ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 31 de diciembre de 2012

La frase del día

"El misterio de la Navidad, nos lleva a contemplar la vida desde la fe. Nos invita a acoger y valorar todo lo humano, a mirar el mundo con simpatía y ternura, a amar con pasión la vida y a cada ser humano, a sentirnos alentados por una misma esperanza".

Maite Uribe, directora de la Institución Teresiana

 


SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San Juan Francisco de Regis
«Ardiente defensor de la fe frente a la herejía calvinista»

Santa Sede

BENDITOS LO QUE CONSTRUYEN LA PAZ
Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2013

Benedicto XVI: un prolífico magisterio ordinario en 2012
Los mensajes anuales del papa se reflexionan en toda la Iglesia

CULTURA Y EDUCACIÓN

Nicaragua: Llamado de los obispos a la familia para que eduque en valores a sus hijos
Carta Pastoral con motivo de la fiesta litúrgica dedicada a la primera célula de la sociedad

JUVENTUD, FUERZA DEL MUNDO

''Los jóvenes sois la esperanza para un mundo roto''
Taizé congrega a una marea de alegre búsqueda de motivos de confianza

Con su empeño por la justicia, ayudarán a entender que el Evangelio lleva al mismo tiempo a Dios y a los demás
Benedicto XVI a cuarenta mil jóvenes de Taizé

MARÍA, ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN

Maite Uribe invita a buscar en 2013 la justicia con gestos concretos
La directora de la Institución Teresiana escribe una carta programática profundamente mariana

Especial Año Nuevo

Venezuela: Defender las normas constitucionales ante la gravedad del presidente Chávez
Carta de Año Nuevo del cardenal arzobispo de Caracas Jorge Urosa Savino

Puerto Rico: el obispo de Arecibo llama a construir la paz en 2013
Monseñor Daniel Fernández Torres, se unió al llamado de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz

Humanismo abierto
La Jornada Mundial de la Paz según el cardenal Cipriani, arzobispo de Lima y primado de Perú

Foro

Todo es gracia
La encarnación redentora de Cristo, episodio único en la historia, determina el sentido pleno del tiempo

Mensaje a nuestros lectores

Por un maravilloso 2013
Feliz Año Nuevo a nuestros lectores


SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San Juan Francisco de Regis
«Ardiente defensor de la fe frente a la herejía calvinista»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - Nació en Fontcouverte, (Languedoc, Francia) el 31 de enero de 1597 en una acaudalada familia de terratenientes con árbol genealógico de noble ascendencia. El pequeño creció con tales muestras de piedad que por sus cualidades parecía santo ya desde la cuna. Era dócil, amable, servicial, atento, extremadamente sensible ante cualquier pequeña falta que pudiera afligir a sus padres... ¡Un encanto de criatura! Se sentía inclinado a frecuentar la Iglesia y rezaba con visible devoción las oraciones que había aprendido. Hacia 1610 le enviaron a estudiar con los jesuitas de Béziers, dejando una honda impresión en quienes le rodeaban por sus gestos de virtud y sus cualidades naturales. Entre otras muchas, poseía sencillez, humildad, fidelidad y sentido del humor. Sus compañeros, seguramente fascinados por su rica personalidad, no se separaban de él y compartían las inquietudes de la edad. Lejos de atraerle lo mundano, iba en pos de lo que le permitiera dedicarse al estudio y a la oración. En una ocasión participó en una cacería, hecho inusual en una vida, como la suya, trazada por el ejercicio estricto de la virtud.

En 1616 ingresó en el noviciado jesuita de Toulouse dando pruebas de su celo, fervor y caridad, como había hecho siempre. Se formó en retórica en Cahors y estudió filosofía en Tournon. Fue profesor de gramática en Billom, Puy-en-Velay y en Auch, iniciando su predicación en lugares circundantes. Su anhelo era ser sacerdote para dedicarse enteramente a los demás. Y en 1628 comenzó los estudios teológicos mientras se entregaba a la oración con vehemencia. Tanto le urgía recibir el sacramento del Orden que los años de estudio requeridos para ello le parecían un mundo, y convenció a sus superiores para que los acortaran. El testimonio que les había ofrecido con su virtud fue su carta de presentación, y en junio de 1631 ofició su primera misa. En cambio, no pudo emitir la profesión solemne porque no había completado sus estudios. Cuando la epidemia de peste asoló la región de Toulouse, auxilió a los enfermos con ejemplar caridad. Pero su sueño eran las misiones: «Mi vida ¿para qué es sino para sacrificarla por las almas? ¿Cómo podría probar yo mi amor a Dios, si no ofrezco lo que más se estima en este mundo, la salud y la vida? No me sería grata la vida si no tuviere algo que perder por Jesucristo. Siento un deseo vivísimo de ir a las misiones de los iroqueses y ofrecer mi vida por la salvación de aquellos salvajes».

Ofreció a Dios su frustrado anhelo de evangelizar el Canadá francés, y se centró en la predicación en su país, como le indicaron sus superiores; llovían las bendiciones. Con cierta rudeza en su expresión verbal, y una hondura verdaderamente inspirada, puso en marcha misiones rurales y las llevó a todos los rincones. Cuando alguien cercano le acusó de predicar toscamente, el Superior replicó: «Ojalá quisiera Dios que todos los misioneros predicaran con toda unción como este sacerdote. El dedo de Dios está aquí. Si yo viviera en esta región, no me perdería ni un solo sermón de este padre». Sus palabras vibrantes, sencillas, carismáticas, penetraban en el auditorio. Quienes le escuchaban tanto en el púlpito como en el confesionario, al que dedicaba muchas horas, quedaban impregnados de su fe y caridad: «Padre ¿cómo no me voy a convertir a la fe cristiana si usted me lo pide con tanta gracia?», decía un penitente. Los que humanamente fueron encumbrados a la fama siendo considerados como grandes predicadores no tenían nada que hacer a su lado.

Alguien dijo del P. Regis «que no tenía más que a Dios dentro de su alma, a Dios en la boca y a Dios delante de sus ojos». El secreto eran sus intensas horas de oración (apenas dormía dos o tres horas en el suelo), su ferviente amor a la Eucaristía, que recibía a diario en una época en la que no era usual, y su tierna devoción por María. Desde que inició la vida apostólica se impuso un rígido ayuno, y no se desprendía de su cilicio. Fue agraciado con el don de milagros, y el de penetración de espíritus, entre otros carismas. Muchas veces caía extático. Su corazón inflamado de amor le hacía exclamar: «¡Oh Dios mío, oh amor mío y delicias de mi corazón! ¡Es posible que yo no os pueda amar todo lo que Vos merecéis ser amado, y todo lo que yo deseo amaros!». Las conversiones brotaban a su paso, aunque por su celo apostólico muchas veces fue maltratado física y verbalmente por gentes de mal vivir que él lograba conmover con su paciencia y dulzura. Nadie, menos aún quien tuviera un mínimo ápice de sensibilidad, podía pasar por su lado sin sentirse poderosamente llamado a vivir la santidad. Por algo había sido elegido para hacer frente a la herejía protestante, que combatió con verbo encendido, muchas veces portando en sus manos el crucifijo con el que derrocaba también las aviesas intenciones de bravucones soldados empecinados en atacar a la Iglesia.

Pasó por duras pruebas de diversa índole, algunas provenían de ciertos Superiores, y las acogió con verdadera mansedumbre. «Sufrir por Jesucristo es el único consuelo que hallo en este mundo. Señor, dame fuerzas para poder sufrir más y más por tu amor», suplicaba.Murió el 30 de diciembre de 1640. Clemente XI lo beatificó el 18 de mayo de 1716. Y Clemente XII lo canonizó el 5 de abril de 1737. Cuando el santo Cura de Ars visitó su tumba, decidió ser sacerdote a toda costa.

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Santa Sede


BENDITOS LO QUE CONSTRUYEN LA PAZ
Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2013

Por Benedicto XVI

CIUDAD DEL VATICANO, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - En su Mensaje para la 46 Jornada Mundial de la Paz, que se celebra mañana 1 de enero, Benedicto XVI, ha elegido el lema "Benditos los que construyen la paz".

El papa recuerda que, trascurridos 50 años del Concilio Vaticano II, "es alentador constatar que los cristianos, como Pueblo de Dios en comunión con él y caminando con los hombres, se comprometen en la historia compartiendo las alegrías y esperanzas, las tristezas y angustias,anunciando la salvación de Cristo y promoviendo la paz para todos".

"En este tiempo nuestro --afirma--, caracterizado por la globalización, con sus aspectos positivos y negativos, así como por sangrientos conflictos aún en curso, y por amenazas de guerra, reclama un compromiso renovado y concertado en la búsqueda del bien común, del desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre".

"Causan alarma --recuerda Benedicto XVI- los focos de tensión y contraposición provocados por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista, que se expresa también en un capitalismo financiero no regulado. Aparte de las diversas formas de terrorismo y delincuencia internacional, representan un peligro para la paz los fundamentalismos y fanatismos que distorsionan la verdadera naturaleza de la religión, llamada a favorecer la comunión y la reconciliación entre los hombres.

Y, sin embargo, las numerosas iniciativas de paz que enriquecen el mundo, reconoce, "atestiguan la vocación innata de la humanidad hacia la paz. El deseo de paz es una aspiración esencial de cada hombre, y coincide en cierto modo con el deseo de una vida humana plena, feliz y lograda. En otras palabras, el deseo de paz se corresponde con un principio moral fundamental, a saber, con el derecho y el deber a un desarrollo integral, social, comunitario, que forma parte del diseño de Dios sobre el hombre. El hombre está hecho para la paz, que es un don de Dios".

Todo esto le llevó a inspirarse para este mensaje en las palabras de Jesucristo: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).

El papa comenta la bienaventuranza de Jesús, que dice que la paz es al mismo tiempo un don mesiánico y una obra humana.

"La paz --afirma- concierne a la persona humana en su integridad e implica la participación de todo el hombre. Se trata de paz con Dios viviendo según su voluntad. Paz interior con uno mismo, y paz exterior con el prójimo y con toda la creación. Comporta principalmente, como escribió el beato Juan XXIII en la Encíclica Pacem in Terris, de la que dentro de pocos meses se cumplirá el 50 aniversario, la construcción de una convivencia basada en la verdad, la libertad, el amor y la justicia".

"La realización de la paz depende en gran medida del reconocimiento de que, en Dios, somos una sola familia humana", subraya.

"La paz no es un sueño, no es una utopía: la paz es posible --señala el pontífice--. Nuestros ojos deben ver con mayor profundidad, bajo la superficie de las apariencias y las manifestaciones, para descubrir una realidad positiva que existe en nuestros corazones, porque todo hombre ha sido creado a imagen de Dios y llamado a crecer, contribuyendo a la construcción de un mundo nuevo".

Se puede leer el mensaje completo en: http://www.zenit.org/article-43878?l=spanish.

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Benedicto XVI: un prolífico magisterio ordinario en 2012
Los mensajes anuales del papa se reflexionan en toda la Iglesia

Por Jose Antonio Varela Vidal

CIUDAD DEL VATICANO, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - En el año que termina, el santo padre Benedicto XVI amplió su magisterio ordinario con diferentes mensajes, que iluminaron las diversas jornadas mundiales con que se celebran y profundizan temas de la pastoral social, juvenil y misionera, entre otras.

