9.11.12

Ley civil y moralidad. No es lo mismo.

A las 5:35 PM, por Jorge
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Hace años. Un reportaje en televisión sobre salas de cine X (de películas verdes hubiéramos dicho en mi infancia). Preguntaron a un hombre que pasaba por la calle, si creía era bueno que hubiera salas de ese tipo. Aún recuerdo su respuesta: “si las dejan abrir, no serán malas”.

Sintomático de una forma de pensar demasiado extendida, según la cual la moralidad de actos y omisiones viene definida por la ley civil. Si la ley no lo prohíbe, si no hay penalización por ello, si incluso se apoya legalmente ¿por qué va a ser algo malo? ¿Porque lo digan los obispos o los curas?

Los ejemplos son evidentes. Pensemos en leyes que venimos sufriendo desde hace tiempo: despenalización del aborto, despenalización del adulterio, divorcio incluso exprés, gaymonio, imposición de educación para la ciudadanía. Son sólo algunos ejemplos.

Los cristianos nos somos gente extraña, aunque vivimos con un estilo diferente. La carta a Diogneto nos habla de esta peculiar forma de vida: “habitando en las ciudades griegas o bárbaras, según a cada uno le cupo en suerte, y siguiendo los usos de cada región en lo que se refiere al vestido y a la comida y a las demás cosas de la vida, se muestran viviendo un tenor de vida admirable y, por confesión de todos, extraordinario. Habitan en sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como los ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña les es patria, y toda patria les es extraña. Se casan como todos y engendran hijos, pero no abandonan a los nacidos. Ponen mesa común, pero no lecho. Viven en la carne, pero no viven según la carne. Están sobre la tierra, pero su ciudadanía es la del cielo. Se someten a las leyes establecidas, pero con su propia vida superan las leyes.

Nosotros como cristianos necesitamos comprender dos cosas:

- Que el hecho de que la ley ampare algo no significa que sea moralmente correcto. Nadie nos llevará a la cárcel por ser adúlteros o por abortar, ver películas X, vivir en pareja sin estar casados, mantener relaciones con personas del mismo sexo, ser insolidarios con los pobres, negarnos a saber nada de nuestros padres, criticar a los demás o faltar a misa los domingos, por poner algunos ejemplos. Pero el hecho de que por eso no tengamos responsabilidades penales no quiere decir que nos esté permitido como bautizados.

- Que ante algunas de estas cosas debemos negarnos públicamente si hiciera falta por motivos de conciencia. Es bueno recordar aquí cuántos mártires de la primitiva iglesia fueron llevados a la muerte por negarse a ofrecer incienso a los dioses falsos. No basta con decir no soy partidario. Un cristiano no puede colaborar en un aborto, una trama de corrupción, un complot para acabar con la buena fama de alguien o en la reventa de objetos robados, me llevan a la cárcel o no.

Normal que todo esto nos lo recuerden nuestros obispos. Lo que no es normal es que haya gente que se extrañe de que lo hagan. ¿Porque el gobierno de turno diga que por abortar no vamos a ir a la cárcel vamos aceptar que no pasa nada por matar a un niño en el vientre de su madre? ¿Por qué digan que matrimonio es la unión de dos personas independientemente de su sexo, perderá vigor el sexto mandamiento? ¿Tendremos que aguantar una educación para la ciudadanía que es una educación para el relativismo y la imposición de una forma netamente marxista de ver la vida? Claramente no.

Nosotros dentro de la ley. Pagamos impuestos, circulamos según manda el código, nos sujetamos a las normas que existan para abrir una empresa, pagar una nómina, o lo que sea. Pero no podemos perder el sentido de lo bueno y lo malo según el evangelio. Y si hay que objetar y negarse a algo, nos negamos, aunque nos cueste la vida. Ya tenemos costumbre.