fondo nos están haciendo un favor porque están ofreciendo a nuestros hermanos católicos algo que nosotros no logramos ofrecer y no ven a esos grupos como un problema sino como parte de las relaciones ecuménicas entre los distintos productores de bienes espirituales. Esta opinión los hace aparecer modernos, abiertos, tolerantes. Para ellos todo lo que huele a apologética es signo de atraso teológico y mental, integrismo, intransigencia y cerrazón, métodos desdeñables, fines ocultos amparados en un espiritualismo falso y mundano. Los que promueven valores como la tolerancia, el respeto, el diálogo, la cooperación solidaria con el mundo acatólico se muestran bastante intolerantes e injustos con los católicos. Si ellos están acostumbrados al mundo de las ideas, sin un entrenamiento práctico para cimentarse con el mundo real de la evangelización, es su problema. Así fueron educados en el seminario y así siguen ahora, sin experiencia en inventar cosas para resolver el problema de la evangelización de las masas. Por un lado, grandes ideas y razonamientos que rayan en sofismas, y por el otro, pura rutina sacramentaria, más cómoda y económicamente provechosa. En el fondo, ¿de qué se trata? De un pretexto y nada más para justificar la propia falta de imaginación creativa, aunada a un evidente espíritu de inercia y deseo de seguir conservando los propios privilegios.

Utilizan como excusa que por la falta de sacerdotes no se dan abasto para atender a nuestra gente y por lo tanto hay que ver a los grupos proselitistas como una ayuda necesaria y providencial. Lo único que tendríamos que hacer los católicos sería observar el curso de los acontecimientos sin intervenir para no dar la impresión de ser intolerantes. Si los demás hacen todo lo posible para “conquistar” nuestra gente, están en su derecho de hacerlo y además representan una ayuda para nosotros, y si nosotros tratamos de preparar a nuestra gente de manera tal que se integre más a la Iglesia y no se deje arrastrar por los grupos proselitistas, somos unos fanáticos, intolerantes y atrasados. El ecumenismo es utilizado como pretexto para abandonar la misión encomendada por nuestro Señor Jesucristo y además ponen trabas a los que sí trabajan para que las masas católicas aprendan a distinguir entre lo verdadero y lo falso, ortodoxia y heterodoxia, revelación divina e invento humano. La misma acentuación del compromiso con los pobres, buscando en primer lugar la transformación de las estructuras económicas y políticas de la sociedad, en la mayoría de los casos es un reflejo del excesivo interés por lo material y la poca sensibilidad por lo espiritual, en cuyo manejo su incompetencia es demasiado evidente.
Padre Flaviano Amatulli: Hacia un nuevo modelo de Iglesia. Leer aquí: Hacia un nuevo modelo de Iglesia.

Ecumenismo y apologética son dos caras de la misma moneda, ambas están al servicio de la unidad de los cristianos. El ecumenismo sirve para recuperar la unidad perdida y la apologética para preservar la unidad interna. Ecumenismo sin apologética es una pastoral descontextualizada.

La nueva apologética que era el pensamiento y deseo de Juan Pablo II.

Autor: Estela des Morgen