Generalmente los temas de los mensajes del papa son presentados con varios meses de anticipación, a fin de que las iglesias locales puedan programarlos, siempre en espera del mismo mensaje, que traerá nuevas luces para los creyentes.

Educar a los jóvenes en la justicia y la paz

A principio de año, los papas han ofrecido al mundo un mensaje de paz, los cuales se tienen en cuenta por sus temáticas amplias, dirigidos a hombres y mujeres de buena voluntad, independiente de su creencia religiosa, o no. Es así que, el mensaje por la XLV Jornada Mundial de la Paz 2012 tuvo una perspectiva educativa, que ya se distinguía en el lema: "Educar a los jóvenes en la justicia yla paz".

Convencido el santo padre de que los jóvenes, con su entusiasmo e impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza, escribió: "Educar (…) requiere la responsabilidad del discípulo, que ha de estar abierto a dejarse guiar al conocimiento de la realidad; y la del educador, que debe de estar dispuesto a darse a sí mismo (…) El testigo es el primero en vivir el camino que propone".

¿Cuáles son los lugares donde madura una verdadera educación en la paz y en la justicia?, se preguntó Benedicto XVI. La respuesta fue muy clara: "En la familia es donde los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. En la familia es donde se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la acogida del otro (..) Deseo decir a los padres que no se desanimen".

Otros actores, responsables de la educación para la paz de los jóvenes, son sus mismos educadores, a quienes les dijo: "Que todo ambiente educativo sea un lugar de apertura al otro y a lo trascendente; lugar de diálogo, de cohesión y de escucha, en el que el joven se sienta valorado en sus propias potencialidades y riqueza interior, y aprenda a apreciar a los hermanos".

Les hizo también un llamado especial a los responsables políticos, pidiéndoles que ayuden concretamente a las familias e instituciones educativas “a ejercer su derecho-deber de educar”. Y que en sus gestiones como gobernantes, “ofrezcan a los jóvenes una imagen límpida de la política, como verdadero servicio al bien de todos".

Invocó también a un “uso recto de la libertad (..) central en la promoción de la justicia y la paz, que requieren el respeto hacia uno mismo y hacia el otro".

A los jóvenes les recordó que son "un don precioso para la sociedad". Y los exhortó a no dejarse vencer por el desánimo ante las dificultades y a no entregarse “a las falsas soluciones”. Para esto, les aseguró la cercanía de la Iglesia, que “confía en ustedes, los sigue, los anima y desea ofrecerles lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz".

Migraciones y Nueva Evangelización

Otra Jornada Mundial de gran relevancia fue la del Emigrante y Refugiado. El tema elegido por Benedicto XVI fue: "Migraciones y nueva evangelización", mediante el cual quiso subrayar el importante rol que tienen para la Iglesia local, los creyentes que por diversas circunstancias llegan a un país extranjero.

Por ello hizo un llamado a toda la Iglesia "a emprender una nueva evangelización también en el vasto y complejo fenómeno de la movilidad humana, intensificando la acción misionera ya sea en las regiones de primer anuncio como en los países de tradición cristiana".

Ante esta realidad que vive la Iglesia, recordo que esta "afronta el desafío de ayudar a los inmigrantes a mantener firme su fe, aun cuando falte el apoyo cultural que existía en el país de origen, buscando también nuevas estrategias pastorales, así como métodos y lenguajes para una acogida siempre vital de la Palabra de Dios".

Por eso el rol de las comunidades cristianas es fundamental, las cuales, según el papa, "han de prestar una atención particular a los trabajadores inmigrantes y a sus familias, a través del acompañamiento de la oración, de la solidaridad y de la caridad cristiana".

No olvidó el Pastor universal a los miles de estudiantes universitarios que dejan su país en pos de una mejor calidad educativa o faciidades económicas como son las becas, recordando que esto jóvenes " afrontan problemas de inserción, dificultades burocráticas, inconvenientes en la búsqueda de vivienda y de estructuras de acogida.

Hizo un llamado entonces a las universidades de inspiración cristiana, a fin de que sean "lugares de testimonio y de irradiación de la nueva evangelización, seriamente comprometidas a contribuir, en el ambiente académico, al progreso social, cultural y humano, además de promover el diálogo entre las cult uras".

"Levántate, tu fe te ha salvado" – Lc. 17,19

Durante la Jornada Mundial del Enfermo, que coincide con la fiesta de la Virgen de Lourdes, el santo padre envió un mensaje de consuelo y aliento a los enfermos, así como a todos aquellos agentes de la salud, cuyo sacrificio de vida es un punto fundamental en la vida del enfermo.

Como un padre que sufre con sus hijos, Benedicto XVI les dijo: "Deseo reiterar mi cercanía espiritual a todos los enfermos (...), expresando a cada uno la solicitud y el afecto de toda la Iglesia".

Recordó a quienes tienen alguna relación con los enfermos, que "acogiendo con generosidad y amor cada vida humana, sobre todo la de los débiles y los enfermos, el cristiano expresa un aspecto esencial de su testimonio evangélico siguiendo el ejemplo de Cristo, que se inclinó sobre los sufrimientos materiales y espirituales del hombre para sanarlos".

Este año, su mensaje hizo un énfasis en los 'sacramentos de curación', es decir, en el sacramento de la penitencia y la reconciliación, y en el de la unción de los enfermos, "que culminan de manera natural en la comunión eucarística".

A partir del pasaje de la curación de Jesús a los diez leprosos, de quienes solo uno le agradeció, el papa recuerda que esta escena "ayuda a tomar conciencia de la importancia de la fe para quienes, agobiados por el sufrimiento y la enfermedad, se acercan al Señor". Porque –sigue diciendo--, "Dios, por medio de su Hijo, no nos abandona en nuestras angustias y sufrimientos, sino que está junto a nosotros, nos ayuda a llevarlas y desea curar nuestro corazón en lo más profundo".

Porque "la fe del único leproso que (…) regresa enseguida junto a Jesús, para manifestarle su reconocimiento, deja entrever que la salud recuperada es signo de algo más precioso que la simple curación física, es signo de la salvación que Dios nos da a través de Cristo, y que se expresa con las palabras de Jesús: 'Tu fe te ha salvado'".

Hizo ver así mismo, que, el binomio entre salud física y renovación del alma lacerada ayuda a comprender mejor los 'sacramentos de curación'". Uno de ellos, el sacramento de la penitencia, "nos une a Él con profunda amistad. (Porque) Él, con su gran amor vela siempre y en cualquier circunstancia sobre nuestra existencia y nos espera, para ofrecer a cada hijo que vuelve a Él, el don de la plena reconciliación y de la alegría".

Recordó también que Jesús no solo ha enviado a sus discípulos a curar las heridas, sino que quiso instituir un sacramento específico: la unción de los enfermos. Por lo que invocó a darle un mayor valor al mismo y no considerarlo un ‘sacramento menor’, ya que este, "acompañado de la oración de los presbíteros, (permite que) toda la Iglesia encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado, para que alivie sus penas y los salve".

Invocó a toda la comunidad eclesial, y en particular la comunidad parroquial, a asegurar "la posibilidad de acercarse con frecuencia a la comunión sacramental a quienes, por motivos de salud o de edad, no pueden ir a los lugares de culto".

Destacó la figura de todos los que trabajan en el mundo de la salud, "y a las familias que en sus propios miembros ven el rostro del Señor Jesús que sufre, (y) renuevo mi agradecimiento y el de la Iglesia".

Atentos a los otros

Un mensaje que tuvo un importancia capital en el año, fue el Mensaje del santo padre para la Cuaresma. Con un componente social y de llamada a la penitencia y a la conversión, propio de ese tiempo, el papa subrayó la necesidad de que los cristianos estén atentos a las acciones de sus demás hermanos, y a ejercer la corrección fraterna con caridad y de forma oportuna.

El cardenal Robert Sarah, presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, junto con su equipo de colaboradores, ha sido uno de los artífices para que este Mensaje tenga cada año una mayor acogida en el seno de las comunidades cristianas. Por este motivo, dejamos que él mismo nos explique este excepcional documento, según extractos de la reseña ofrecida en su momento por la sala de prensa de la Santa Sede.

"Sabemos que el Mensaje de Cuaresma -dijo el cardenal Sarah- contribuye a tener vivo en los fieles el sentido de la atención al bien del prójimo, de la comunión, del interés, de la compasión y de la división fraterna de los sufrimientos del indigente (…) Pero, más allá de este hecho tan importante, hay otro aspecto de la vida cristiana que el texto de este año pone de relieve. Se trata de la corrección fraterna".

"A la luz de corrección encaminada hacia la verdad y la caridad -prosiguió el purpurado- se lee también la acción de la Iglesia en el mundo contemporáneo (…) Lo que mueve a la Iglesia es su sincero interés por el bien de la persona en concreto y del mundo. Su acción no se inspira en la condena ni en la recriminación, sino en la justicia y la misericordia que tienen el valor de llamar a las cosas por su nombre. Esta tarea se llama misión profética”.

Pero sería demasiado poco que la dimensión profética de nuestro hablar y actuar se limitase a estos fenómenos externos sin apuntar a las raíces morales de estas injusticias. La corrupción, la acumulación de dinero, la violencia, el vivir a espaldas de la colectividad sin aportar nada son auténticos cánceres que socavan la sociedad desde el interior. Tampoco podemos callar que (…) en la base de la crisis financiera está la avaricia, la búsqueda desenfrenada del dinero sin escrúpulos y sin considerar a los que tienen menos y deben soportar las consecuencias de las decisiones equivocadas de otros. Este apego al dinero es pecado. La Iglesia es profética cuando denuncia este pecado que perjudica a la persona y a la sociedad”.

"La primera responsabilidad de la Iglesia es recordar a cada generación que esta dimensión espiritual es fundamental (y) debe decir que el ser humano tiene una vocación sobrenatural. Que hay una conciencia en la que habla la voz de Dios a quien un día tendremos que responder", puntualizó.

Alégrense siempre en el Señor” – Flp. 4,4

Este versículo de la Carta de San Pablo a los Filipenses, fue el tema elegido por el santo padre para la XXVII Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra todos los años el Domingo de Ramos.

El lema elegido fue «¡Alegraos siempre en el Señor!» (Flp. 4,4), con lo que el papa quiso transmitir la alegría, como un elemento central de la experiencia cristiana. Y también mencionó las Jornadas Mundiales de la Juventud, donde se vive “una alegría intensa, la alegría de lacomunión, la alegría de ser cristianos, la alegría de la fe”.

A la vez se preguntó, y con él a todos los jóvenes: “¿Cómo podemos encontrar en la vida la verdadera alegría, aquella que dura y no nos abandona ni en los momentos más difíciles?”.

Y ensayó una respuesta, presentando a Dios, como aquel “(que) quiere hacernos partícipes de su alegría, divina y eterna, haciendo que descubramos que el valor y el sentido profundo de nuestra vida está en el ser aceptados, acogidos y amados por Él, y no con una acogida frágil como puede ser la humana, sino con una acogida incondicional como lo es la divina (..): soy amado personalmente por Dios”.

