7.12.12

Cecile Duflot, ministra de vivienda, amenaza a la Iglesia    AFP PHOTO / BERTRAND GUAY

«Los niños y jóvenes deben dejar de ser objeto de los deseos y de los conflictos de los adultos para gozar plenamente del amor de un padre y de una madre».

Sandro Magister considera que esta frase pronunciada por el cardenal de París, André Vingt-Trois, es el inicio inesperado del nuevo liderazgo de la Iglesia en Francia. Razones no le faltan. Una defensa de la persona y de la civilización que ha concitado el aplauso no sólo de los católicos franceses, también de una parte importante de la sociedad como Frigide Barjo (ps) portavoz del «Collectif pour l’humanité durable»; la socialista Laurence Tcheng, de la asociación «La gauche pour le mariage républicaine», y Xavier Bongibault, ateo y homosexual, fundador de «Plus gay sans mariage».

Las manifestaciones y concentraciones del mes de noviembre fueron masivas. Para el 13 de enero hay convocada otra manifestación en defensa de la familia en París. El liderazgo de Vingt-Trois ha pillado con el pié cambiado a los portavoces de la «cultura de la muerte». Así se entienden las histriónicas declaraciones de la masonería intentando recluir a la Iglesia a las sacristías.

El gobierno socialista como si fuese un mero satélite de la extinta URSS ha activado el «plan B», y con un repugnante mezcla de demagogia, por medio de la ministra de vivienda, Cécile Duflot, amenaza a la Iglesia con expropiar los locales ’semivacíos’ si no los pone a disposición de los «sin techo».

Al más puro estilo mafioso, Duflot, dirigente de los ‘ecoverdes’ (EELV) dijo que «espera que no sea necesario demostrar autoridad»:

La Iglesia forma parte de las personas morales a las que el Estado puede requisar. Parece que el arzobispo de París posee varios edificios casi vacíos. Acabo de escribirle una carta para ver cómo se pueden utilizar esos locales

El Obispo de Evry, Michel Dubost, manifestó estar «sorprendido» por las declaraciones de la ministra:

Habría que preguntarse si lo que ella dice no es una reacción a las palabras del cardenal André Vingt-Trois) sobre otros temas, en particular sobre el matrimonio homosexual

El «efecto boomerang» ha sido inmediato, hasta los comunistas han puesto el grito en el cielo

La reacción anticatólica del gobierno socialista ha encontrado respuesta en todos los ambientes:

  • El cardenal, con reflejos, le respondió que «los católicos de París y de otras partes no esperaron a la ministra para actuar», subrayando el trabajo de numerosos voluntarios y asociaciones católicas para ayudar a los sectores más desfavorecidos de la población.
  • En un comunicado conjunto de la diócesis de París y del Conferencia de religiosos preguntan a la ministra: «¿Estudió Duflot, antes hacer un llamamiento a la Iglesia, las superficies disponibles en las administraciones, los bancos, las compañías de seguros, el Estado?». Como cuenta Stéphanie Le Bars:

    El año pasado acogimos a 120 personas, entre tres días y cuatro meses, dice una fuente del arzobispado. No sólo les abrimos las puertas: algunos fieles comen y duermen con ellos y les ayudan a recrear vínculos para que puedan reintegrarse en la sociedad. En París se ha abierto un hogar en que 50 jóvenes cristianos conviven con 50 personas sin techo… La Prefectura de París, con quien tuvimos una reunión en octubre, sabe lo que hacemos. Cécile Duflot parece que no.

  • Pierre Mignard, miembro del consejo nacional del partido socialista, también está sorprendido:

    El papel de un ministro de la vivienda es hacer avanzar a todos los que puedan ayudar a la acogida de personas con dificultades y, en este campo, no es ciertamente la Iglesia católica la menos comprometida. Hablar de una expropiación de bienes de la Iglesia no es ni oportuno ni eficaz». Y a la pregunta sobre si los católicos han podido sentirse heridos, responde: «No sólo lo entiendo, sino que comparto ese sentimiento. Como miembro del consejo nacional del PS, afirmo que nadie puede negar que la Iglesia desempeña un papel importante en el campo de la solidaridad.

  • Para Le Figaro, es una provocación, una metedura de pata política, al pretender actuar a remolque contra uno de los cuerpos sociales más implicados en el campo de la solidaridad.
  • Para el comunista L’Humanité, el recurrir a la Iglesia se observa como una señal inquietante de debilidad del Gobierno, frente a bancos y grandes grupos inmobiliarios.

Dadas las reacciones no tengo más que felicitarme por ese nuevo liderazgo, en principio social, de la Iglesia en Francia. Veremos qué efecto tiene en enero. No deja de llamarme la atención que en un país con plena separación al final, siempre, terminen acudiendo a la Iglesia.