5.12.13

El que no esté dispuesto a ser mártir, que se vaya

A las 1:21 AM, por Santiago Mata
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El título que sigue a esta introducción, al referirme a los dos mártires del 5 de diciembre, me lo inspira el hecho de que Federico Mayor Zaragoza, en julio de 1976, argumentara que al hablar de la futura autonomía de Cataluña había que tener en cuenta el precedente del Estatuto de 1932 y a las personas que, como él, eran familiares de Marcelino Domingo. Lo que parecía vigente en el inmediato postfranquismo no valía para nada -ni el Estatuto ni ser familiar de un ex ministro- en la Barcelona revolucionario-bélica de fines de 1936.

Ser familiar de Marcelino Domingo no sirvió de nada

El 5 de diciembre hay dos beatos, cuyas vidas se extinguieron en Montcada i Reixac: el sacerdote operario diocesano Vicente Jovaní Ávila, de 34 años, y el director general de esa hermandad, Joaquín Jovaní Marín, de 62 años, tío del anterior.

Sintomático del ambiente en que vivían los eclesiásticos antes incluso de la primera quema de conventos, es lo que le escribió el 7 de mayo de 1931 el rector del Colegio de San José de Burgos: “Vino el señor arzobispo y les dijo que los que no estuvieran decididos a todo, hasta al martirio, aprovecharan la ocasión de las vacaciones del verano para no volver al seminario”.

Comenzada la guerra, estos dos sacerdotes fueron a parar a la cárcel de Pilatos, de Tarragona, donde algún seminarista se salvó por no ser aún sacerdote, como José María Reyes Mateu: “el día 10 de agosto de 1936 me hicieron una especie de juicio. Me preguntaron si yo era sacerdote. Les contesté que me faltaba un año para terminar la carrera. Me dijeron que a los estudiantes nos necesitaba la República y que no nos harían nada malo; solamente a los culpables -refiriéndose claramente a los sacerdotes- les darían lo suyo”.

Tampoco esto era exacto, pues haber ayudado a un sacerdote sería, en este caso, motivo de la máxima pena para el hermano de un exministro de la República, según testificó Joaquina Fibla Frecet: “Por mediación de mi cuñado, Federico Domingo, Joaquín Jovaní salió de la cárcel de la Casa de Pilato”. Este hermano de Marcelino Domingo consiguió dos pasaportes para que los sacerdotes huyeran a Francia. Estos “subieron al coche que los había de llevar a Francia. Los demás quedaron en la pensión un rato.

En esto llegaron unos sesenta milicianos, que ocuparon la pensión y detuvieron a todos. Entonces vieron los que estaban en la pensión que había regresado el coche en el que viajaban los que marcharon a Francia, el cual había sido detenido también por los milicianos y obligado a regresar a la pensión. A todos los detenidos los llevaron a un retén y después a la checa de San Elías”.

Los cinco -Joaquín Jovaní y sus sobrinos Vicente (el sacerdote) y Joaquín, Federico Domingo y el marido de Joaquina Fibla, estuvieron en la misma celda, de donde lo sacaban de dos en dos. Este fue el último en salir. “Al llamarle para declarar, preguntó por sus familiares, y los milicianos le dijeron que estaban en un campo de concentración, menos Federico, que había sido llevado a Madrid. Esto era mentira, como pudimos comprobar después de la guerra, al encontrar juntos los cadáveres de Joaquín Jovaní, el sobrino y de Federico Domingo”.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.