Lo importante de este descubrimiento, les dijo a los jóvenes, “significa también acoger su Palabra (...) La Palabra de Dios hace que descubramos las maravillas que Dios ha obrado en la historia del hombre”. Y, para entrar en la “alegría del amor”, prosiguió “estamos llamados también a ser generosos, a no conformarnos con dar el mínimo, sino a comprometernos a fondo, con una atención especial por los más necesitados”

Recordó que el camino cristiano no es fácil y que “el compromiso de fidelidad al amor del Señor encuentra obstáculos o registra caídas, (pero) Dios, en su misericordia, no nos abandona, sino que nos ofrece siempre la posibilidad de volver a Él (…) de experimentar la alegría de su amor que perdona y vuelve a acoger”. Aprovechó la ocasión para invitar a los jóvenes a recurrir a menudo al sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, porque es “el sacramento de la alegría reencontrada”.

Concluyó su mensaje alentándolos a ser “misioneros de la alegría”. Lo que significa ir a contar a los demás jóvenes “la alegría de haber encontrado aquel tesoro precioso que es Jesús mismo”.

Porque los cristianos “son hombres y mujeres verdaderamente felices, porque saben que nunca están solos, sino que siempre están sostenidos por las manos de Dios”.

Silencio y palabra, camino de evangelización

Para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra el mismo domingo de la Ascención del Señor, el santo padre Benedicto XVI tituló el mensaje “Silencio y Palabra: camino de evangelización”, lo que significa --en palabras suyas--, “dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse, alternarse e integrarse para obtener un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas”.

De este modo recordó cómo “El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento”.

“Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y nosotros no permanecemos aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena”, fueron algunas de las ideas centrales del mensaje.

El papa es consciente –y con él todos--, que “allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial”.

Porque el hombre, al valorar y analizar los mensajes, “hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido” En dicha oportunidad habló de la necesidad de una especie de ‘ecosistema’. Esto puede, “equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos”.

Invitó una vez más a una urgente respuesta en el uso de los medios de comunicación, especialmente los que están en la red, porque “pueden ayudar al hombre de hoy a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, pero también a encontrar espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios”

Tal como él lo hizo, semanas atrás con el envío de un “tweet”, recordó cómo los breves mensajes, a menudo no más extensos que un versículo bíblico, “pueden formular pensamientos profundos, si cada uno no descuida el cultivo de su propia interioridad”.

Terminó analizando cómo ‘Palabra y silencio’ es un binomio que nos hace ver que “aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización”

Hacer resplandecer la Palabra de verdad” – Porta Fidei, 6

El papa recordó en su mensaje por la Jornada Mundial de las Misiones, al beato Juan Pablo II, quien en la carta Redemptoris Missio, 86, dijo: “los hombres que esperan a Cristo son todavía un número inmenso; no podemos permanecer tranquilos pensando en los millones de hermanos y hermanas redimidos también por la sangre de Cristo que viven sin conocer el amor de Dios”

Por ello, el santo padre subrayó que “hoy como ayer Cristo nos envía por los caminos del mundo a proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra”.

Hizo un llamado directo, en estos tiempos de misión permanente, a “retomar el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas que, pequeñas e indefensas, fueron capaces de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido mediante su anuncio y testimonio”.

En el mismo mensaje, Benedicto XVI hizo una llamada a los obispos a cumplir su misión de anunciar el Evangelio, como una de sus competencias directas, porque son ellos mismos quienes deben hacer visible el espíritu y el celo misionero del pueblo de Dios, para que toda la Iglesia se haga misionera.

El santo padre presentó con claridad la idea de que “la preocupación de evangelizar nunca debe quedar al margen de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino que ha de caracterizarla de manera destacada, consciente de ser destinatario y, al mismo tiempo, misionero del Evangelio”

Ayer como hoy –añadió--, el anuncio sigue siendo el mismo: el Kerigma de Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo, el Kerigma del amor de Dios, absoluto y total para cada hombre y para cada mujer, que culmina en el envío del Hijo eterno y unigénito, el Señor Jesús”.

Hizo notar finalmente,cómo muchos presbíteros, religiosos y religiosas de todas partes del mundo, numerosos laicos y hasta familias enteras dejan sus países, sus comunidades locales y se van a otras iglesias “para testimoniar y anunciar el Nombre de Cristo, en el cual la humanidad encuentra la salvación”.

Esta generosidad es para el papa “una expresión de profunda comunión, de un compartir y de una caridad entre las Iglesias, para que cada hombre pueda escuchar o volver a escuchar el anuncio que cura y, así, acercarse a los Sacramentos, fuente de la verdadera vida”.

Para el año 2013, serán nuevos mensajes, con nuevas temáticas y desafíos, con los que el santo padre contribuirá a que el mundo sea un poco mejor.

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CULTURA Y EDUCACIÓN


Nicaragua: Llamado de los obispos a la familia para que eduque en valores a sus hijos
Carta Pastoral con motivo de la fiesta litúrgica dedicada a la primera célula de la sociedad

Por Redacción

ROMA, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - En la carta pastoral de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, cuyo tema central fue la familia, los pastores hacen un llamado a los padres y madres a que eduquen a sus hijos en valores éticos para que no sean víctimas del intento de parte del poder imperante en el país de “lavarles el cerebro” hacia una ideología a través de la diversión y el licor.

Los pastores expresan la preocupación de muchos padres y maestros porque en algunos colegios y medios de comunicación se atrae a los jóvenes a través del licor para adoctrinarlos.

El obispo auxiliar de la Archidiócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, al respecto señaló que sin duda hay un grupo de poder detrás de ello y lo que busca es “lavar el cerebro” a los jóvenes. Según el religioso, el poder lo está haciendo de una manera atractiva, pero sin pensar en el futuro de esa juventud.

“Esto es un atentado contra los derechos humanos, se está atentando contra el derecho de libertad de conciencia de los jóvenes y por eso instamos a los padres de familia a que en la educación que hoy brinden a sus hijos vaya incluido el discernimiento, la capacidad de juicio desde la ética y la fe, para que hoy los jóvenes no sean presa de una sexualidad personalizada, ni tampoco de centros de poder ideológico”, señaló monseñor Báez.

El obispo auxiliar de Managua Silvio José Báez dijo que ayer la Iglesia católica celebró el Día de la Sagrada Familia, en la cual Jesús, María y José son un ejemplo de cómo debe estar conformada esta institución.

En su Carta Pastoral los prelados señalan que el elemento más importante es la aceptación de la voluntad de Dios. Y ahí el amor, frutode la fe, es sacrificado y desinteresado.

Indican el planteamiento bíblico que “el principio originario de toda comunión humana es la creación del ser como varón y mujer, creados iguales en dignidad pero al mismo tiempo distintos y complementarios en su modo de existir”.

En la carta se afirma que esa manipulación de la niñez y la juventud es un escándalo social.Las críticas de los obispos se refieren a las fiestas a las cuales convoca el Gobierno, así como partidos de futbol, donde hay una gran concentración de jóvenes. En algunos casos estos jóvenes salen de sus escuelas para asistir a estas reuniones.

La carta episcopal llama a toda la familia a estar alerta ante cualquier ley en el presente o en el futuro en el cual se cambie el modelo de familia que promueve la moral cristiana.

Indican un gran riesgo de cambiar el concepto de familia producto del movimiento secular. Plantean que hay una promoción de un incorrecto concepto del matrimonio y al respecto consideraron que la educación imperante no ayuda a los padres a educar sobre la adecuada vivencia de la sexualidad.\r\n \r\n \r\n \r\nBáez en la homilía dedicada a la sagrada familia en la iglesia de Santo Domingo señaló que incluso se habla ahora de uniones de hecho y de parejas entre el mismo sexo que van contra la moral y la ética cristiana.\r\n \r\n \r\n \r\n“Hacemos un llamado a que los padres como parte de su responsabilidad, no solo al interior de la familia, sino como ciudadanos, no pueden estar a espaldas y desinteresados de cualquier proyecto de ley que atente contra el valor cristiano del matrimonio y de la familia”, señala Báez.

El obispo auxiliar dijo por su parte que la carta se refiere a la tergiversación del concepto de matrimonio y familia, por lo que llamaban a defender esta institución cuando es entre un hombre yuna mujer. A defender la vida desde el momento de la concepción.

Señaló que ideas como el amor libre y la convivencia entre personas del mismo sexo es inaceptable desde la moral cristiana. Aunque dijo que cualquier persona homosexual es aceptada y querida en la Iglesia.

Según él, una persona homosexual debe vivir su sexualidad en relaciones más vinculadas a la moral cristiana, aunque también dijo que por ser un tema complejo, cada caso debe verse de manera distinta.

“La carta tiene un tono positivo, eminentemente pastoral y profundamente propositiva desde la esperanza y el evangelio”, señaló monseñor Báez.

También lamentan los obispos que, debido a las condiciones económicas, las familias tengan que separarse y que padres y madres tengan que emigrar a otros países para buscar el sustento. En ese sentido, la el mensaje asegura que hay luces en torno a la familia, porque han advertido una renovada fe en torno al matrimonio.

“En los últimos años, en efecto, han florecido grupos, comunidades y movimientos comprometidos con el valor evangélico del matrimonio y de la familia”, señala la carta pastoral.

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JUVENTUD, FUERZA DEL MUNDO


''Los jóvenes sois la esperanza para un mundo roto''
Taizé congrega a una marea de alegre búsqueda de motivos de confianza

Por Redacción

ROMA, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - Del 28 de diciembre al 2 de enero, la ciudad de Roma es sede del XXXV Encuentro Europeo de Jóvenes, organizado por la Comunidad de Taizé. Cuarenta mil jóvenes de toda Europa y de otros países se reúnen aquí durante seis días de oración, reflexión y vida en parroquias, familias y comunidades religiosas de la capital y cercanías.

Las oraciones comunes tienen lugar todos los días a las 14h y a las 19,30h en las siete basílicas mayores. Las comidas se distribuyen en el Circo Máximo, y los talleres de la tarde incluyen visitas a las catacumbas y otros lugares significativos de la fe.

Este sábado, 29 de diciembre a las 18h, en la basílica de San Pedro resonaron los cantos de Taizé en una oración con Benedicto XVI.

Integrado plenamente en la vida de la ciudad de Roma, el encuentro europeo se desarrolla siguiendo las grandes líneas de la “peregrinación de la confianza” animada por Taizé: programa de la mañana en las parroquias con momentos de oración y de intercambio, y el descubrimiento de signos de esperanza en los barrios; los talleres de la tarde sobre espiritualidad, arte y temas sobre diferentes aspectos sociales… La Vigilia por la Paz en las parroquias, seguida de la “Fiesta de los Pueblos”, marcará el comienzo del nuevo año.

