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ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 15 de noviembre de 2012

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San Roque González y compañeros
«El pálpito del verdadero amor»

Santa Sede

Benedicto XVI: La nueva evangelización y el ecumenismo y piden nuestra conversión
No conformarse hasta el final del camino y entender que la unidad es un don de Dios

EL CONCILIO VATICANO II HOY

''No sólo fue un concilio ecuménico, sino ecumenista''
Congreso ''A los 50 años del Concilio Vaticano II'' en la Universidad Pontificia de Salamanca

Nueva Evangelización

Sacramentos y espiritualidad en la transmisión de la fe
Propuestas elevadas por los padres sinodales a Benedicto XVI (IV)

AÑO DE LA FE

Las sectas y la masonería, peligros denunciados por los obispos paraguayos
Carta pastoral con motivo del Año de la Fe

VENTANA AL MUNDO

Cuba: Celebrada una exposición vocacional en La Habana
Organizada por la Pastoral Juvenil diocesana y la Conferecncia de Congregaciones Católicas

Comentario al Evangelio

Vigilar con esperanza y no con pánico
Comentario al evangelio del Domingo 33º del T.O./B

Fe de erratas

Ciclón en Cuba


SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San Roque González y compañeros
«El pálpito del verdadero amor»
Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, jueves 15 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Los santos que hoy propone Isabel Orellana Vilches son ejemplos que llegan de América. Los santos jesuitas Roque González, Alonso Rodríguez Olmedo y Juan del Castillo dieron la vida por la evangelización en el nuevo mundo.

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El corazón, esa víscera que acostumbramos a señalar metafóricamente cuando aludimos a los buenos sentimientos (y también a los que no lo son), fue el único resto que quedó de lo que fue este gran apóstol después de la dramática muerte que le asestaron sus verdugos. La incorruptibilidad del corazón parece hablarnos del pálpito del verdadero amor que planea siempre por encima de la barbarie humana trayendo aromas de eternidad.

Y hoy, día en el que la Iglesia también conmemora a San Alberto Magno, tenemos en cuenta que en muchos lugares –entre otros, Paraguay, país del que Roque fue oriundo– se venera a este mártir que nació en Asunción en 1576, y fue llamado a derramar su sangre por Cristo. ¿Dónde radica el origen de su vocación? Básicamente en las lecturas de las biografías de santos. Como otros muchos, las páginas que le enseñaban cómo se encadena a Cristo todo aquel que ha quedado seducido por Él, tocaron las fibras más hondas de su ser al punto de decidir convertirse en otro seguidor del Maestro. Emulando a sus héroes se afanaba en hacer de su vida un dechado de virtudes fraguadas en la oración y la penitencia. Así pues, siendo casi un niño tenía claro el horizonte de su acontecer. De hecho, con poco más de 20 años ya era sacerdote.

El tiempo le urgía a libarse por amor a Cristo y aunque le aguardaban importantes misiones, en su punto de mira apostólico estaba la evangelización de los indios. Las riberas del río Paraguay sembradas de haciendas labradas por los indígenas fueron el lugar donde Roque depositaba las semillas de la fe y extendía su devoción a la Virgen María, que le acompañó hasta el fin de sus días. A Mons. Martín Ignacio de Loyola no le pasó desapercibida su labor, designándole párroco de la catedral de Asunción y posteriormente le ofreció ser vicario general de la diócesis. Pero Roque declinó este último nombramiento ya que aceptarlo le hubiera impedido convivir con los indios y proseguir su labor evangelizadora. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1609 y a partir de entonces comenzó una fecunda e incesante trayectoria fundacional que le condujo a vastos territorios de Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia. Viendo la extensión y distancia geográfica existente entre estos países en una época en la que los medios de transporte no reunían las condiciones que hoy tenemos, no es difícil imaginar la impresionante labor apostólica que Roque llevó a cabo y además en poco tiempo yendo por encima de las propias fuerzas confiado plenamente en la gracia divina. Esta época de esplendor misionero en la que apóstoles como él se dejaron literalmente la piel por amor a Cristo clavando la cruz como signo primigenio de cada una de las fundaciones que iban poniendo en marcha (así lo hizo fray Junípero Serra) constituyen el vivo testimonio de la grandeza humana y de lo que el hombre puede hacer como Cristo vaticinó a sus apóstoles: “Cosas mayores haréis” (cf. Mt 21, 21).

En 1628 se hallaba en una zona que hoy corresponde a Brasil, las riberas del rio Ijuhi, donde habían abierto una nueva reducción que pusieron bajo el amparo de la Asunción de María. A continuación fundaron Caaró. Pero el cacique del lugar, Ñezú, seguía hartamente incomodado las acciones apostólicas que Roque y otros religiosos llevaban a cabo entre los indios. Así que el 15 de noviembre de ese año de 1628, mientras el insigne misionero se ocupaba de instalar la campana de la iglesia, unos indios de otras tribus, a instancias del cacique le asesinaron a mazazos (con un hacha de piedra). En pocos segundos acabaron también con la vida del español P. Alonso Rodríguez Olmedo que salió al oír el tumulto. Prendieron fuego a la capilla que al ser de madera quedó reducida a cenizas en un santiamén y entregaron a las llamas los cuerpos de los dos mártires. Entre los restos de la hoguera quedó intacto el corazón de Roque y el hacha homicida. El 17 de noviembre también terminaron con la vida de otro jesuita español, Juan del Castillo. Juan Pablo II los canonizó el 16 de mayo de 1988.

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Santa Sede


Benedicto XVI: La nueva evangelización y el ecumenismo y piden nuestra conversión
No conformarse hasta el final del camino y entender que la unidad es un don de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 15 de noviembre de 2012 (ZENIT.org).- La finalidad del ecumenismo es la unidad visible entre los cristianos divididos, entretanto no hay que conformarse ante las contradicciones aceptándolas como lo mejor que se puede obtener y hay que caminar hacia el objetivo de unión sabiendo que es un don de Dios.

Sin ignorar entretanto la crisis de fe que existente partiendo de los países que recibieron primero el anuncio del evangelio. Y que tanto el ecumenismo como la nueva evangelización piden ambos el dinamismo de la conversión.

