12.12.12

Ruido de sables desde la Archidiócesis de Barcelona

A las 11:31 AM, por Cartas al director
Categorías : Cartas al Director

Con esa expresión entendemos situaciones de tensión, en el seno de la Fuerzas Armadas, por razones políticas, que afectan seriamente a la sociedad. “Ruido de sables” que no poca inquietud crea entre los ciudadanos.

La verdad es que no hay “ruido de sables” en nuestras Fuerzas Armadas, compuestas por excelentes profesionales que conocen a la perfección el papel que desempeñan, al servicio del país, con un escrupuloso sometimiento al cauce que marcan las leyes que nos hemos dado. Es más, cuando alguno de sus miembros se expresa públicamente sobre cuestiones que rozan la política -pese a que sea en materia sobre la que exista un sentimiento generalizado entre los civiles- es apartado de su cargo.

Ahora bien ¿cómo denominaríamos a esas actuaciones de parte de los miembros de la Iglesia?. ¿Ruido de campanas? ¿Ruido de mitras? Lo que sí es evidente es que, cualquiera que sea la denominación, causa mayor inquietud que el propio ruido de sables; en tanto que, para sus objetivos terrenales, no dudan en darles una trascendencia espiritual.

El arzobispo de Barcelona, cardenal Luis Martínez Sistach, se ha pronunciado, públicamente, sobre la “inmersión” educativa que impone el Gobierno de la Generalitat, a los catalanes -incluidos los que son castellanohablantes-.

Inmersión educativa que, obviamente, nada tiene que ver con la salvación de las almas de los que nos sentimos catalanes -ya sea los que no quieren ser españoles, como los que afirmamos que lo somos, precisamente, por ser catalanes-.

Permítame, señor Director, unas breves reflexiones:

1ª.- Desde el Papa al último sacerdote, su misión es la de transmitirnos la palabra de Jesús, para que su Luz, Camino y Vida nos lleven hacia Dios.

Por lo tanto, cuando el señor Arzobispo se expresa públicamente sobre la bondad de la inmersión lingüistica -como en anterior ocasión lo hizo sobre los “beneficios” del Estatuto- yo, como buen cristiano, debo creer que ese es el “Camino” que Dios me pide que siga para alcanzar la salvación.

Ese “mensaje” -de lo que debemos entender que es la palabra de Dios – ya lo transmitió, hace años, el que era Obispo de Gerona, para quien el buen cristiano debía ser “fuerte”, “violento” y “orgulloso” -esas, entiendo, son las “nuevas” virtudes del cristiano- y que su “responsabilidad” es la de usar la lengua catalana con todos los ciudadanos de Cataluña. Iglesia la de Gerona que se niega a llegar a los catalanes de habla castellana, pues ya hace años ha eliminado de la hoja dominical les lecturas, la semanal comunicación del Obispo o cualquier información -como evidencia de que la lengua catalana es la propia de los buenos católicos y la castellana la de los proscritos a los que no hay que acercar a Dios- .

Y es que, como ha dicho Duran i Lleida, la nueva Ley –que trata de proteger el derecho de la mayoría de castellanoparlantes- “se cargará nuestro sistema de inmersión lingüística y romperá y amputará para siempre nuestra identidad y que alterará el nervio de la realidad nacional”. Criterio que viene a confirmar que la función de la inmersión lingüística es la de construir una identidad nacional -como, acertadísimamente, razonó Gabriel Albiac en el artículo publicado en ABC el 10 de diciembre- .

2ª.- ¿Tiene tanta sensibilidad el señor Arzobispo por la tensión programada, que se está generando entre miembros de una misma familia, vecinos y amigos, con la imposición de la inmersión y la “realidad nacional”? Adoctrinamiento que se ha ido fraguando a través del sistema educativo.

Esa sensibilidad ¿la tiene el señor Arzobispo respecto a la vulneración del derecho de los padres, en la elección de la enseñanza de sus hijos?, o en relación con el calvario que supone litigar contra la Generalitat y, al final, ver como la Administración incumple las sentencias de los Tribunales -Superior de Justicia de Cataluña, Supremo y Constitucional- .

3ª.- Me siento catalana por los cuatro costados. Nací en Barcelona, así como mis hijos y nietos, pienso en catalán y amo a Cataluña -no contrapuesta a España, sino formando parte de España- por encima de todo.

Pero, por mucho que examino a diversos catalanes y, luego, me miro en el espejo, le aseguro que no aprecio el menor vestigio de “identidad”, que me marque como distinta del resto de los “identitarios”, hasta el punto de que sea precisa una ruptura con el tronco plenamente común con el resto de las regiones que componen España.

4ª.- Es radicalmente falsa la afirmación del señor Arzobispo en cuanto a que, con el sistema educativo catalán, se consigue un buen conocimiento de catalán y castellano. Por pura lógica mantener en una “inmersión” del 100% en catalán hasta los seis años de edad y, a partir de ésa, con todo en catalán, menos dos horas semanales en castellano, no produce el mismo conocimiento de ambas lenguas; pero, si fuera como mantiene el señor Arzobispo, ¿estaría él dispuesto que el sistema educativo proporcionase todas las asignaturas en castellano y únicamente dos horas semanales en catalán?.

Sea sincero el señor Arzobispo, admitiendo que el sistema educativo tiene como única finalidad el “educar” y adoctrinar, como antes lo hicieron líderes políticos totalitarios que, con su acción, causaron un terrible drama en Europa. Adoctrinamiento, el que se ejerce aquí, que tiene a la lengua como eje esencial; de manera que se llega al sofisma de que “somos tan distintos, que hasta hablamos otra lengua y, por tanto, siendo diferentes, no podemos someternos al trato jurídico y económico del resto de los españoles”.

Aquí, con el adoctrinamiento -a través de la enseñanza, a golpe de sanción (para cuya imposición se incentiva la delación) al que no rotula en catalán, y mediante la subvención (que ablanda voluntades y manipula a los ciudadanos)- estamos llegando a una deriva peligrosa, de la que el señor Arzobispo deberá responder ante Dios.

4ª.- El ruido de sables me inquieta, pero mucho más la sutileza del “ruido de campanas”, o el de “mitras”; pues ya no me llega el aroma del incienso, sino que aparece un cierto preocupante tufillo mundano.

Solo pido que, al igual que se actúa contra los militares cuando expresan públicamente su parecer en materia de política, la autoridad eclesiástica aparte de inmediato de su servicio al Arzobispo de Barcelona, por desviación de poder y sectarismo, tratando de conducir a los cristianos catalanes al redil del nacionalismo. Dediquen plenamente su tiempo a conducirnos al Cielo –pues ese es el mandato que recibió- y no al “paraíso” identitario.

5º.- ¿No recuerda el señor Arzobispo las palabras de Jesús: “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Me parece perfecto que Mons. Luis Martínez Sistach se dedique a la política pero, en tal caso, debería pedir la secularización.

Mª Consolación Meya Martínez