A su llegada a Roma, cada joven recibió un mensaje del hermano Alois, prior de Taizé, con cuatro propuestas para “ahondar en las fuentes de la confianza en Dios”. En este afirma: “Esperamos que este encuentro en Roma sea una hermosa experiencia de comunión, en la que los jóvenes conozcan la Iglesia como un lugar de amistad, donde nos encontramos más allá de todas las fronteras, y en la que Quien nos reúne es el Resucitado”.

Esta alegre marea en búsqueda ha recibido numerosos mensajes de apoyo, entre los que destacamos por su significación ecuménica algunos.

Patriarca Bartolomé de Constantinopla

“Participáis en una iniciativa que habrá sabido superar los obstáculos del tiempo y la lasitud de la historia. En efecto, no podemos sino felicitarnos por celebrar este año el 35 encuentro. Esto por sí mismo desautoriza las consideraciones más pesimistas que tienden a relegar al ecumenismo al montón de iniciativas fracasadas de la historia. Si podemos decir, contrariamente a la opinión general, que el ecumenismo no está detenido, es ante todo porque es impulsado por la fuerza vital de vuestra juventud. La juventud es también caridad, simplicidad de corazón y combate contra una mirada demasiado cínica de la vida, que no permite comprender la dimensión profundamente buena de la humanidad”, les dice el patriarca ecuménico.

“Como consecuencia --añade--, y contra toda expectativa, el ecumenismo traza un camino de excelencia por la vía de la experiencia auténticamente cristiana que compartís juntos. Esta experiencia es ante todo la de la confianza”.

“¿Pero qué es la confianza? ¿Puede hablarse de una comprensión cristiana de la confianza? ¿Qué hay sobre la confianza en Dios?”, se pregunta. Y responde: “La confianza es ante todo un sentimiento, el de fiarse de alguien, o de fiarse de uno mismo. Se dice: 'tener confianza en sí mismo', o 'tener confianza en tal o cual persona'. Pero, a diferencia de una confianza que no reflejase más que un sentimiento, la confianza dentro del cristianismo es un acto de fe, un acto de adhesión del corazón, de adhesión de la inteligencia. La fe es, por lo tanto, el fermento de nuestra confianza en Dios. La naturaleza de esta confianza no se basa solamente en la posibilidad de la felicidad que se nos promete, sino en la certeza de que la salvación ha sido donada a toda la humanidad por la muerte y la resurrección de Cristo. Aunque parezca paradójico, la vida cristiana está enraizada en la experiencia kenótica de la encarnación de Dios hecho hombre, quien recapituló la debilidad del viejo Adán, para ofrecer mediante el nuevo Adán condiciones para una vida nueva, una vida en Cristo. Por lo tanto, la confianza en Dios es una marca de apertura para todo cristiano. La relación personal que hemos establecido con un Dios personal se alimenta de la oportunidad de hablar con él 'como uno que habla con su amigo' (Ex 33,11), mediante la oración. La oración llega a ser un acto de fe: es un acto de fe reconocer la posibilidad de tener una relación directa con Dios y discernir en cada ser humano la chispa divina que le hace ser un genuino hijo de Dios. ¿No dice la liturgia ortodoxa al introducir la oración del Señor: 'Nos atravemos a decir con confianza y sin miedo…'?”.

“Hoy la violencia en el mundo –añade el patriarca Bartolomé--, la pérdida de los valores cristianos y la rapidez extrema del tiempo nos fuerzan a adaptar nuestro mensaje y estar atentos a vivir lo mejor que podamos los mandamientos vivificadores de nuestra fe. Porque la confianza está en crisis. ¿Podemos seguir confiando en nuestros políticos? ¿Podemos seguir fiándonos de nuestras instituciones religiosas? ¿Podemos aún confiar en una sociedad en proceso de empobrecimiento tanto económico como cultural? No se trata de alimentar un discurso de desconfianza de la autoridad y del poder. Pero el hecho de darnos cuenta con humildad, a nuestro nivel, de que experimentamos la verdad divina, modifica sensiblemente la confianza que podemos tener en la sociedad y en nosotros mismos. Ella debe fortalecer y aumentar nuestras expectativas a este respecto, comenzando por nosotros mismos. Este es el modo en el que las palabras de Isaías deben ser comprendidas: 'Se apoyarán con confianza sobre el Eterno…' (Is 8,18)”.

Y concluye asegurándoles su “propia confianza” en ellos. “Tenemos confianza de que la generación que representáis es el signo mismo de que la vida de la Iglesia aún habita, no digamos inspira, el mundo de hoy. Esta confianza que tenemos en vosotros está motivada por la llamada del Señor cuando dijo al joven rico: 'Sígueme'. Cada uno de nosotros está llamado a seguir a Cristo a su manera, con sus propios carismas, de una manera tan personal que agradará a Dios en las formas en las que nuestra vida se ofrezca. Un nuevo alba se alzará por nuestra confianza en el amor de Dios y por el reflejo de este amor en nuestra solidaridad con nuestros hermanos y hermanas a través del mundo así como en la preservación del medio ambiente”.

Patriarcado de Moscú

“Cordialmente os saludo en nombre de su santidad Cirilo, patriarca de Moscú y toda Rusia”, les dice Hilarión, metropolita de Volokolamsk, presidente del Departamento de Relaciones Eclesiales Exteriores del Patriarcado de Moscú, y les envía sus mejores deseos. “Para los cristianos --explica--, este tiempo está lleno de un gozo especial por el cumplimiento de las promesas de Dios: el Señor ha nacido en Belén para que los hijos de los hombres puedan llegar a ser hijos de Dios. En el divino niño Jesucristo, recibimos el don de la filiación; el camino de la divinización se despliega ante nosotros, la de nuestra transfiguración a imagen y semejanza de la gloria de Dios, que empieza ya durante nuestra existencia terrena y se extiende hacia la eternidad. Esto es por lo que el apóstol san Juan el teólogo exclama: '¡Amados! Ya somos hijos de Dios, pero lo que seremos no ha sido aún revelado. Sabemos que cuando Él aparezca, seremos semejantes a Él, por qué le veremos tal cual es' (1 Juan 3,2). Estas palabras del apóstol consuelan nuestros corazones y fortalecen nuestra fe de que en este mundo, que está cambiando constante y rápidamente, tenemos un puerto seguro de esperanza, que nadie puede arrebatarnos – el amor de Dios. Sabemos que, como cristianos, el final de nuestra vida terrena no será una desintegración en la nada, sino que nos introducirá en un océano infinito de alegría perfecta”.

Un concepto clave de la Biblia, añade, “es el de la Alianza, que puede significar 'unión', 'contrato', y algunas veces, 'matrimonio'. Los profetas hablan incansablemente de la fidelidad inmutable de Dios: 'El señor tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su alianza y su amor por todos los que le aman' (Deuteronomio 7,9)”.

Y señala: “En efecto, la palabra que está en la raíz de nuestro 'Amén', 'verdad', significa, en el uso bíblico, la fidelidad del amor, justicia, autenticidad, veracidad de Dios, que nunca deja sin respuesta ni abandona a aquellos que le son fieles”.

Exhorta a “responder por la fe y la fidelidad a la fidelidad de Dios, y esto explica por qué en la Biblia estas dos nociones son idénticas! La fe juega un papel clave en la vida espiritual; sin ella, la religión se tornaría en triste moralismo, ritualismo estéril, o un mero fenómeno social”.

Explica que en el libro de Oseas, “Dios nos atrae con cadenas de amor y nos guarda con lazos de amor (Oseas 11,4). El Evangelio ilumina aún más el misterio de la vida espiritual, al hablar de él con las palabras de la amistad: 'Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre' (Juan 15,15). En el sentido más amplio, ser cristiano significa ser un amigo de Cristo, construir y dar forma a la propia vida a través de Él. De una amistad fiel con Cristo surge la posibilidad de una amistad y mutua confianza entre las personas. No es sorprendente, pues, que los primeros cristianos se llamaran a menudo mutuamente 'amigos' (3 Juan 1,15). No podemos construir o alcanzar la unidad de todos los cristianos sólo con nuestros esfuerzos humanos. Pero, con la ayuda de Dios, nos es dado incluir en el círculo de una amistad a una multitud de personas de diferentes iglesias y comunidades. Así, hoy podemos llamarnos verdaderamente amigos. Que los lazos del amor de Cristo nos ensanchen y nos unan más y más”.

Y concluye deseando que este encuentro “os enraíce más profundamente en Cristo y fortalezca vuestra fe (Colosenses 2,7). Que Dios os conceda la abundancia de la fe cristiana y la confianza entre las personas, en nuestras vidas, a lo largo del año entrante. Que el amor y el gozo del Cristo recién nacido, que ha venido al mundo, llene vuestros corazones”.

Arzobispo emérito de Canterbury Rowan Williams

El arzobispo Williams recuerda que el mes pasado, pasó un par de días en la ciudad de Christchurch, en Nueva Zelanda, una ciudad devastada por dos grandes terremotos en un período de tiempo muy breve. “El centro de la ciudad –relata- tenía aún un aspecto sombrío: edificios arruinados y desintegrados, carreteras con grandes grietas, montañas de escombros y metales retorcidos. Pero algunas de las asistencias de emergencia y limpieza de escombros más eficaces fueron realizados por una marea de jóvenes 'el Ejército Voluntario de los Jóvenes', que se reunió en un tiempo milagrosamente corto a través de tuits y mensajes de texto”.

Todo el proceso, explica, “fue inspiración de un estudiante, Sam Johnson, que se dio cuenta del poder de los medios electrónicos para hacer que sucedan cosas rápida y eficientemente. Nos dijeron que algunos de los levantamientos políticos recientes en Oriente Medio fueron posibles también por este tipo de contacto. Pero aquí era un simple acto de servicio práctico, llevado a efecto sin aspavientos y sin el mínimo de estructura institucional: una lección sobre lo que podemos conseguir con nuestros recursos tecnológicos cuando nuestra visión es clara”, subraya.
“Sam actuó con confianza –indica apuntanto al lema del encuentro--. Creyó que si la llamada se lanzaba, la gente respondería, porque estaba convencido de que cuando a la gente se le pregunta en términos sencillos si quieren hacer que el mundo sea un lugar más humano y compasivo, la mayoría respondería que sí. Frente a un terrible desastre, con casi doscientas personas muriendo y muchos más sin hogar, toda una ciudad paralizada, la pregunta era muy directa”.

“Confrontados con un desastre natural apabullante, muchos preguntarán si se puede confiar en Dios. Puede haber respuestas teóricas; pero la respuesta práctica a la cuestión de si se puede confiar en Dios es responder con valor y generosidad a la llamada de Dios a través de los necesitados. Y construimos nuestra confianza en Dios pensando en aquellos que responden de este modo, aquellos que muestran que la compasión efectiva, pronta y generosa es posible”.

Si podemos fortalecer nuestras convicciones reflexionando sobre vidas y acciones como esta, será más probable que podamos sentir que podemos asumir el riesgo de invitar a otros a unirnos en el servicio – a lanzar una palabra de invitación, quizás sobre ondas electrónicas, para decir 'Venid y trabajad junto con nosotros – el mundo nos necesita para dar un signo de esperanza”, añade.