Lo indicó hoy Benedicto XVI al encontrar a los miembros y consultores del Pontificio Consejo para Promover la Unidad de los Cristianos, en ocasión de la plenaria reunida en Roma, en un congreso sobre el tema “La importancia del ecumenismo para la nueva evangelización”.

El papa consideró positivo que el dicasterio encabezado por el cardenal Kurt Koch quiera dar a lo que se vio en el sínodo sobre la nueva evangelización una forma concreta, “según la particular perspectiva del dicasterio”.

Añadió que “la reflexión que están conduciendo se inserta muy bien en el contexto del Año de la Fe” para “reproponer a todos el don de la fe en Cristo resucitado en el año en el que celebramos el 50 aniversario del inicio del Concilio Vaticano II”.

El papa recordó que los padres conciliares “quisieron subrayar la profunda relación que existe entre la tarea de la evangelización y el superar las divisiones existentes entre cristianos”.

Añadio entretanto que “un auténtico camino ecuménico no puede ser perseguido ignorando la crisis de fe que están atravesando vastas regiones del planeta, entre las cuales las que primero acogieron en anuncio del evangelio y donde la vida cristiana floreció durante siglos”.

“De otra parte --prosiguió el santo padre- no pueden ser ignorados los numerosos signos que testimonian que existe una necesidad de espiritualidad que se manifiesta de diversas maneras. La pobreza espiritual de muchos de nuestros contemporáneos que no perciben más como privación la ausencia de Dios de sus vidas, esta pobreza espiritual representa un desafío para todos los cristianos”.

Por ello nos es pedido a los creyentes “volver a lo esencial, al corazón de nuestra fe para dar testimonio al mundo”de “un Dios que nos conoce y nos ama”. E instó a proseguir en el camino ecuménico “mismo cuando no se entrevé en un futuro inmediato la posibilidad de restablecer la plena comunión” sin olvidar que la unidad “no es una obra que podemos simplemente realizar los hombres” porque tenemos “que reconocer que en último análisis esta unidad es un don de Dios”.

Benedicto XVI consideró postivo caminar hacia la meta ecuménica, si bien reivindicó como condición “que las Iglesias y comunidades eclesiales no se detengan por el camino, aceptando las diversidades contradictoras como algo de normal o como lo mejor que se puede obtener”, porque sólo “en la plena comunión en la fe, en los sacramentos y en el ministerio que se volverá de manera concreta la fuerza presente y operante de Dios en el mundo”.

“Al final de cuentas --concluyó el santo padre- el ecumenismo y la nueva evangelización piden ambos el dinamismo de la conversión, entendido como sincera voluntad de seguir a Cristo y de adherir plenamente a la voluntad del Padre”. 

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EL CONCILIO VATICANO II HOY


''No sólo fue un concilio ecuménico, sino ecumenista''
Congreso ''A los 50 años del Concilio Vaticano II'' en la Universidad Pontificia de Salamanca
SALAMANCA, jueves 15 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Esta mañana tuvo lugar el inicio del Congreso de Teología “A los 50 años del Concilio Vaticano II (1962-2012)”, organizado por las Facultades de Teología de España y Portugal, en el Auditorio Juan Pablo II de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA). El acto de inauguración, ante 350 asistentes, fue presidido por el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, titular del centro académico.

En sus palabras, el rector de la UPSA, Ángel Galindo, señaló como “un acierto” la elección del centro como sede del evento. Y destacó un texto conciliar muy apropiado para el quehacer de la Iglesia y de la misma teología: “nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (constitución Gaudium et Spes, 1). También recordó la necesidad de volver al espíritu de los textos del Concilio, tal como señala Benedicto XVI. “No se trata de celebrar un cumpleaños, sino de revisar la trayectoria teológica” de toda esta época. Y se hace en una Universidad que pronto va a celebrar sus ocho siglos de historia.

Había gran vitalidad pastoral

En el discurso de inauguración, el cardenal Rouco citó recientes reflexiones del papa sobre la importancia de “reavivar en la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de anunciar a Cristo al hombre contemporáneo”.

Aludiendo a los dos papas del Concilio, Juan XXIII y Pablo VI, subrayó la “coincidencia de los dos pontífices en los motivos para convocar y continuar el Concilio”, además de la elección del tema central. En aquel tiempo nadie esperaba un Concilio, afirmó monseñor Rouco, que se preguntó: “¿por qué un nuevo Concilio?”, y evocó algunos recuerdos personales de su propia vivencia de la época conciliar en la Universidad salmantina, además de analizar algunos elementos del origen del Concilio según la mente de Juan XXIII y la situación eclesial de su tiempo.

trataba de una Iglesia “con una gran vitalidad pastoral, tanto en el clero como en el laicado comprometido, además del testimonio de las comunidades cristianas afligidas, los nuevos mártires”. En una sociedad transformada, también lo estaba la Iglesia, y así lo analizó el presidente de la Conferencia Episcopal desentrañando los discursos de inauguración y clausura de las sesiones conciliares.

“Pablo VI no es tan exuberantemente optimista como Juan XXIII, pero lo es”, afirmó, ya que entendía el Concilio como la primavera de la Iglesia, “una renovación más floreciente”, en la que no se trataba de subvertir la Tradición de la Iglesia, sino “preservarla, despojándola de las formas caducas”. Además, señaló el cardenal Rouco para terminar su discurso, tampoco puede entenderse el Concilio sin los papas que lo han aplicado después: Juan Pablo II y Benedicto XVI.

El presidente de la Junta de Decanos de las Facultades de Teología de España y Portugal, Vicente Vide, cerró el acto de inauguración remarcando la importancia del Congreso, ya que hacía mucho tiempo que no se unían estos centros académicos eclesiásticos para organizar un acontecimiento conjunto. Llamó a todos los ponentes y asistentes a trabajar en “una auténtica eclesiología de comunión”.

