Benedicto XVI: “Para hablar de Dios, es necesario que crezcamos cada día en el conocimiento y la intimidad con el Señor”


 

Para hablar de Dios, es necesario que crezcamos cada día en el conocimiento y la intimidad con el Señor. Lo dijo Benedicto XVI en su catequesis de la audiencia general de esta mañana, miércoles 28 de noviembre, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano ante la presencia de varios miles de fieles y peregrinos de numerosos países.

El Papa explicó que el amor de Dios no es una “realidad intimista” que impulsa a encerrarse en sí mismos, sino, al contrario, pide que salir de sí, porque el bien es difusivo, se difunde mediante la fuerza interior, como reconocía Platón, y san Agustín que afirmaba que “el amor de Dios dilata los confines de nuestra misma humanidad”. 

Por esta razón es Dios mismo, Amor y Bien supremo, quien tiende a comunicarse. He aquí entonces la pregunta a la que Benedicto XVI ha querido responder: ¿Cómo hablar de Dios en nuestro tiempo? ¿Cómo comunicar el Evangelio para abrir caminos a su verdad salvífica en los corazones con frecuencia cerrados de nuestros contemporáneos y en sus mentes frecuentemente distraídas por los tantos resplandores de la sociedad?

Queridos hermanos y hermanas:

La pregunta que nos hacemos hoy es: ¿cómo podemos hablar de Dios en nuestro tiempo? Sabemos que el amor de Dios es expansivo por su propia naturaleza. El mismo Dios, en virtud de este amor, se nos comunica en su Hijo muerto y resucitado. Recibimos la fe precisamente escuchando este anuncio. Es este amor el que nos exige salir de nosotros mismos para proclamarlo a todos. Para hablar de Dios, es necesario que crezcamos cada día en el conocimiento y la intimidad con el Señor. En el anuncio del Reino no debemos buscar el éxito inmediato, sino seguir su ejemplo de humildad y paciencia. No buscarnos a nosotros mismos sino centrarnos en lo esencial del misterio de Dios. Con el ejemplo de su vida, Jesús nos enseña a hacernos cargo de la debilidad del hombre para llevarlo hacia Dios. Nos pide que nuestra vida sea, como la suya, reflejo de una íntima unión con Dios. Así, en nuestras vidas, nuestras familias, con nuestros hijos, podremos manifestar ese mismo amor de Cristo, estando atentos a cada necesidad, a los anhelos más profundos, para poder dar una respuesta de esperanza a la humanidad. 

Al saludar en nuestro idioma a los fieles procedentes de America Latina y de España, el Papa invitó a dar testimonio de Dios con las siguientes palabras:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Bolivia y otros países latinoamericanos. Invito a todos a dar testimonio de Dios, que nos ha mostrado en la muerte y resurrección de su Hijo el más grande amor, y nos pide seguirlo y dejarnos transformar por Él, de modo que en su Iglesia, a través de la Palabra y los sacramentos, podamos renovar el mundo entero. Muchas gracias. 

Como ya es costumbre, el Santo Padre también afirmó que reza por todas las personas de lengua árabe, a quienes deseó la bendición de Dios.

Al saludar los peregrinos polacos que participaron en esta audiencia Benedicto XVI les recordó que el Año de la fe es el tiempo de la escucha de Dios que nos habla, pero también es el tiempo para hablar de Él y de su amor infinito. Y formuló votos para que nuestro anuncio, con la palabra y con las obras, de la verdad sobre el divino deseo de salvar a todos los hombres sea un testimonio de la fe vivida personalmente. 

Al dar su cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana, el Papa saludó a los sacerdotes, religiosos y seminaristas de la diócesis de Macerata, acompañados por el Obispo, Mons. Claudio Giuliodori. También saludó a los Frailes Menores de la Provincia Siciliana, a quienes deseó que su visita a las Tumbas de los Apóstoles sea ocasión para renovar la fe en las iniciativas pastorales. 

De misma manera el Santo Padre manifestó su satisfacción al acoger a los miembros de la Corte de Cuentas de la República Italiana, en el 150° aniversario de su fundación, y manifestó su deseo de que esta Institución realice un servicio proficuo por el bien común.

Por último, al dirigir un pensamiento afectuoso a los jóvenes, enfermos y recién casados presentes en esta audiencia, el Pontífice recordó que el próximo tiempo de Adviento sea un aliciente para que los jóvenes redescubran la importancia de la fe en Cristo; ayude a los queridos enfermos a afrontar sus sufrimientos con la mirada dirigida al Niño Jesús; y acreciente en los recién casados el sentido de la presencia de Dios en su nueva familia.

(María Fernanda Bernasconi – RV).