“En la primera Navidad, Dios envió una invitación en la forma de una vida humana, Jesús de Nazaret. Dios confió en que su creación respondiese. E incluso cuando la reacción fue de miedo y odio, y llevaron a Jesús a la Cruz, Dios continuó confiando en que fuéramos capaces de responder a su invitación de amor, y no dejó de llamarnos y urgirnos por su Espíritu. Nuestra acción confiada debe reflejar la confianza de Dios en el mundo, y fluirá de la libertad, apoyada por el Espíritu de Dios, para seguir invitando al amor a nuestros hermanos y hermanas”.

“La historia de Christchurch es un recuerdo de que pequeños actos de confianza pueden marcar una gran diferencia. Espero que vuestro encuentro, vuestras oraciones y meditaciones, profundicen vuestro apoyo en la confianza de Dios en su creación, mostrado en el don de la vida de Jesús, su muerte y resurrección, y os ayude a asumir el riesgo de confiar en otros para que se unan a vosotros en el trabajo del Reino de Dios”, concluye.

Secretario de la Federación Luterana Mundial Martin Junge

Señala que el hecho de que la peregrinación de confianza tenga lugar este año en Roma “es también un testimonio de algo maravilloso: ¡Dios cambia a las personas!”.

“Cuando los primeros cristianos llegaron a Roma –relata- hace unos 2000 años, no fueron precisamente bien recibidos. ¿Y qué es lo que los jóvenes cristianos experimentan en Roma? Una fiesta de vida, oración, compartir y celebrar juntos. No puede esconderse. Es como la luz de la que dijo Jesucristo: 'Sois la luz del mundo. Una ciudad puesta en lo alto de un monte no puede esconderse' (Mt 5,14). Veréis a Roma a través de unos lentes históricos y contemporáneos; compartiréis historias y hablaréis del futuro”.

“Quizás escuchéis ejemplos de personas cuya fe se convirtió en luz y cambió su historia personal. Es increíblemente impresionante cuando alguien se desvía del plan de su vida, cambia sus proyectos, cambia de dirección a mitad de viaje, es sorprendido por una luz y la sigue. 'No se enciende una lámpara para ponerla bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que dé luz a los que están en la casa' (Mt 5,15). Y recordad, esta luz está siempre ahí. Nos muestra el camino a la conversión”.

“Incluso en un mundo que causa ansiedad con sus rápidos cambios, con problemas tales como el desempleo juvenil, el cambio climático, la crisis de la deuda, el abuso de poder, y una sociedad que corre principalmente detrás de la perfección y la eficacia, merece la pena seguir buscando esta luz. Y cuando la descubrimos, nos anima a detenernos, a hacernos a un lado y tomar un nuevo camino”, añade.

“Nos muestra alternativas al statu quo. Nos da corazones para una nueva solidaridad. Podemos proseguir caminos hacia una vida juntos que sea pacífica, sostenible y equitativa”. Y concluye deseando que “la luz de este 35 encuentro europeo en Roma brille sobre la cuestión de la identidad y la cohesión europea –especialmente cuando se anima a la desconfianza entre las naciones. Porque vosotros –jóvenes y mayores–, personas compasivas, solidarias y alegres, vosotros mismos sois la luz: 'Dejad que vuestra luz brille a los ojos de todos, para que vean vuestras buenas obras y alaben a vuestro Padre del Cielo' (Mt 5,16). ¡Dejaos transformar por y en esta luz de Dios!”.

Secretario de la Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas Setri Nyomi

“En un mundo lleno de tantos desafíos --afirma--, esta es una gran oportunidad para detenerse y dar gracias a Dios, hacer nuevos amigos, y abrazar la nueva y excitante realidad de un movimiento que puede marcar una diferencia en el mundo”.

Paralelamente a este encuentro, “la Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas”, ora “para que vuestra mutua interacción y reflexiones, tiempo de oración y tiempo de compromiso con la acción hagan más profunda vuestra confianza en Dios. Los jóvenes sois la esperanza para un mundo roto. Esta esperanza revivirá solo si los jóvenes profundizan su fe en Dios y dentro de esa fe construyen juntos con personas de distintos orígenes y experiencia, de modo que todos puedan ser parte de la construcción de un futuro nuevo y saludable, lleno de justicia y paz”. Y concluye con un deseo de bendición para “todos los que entren en contacto con la comunidad de Taizé este año y en los venideros”.

Secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias Olav Fykse-Tveit

“Que todos sean uno. Como tú, Padre, estás en mí y yo estoy en ti, que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” Juan 17,21”, comienza su mensaje.

El Consejo Mundial de las Iglesias (WCC) es una comunidad de 349 iglesias ortodoxas, anglicanas, protestantes y unidas, que representan a 560 millones de cristianos en más de cien países. El WCC se inspira para vivir en comunión con Dios a través de la oración y el servicio, “en la promesa de la oración de Jesucristo de que seamos uno --explica el secretario general--. Las iglesias de todo el mundo se unen en el amor de Cristo por la humanidad como vosotros os reunís en Roma para para reflexionar y profundizar vuestra confianza en Dios”.

“La oración de Jesucristo de que sus discípulos sean uno para que el mundo pueda creer (Jn 17,21) –señala- proporciona un fuerte fundamento para nosotros, en vistas a los desafíos a los que se enfrentan nuestras sociedades hoy. Es una oración a menudo utilizada en círculos ecuménicos, que proporciona la raíz de toda unidad cristiana posible y una profundización de nuestra confianza en Dios. Somos uno como cristianos, porque recibimos el mismo don de Dios “que está con nosotros y para nosotros” mediante Jesucristo.

Podéis preguntaros qué significa ser uno. Ser uno es reunirnos para dialogar, orar y reflexionar juntos y unir fuerzas para causas comunes. Ser uno es sostenernos unos a otros; ir más allá de nuestros intereses propios – a favor del otro, de la causa más alta de la unidad; de sostener juntos la misión de Dios. Somos muchos más fuertes juntos”.

El WCC tendrá su décima asamblea el próximo año en Busan, Corea, en torno al tema “Dios de vida, guíanos hacia la justicia y la paz”. Será una oportunidad, subraya, “para las Iglesias y comunidades para hacer justo eso: dialogar juntos, sostenernos juntos y unir fuerzas para causas comunes de justicia y paz. Será también una oportunidad para buscar comunión con Dios en la oración y la reflexión”.

Desea que en este encuentro en Roma, “la oración de Cristo sea una inspiración para vuestra 'peregrinación de confianza sobre la tierra'. Que vuestras oraciones y reflexiones os acerquen a una confianza más profunda en Dios y en su amor por la humanidad para que seamos uno. Que experimentéis la unidad a través de vuestra mutua comunión. Y que encontréis esperanza y gratitud en todo lo que hagáis al celebrar la gozosa noticia del nacimiento de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador”.

Iglesias de Ginebra

“A todos los bien-amados de Dios que están en Roma: a las cristianas y cristianos reunidos para esta nueva etapa de la peregrinación de confianza, las Iglesias de Ginebra, que contribuyeron al encuentro del año 2007, os saludan, hermanas y hermanos de todas las confesiones que os reunís en el nombre de Cristo, a la invitación de las Iglesias de Roma, con la comunidad de Taizé”, comienza el mensaje.

“¡Qué magnífica aventura vivís! --subraya--. Cinco años después, aún estamos marcados de modo duradero por la experiencia espiritual y humana vivida aquí en 2007, que fue posible porque tuvimos la voluntad ecuménica de marchar juntos. Desde los creyentes de base hasta los responsables de las Iglesias, desde personas con un poco de fe hasta los que tenían ganas de mover montañas (¡y lo hicieron!), todos, oramos hoy para que ese impulso esencial continúe atravesando nuestras comunidades y nuestras realidades eclesiales y sociales, hasta vosotros”.
“Nuestro tiempo es rico y conflictivo --analiza--. Los valores son plurales, a menudo, preciosos, a veces discutibles, y existen opciones de la sociedad que son contrarias o difíciles de comprender. Y todo no se elige: algunas cosas que se reciben son las más importantes, como la esperanza, la fe y el amor, mientras que otras son el resultado de decisiones tomadas de manera no siempre democrática, ni mayoritaria, ni respetuosa con el ser humano. Pero hay un área en el que como cristianos, tenemos opciones que hacer: cómo formar un cuerpo, según la invitación del apóstol Pablo, y cómo dar testimonio al mundo de la fe que hay en nosotros”.

“Formar un cuerpo –explica- es la cosa más esperada y más difícil para una Iglesia. La más esperada, pues es a esto a lo que somos llamados por Cristo; la más difícil, pues los consejos divergen en la Iglesia o entre las Iglesias. Y ahí donde la Palabra sola debería unirnos, más allá de nuestras tradiciones, nuestras historias, nuestras reivindicaciones, nuestras preferencias, nuestras referencias más o menos imperativas, vemos que a veces su lectura nos desune, y esto nos turba. Fieles en la oración, rogamos que Dios ilumine nuestras lecturas y nuestras opciones, él que nos acoge con nuestros impulsos y nuestras contradicciones y quiere ayudarnos a formar un cuerpo”.

“Formar un cuerpo creyente –añade- en una realidad eclesial, provisional pero hermosa, en el que hacemos el camino de la fe, bajo la mirada gozosa y atenta de Dios. Formar un cuerpo social en una Europa en proceso de grandes cuestionamientos y una nueva precariedad económica, bajo la mirada inquieta pero amante de Cristo. Formar cuerpo de humanidad para que, bajo el impulso del Espíritu, sepamos superar las facilidades y las tentaciones y acogernos en la riqueza de nuestras diferencias y de aquello que nos une, en nuevas solidaridades”.

“Sí, formar un cuerpo en la esperanza de dar cuerpo hoy a proyectos concretos, incluso y sobre todo, cuando subsisten los desacuerdos. Al soplo del Espíritu, caminar en el la confianza, incluso cuando el camino es incierto a nuestros ojos: creemos que Dios nos precede y que Cristo nos conduce, para renovar nuestras vidas, nuestras presencias, nuestro mundo”.

“Formar juntos un cuerpo es --concluye--, atreverse en la confianza a recorrer caminos de reconocimiento y acogida recíprocos, en la dinámica de la paz, y compartir, inspirados por la comunidad ecuménica de Taizé desde hace más de 60 años. Por la gracia de Cristo, vivimos de esta activa esperanza”.

Firman el mensaje: Christine Hauri, presidenta del Sínodo Cantonal de la Iglesia Católica cristiana; el obispo auxiliar de la Iglesia Católica romana Pierre Farine; y Charlotte Kuffer, presidenta de la Iglesia Protestante.

Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki Moon

“Os reunís en un tiempo de profunda conmoción y cambio –inicia su mensaje el secretario general de la ONU--. Inseguridad, desigualdad e intolerancia afectan a demasiadas personas. Los gobiernos están malgastando fondos inmensos y preciosos en armas mortales, mientras reducen las inversiones en sus ciudadanos que anhelan un trabajo y la perspectiva de una vida decente. Los líderes parecen estar intencionadamente ciegos a la urgencia de afrontar el cambio climático, reticentes a tomar las necesarias acciones decisivas”.