Acompañaban al cardenal Rouco en la mesa presidencial, además del rector de la UPSA y del presidente de la Junta de Decanos, el obispo de Salamanca, Carlos López; y el arzobispo archivero y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana, Jean-Louis Bruguès. Entre el resto de asistentes al acto inaugural se encontraban, entre otros, el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz; el obispo de Almería, Adolfo González Montes; el obispo de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa; el decano de la Facultad de Teología de la UPSA, Jacinto Núñez, y un gran número de autoridades académicas, profesores y alumnos de las Facultades de Teología de la península Ibérica.

La educación católica

La primera ponencia estuvo a cargo de monseñor Jean-Louis Bruguès, arzobispo archivero y bibliotecario de la Santa Iglesia Romana. En su intervención --“La declaración Gravissimum educationis del Concilio Vaticano II”--, señaló que sólo hay dos pequeños textos sobre educación en los documentos conciliares: el que aborda la educación católica, y el relativo a la formación de los candidatos al sacerdocio, Gravissimum educationis y Optatam totius respectivamente. 

Sin embargo, como secretario de la Congregación para la Educación Católica, afirmó que “la preocupación educativa se encontraba muy presente en cada uno de los grandes textos, y el Concilio Vaticano II en su conjunto podría ser denominado un Concilio de la educación”.Se refirió a las fuentes de las que bebió el Concilio en cuanto a los asuntos educativos.

Tras explicar la génesis de la declaración Gravissimum educationis, destacó el talante personalista del documento y la importancia del derecho a la educación. Este texto “concibe la educación según el espíritu de apertura serena hacia el mundo contemporáneo que ha marcado todo el Concilio”, y apuesta por la posibilidad de que “en este contexto pluralista se pueden alcanzar valores educativos comunes. El objetivo del Concilio era fundar la educación sobre un nuevo humanismo en el que todas las buenas voluntades estarían llamadas a cooperar en un bien común”.

“Hemos de reconocer”, añadió, “que cincuenta años más tarde, el contexto eclesial ha cambiado profundamente”. Hoy las religiones son percibidas “como factores de división social, violencia y oscurantismo, siendo relegadas al ámbito de la conciencia privada. ¿Cuál será entonces la sincera colaboración de la Iglesia para lograr la fraternidad universal?”. En la actualidad hay que tener en cuenta las aportaciones de la psicología y la pedagogía para ayudar a los niños y jóvenes a crecer en la responsabilidad “en la búsqueda de la verdadera libertad”.

Además, “el derecho de amar a Dios es un derecho de la persona humana, y la autoridad pública debe velar para que ese derecho sea respetado en todas partes”. La educación cristiana, según los textos, consiste en “retomar todos los valores naturales e integrarlos en el hombre restaurado por Cristo, para el bien de toda la sociedad”. Y tiene que “despertar en toda persona sus virtualidades, su capacidad de conocerse, hacerse cargo de sí mismo y construirse de manera armoniosa, siendo responsable de sus actos y de su porvenir”, o en resumen de monseñor Bruguès, “pasar de la virtualidad a la virtud”.

Por eso la Iglesia se opone a todas las propuestas de despersonalización: tecnocracia, mercantilismo, la tiranía del materialismo… “adversarios que intentarán reducir la influencia social y educativa de la Iglesia y reducirla al silencio”. Hoy “la escuela se ha convertido en un lugar controvertido, el centro de los combates antipersonalistas”.
 

En cuanto a los actores, “los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos”. Por eso “la Iglesia se ha opuesto siempre al control absoluto del Estado sobre la educación, antes en el ámbito de las ideologías como el fascismo y nacionalsocialismo, y hoy en el mercado”. En segundo lugar están los docentes, y “la verdadera escuela no es primeramente una institución, sino una comunidad de vida". La tercera comunidad educativa es la Iglesia: “como madre está obligada a dar a sus hijos una educación que llene su vida del Espíritu de Cristo”.
 

El que hasta hace pocos meses ha desempeñado una alta responsabilidad en el dicasterio vaticano dedicado a la enseñanza, aludió al final de su ponencia a la importancia de la Universidad católica, que “representa un medio privilegiado para que la Iglesia participe en la cultura de un país, siendo un agente muy activo en su elaboración”. 

Monseñor Bruguès recordó una distinción fundamental, entre las universidades y facultades eclesiásticas, cuya finalidad es “promover las disciplinas de Teología, Derecho Canónico y Filosofía, entre otros estudios eclesiásticos”, y que son erigidas por la Sede Apostólica (llegaban a 258 en el año 2005); y las universidades católicas, que enseñan otras disciplinas. Las universidades medievales, añadió, “no fueron fundadas por corporaciones de laicos contra el poder superior, sino que nacieron para garantizar, unidas a Roma, su enseñanza libres de los yugos locales y civiles… el riesgo no provenía de Roma, sino de las instituciones cercanas”. Por eso, “en el origen de casi todas las universidades primeras encontramos una bula papal que ordena o autoriza su erección”. 

¿Qué es lo que diferencia a una universidad católica de otras?, se preguntó el ponente. No sólo la presencia de personas católicas, porque “una universidad católica es más que una colección de individuos. Presenta un ethos específico, una conciencia que permanece incluso cuando es traicionada por individuos en el seno de la institución”. Como afirmaba Juan Pablo II, tiene que haber una inspiración cristiana no sólo por parte de sus miembros, sino también en el espíritu de la educación, de forma institucional.
 

La cuestión que hoy se plantea con más fuerza es la de la identidad, la especificidad. “¿Qué significa ser católico? ¿En qué medida una escuela o una universidad pueden ser calificadas como católicas?”, se preguntó monseñor Bruguès, e hizo un ejercicio de etimología: ‘católico’ significa universal. “Lo universal del saber, su vocación es humanista, porque se refiere a todo lo que concierne a lo humano”, y por eso “la Iglesia puede sentirse orgullosa de sus escuelas y universidades”. Esto implica también que esté abierta al mayor número de alumnos: “no intenta acoger sólo a católicos; y así la identidad humanista se encuentra doblemente confirmada”.

