21.12.12
La segunda en pocos días y ambas cerca la una de la otra. Pues que han decidido suprimir por las buenas la misa del gallo. Así que el día 24 de diciembre, una misa vespertina y se acabó, y a cenar todo el mundo con los suyos.
La celebración de la misa del gallo no es dogma de fe. Ni la de la aurora, contemplada en el día de la Navidad. Eso sí, nadie podrá negar la tradición de celebrarla en España y a las doce de la noche. Y nadie podrá negar la enorme afluencia de fieles a esta celebración.
¿Por qué suprimir una misa de tanta tradición y asistencia como la misa del gallo a las doce de la noche en la noche de la Nochebuena? Se me ocurren algunas razones:
1. La escasa asistencia de fieles
2. Que se deba celebrar en alguna zona que por su especial peligrosidad desaconseje salir a la calle a partir de ciertas horas.
3. Que sea inútil e incluso contraproducente para la edificación del pueblo cristiano.
Por lo que sé, y conozco la zona, la gente iba. Pero es que aunque vayan dos o tres, el año que viene irán más, y si no es igual, es una oportunidad que se brinda de celebra en comunión con la iglesia. No sólo es que iba, es que en alguna de las parroquias que han suprimido la misa, se abarrotaba el templo.
De peligrosidad, nada de nada. Zona tranquila donde las haya. Y no me van a decir que una misa de Navidad celebrada a las doce de la noche en la noche de la Nochebuena pueda ser algo escandaloso o que aleje a los fieles de la santidad.
¿Entonces? Pues más bien me suena a comodidad del señor cura que ha decidido cenar tranquilamente con su familia o su comunidad religiosa y así se evita tener que salir de casa a las tantas para celebrar una misa. Porque otra explicación no hay. Seamos claros, si la gente iba hasta llenar el templo, ¿qué nos hace pensar que es mejor suprimirla?
La razón que han dado es que la gente pueda cenar tranquilamente y no romper la sobremesa. Yo me hago otra pregunta: ¿alguien ha consultado a los fieles qué prefieren? Porque mucho me temo que se nos llena la boca con necesidad de democracia eclesial, y como prueba de ello llega el párroco y con dos narices se carga la misa del gallo sin pedir opinión a nadie. Y será la cosa en parroquias que se pasen el día hablando de que lo importante es servir y estar con los pobres, pero entre salir de casa a las tantas para celebrar con mi comunidad parroquial la misa del gallo, y quedarme en casita con una copa y unos dulces, parece que prima más lo segundo.
La teoría la proclamamos a los cuatro vientos como el lorito que aprendió la lección: servir, servir, los curas estamos para servir, viva la democracia, abajo la imposición. Y a continuación, como consecuencia de lo aprendido, este año no hay misa del gallo porque así lo he decidido y el que quiera asistir que se vaya a otra parroquia.
Me causa tristeza que algunas parroquias no puedan celebrar esa misa tan entrañable y tradicional. Fui párroco de dos pueblos y uno de ellos, indefectiblemente, se tenía que quedar sin ella. Pero que sea por comodidad del párroco, jamás podré entenderlo.