En el lado positivo, señala, “la pobreza extrema ha caído a la mitad desde 2000. Las transiciones democráticas están en marcha en el mundo árabe, en Myanmar y otros lugares. América Latina y Asia siguen haciendo importantes avances económicos y sociales. El crecimiento económico de África es el más rápido del mundo. Pero aún debemos esforzarnos más”.

Comunica estar prestando atención prioritaria a cinco imperativos: “desarrollo sostenible; prevención de conflictos, daños causados por desastres y abusos de los derechos humanos; construir un mundo más seguro; apoyar a los países en transición; y empoderar a las mujeres y la juventud”.

“Representáis la mayor generación de jóvenes que el mundo ha conocido jamás --asegura--. Pero las oportunidades para la juventud son inadecuadas. El desempleo juvenil está en niveles récord. Otros están atrapados en trabajos mal remunerados y con poco futuro, a pesar de su buena formación. Debemos trabajar juntos para hacer realidad vuestro potencial y beneficiarnos de vuestras energías, ideas y liderazgo”. Y concluye con sus mejores deseos para “un encuentro enriquecedor”.

Presidente del Consejo Europeo Herman van Rompuy

“El tema central de vuestro encuentro de este año es la fe y la confianza. La fe es para mí la adhesión a un misterio –explica--. La adhesión, y no necesariamente la creencia, que implica una 'racionalización', un enfoque más intelectual que espiritual: un cambio de un creer 'a' a un creen 'en'. La creencia reside, pues, en palabras, conceptos, representaciones. Mientras que, como decía san Pablo (Carta a los Hebreos): 'La fe es la sustancia de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve'. En realidad, cuando perdemos nuestras creencias, comienza nuestra fe”.
“Una fe que nos une --añade--, que nos religa al Otro y a los otros; al 'hermano-extranjero', irreductiblemente diferente de nosotros en cuanto que otro e irreductiblemente semejante a nosotros en cuanto que ser humano.

Fe que es relación. Pues esta relación nos hace descubrir el 'más' que hay en el otro y nos llama también a descubrirlo o a redescubrirlo en nosotros mismos”.

“He aquí por qué 'el otro y yo' no será jamás 'uno más uno', sino que nuestra suma será siempre superior a dos: el 'más' de la relación que se establece entre 'el otro' y 'yo' es un vínculo verdadero, un vínculo basado sobre 'otra cosa' distinta a una mera quimera o la pura materialidad”.
Aludiendo al lema del encuentro explica que “confianza no es solo una palabra o un concepto sino una actitud en la vida y ante la vida. La confianza, nos dice el hermano Alois 'contiene una llamada: acoger con gran simplicidad el amor que Dios tiene por cada uno, vivir este amor y asumir los riesgos que implica'.

Tener confianza es tener fe en y con. En latín, la palabra es idéntica. Es decir sí: a la vida, al amor, al otro que viene. Fe y confianza. Para ir más allá. Para superarnos nosotros mismos y así ayudar a nuestra humanidad a superarse a sí misma, y acercarse al Misterio de la vida y, para el cristiano, acercarse al Padre”. Y concluye deseandp “encuentros fructíferos en esa magnífica ciudad de Roma, propicia a la reflexión, la meditación y recogimiento”.

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Con su empeño por la justicia, ayudarán a entender que el Evangelio lleva al mismo tiempo a Dios y a los demás
Benedicto XVI a cuarenta mil jóvenes de Taizé

Por Benedicto XVI

CIUDAD DEL VATICANO, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - A las seis de la tarde del sábado 29, en el pórtico de la basílica vaticana, Benedicto XVI presidió un momento de oración con los jóvenes peregrinos llegados a Roma con motivo del XXXV Encuentro Europeo de Jóvenes, convocado por la Comunidad de Taizé, que se celebra en la capital desde el 28 y acabrá el 2 de enero. Tras unas palabras de saludo del hermano Alois, prior de la Comunidad de Taizé, el papa dirigió a los jóvenes reunidos en la plaza de San Pedro el discurso que ofrecemos a continuación.

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Gracias, querido hermano Alois por su palabras cálidas y llenas de afecto. Queridos jóvenes, queridos peregrinos de la confianza, ¡bienvenidos a Roma!

Habéis venido muy numerosos de toda Europa y también de otros continentes para orar ante las tumbas de los santos apóstoles Pedro y Pablo. En esta ciudad, ambos derramaron su sangre por Cristo. La fe que animaba a estos dos grandes apóstoles de Jesús es también la que os ha puesto en camino. Durante el año que va a empezar, os proponéis liberar los manantiales de la confianza en Dios para vivir de ella en el día a día. Me alegro que salgáis al encuentro de esta manera de la intención del Año de la Fe, iniciado en octubre.

Es la cuarta vez que mantenéis un Encuentro europeo en Roma. Esta vez, querría repetir las palabras que mi predecesor, el beato Juan Pablo II, dijo a los jóvenes en vuestro tercer encuentro en Roma: “El papa se siente profundamente comprometido con vosotros en esta peregrinación de confianza sobre la tierra... También yo estoy llamado a ser peregrino de confianza en nombre de Cristo” (30 diciembre 1987).

Hace poco más de 70 años, el hermano Roger creó la comunidad de Taizé. Esta sigue viendo venir a ella miles de jóvenes de todo el mundo, a la búsqueda de un sentido a su vida, los hermanos les acogen en su oración y les ofrecen la oportunidad de hacer la experiencia de una relación personal con Dios. Para apoyar a estos jóvenes en su camino hacia Cristo, el hermano Roger tuvo la idea de empezar una “peregrinación de confianza sobre la tierra”.

Testigo incansable del Evangelio de la paz y de la reconciliación, animado del fuego de un ecumenismo de la santidad, el hermano Roger animó a todos aquellos que pasan por Taizé a convertirse en buscadores de comunión. Lo dije al día siguiente de su muerte: “Tendremos que escuchar desde dentro su ecumenismo vivido espiritualmente y dejarnos guiar por su testimonio hacia un ecumenismo verdaderamente interiorizado y espiritualizado”. Sobre sus huellas, sois portadores de este mensaje de unidad. Os aseguro el compromiso irrevocable de la Iglesia católica a proseguir la búsqueda de vías de reconciliación para llegar a la unidad visible de los cristianos. Y esta tarde querría saludar con afecto muy especial a cuantos entre vosotros son ortodoxos o protestantes.

Hoy, Cristo os hace la pregunta que dirigióa sus discípulos: “¿Quién soy yo para vosotros?”. A tal pregunta, Pedro, cerca de cuya tumba nos encontramos en este momento, respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,15-16). Y toda su vida se convirtió en una respuesta concreta a esta pregunta. Cristo desea recibir también de cada uno de vosotros una respuesta que venga no de la constricción ni del temor, sino de vuestra libertad profunda. Respondiendo a tal pregunta, vuestra vida encontrará su sentido más fuerte. El texto de la Carta de San Juan que acabamos de escuchar nos hace comprender con grande sencillez en modo sintético cómo dar una respuesta: “Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos los unos a los otros” (3,23). ¡Tener fe y amar a Dios y a los demás! ¿Que hay de más exaltante? ¿Que hay más bello?

Durante estos días en Roma, podéis dejar crecer en vuestros corazones este sí a Cristo, aprovechando especialmente los largos tiempos de silencio que ocupan el lugar central en vuestras oraciones comunitarias, trras la escucha de la Palabra de Dios. Esta Palabra, dice la Segunda Carta de Pedro, es “como una lámpara que brilla en un lugar oscuro”, que hacéis bien en mirar “hasta que despunte el alba y surja en vuestra corazones la estrella de la mañana” (1,19). Vosotros lo habéis comprendido: si la estrella de la mañana debe surgir en vuestros corazones es porque no siempre está allí presente. A veces el mal y el sufrimiento de los inocentes crean en vosotros la turbación. Y el sí a Cristo puede ser difícil. ¡Pero esta duda no hace de vosotros no creyentes! Jesús no rechazçó al honbre del Evangelio que gritó: “¡Creo, ayuda a mi incredulidad!” (Mc 9,24).

Para que en este combate no perdáis la confianza, Dios no os deja solos y aislados. Nos da a todos la alegría y el conforto de la comunión de la Iglesia. Durante vuestra estancia en Roma, gracias especialmente a la acogida generosa de muchas parroquias y comunidades religiosas, hacéis una nueva experiencia de Iglesia. Al volver a casa, a vuestros diversos países, os invito a descubrir que Dios os hace corresponsables de la su Iglesia, en toda la variedad de vocaciones. Esta comunión que es el Cuerpo de Cristo os necesita y tenéis en el vuestro lugar. A partir de vuestros dones, de lo que es específico de cada uno de vosotros, el Espíritu Santo plasma y hace vivir este misterio de comunión que es la Iglesia, a fin de transmitir la buena noticia del Evangelio al mundo de hoy.

Con el silencio, el canto ocupa un puesto importante en vuestras oraciones comunitarias. Los cantos de Taizé llenan en estos días las basílicas de Roma. El canto es un apoyo y una expresión incomparable de la oración. Cantando a Cristo, os abrís también al misterio de su esperanza. No temáis adelantaros a la aurora para alabar a Dios. No quedaréis desilusionados.

Queridos amigos jóvenes, Cristo no os aparta del mundo. Os envía allí donde falta la luz, para que la llevéis a los otros. Sí, estáis todos llamados a ser lucecitas para cuantos os rodean. Con vuestra atención a una más equitativa redistribución de los bienes de la tierra, con el compromiso por la justicia y por una nueva solidaridad humana, ayudaréis a quienes os rodean a comprender mejor que el Evangelio nos conduce al mismo tiempo hacia Dios y hacia los demás. Así, con vuestra fe, contribuiréis a hacer surgir la confianza sobre la tierra.

¡Estad llenos de esperanza. Dios os bendiga, con vuestros familiares y amigos!

Traducido del original italiano por N.S.M.

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MARÍA, ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN


Maite Uribe invita a buscar en 2013 la justicia con gestos concretos
La directora de la Institución Teresiana escribe una carta programática profundamente mariana

Por Nieves San Martín

ROMA, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - “Acabamos de celebrar con toda la Iglesia el tiempo de Navidad, el tiempo de la promesa del Emmanuel, el Dios con nosotros, el Dios que ha querido encarnarse en nuestra historia”, afirma en su carta Maite Uribe Bilbao, directora general de la Institución Teresiana en su carta programática para el Año Nuevo, dirigida a los miembros de esta asociación internacional de fieles laicos presente en treinta países.

Uribe propone al inicio de su mensaje las palabras de María la Madre de Jesús: ¡Proclama mi alma la grandeza del Señor!/ ¡Ha hecho en mí grandes obras!/ ¡Ha enaltecido a los humildes y ha colmado de bienes a los hambrientos!

La directora subraya que un nuevo año “para nosotros, como creyentes, es una invitación a creer y proclamar como María, que Dios va a realizar durante él obras grandes, porque su misericordia se transmite de año en año, de generación en generación, cumpliendo así la promesa hecha a nuestros padres”.