Además, no puede quedarse esperando a los que llaman a su puerta. Y en ella “el alumno aprende lo que es la Iglesia, su doctrina, su moral, y el arte plenamente cristiano de pensar y de vivir”. De ello se derivan dos consecuencias: es un lugar donde se propone la fe católica, no se impone, porque respeta la libertad de conciencia y la elección de cada uno. “Para los que no son católicos y rechazan la catequesis, el instituto ha de proveer una formación obligatoria en cultura cristiana por parte de los mismos docentes. Todos los estudiantes, católicos o no, tendrían que seguir de manera obligatoria cursos de antropología, ética católica e introducción a la teología cristiana”. Sólo así “podremos entender el lugar central de la Facultad de Teología en la enseñanza superior católica.

Significado actual para la Iglesia

La segunda ponencia de la mañana estuvo a cargo de monseñor Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, que fue profesor, decano de Teología y gran canciller en la UPSA. Su ponencia, titulada “El Concilio Vaticano II: significado actual para la Iglesia”, se inició con un subrayado de lo que es más importante en la actualidad eclesial de lo que significó el Concilio, “el acontecimiento mayor de la Iglesia en el siglo XX, que ha repercutido en la marcha de la humanidad como tal, y con una incidencia especial en nuestro país”.

El Concilio “quería acrecentar la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades del tiempo presente las instituciones sometidas a cambio, promover el ecumenismo y fortalecer la misión cristiana en el mundo”, actualizando el reloj de la Iglesia, “para hacerla más disponible a su acción evangelizadora”. Por eso se trató de una asamblea con un carácter eminentemente pastoral. 

Monseñor Blázquez destacó, en primer lugar, “la dimensión misionera del Concilio”. La Iglesia debe “renovarse interiormente y exteriormente para ser un signo más elocuente de la presencia de Dios”. Además, “el ‘hoy’ de la urgencia evangelizadora nos apremia también a nosotros”, añadió el arzobispo de Valladolid. “El nuevo Pentecostés trae consigo unos nuevos testigos y una nueva evangelización. La Iglesia contempla a la humanidad con la mirada compasiva de Jesús, y se acerca a ella con la promesa de la misericordia de Dios”. Por eso es necesaria “la cercanía al hombre”.

El Concilio Vaticano II “no sólo fue un concilio ecuménico, sino ecumenista”. La Iglesia puso en el centro “la imitación y el seguimiento de Jesús en su misión”. Jesús hizo la opción de ser pobre, y la Iglesia también, “siguiendo los pasos de Jesús, debe ser humilde y ver el rostro de Jesús en los pobres y en su propia vida, debe purificarse sin cesar”. 
 

En un segundo momento de su intervención, monseñor Blázquez desgranó la expresión siguiente: “la Iglesia, bajo la Palabra de Dios, celebra los misterios de Cristo para la salvación del mundo”. Abordó la centralidad de la Palabra de Dios y el estilo bíblico y patrístico de los textos conciliares, además de la liturgia en el contexto de la historia de la salvación. 

El ponente reconoció que en el campo de la liturgia “el hecho de que algunas reformas fueran introducidas ad experimentum sirvió como coartada para algunos para hacer innovaciones de forma arbitraria”. Superada esta etapa, “debemos continuar profundizando el sentido genuino de la liturgia y la lectura orante de la Sagrada Escritura”, ya que “se ha recuperado la sensatez para apreciar la piedad popular”. 

La tercera parte de la ponencia le sirvió a monseñor Blázquez para hablar de las categorías de “comunión, participación y corresponsabilidad en la Iglesia”. Aludió al Código de Derecho Canónico, como un “esfuerzo extraordinario para traducir en lenguaje canónico el espíritu conciliar: la Iglesia como pueblo de Dios, la autoridad jerárquica como servicio, la doctrina de la Iglesia como comunión, y la triple participación de los cristianos en el ministerio sacerdotal, profético y real de Cristo”.
 

En el cuarto apartado de su intervención, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal subrayó la necesidad de que la Iglesia hable de Dios en un mundo muy diferente al de hace 50 años. Citó a Benedicto XVI, que ha hablado de los desiertos actuales y de la sed de Dios del hombre de hoy. “Nosotros anunciamos el evangelio de Jesucristo en un mundo caracterizado por la secularización”. Es verdad que “no deja de haber búsquedas de Dios, y Él se hace presente por medio de ausencia, de desierto espiritual y de vacío. En esta situación podemos escuchar la pregunta que se nos dice: Iglesia, ¿qué dices de Dios?”. 

Programa del Congreso: http://www.upsa.es/facultades/facultadesycentros/fteologia/pdf/CongresoVaticanoII_diptico.pdf 
Emisión en directo de las ponencias: http://www.upsa.es/noticias_eventos/congresos/congreso_teologia/index.php 

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Nueva Evangelización


Sacramentos y espiritualidad en la transmisión de la fe
Propuestas elevadas por los padres sinodales a Benedicto XVI (IV)
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 15 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos a los lectores la continuación de las propuestas hechas por el Sínodo de la Nueva Evangelización para la Transmisión de la fe a Benedicto XVI para la posterior redacción del documento que el santo padre entregará en fecha no determinada. Siguen las Propuestas 36 a 40.

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Proposición 36: DIMENSIÓN ESPIRITUAL DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

El agente principal de la evangelización es el Espíritu Santo, que abre los corazones y los convierte a Dios. La experiencia de encontrar al Jesucristo, se hace posible por el Espíritu Santo que nos introduce en la vida de la Trinidad, acogida en un espíritu de adoración, de oración y de alabanza, debe ser fundamental en todos los aspectos de la Nueva Evangelización. Es la dimensión "contemplativa" de la Nueva Evangelización, que se alimenta continuamente a través de la oración, comenzando con la liturgia, especialmente la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia.

En consecuencia, se propone que la oración deba ser alentada y enseñada desde la infancia. Los niños y los jóvenes deben ser educados en la familia y en las escuelas a reconocer la presencia de Dios en sus vidas, para alabarlo, darle gracias por los dones recibidos de El, y pedir al Espíritu Santo que los guíe.

Proposición 37: EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN EN EL CONTEXTO DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Todos los fieles cristianos reciben la misión de evangelizar, en nombre de los sacramentos del bautismo y de la confirmación que han recibido. En estos, los fieles son sellados por la unción del Espíritu Santo y están llamados a participar en el misterio de Pentecostés. A través de la confirmación, los bautizados reciben la plenitud del Espíritu Santo, sus dones, y la fuerza para testimoniar el Evangelio abiertamente y con valentía.

