14.12.12

Una conjunción de planetas ciertamente peculiar

A las 1:56 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Evangelio

 

Uno de los pasajes más interesantes del último libro del Papa sobre la infancia de Jesús, es el que hace referencia al pasaje de la estrella de Belén. Leemos en el evangelio de Mateo.

Mateo 2,10:
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.

Dice el Papa:

Pero ahora hemos de volver aún a la estrella que, según la narración de san Mateo, impulsó a los Magos a ponerse en camino. ¿Qué tipo de estrella era? ¿Existió realmente?

Algunos pensarán cómo es posible que el Papa se pregunte si algo que dice el evangelio pasó tal y como lo relata el evangelio. Pero sigamos leyendo y veremos que en la era patrística el tema ya era objeto de controversia:

Exegetas de renombre, como Rudolf Pesch, opinan que esta cuestión tiene poco sentido. Se trataría aquí de un relato teológico, que no se debería mezclar con la astronomía. San Juan Crisóstomo había desarrollado en la Iglesia antigua una postura similar: «Que ésta no fuera una estrella común, para mí incluso que no fuera siquiera una estrella, sino un poder invisible que había tomado esa apariencia, me parece consecuencia sobre todo de la trayectoria que había tomado. En efecto, no hay una sola estrella que se mueva en esa dirección» (In Matth., hom. VI, 2: PG 57, 64). En gran parte de la tradición de la Iglesia se ha resaltado el aspecto extraordinario de la estrella; así, ya en Ignacio de Antioquía (ca. 100 d. C.), que ve el sol y la luna hacer el corro en torno a la estrella; así también en el antiguo himno de la Epifanía del Breviario Romano, según el cual la estrella habría superado al sol en belleza y luminosidad.

Y luego el Papa da paso a la explicación astronómica:

Pero no se podía dejar de plantear la pregunta sobre si, a pesar de todo, acaso no se hubiera tratado de un fenómeno que se podía determinar y clasificar astronómicamente. Sería un error rechazar a priori esta pregunta remitiéndose a la naturaleza teológica de la historia. Con el surgir de la astronomía moderna, desarrollada también por cristianos creyentes, se ha planteado nuevamente también la cuestión sobre este astro…

Después de ese párrafo explica la tesis de Kepler y otras posibles teorías sobre el fenómeno. La verdad, dudo que una conjunción de planetas o una supernova vaya por el cielo dando vueltas hasta detenerse encima de un lugar concreto.

En mi opinión la cuestión consiste en si se acepta o no la historicidad del relato de Mateo. Es decir, si hubo o no una señal en el cielo -a la que el evangelista llama estrella- que indicó no solo el camino a seguir a los magos, sino que se posó literalmente sobre el lugar en el que estaba Jesús. Y si creemos que ocurrió así, a mí me parece que no hay lugar a conjunciones planetarias, supernovas y demás fenómenos astronómicos. La explicación que da san Juan Crisóstomo me parece la más plausible.

La cuestión de la historicidad de los relatos evangélicos no me parece un tema menor. A mí no me acaba de convencer la tesis de que cuando el relato afecta a un dogma de fe, entonces hay que creer sí o sí en su historicidad, mientras que cuando no hay una doctrina fundamental afectada por el texto, tenemos opción a no creernos que se corresponde con lo que realmente pasó. No me imagino a los evangelistas jugando al gato y al ratón. Y, curiosamente, los textos que son objeto de controversia suelen ser casi siempre aquellos en los que ocurren hechos que chocan con las leyes de la naturaleza. Es decir, milagros, señales, etc. Sinceramente, prefiero creerme todo, aunque me llamen crédulo, que tener que andar eligiendo “esto sí, esto no” como si fueran los pétalos de una margarita.

Luis Fernando Pérez Bustamante