8.12.12

El arciprestazgo de Cartuja, en Granada, escribe una Carta de Navidad

A las 6:26 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General

He visto crecer la ciudad de Granada a lo largo de los años. En la zona norte se levantó el conocido Polígono de Cartuja, cercano a la Facultad de Teología, donde estudié.

En aquellos bloques y casas se colocaron las familias que vivían en barracones prefabricados desde los años cincuenta, victimas del terremoto sufrido en la ciudad por aquel entonces.

Desde el principio las parroquias creadas se pusieron en manos de sacerdotes muy comprometidos con el mundo obrero, sindical y político de la época. Aquellos curas, algunos viven aún, sabían teología, aunque estuviera mezclada con la teoría de la liberación.

Ayer, un lector amigo, me mandó un enlace de una carta navideña dirigida por los curas del arciprestazgo de Cartuja a sus feligreses. Tras su lectura se abrió la tierra bajo mis pies. Con el paso de los años veo que los curas actuales no saben ninguna teología en torno al misterio de la Natividad del Señor.

Cuelgo la carta entera porque es más ilustrativo para los amigos lectores:

Carta de Navidad 2012

“Hace más de veinte siglos, el emperador de Roma, en su deseo de controlar, someter y recaudar el tributo decidió hacer un censo de todos los ciudadanos del imperio, sometidos a su poder.

Entre ellos se encontraba una joven pareja de Nazaret que. A pesar del avanzado estado de gestación de la muchacha, tuvo que desplazarse hasta Belén.

Y es que esta chica, que se llamaba María, se había quedado embarazada, con apenas quince años; y a pesar de la fuerte amenaza de ser repudiada y brutalmente apedreada, hasta la muerte, como mandaba la ley, encontró amparo y comprensión en su compañero José, que en vez de despedirla en secreto, como había pensado al principio, decidió acogerla y hacerse cargo de ella y también de la criatura.

María y José no tenían su situación en regla, así que el Niño tuvo que nacer en una covacha (…) como siempre nacen los hijos de los pobres.

El caso es que, una vez llegados a Belén, al no tener su situación en regla, ni disponer de dinero, ni influencias, aquel Niño tuvo que nacer en una covacha que había a las afueras de la ciudad, rodeado de carencias y de inseguridad… Como siempre nacen los hijos de los pobres.

Este es el sencillo relato de lo que se ha convertido, para nosotros, en el acontecimiento más grande de este mundo. Y ello, porque creemos que precisamente en este Jesús, hijo de María, es donde Dios asume la condición humana y el hombre recibe la dignidad divina.

Más adelante, quiso llamarse el hijo del carpintero cuyo oficio aprendió y ejerció la mayor parte de su vida, hasta que un día sintió una fuerte llamada que le llevó a dejar el taller para hacerse educador de calle… y empezó a buscar entre sus paisanos (que estaban hartos de una sinagoga llena de letrados y profesionales de la religión) gente sana que le ayudara a elaborar su proyecto de fin de carrera que, según él, consistía en un programa de fraternidad tan auténtico y universal que mereciera hacerse eterno en el Reino de los cielos; y en ello estamos, después de veinte siglos.

Sin embargo, como en la primera Navidad, hoy los poderosos siguen dominando el mundo. Los políticos, los banqueros, los especuladores financieros… nos siguen sometiendo, por decreto, a todo tipo de recortes, desahucios o impuestos abusivos.

Hasta Dios mismo es para este sistema y los que lo sustentan una posible fuente de ingresos
En definitiva, seguimos siendo víctimas de la gran idolatría del dinero que produce cada vez más injusticias, hambre, paro y desigualdad… y que humilla y envenena cada día más nuestro entorno y nuestra tierra.

Y lo más grave es, que a este sistema y a los que lo sustentan, solo les interesa sacar provecho de todo lo humano y lo divino; hasta el punto de que Dios mismo, para ellos, no es otra cosa que una posible fuente de ingresos.

Por eso, en estas fechas, se hace el paripé de celebrar la Navidad cristiana, pero no cristianamente, sino comercialmente; con lo cual se está intentando someter, una vez más, el Dios de la vida a la insoportable presión del dios dinero.

La Navidad es sinónimo de vida, nacimiento y creación.

Lo cual supone, para nosotros, una toma de conciencia de las graves situaciones de vida amenazada y degradada que estamos padeciendo.

Que sepamos celebrar lo que hay que celebrar: la noticia de que hay otro mundo mejor… y que además es posible.

Y debe ser también, un compromiso de estar más atentos al incesante clamor de los pobres y al grito estremecido de la tierra.

Todo lo cual, nos debe llevar a iniciar una vida más sencilla, más racional y más solidaria, o sea, que lucha con otros por el reconocimiento eficaz, y a veces, hasta jurídico de nuestros derechos; a cuidar nuestra tierra para que pueda germinar el trigo, el vino y el aceite que permita paliar el hambre y la sed que padecen tantos hombres y mujeres hermanos nuestros.

Que sepamos celebrar lo que hay que celebrar, y no otra cosa, con la alegría de la Buena Noticia que gritaron los pastores en la noche palestina; la noticia de que hay otro mundo mejor… y que además es posible.

Feliz Navidad para todos.

Parroquias del Arciprestazgo de Cartuja.

Granada

(05/12/2012)”

Tras la lectura, los amigos lectores tienen abierto el foro. Muchas gracias.

Para saber más hagan clic aquí.

Tomás de la Torre Lendínez