Es importante que una catequesis mistagógica acompañe la gracia de la adopción filial recibida en el bautismo, haciendo hincapié en la importancia del don del Espíritu Santo, el cual permite participar plenamente en el testimonio eucarístico de la Iglesia y de su influencia en todos los ámbitos de la vida y de la actividad humana.

Por lo tanto, una catequesis adecuada y sistemática antes de recibir estos sacramentos, es de una importancia primordial.

Proposición 38: LA INICIACIÓN CRISTIANA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

El Sínodo quiere afirmar que la iniciación cristiana es un elemento crucial en la nueva evangelización y es el medio por el cual la Iglesia, como madre, genera sus hijos y se regenera. Por lo tanto, proponemos que el proceso tradicional de la iniciación cristiana, que a menudo se ha convertido simplemente en una preparación aproximativa para los sacramentos, sea vista en todo lugar, desde una perspectiva catecumenal, dando más importancia a una mistagogía permanente, y convirtiéndose así en una verdadera iniciación a la vida cristiana a través de los sacramentos (cf. Directorio General para la Catequesis, 91).

En esta perspectiva, no es irrelevante que la situación actual con respecto a los tres sacramentos de la iniciación cristiana, a pesar de su unidad en la teología, sea pastoralmente diferente. Estas diferencias en las comunidades eclesiales no son de carácter doctrinal, sino diferencias de criterio pastoral. Sin embargo, este Sínodo pide que aquello que el santo padre dijo en ‘Sacramentum Caritatis’, se convierta en un estímulo para las diócesis y las conferencias episcopales para revisar su práctica de iniciación cristiana: "Concretamente, es necesario verificar qué praxis puede efectivamente ayudar mejor a los fieles a poner de relieve el sacramento de la Eucaristía como aquello a lo que tiende toda la iniciación". (Sacramentum Caritatis, 18).

Proposición 39: PIEDAD POPULAR Y NUEVA EVANGELIZACIÓN

La piedad popular es un verdadero lugar de encuentro con Cristo y también expresa la fe del pueblo cristiano en la Santísima Virgen y los santos. La Nueva Evangelización reconoce el valor de estas experiencias de fe y las alienta como caminos para crecer en la virtud cristiana.

Las peregrinaciones a lugares sagrados y santuarios son un aspecto importante de la Nueva Evangelización. No solo por los millones de personas que siguen haciendo estas peregrinaciones, sino porque esta forma de piedad popular es en este momento una oportunidad especialmente prometedora para la conversión y el crecimiento en la fe. Por tanto, es importante que se desarrolle un plan pastoral que acoja adecuadamente a los peregrinos y que, en respuesta a su deseo profundo, se les brinde la posibilidad de que el tiempo de la peregrinación pueda ser visto como un momento de gracia.

Proposición 40: EL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

El Sínodo da las gracias al santo padre por la creación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, como una herramienta al servicio de las Iglesias particulares, y pide que este dicasterio lleve adelante las discusiones sinodales con un posterior estudio y a través del desarrollo y la promoción la Nueva Evangelización.

También invita a considerar el establecimiento por cada conferencia episcopal, de una comisión, a fin de promover el estudio y la difusión del magisterio pontificio relativo a los temas que forman parte de la Nueva Evangelización. De esta manera, se podrá crear una fuerte colaboración entre las Iglesias particulares, y por lo tanto, una mayor eficacia en la implementación de la Nueva Evangelización.

Las Propuestas publicadas con anterioridad se pueden encontrar en:

http://www.zenit.org/article-43595?l=spanish; http://www.zenit.org/article-43603?l=spanish; http://www.zenit.org/article-43613?l=spanish.

Traducido de la versión italiana de ZENIT por José Antonio Varela V.

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AÑO DE LA FE


Las sectas y la masonería, peligros denunciados por los obispos paraguayos
Carta pastoral con motivo del Año de la Fe
ASUNCIÓN, 15 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Los obispos paraguayos, con motivo del Año de la Fe, han escrito una carta pastoral con el título "El Año de la Fe renueva a las familias y a la Iglesia". Los obispos, reunidos en la 196 Asamblea Plenaria Ordinaria, se asocian "al júbilo de la Iglesia universal al acoger el Año de la Fe", propuesto por Benedicto XVI, y esperan que su reflexión, de "un gran impulso a la Nueva Evangelización, abundantes gracias y numerosas vocaciones a nuestra Iglesia al servicio del Pueblo de Dios".

La primera parte del documento se dedica a la realidad pastoral de Paraguay. Constatan que "la evangelización, con el anuncio de Jesucristo y la implantación de la Iglesia, con su rica expresión de fe y también de religiosidad popular, ha acompañado la vida de nuestro pueblo. La luz de la fe ha sido el faro potente que da unidad y sentido espiritual a la Nación Paraguaya, desde sus inicios hasta el presente".

Mencionan algunas experiencias que "van modelando la vida de las familias y de las comunidades" y que "son los aspectos esperanzadores de la fe manifestada en la vida cotidiana, con sus luces y sombras". "La Misión Continental Permanente con el programa misionero de visita casa por casa, está imprimiendo en las familias misioneras y en los sacerdotes un impacto espiritual impresionante", subrayan los prelados paraguayos.

No faltan, sin embargo, los obstáculos en la educación a la fe: "Los encontramos tanto al interior como al exterior de nuestra Iglesia", dicen. Entre estos señalan "el dolor de mucha gente defraudada por la justicia, agobiada por la pobreza y manipulada por la corrupción; sentimos su presencia en la familia de cada hogar paraguayo". Les preocupa "la debilidad de nuestra evangelización en la iniciación cristiana, debido a una catequesis superficial y muchas veces sólo para la recepción de los sacramentos, desunida de la liturgia comunitaria dominical y que debe crear la mentalidad de promover en la sociedad la justicia y la paz".

