Palabras de salutación del Nuncio en España Monseñor Renzo Fratini a los Obispos españoles reunidos en su Asamblea Plenaria número cien


 

Eminentísimo Señor Cardenal Presidente,
Eminentísimos Señores Cardenales,
Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos,
Señoras y Señores:

Agradezco profundamente la invitación presentada a participar en la presente sesión inaugural de esta Asamblea Plenaria del Episcopado Español que llega al significativo número de “cien”. A lo largo de estos encuentros impulsados con fines pastorales prácticos por el Concilio Vaticano II, cuyo cincuentenario recordamos, los Obispos españoles han expresado vivamente la preocupación, la responsabilidad y el cuidado por la Iglesia que peregrina en España viviendo la Colegialidad Episcopal en sintonía con la Cabeza del Colegio, el Sucesor de Pedro, el Papa.

Al dar una mirada sobre el temario que ustedes abordarán en sus trabajos, me congratula comprobar, en particular, la atención que prestarán a tres aspectos que favorecen señaladamente la vida eclesial. Se trata de temas urgentes y concretos. El primero afecta a la transmisión de la fe en la infancia con la presentación y el estudio del segundo Catecismo de Infancia “Testigos de Jesús, el Señor”. Cómo no recordar al respecto la necesaria presentación del Mensaje íntegro, en la medida en que un niño puede asimilarlo en sus diferentes etapas de crecimiento, pero con la convicción a la vez de que la fe y el amor de Jesucristo son capaces de transformar por su misma fuerza. Al respecto es significativa la experiencia de Santa Teresa de Jesús, cuya figura ustedes van a tratar también ahora para programar el V Centenario de su nacimiento. La Santa deja escrito en su autobiografía que, cuando contaba 39 años, dejando atrás la tibieza, reencontró el camino de la verdad que en su infancia había quedado imprimido en su corazón (Cf. Libro de la Vida I,4). Ella escribe: “con la fuerza que hacían en mi corazón las palabras de Dios, así leídas como oídas, y la buena compañía, vine a ir entendiendo la verdad de cuando niña” (Ibíd., cap. 3, 4-5).

Otro aspecto que afecta muy gravemente a la pastoral y al bien de las almas es la atención a la formación del clero. Particularmente ustedes se van a fijar en la formación de los sacerdotes extranjeros, que prestan servicio pastoral en las comunidades eclesiales. La escasez de vocaciones ha hecho precisa en muchos lugares su presencia. En muchos casos estos sacerdotes son una riqueza, no solo por el servicio que prestan, sino por lo que ellos también pueden aportar procedentes de comunidades cristianas vivas. Indudablemente en su admisión al ministerio, especialmente si es por un tiempo prolongado, se necesita un sincero discernimiento en el que no es suficiente la conveniencia mutua del sacerdote ni de la Diócesis que necesita. Tras este discernimiento, se requiere una formación adaptada, ofreciéndoles también el apoyo adecuado del acompañamiento espiritual.

Otro delicado punto, y muy oportuno, es el estudio de las relaciones mutuas entre los Obispos y la Vida Consagrada en España. Al respecto un nuevo documento abordará esta cuestión. Al considerar los diferentes aspectos de este tema cabe resaltar el aspecto eclesiológico de esta forma de vida que se vive para la Iglesia en la vida contemplativa, en el campo de la evangelización y de la cultura, en el mundo de las comunicaciones, en la promoción de la juventud y de la familia, en el puesto caritativo y asistencial con los desfavorecidos y los enfermos. En todas estas expresiones resalta por sí la comunión con la Iglesia y en concreto con la Iglesia particular. Fuera de esa “comunión” la vida religiosa carece de sentido, pues pertenece a la esencia de esa comunión en la que están insertados, como diría el Papa Pablo VI “a través de su ser más íntimo”, esto es, de la consagración, y “en el marco del testimonio radical de las bienaventuranzas” (Evangelii nuntiandi 69). Con el reciente Sínodo de los Obispos sobre “la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana” renovamos nuestro vivo aprecio por este género de vida, “dedicada totalmente al Señor”, en el que brilla el “sentido de la vida humana más allá de lo terrenal […] mediante el ejercicio de la pobreza, la castidad y la obediencia” (Mensaje nº 7)

Por fin, en medio de los retos del momento presente, me congratulo porque sus trabajos son signos de esperanza en la vida de la Iglesia en España, particularmente cuando, aceptando la iniciativa del Santo Padre en el presente Año de la Fe, pretenden con ellos “ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa” (Porta Fidei 8). Con este fin pastoral les acompaño con mi cercanía fraterna y cordial y con mi oración a Santa María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia.

Muchas gracias.

Mons. Renzo Fratini
Nuncio Apostólico