Recuerda que, cuando san Pedro Poveda buscó en los inicios de la Institución Teresiana inspiración, fuerza y confianza, “volvió los ojos a María, y en Covadonga le confió la Obra que por su pequeñez necesitaba ayuda, fortaleza y consuelo, todo lo que puede dar una mirada materna”.

“Nosotros, en estos inicios del segundo centenario, también queremos volver los ojos a María, la madre de Jesús, la mujer sencilla y humilde de Nazaret, la mujer creyente en quien la mirada de Dios encontró gracia, acogida y disponibilidad para que su Palabra se hiciera en ella carne, vida y esperanza”, subraya.

Propone a todos los miembros de la Institución Teresiana dejarse interpelar por la voz del profeta Miqueas, “y con él intuir lo que Dios espera de nosotros en este año de la justicia, situado, como no podía ser de otra manera, en el Año de la Fe que convoca a la Iglesia entera”.

En la época de Miqueas –recuerda Maite Uribe- Jerusalén “es una ciudad en la que dominan las injusticias sociales, injusticias que agrandan escandalosamente las diferencias entre los más favorecidos y los menos favorecidos, ciudad en la que las falsas seguridades religiosas muestran una religiosidad que es simple apariencia”.

“Miqueas alza su voz con valentía y coraje contra esta situación, en algunos aspectos semejante a la nuestra, y proclama 'Se te ha indicado lo que exige de ti el Señor, nada más que practicar la justicia, amar la misericordia, y caminar humildemente con tu Dios... (Miq 6,8)”.

“Estima la justicia tanto como la vida” es una frase del fundador que propone ahora la directora: “En un momento de la historia en el que la complejidad de las situaciones sociales y económicas ponen en peligro la dignidad de cada persona y el valor de la vida, esta invitación de Pedro Poveda se nos hace urgente, se convierte en una invitación programática que necesita de nuestra parte una respuesta valiente, decidida y encarnada”.

“Estimar la justicia tanto como la vida significa vivir desde las bienaventuranzas el desafío del amor, de la justicia y de la paz: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia (Mt 5,6) Es revelador que para Jesús son felices no los vencedores sino los perseguidos, no los potentes ni los poderosos sino los pobres y los hambrientos, no los conformistas sino los maltratados”, expone.

Y añade: “quiere ser una invitación a mirar el mundo con los ojos de la fe y desde las posibilidades que nos ofrece para avanzar en una globalización alternativa, para crear redes con otros, para construir desde la pluralidad, para salvaguardar la tierra que vivimos, para promover experiencias de solidaridad, de justicia y de paz. Esto puede llevarnos a preguntarnos con otros ¿Qué desarrollo buscamos? ¿Cuál es el desarrollo posible, el desarrollo justo, bueno y verdadero, que respeta los recursos limitados de nuestro planeta, los cuida y los distribuye con equidad?”.

Significa también comprometerse “a poner la tierra al servicio de todos los seres humanos: a cuidarla, a respetarla, a darle futuro para que sea la casa de todos. Esto nos pide estar atentos al poder destructivo de la crisis actual que lleva consigo entre otras cosas especulación del suelo, dificultades para la vivienda de las familias más jóvenes, cifras insostenibles de paro, distancias familiares impuestas por el trabajo, la casi obligación de emigrar buscando cobijo en otras tierras”.

Estimar la justicia tanto como la vida lleva inevitablemente a asumir en la práctica conflictos y contradicciones y esto exige lucidez, capacidad crítica para detectar mecanismos de injusticia y toma de postura desde criterios evangélicos. Es el precio que pagó Jesús y que le llevó a entregar su vida: Mi vida nadie la toma, soy yo quien la da (Juan 10, 18).

Continúa la directora exponiendo en qué se traduce la frase povedana en el hoy concreto de la vida de la asociación.

Y pide gestos concretos para expresar el compromiso con la justicia en 2013: “una búsqueda y un discernimiento en cada realidad local para encontrar y expresar a lo largo de este próximo año la respuesta a este empeño común”, así como “los proyectos sociales, los espacios de reflexión y estudio, las jornadas de la solidaridad, el voluntariado internacional y local, las ONG, foros y círculos de estudio sobre la paz, la solidaridad, los derechos humanos, etc. Seamos creativos, comprometidos y audaces”.

En esta búsqueda y en este discernimiento invita a escuchar a las generaciones más jóvenes.

Como decía Pedro Poveda, recuerda: "'Todos vamos al mismo fin, pero el recorrido se hace de manera distinta, según la edad y condición de cada uno'. Y afirma en el mismo texto: '¿Quiénes son los más valientes, intrépidos, temerarios, arriesgados? Los jóvenes. ¿Quiénes son los que tienen ideales, los que se olvidan de si, los que encienden el fuego? Los jóvenes'.

Invitando a las obras y al testimonio, Maite Uribe afirma: “Mirad cómo se aman, decían con admiración los mismos que perseguían a los primeros cristianos de África. Porque el testimonio más fuerte que podemos darnos unos a otros es el dar la vida por una causa justa, en el día a día, desde un amor humilde y desinteresado, desde un amor que se expresa en obras y en verdad”.

“Es la actitud de María a lo largo de toda su vida: vivir un amor que es acogida, entrega y servicio. María acoge al mensajero que Dios le envía para anunciarle una noticia inesperada, María acoge a José cuando la vida empieza a crecer en ella, María acoge a unos pastores sorprendidos de recibir las primicias de un anuncio; María acoge a los Magos, que se ponen en camino en búsqueda de una estrella que, sin saberlo, les llevará a Jesús. María acoge la necesidad concreta de unos esposos, que en medio de su boda, reconocen que no tienen más vino. María acoge a los discípulos cuando el miedo les hace recluirse en el cenáculo. María acoge, ama, actúa y medita en su corazón”.

“María no sólo escucha, sino que también decide y actúa. Es concreta en su actuar y acoger, sale al encuentro de las necesidades no solamente desde su propias ideas, sino desde la escucha y la atención que le permite 'conectar' con lo que los otros traen, con sus necesidades y con el paso de Dios a través de ellas”.

“El canto del Magníficat es fruto de un ponerse en camino con prontitud (cf. Lc 1,39) y fruto también de un encuentro fraterno entre dos mujeres disponibles. Encuentro que se produce desde la experiencia de la realidad y el misterio que viven estas dos mujeres. Encuentro que delata que los ojos de ambas están fijos y firmes en la Promesa de Dios, lo que les permite acoger con confianza el misterio de Dios en sus propias vidas·.

“María es una mujer sencilla, forma parte de los anawin --'resto' pobre y fiel de Israel- que proclama las maravillas del Señor y su predilección por los pequeños y los más pobres. En su canto, María nos comunica el sentido profundo de la intervención de Dios en la realidad”.

“La fuerza de su canto es fruto de la acogida, la atención y la memoria creyente, que le permiten dar un sentido global a los acontecimientos y acoger de manera vital las cosas 'grandes' que Dios ha hecho en su Pueblo en favor de los pobres, los humildes y los sencillos”, concluye.

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Especial Año Nuevo


Venezuela: Defender las normas constitucionales ante la gravedad del presidente Chávez
Carta de Año Nuevo del cardenal arzobispo de Caracas Jorge Urosa Savino

Por Redacción

ROMA, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - “Como católicos, nuestra fe nos exige también promover la fraterna convivencia social, y esta obligación es mayor para quienes están constituidos en autoridad. En este contexto, ante la incertidumbre sobre la salud del presidente Hugo Chávez, es preciso que todos mantengamos y defendamos las normas constitucionales que regulan la materia de una eventual ausencia temporal o absoluta del Presidente”, pidió el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas en un mensaje a los sacerdotes, religiosos y fieles de su Archidiócesis con motivo de fin de año y del nuevo año que comienza.

“No podemos aceptar --añade el cardenal Urosa--, otros caminos, que sumirían al país en la inestabilidad y violarían los derechos de los venezolanos. Además, el nuevo período constitucional, en el país y en cada región, debe ser de serenidad, de respeto a los derechos constitucionales de todos, sin medidas que provoquen zozobra y angustia, sin exclusión de quienes se consideren adversarios políticos”.

“Al iniciar este año 2013, comenzó su mensaje el cardenal venezolano, valoremos el don de haber recibido en el Bautismo la luz esplendorosa de la fe, y de profesar nuestra Santa Religión Católica, para vivir de acuerdo a ella. Los cristianos estamos llamados a reafirmar nuestra fe aún en medio de una sociedad secularista, es decir, indiferente y a menudo contraria a la mera idea de Dios”.

“Y estamos llamados a practicar la fe, es decir, vivir de acuerdo a la Palabra de Dios, cumpliendo sus Mandamientos, a pesar del relativismo moral que nos rodea”.

“Por eso –añadió- es importante que valoremos y vivamos de acuerdo a nuestra gloriosa identidad católica de hijos de Dios. No es cualquier cosa ser hijos de Dios, elevados en el Bautismo a esa dignidad por el Espíritu Santo. No es cualquier cosa ser discípulos de Jesucristo, el Divino Maestro, en un mundo donde proliferan toda clase de consejas, falsas religiones, y corrientes esotéricas, animistas o paganas.

“Es maravilloso pertenecer a nuestra santa Iglesia Católica, el pueblo de Dios, que tiene por cabeza a Cristo, con quien entramos en contacto especialmente en los sacramentos, guiados por el Espíritu de Dios a través del Papa y los Obispos de la Iglesia, animados por una pléyade innumerable de santos, bajo la maternal protección de la Virgen María”.

Ser católicos es una gran dicha pero también implica grandes retos. Por eso es importante en este nuevo año que nos acerquemos cada vez más a El, para buscar su ayuda en la práctica religiosa, especialmente en la Santa Misa dominical.

“Hablando de retos de la fe, precisó el cardenal Urosa, hay que recordar algo muy importante: vivir nuestra fe exige luchar contra la violencia, que tantos estragos está haciendo entre nosotros. En primer lugar, la violencia latente en nuestros corazones, que debemos dominar y controlar permanentemente. Pero la violencia se convierte en delito y en inseguridad, que causa tanto dolor y temor en nuestra Ciudad de Caracas. Por ello es preciso insistir en la obligación constitucional de resguardar la seguridad personal y patrimonial de todos los venezolanos que tienen las autoridades de los poderes públicos”.

El purpurado dice apoyar todas las iniciativas legítimas, tanto de los poderes del Estado como de organizaciones no gubernamentales, para combatir la violencia y las fuentes de la misma.

Y finaliza su mensaje deseando: “¡Feliz año¡! Feliz Año de la Fe para todos los católicos de nuestra arquidiócesis! Promovamos la felicidad propia y de los demás. Oremos y trabajemos por los más débiles, por los pobres, por los enfermos, en particular por el Presidente de la República". 

“Oremos también por los presos y en particular por los presos políticos, para quienes nuevamente solicitamos medidas de gracia. Que cada uno de nosotros sea un esforzado y activo constructor de la paz".

“Que la protección de María, Madre de Dios, cuya solemnidad celebraremos este 1 de enero, proteja a Venezuela para que vivamos en paz, para que practiquemos nuestra fe, y para que el País marche con estabilidad y bienestar para todos y cada uno de los venezolanos. Que el Señor nos conceda un año muy feliz”.