"Vemos --añaden- la fuerte tendencia, en muchos católicos, de la pereza espiritual que rechaza la educación en y a la fe, al demostrar poco interés en la formación doctrinal, integral y comunitaria a lo largo de toda la vida. "Una amenaza permanente --indican- es la separación entre fe y vida, puesto que se constata poca incidencia de la fe cristiana en el mejoramiento de nuestra realidad social, política y cultural".

Un serio problema es la escasez sacerdotal y que "un gran porcentaje de la población católica no participa en la celebración dominical, no accede a la lectura y meditación de la Sagrada Escritura, ni practica la oración familiar. Pocos son también los que se acercan al sacramento de la reconciliación frecuente".

"Las familias cristianas --denuncian- no pueden acceder a la educación religiosa de sus hijos en las instituciones públicas por un claro laicismo que discrimina a quienes así lo requieran. La separación entre Iglesia y Estado no es motivo para que la enseñanza religiosa de nuestras familias deje de cultivarse en los centros escolares estatales. Los padres de familia en sus Asociaciones educativas deberán plantear el derecho de la educación religiosa de sus hijos en centros públicos".

Entre otros obstáculos externos, notan también: el relativismo globalizado con mayor fuerza prescinde de Dios y combate la religión cristiana; corrupción, injusticia e impunidad en el mundo político, social y económico que "debilitan la fe y las ganas auténticas de trabajar por el Bien Común"; la ideología de género que "pretende destruir la ecología de la persona humana·; la presencia de sectas "que abundan cada vez más", y "son un peligro por desviar la fe católica". "Hay padres católicos que al enviar a sus hijos a las escuelas de iglesias separadas o de sectas, exponen a sus hijos a la pérdida de la fe católica. Por ello, los padres deben intensificar en el hogar la formación católica de esos hijos", afirman; "La masonería, al no reconocer la divinidad de Jesucristo, ofrece engañosamente un atractivo de filosofía mezclada con una filantropía que contradice la fe cristiana. Por tanto, ningún católico puede formar parte de la masonería", denuncian.

En la segunda parte del documento, dedicada al Año de la Fe, los prelados subrayan la importancia del Concilio Vaticano II, del Catecismo de la Iglesia Católica y algunas expresiones del Mensaje final de los Obispos en el Sínodo sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe. Instan "a todos los miembros de la Iglesia: sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, laicos y laicas a releer y estudiar esos documentos para sacar su savia trascendental para el bien de nuestra Iglesia aquí en el Paraguay".

En la tercera parte del documento se abordan las orientaciones para el Año de la fe. Los obispos afirman "la plena vigencia de la Misión Continental Permanente en nuestro país", animan a continuar "la atención pastoral a las familias, en este Trienio".

"Sepamos presentar imágenes evangelizadoras que realmente impacten, inspiren y alegren de una manera existencia, como san Roque González de Santa Cruz [ver: http://www.zenit.org/article-43621?l=spanish]y sus compañeros mártires, la vida ejemplar de Chiquitunga, del Pa´i Duarte Ortellado, monseñor Juan Sinforiano Bogarín, y de tantos otros grandes testigos de la fe en Cristo".

Como Conferencia Episcopal, se comprometen a difundir los documentos del Concilio Vaticano II, el Catecismo de la Iglesia Católica, en especial en su versión YOUCAT (para jóvenes), y el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Piden que en el Seminario Mayor Nacional el Catecismo de la Iglesia Católica "sea el punto de referencia para la enseñanza teológica, tanto en el Propedéutico como en los cursos del Instituto de Teología". Exhortan vivamente a que en la Universidad Católica, durante el Año de la Fe "tomen iniciativas para profesar la fe, estudiarla, celebrarla, anunciarla y purificarla, a la luz del tesoro que nos ha dejado el Concilio Vaticano II y en particular el Catecismo de la Iglesia Católica".

Estimulan a que las Escuelas Católicas, en el diálogo intercultural preserven la identidad católica; exhortan a los fieles a conocer ampliamente esta Carta Pastoral de la CEP; piden suma atención a la iniciación cristiana mediante la catequesis en las parroquias y promover el estudio y la difusión de la fe mediante los documentos eclesiales arriba mencionados, junto con los varios subsidios destinados a las familias, en apoyo de su vocación de "pequeñas iglesias domésticas" y semilleros de vocaciones consagradas y sacerdotales.

Piden dar máxima importancia al domingo y organizar celebraciones especiales por el Año de la Fe, favoreciendo de modo particular, el sacramento de la Reconciliación y, en el Trienio de la familia, el sacramento del Matrimonio.

Los movimientos laicales, junto con los pastores, "sean protagonistas contribuyendo con sus carismas al testimonio, la difusión, la defensa de la fe y la comunión eclesial". Sugieren a las autoridades, políticos y empresarios católicos a "aunar esfuerzos para promover el desarrollo integral, la seguridad nacional y la solución de la inequidad social".

Se auguran que los jóvenes, que constituyen la fuerza dinamizadora de la Iglesia, "sean constructores y forjadores de las comunidades juveniles y transmisores de la fe a otros jóvenes, con el entusiasmo de la esperanza y la alegría del amor que les caracterizan".

Y concluyen: "La finalidad de la Nueva Evangelización es la transmisión de la fe con creatividad y audacia evangélica. Esto requiere de una nueva sensibilidad en nuestra labor pastoral para interpretar la voluntad de Dios manifestada en los signos de los tiempos y asistir a las personas, familias, instituciones y sectores de nuestra sociedad paraguaya que se han ido debilitando en su vivencia de fe por algún motivo, razón o circunstancia".

"Somos conscientes de que con Aparecida la Iglesia toma su rumbo original, que consiste en formar discípulos y misioneros de Cristo, condición esencial para volverse 'sal de la tierra y luz del mundo' (cf. Mt 5, 13-16). Los hombres deben descubrir a través de cada uno de los bautizados la luz de Cristo que da plenitud y claridad de vida. Retomemos el ecumenismo recomendado por el Concilio Vaticano II y el documento de Aparecida".

"Necesitamos --afirman- de la Nueva Evangelización para que 'nuestros pueblos tengan vida en Él'". Y se encomiendan a la intercesión de "nuestros santos Roque González de Santa Cruz y Compañeros Mártires, como también a la protección y bendición de la Virgen de Caacupé, Madre y Señora de nuestro pueblo".

Para acceder al documento completo: http://www.episcopal.org.py/.

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VENTANA AL MUNDO


Cuba: Celebrada una exposición vocacional en La Habana
Organizada por la Pastoral Juvenil diocesana y la Conferecncia de Congregaciones Católicas
Por Anton Dineshkumar

LA HABANA, jueves 15 noviembre 2012 (ZENIT.org).- El día 10 de noviembre de 2012 tuvo lugar un evento en la iglesia de los Pasionistas de la Habana, Cuba, con el tema “Una alegría que nadie podrá quitar” (cf. Jn 16,22), para llamar los jóvenes a la vida religiosa y para renovar sus vidas en Jesús y María.

El evento empezó a las 10 de la mañana con una oración ante el Santísimo y la renovación de la Consagración de los Jóvenes a Jesús y María. En esta parte los religiosos y las religiosas que participaron pusieron sus manos en los jóvenes, especialmente los 99 que habían sido consagrados previamente a Jesús y María por el Año de la Fe, el día de 13 de octubre pasado.

El encuentro contó también con una exposición del carisma de las diferentes órdenes, congregaciones religiosas, institutos seculares y movimientos laicales presentes en la diócesis.

Y acabó a primeras horas de la tarde con un concierto de la hermana Cecilia Riviero RSCJ, de México.

Fue presidido por el padre Israel Pérez Tuero, asesor de Pastoral Juvenil de La Habana y en el mismo participaron las diferentes congregaciones y órdenes religiosas de la diócesis de la capital cubana.

Así mismo participaron y se consagraron muchos jóvenes de varias partes la diócesis y estudiantes extranjeros de países de Latinoamérica, África y Asia.

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Comentario al Evangelio


Vigilar con esperanza y no con pánico
Comentario al evangelio del Domingo 33º del T.O./B
ROMA, jueves 15 noviembre 2012 (ZENIT.org).-Ofrecemos el comentario al evangelio del próximo domingo de nuestro colaborador el padre Jesús Álvarez, paulino.

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Por Jesús Álvarez SSP

"Dijo Jesús a sus discípulos: Después de una gran tribulación llegarán otros días; entonces el sol dejará de alumbrar, la luna perderá su brillo, las estrellas caerán del cielo y el universo entero se conmoverá. Y se verá al Hijo del Hombre venir en medio de las nubes con gran poder y gloria. Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Aprendan de este ejemplo de la higuera: cuando sus ramas están tiernas y le brotan las hojas, saben que el verano está cerca. Así también ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que todo se acerca, que ya está a las puertas. En verdad les digo que no pasará esta generación sin que ocurra todo eso. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Por lo que se refiere a ese día y cuándo vendrá, no lo sabe nadie, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solamente el Padre". (Mc. 13, 24-32)

Lo que pretende Jesús al hablar de su venida gloriosa al fin del mundo, es prevenirnos para que estemos vigilantes y preparados, gozosamente esperanzados, pero no aterrorizados, pues ni un solo cabello se nos caerá sin permiso del Padre. Sobre todo quiere decirnos que se acerca la hora de tomarnos en sus divinos brazos para darnos la resurrección y la vida eterna.

Estamos en buenas manos: las de Quien nos ama más que nadie. Por eso, más que temer aquel momento, hay que prepararlo para que la muerte y el fin del mundo sean para nosotros un triunfo de resurrección y de gloria por la unión con Jesús Resucitado. “Si tememos la venida de Cristo, ¿qué clase de amor es el nuestro?”

Jesús no es profeta de calamidades, sino mensajero de amor y de esperanza, de salvación gloriosa, por encima de los sufrimientos del presente, de nuestra muerte y del fin del mundo. “Los padecimientos de este mundo no tienen comparación con la gloria que se ha de manifestar en nosotros”, asegura san Pablo.

Hagamos oídos sordos a los falsos profetas de desastres, que fijan fechas para el fin del mundo, y por eso mismo no sucederá en tales fechas: “Sucederá en el momento menos pensado”, asegura Jesús. Los falsos profetas sacan provecho económico de sus mentiras y ganan prosélitos ingenuos, que se cierran a la esperanza, al amor y a la misericordia infinita de Dios Padre.

Al fin del mundo ¿será destruido el planeta tierra o el inmenso universo con sus millones, billones, trillones de astros, planetas, y galaxias? Eso poco nos importa. Lo decisivo es el Reino nuevo de Cristo: “He aquí que hago todo nuevo”, y que seamos admitidos en ese Reino eterno, lo cual depende también de nosotros, pues las puertas fueron abiertas por la pasión y resurrección de Jesús.

La historia de este mundo está en manos del Padre, quien, como hizo con su Hijo a través del Calvario, la va conduciendo a lo largo de un doloroso alumbramiento hacia el triunfo total de la resurrección en Cristo.

Dios quiere que seamos testigos de su Hijo resucitado en un mundo que vive de espaldas a Él, y que lo acojamos cada día, pues prometió estar con nosotros todos los días con su presencia infalible. La unión con él nos garantiza frutos de salvación; mientras que todo lo que no se fundamente en Él, será destruido.

Jesús nos pide que no nos dejemos contagiar con este mundo que, atrapado por la cultura de la muerte, está empeñado en autodestruirse sin esperanza de futuro, y vive de espaldas al Dios de la Vida y del Amor, de la Alegría, de la Paz y de la Felicidad, que pretende encontrar esos bienes prescindiendo de su Fuente.

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Fe de erratas


Ciclón en Cuba
 
Un artículo publicado por ZENIT sobre el ciclón que arrasó zonas de la diócesis de Santiago de Cuba quedó cortado en el envío del 12 de noviembre (http://www.zenit.org/article-43594?l=spanish). Pedimos disculpas a la autora y a los lectores, y lo incluimos completo de nuevo en esta edición.