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Puerto Rico: el obispo de Arecibo llama a construir la paz en 2013
Monseñor Daniel Fernández Torres, se unió al llamado de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz

Por Redacción

ARECIBO, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - En su mensaje del 1 de enero, el papa declara que hoy en día “aparece la necesidad de proponer y promover una pedagogía de la paz”, subraya el obispo.

“Para poder ser constructores de paz, debemos conocer primero lo que es la paz que, como dice el papa, no se trata de una simple tolerancia, sino que es parte de la vocación natural del ser humano. La paz va de la mano con la verdad: no puede haber paz sin el reconocimiento de la verdad que Dios ha inscrito en la misma naturaleza del ser humano.

Es, en ese contexto, en que el papa llama a salir del ‘relativismo moral’, ‘que cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre’. En palabras del papa, ‘la paz es la construcción de la convivencia en términos racionales y morales, apoyándose sobre un fundamento cuya medida no la crea el hombre, sino Dios’”, explicó el obispo arecibeño.

En su mensaje, Benedicto XVI expresa: “La paz concierne a la persona humana en su integridad e implica la participación de todo el hombre. Se trata de paz con Dios viviendo según su voluntad. Paz interior con uno mismo, y paz exterior con el prójimo y con toda la creación. Comporta principalmente, como escribió el beato Juan XXIII en la encíclica Pacem in Terris, de la que dentro de pocos meses se cumplirá el 50 aniversario, la construcción de una convivencia basada en la verdad, la libertad, el amor y la justicia. La negación de lo que constituye la verdadera naturaleza del ser humano en sus dimensiones constitutivas, en su capacidad intrínseca de conocer la verdad y el bien y, en última instancia, a Dios mismo, pone en peligro la construcción de la paz. Sin la verdad sobre el hombre, inscrita en su corazón por el Creador, se menoscaba la libertad y el amor, la justicia pierde el fundamento de su ejercicio”.

En esa línea, destacó la importancia de reconocer que todos somos miembros de una misma familia humana.

Asimismo, concluyó: “Es necesario enseñar a los hombres a amarse y educarse a la paz, y a vivir con benevolencia, más que con simple tolerancia. Es fundamental que se cree el convencimiento de que ‘hay que decir no a la venganza, hay que reconocer las propias culpas, aceptar las disculpas sin exigirlas y, en fin, perdonar’, de modo que los errores y las ofensas puedan ser en verdad reconocidos para avanzar juntos hacia la reconciliación. Esto supone la difusión de una pedagogía del perdón. El mal, en efecto, se vence con el bien, y la justicia se busca imitando a Dios Padre que ama a todos sus hijos”.

De su parte, monseñor Fernández Torres, reiteró: “Necesitamos ser constructores de la paz en Puerto Rico. Comencemos construyendo la paz en nuestras familias”.

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Humanismo abierto
La Jornada Mundial de la Paz según el cardenal Cipriani, arzobispo de Lima y primado de Perú

Por + Juan Luis Cipriani Thorne

LIMA, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - En su “Mensaje por la Jornada Mundial de la Paz”, el Papa Benedicto XVI nos propone interesantes ideas para iluminar nuestros pensamientos y acciones. Empieza por plantear un “humanismo abierto a la trascendencia”, que supere antropologías y éticas basadas en presupuestos teóricos-prácticos puramente subjetivos y pragmáticos.

Para ello, nos dice: “Se debe desmantelar la dictadura del relativismo moral que presupone una moral totalmente autónoma, que cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre”. El mundo actual necesita del soporte de un “pensamiento nuevo”, de una nueva síntesis cultural, para superar tecnicismos y armonizar las múltiples tendencias con vistas al bien común.

Este camino del humanismo cristiano pasa, en primer lugar, por el respeto de la vida humana, desde su concepción, en su desarrollo y hasta su fin natural. Por ello es injusto y abusivo pretender codificar de manera indirecta falsos derechos o libertades que, basados en una visión reductiva y relativista del ser humano, y mediante el uso hábil de expresiones ambiguas, se encaminan a favorecer un pretendido derecho al aborto terapéutico, lo que amenaza el derecho fundamental a la vida.

Asimismo, se debe afirmar la estructura natural del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, frente a los intentos de equipararla desde un punto de vista jurídico con formas radicalmente distintas de unión que, en realidad, dañan y contribuyen a su desestabilización y oscurecen su carácter particular y su papel insustituible en la sociedad.

No se puede ignorar o minimizar el papel decisivo de la familia, célula base de la sociedad. Esta tiene como vocación natural promover la vida: acompaña a las personas en su crecimiento y las anima a potenciarse mutuamente mediante el cuidado recíproco. Es necesario tutelar el derecho de los padres y su papel primario en la educación de sus hijos, en primer lugar en el ámbito moral y religioso.

Estos principios no son verdades de fe, pero están inscritos en la misma naturaleza humana, se pueden conocer por la razón, y por tanto son comunes a toda la humanidad. La acción de la Iglesia al promoverlos no tiene un carácter confesional, sino que se dirige a todas las personas, prescindiendo de su afiliación religiosa.

Por otro lado, en sectores de la opinión pública, la ideología del liberalismo radical y de la tecnocracia insinúa la convicción de que el crecimiento económico se ha de conseguir a costa de erosionar la función social del Estado y de las redes de solidaridad de la sociedad civil, disminuyendo el valor de los derechos y deberes sociales. Ha prevalecido en los últimos tiempos, la tendencia a maximizar la utilidad y el consumo, en una óptica individualista y egoísta, dirigida a valorar a las personas solo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad.

Es necesario enseñar a los hombres a vivir con benevolencia, más que son simple tolerancia. Es fundamental que se cree el convencimiento de que “hay que decir no a la venganza, hay que reconocer las propias culpas, aceptar las disculpas sin exigirlas y, en fin, personar”, de modo que los errores y las ofensas puedan ser en verdad reconocidos para avanzar juntos hacia la reconciliación. Esto supone la difusión de una pedagogía del perdón. El mal, en efecto, se vence con el bien. Promover el “humanismo abierto” es un trabajo lento, porque supone una evolución espiritual y una educación a promover los más altos valores. En síntesis, una visión trascendente de la historia humana.

Publicado en el diario El Comercio, p. A19, el lunes 31 de diciembre de 2012

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Foro


Todo es gracia
La encarnación redentora de Cristo, episodio único en la historia, determina el sentido pleno del tiempo

Por + Juan del Río Martín

MADRID, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - El significado del tiempo para una persona no viene dado por el número de años que transcurren desde su nacimiento hasta su óbito (cf. Sab 4,8). El tiempo no es sólo algo físico, sino que también se percibe en su vertiente psicológica, moral y espiritual. El cristianismo, desde sus inicios, rechazó los ciclos eternos que planteaban los griegos, porque la Encarnación Redentora de Jesucristo es un episodio único e irrepetible en la historia humana, que determina el sentido pleno del tiempo. Pero aquel acontecimiento salvador tuvo su arranque en la misma Creación del Universo y su final tendrá lugar en el último día (cf. Col 1,15-23). Todo año nuevo participa de ese hecho real, donde la eternidad divina se hace tiempo de los hombres.

La fe en este Misterio, ilumina al hombre para hacer una lectura del tiempo desde la gracia recibida en el Bautismo. Cada ser humano ha de responder a lo que acontece en su vida y su entorno, es decir, a su actuación libre y responsable. Estas fechas son propicias para hacer un examen personal de conciencia sobre cómo hemos empleado nuestro tiempo, qué papel ha jugado Dios en estos meses, cuáles son las obras buenas que hemos hecho y cómo debemos fomentarlas en el futuro, cuáles son los defectos que hemos de evitar, a quién debemos perdonar y reparar. Este discernimiento nos ayudará a conocernos a nosotros mismos y a descubrir lo sucedido como un tiempo de gracia y misericordia.

Ahora bien, percibimos la valoración de nuestro tiempo según somos. El que anda en negocios humanos dice que el tiempo es oro. Para quien vive en el hedonismo es amarga la brevedad de la vida. En cambio, los cristianos afirmamos que el tiempo es un don del Creador y, a la vez, una responsabilidad del hombre, que lo ha de llenar de obras de amor a Dios y al prójimo. Las virtudes hacen bueno cualquier día, los vicios lo hacen malo. A nadie se la prometido nunca un día de mañana: sólo tenemos asegurado el presente que trae “su propia preocupación” (Mt 6,34). La actitud que debe dominar nuestro caminar es la de vigilancia, porque no sabemos “ni el día ni la hora” en que todo terminará (cf. Mt 24, 42-44).

El año que finaliza está marcado por las privaciones económicas de muchos, por conflictos familiares y sociales que han dejado un reguero de víctimas de todo tipo. Los meses venideros se presentan duros en lo económico, lo financiero y lo político. Benedicto XVI, en un reciente artículo en el Financial Times, afirmaba: “El nacimiento de Cristo nos desafía a repensar nuestras prioridades, nuestros valores, nuestro modo de vivir. Y mientras la Navidad es sin duda un tiempo de gran alegría, es también una ocasión de profunda reflexión, más aun, es un examen de conciencia (…) Los cristianos no deben escapar del mundo; por el contrario, deben comprometerse en él. Pero su participación en la política y en la economía debe trascender cada forma de ideolología” (20.12.2012).

No debemos dejarnos llevar por un pesimismo inoperante y desesperanzador. Hay un proverbio español que dice: “no hay mal que por bien no venga”. ¿Qué podemos aprender de esta profunda crisis que padecemos? Que la familia, a pesar de tantos olvidos y ataques de los políticos, está siendo la gracia que ampara a muchos que están viviendo el paro o la precariedad. Que se ha incrementado la generosidad, solidaridad y caridad hacia los más desfavorecidos. Que se vuelve a apreciar la sencillez y la coherencia como las formas más bellas de vivir una vida sana, mientras que crece la hostilidad hacia la opulencia de los corruptos que lleva al desastre a la sociedad. Frente al frenesí del individualismo egoísta y placentero, se ve más necesario cada día unir fuerzas para construir el bien común y educar en la virtud de hacer el bien y evitar el mal, como única base para una ética comprometida con la dignidad del hombre, de todos los hombres.

En definitiva: estos tiempos de crisis están desmontando racionalmente la autosuficiencia de hombre contemporáneo. También nos están situando más a los cristianos en lo esencial, que es Cristo, principio y fin de todos los tiempos. Al final, hemos de convencernos cada día más de que: “¡Todo es gracia!” (G. Bernanos, Diario de un cura rural).

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Mensaje a nuestros lectores


Por un maravilloso 2013
Feliz Año Nuevo a nuestros lectores

Por Redacción

ROMA, 31 de diciembre de 2012 (Zenit.org) - Estimados lectores:

El año pasado no ha sido fácil, pero el Señor fue paciente y no nos abandonó.

Estamos seguros de que 2013 será un año maravilloso, colmado de buenas noticias...

Les auguramos todo bien y cuenten también con nuestras oraciones.

La familia de ZENIT

PS: Mañana no saldremos, volveremos en red el miércoles 2 de enero de 2013

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