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Por Araceli Cantero Guibert

SANTIAGO DE CUBA, lunes 12 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Dos semanas después del paso del ciclón Sandy, algunas zonas de Santiago de Cuba recuperaban el tendido eléctrico y con la vuelta de la electricidad al obispado y a otras zonas han empezado a circular informaciones más detalladas sobre la tragedia vivida desde el paso del huracán que azotó la zona en la madrugada del 25 de octubre.

“Seguimos sin luz, afirmaba el padre Valentín Sanz en un correo electrónico del 8 de noviembre. “Tampoco tengo teléfono, ni puertas, ni muro del patio, ni cocinera”, explicaba el sacerdote cubano párroco de la iglesia de San Francisco, en Santiago de Cuba, que ha quedado prácticamente derrumbada. En un correo electrónico, a amistades y conocidos, el sacerdote indicó que “la lluvia torrencial días después terminó de dañar lo que Sandy no había estropeado”. El sacerdote recorría su parroquia, o lo que queda de ella, con un casco de moto sobre la cabeza mientras revisaba los desperfectos de cada día y las inundaciones de las viviendas, todas sin techo.

Para poder comunicarse el padre Sanz tiene que desplazarse, recargar la batería del portátil en algún lugar con electricidad y buscar dónde enviar los correos.

El obispo emérito de Melo, Uruguay, monseñor Luis del Castillo Estrada SJ, lo hace desde un hotel. Él lleva dos años como misionero en Cuba y ha enviado una descripción de la situación a la Conferencia Episcopal de su país.

"Santiago está totalmente destruida. Todos los techos de tejas o de chapas han volado”, escribía el obispo cuatro días después del paso de Sandy. “Los árboles arrancados de cuajo han caído sobre las casas o en medio de las calles. No hay energía eléctrica ni teléfonos. Escasea el agua y las posibilidades de cocinar. Faltan alimentos y no hay refrigeradores para conservar lo poco que queda”.

En otro correo electrónicoel religioso cubanoOsvaldo Morales decía: “Gracias a Dios, estamos vivos, pues hay quienes ya no lo están. La ciudad entera parece como arrasada, desbaratada, destruida. Es algo horrible y ya llevamos una semana”.

El religioso de los Hermanos de la Salleindicaba que “nadie pensó lo que iba a suceder, pues nos habían dicho esa misma noche que era de categoría 1 y que pasaría al oeste de la bahía, a unos cuantos kilómetros de distancia, con mucha lluvia después de su paso”. Pero nada de eso fue así. Sandy impactó a la ciudad con vientos superiores a 175 kilómetros por hora, provocó la muerte de once personas y dejó miles de casas destruidas, severos daños en los servicios eléctricos, telefónicos y de comunicaciones. También causó destrozos en los cultivos. Y aunque a los Hermanos de la Salle no les pasó nada más que el susto, la casa sí sufrió. La cornisa que adornaba el frente de la casa, se fue cayendo, sobre el techo de la antigua sala y se mojaron prácticamente todas las computadoras que servían para las clases.

Como todos los vecinos, los hermanos tuvieron que ir tirando todos los desechos para el medio de la calle, que ha quedado interrumpida.

A Santiago han llegado brigadas de trabajadores de todas las provincias no afectadas que cortan árboles caídos, y limpian calles pero “los destrozos son increíbles. No recuerdo haber visto a Santiago en estas condiciones”. El hermano Morales, describela situaciónde “un agua, sucísima, la gente sin dinero, los precios aumentando en lugar de bajar, la gente por las calles a montones buscando qué comer, dónde conseguir pan, los primeros días, algo que mejora, tremendas colas para cualquier cosa, y los molotes de gente que gritan, pelean, se empujan, etc, etc. por llegar antes de que se acabe cualquier cosa que quieran comprar. En fin, un caos”.

Indica que “continuamente pasan por aquí personas contando sus tragedias y pidiendo ayuda. Y realmente por más que se quiera, no se puede atender a todo el mundo, y todos nos quedamos entonces más tristes. La Iglesia está haciendo proezas para buscar y brindar ayuda. Pero no se trata de una o dos personas, sino de millares”.

El sábado 27 de octubre, el arzobispo Dionisio García Ibáñez reunió a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas para estudiar la situación y precisar la actuación. Todo cuanto él tenía en el arzobispado de comida, y enseres lo distribuyó de inmediato; se han pedido las listas de las personas en situación más crítica en cada comunidad y ya se les va llevando algo. Acaban de llegar sacos de carbón para los que no tienen ni gas ni leña para cocinar.

El 31 de octubre se reunió en La Habana el comité permanente de la Conferencia de Obispos Cubanos para analizar la situación después de Sandy con informes de los obispos de Santiago de Cuba y Holguín las regiones más afectadas por el ciclón".

El secretario ejecutivo monseñor José Félix Pérez indicó que ya se han dado ya ofrecimientos de ayuda de Caritas Internacional y del Catholic Relief Services, la agencia humanitaria de los Obispos de Estados Unidos, y de otros países, así como de algunas congregaciones religiosas y obispados del exterior, entre ellos la Arquidiócesis de Miami.

Indicó que "sería de desear que se pueda disponer de un permiso de importación sobre todo para traer materiales de construcción”. Siete días despuésEl Gobierno de Cuba anunció que entregará subsidios y créditos a largo plazo con bajos tipos de interés para la reconstrucción de viviendas afectadas por el huracán.

El Gobierno dijo que el presupuesto del Estado realizará una bonificación del 50 por ciento a los precios vigentes de los materiales de construcción que serán vendidos a las familias damnificadas. Esta medida cobra vigor el 12 de noviembre en las provincias de Holguín, Santiago y Guantánamo.

El 85% de los templos de Santiago de Cuba fueron dañados por el huracán, según el Arzobispado.

En una conversación telefónica, el arzobispo, Mons. García Ibañez indicó que la Arquidiócesis tiene ya un plan de acción que prioriza: no interrumpir la labor pastoral, resolver primero lo mas sencillo y urgente y tener en cuenta el valor patrimonial de algunos edificios. La Arquidiócesis trabaja con Caritas Cuba y con diócesis hermanas que han brindado su apoyo. Las necesidades son grandes y el Arzobispo apela y agradece la solidaridad de quienes puedan ayudar

Para información: economia@arzsantiago.co.cu.

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