21.12.13

¡Cómo se resistían a dejarse quitar los crucifijos!

A las 12:16 AM, por Santiago Mata
Categorías : Lugares: Tarragona

Nacidos un 21 de diciembre hay cinco beatos mártires: dos sacerdotes diocesanos y tres religiosos. Contaré algo más por extenso el caso del párroco de la Purísima Sangre de Reus y de los carmelitas de Tárrega.

El párroco de la purísima sangre de Reus

En Reus, fueron asesinados el 26 de julio de 1936 -domingo del que hay beatificados 15 mártires- los sacerdotes Josep Badia Minguella, beneficiado de la parroquia de Sant Pere, de casi 73 años, y Josep Civit Timoneda, párroco de la Puríssima Sang, de 61, que se ordenó en 1899 y fue antes párroco de Sarral. Al estallar la guerra, seguía celebrando misa a las Hermanitas de los Pobres cruzando las calles con sotana. Su ama de llaves le insistía en que se escondiera, pero no le hizo caso. Hacia las 13 horas del 26, fueron a detenerle y se lo llevaron, con sotana y manteo, cruzando las calles en las que era insultado. Al llegar a la carretera de Valls, se arrodilló en la Rambla de Miró, y así lo fusilaron. Fue beatificado en Tarragona el 13 de octubre de 2013.

Los carmelitas de Tárrega

Los 12 carmelitas calzados de Tárrega son el mayor grupo dentro de los 30 beatos del miércoles 30 de julio de 1936. Uno de ellos Manuel (Eduardo María) Serrano Buj, de 23 años, había nacido el 21 de diciembre de 1912 en Villarluengo (Teruel).

Según el relato de Manuel Martínez Cano, el 21 de julio de 1936, la comunidad de Carmelitas Descalzos de Tàrrega (Lleida) tuvo que abandonar el convento, refugiándose en casas amigas, sin que el superior les permitiera abandonar la localidad, por considerarlo más peligroso. El 28 por la tarde fueron apresados los 12 religiosos y conducidos al comité del pueblo. El arcipreste de Tàrrega, Jaime Serra Torrent, escribirá: “La Providencia nos tenía destinado para tener que presenciar y vivir la gran catástrofe, la sangrante y terrible persecución que han sufrido las iglesias, los sacerdotes y todo lo que sabía a religioso, y en la que fueron sacrificados, no por otra cosa, sino por odio al sacerdocio y a la religión, cinco sacerdotes compañeros, los doce frailes del Carmen y seis escolapios de esta ciudad. Total veintitrés víctimas que seguían la suerte del Maestro y que de El recibieron el premio”.

Al llegar los milicianos al convento, el padre Ángel María Prat, prior de la comunidad, les dijo: “¿Qué vais a hacer con nosotros? ¿Matarnos? Si es así, matad sólo a los mayores; dadme a mi todas las muertes que queráis, pero dejad a estos pobres jóvenes, que les están esperando en sus casas”. Sobre las 23.30 horas llegó un camión a la puerta del cuartel de milicias. Hicieron subir a él a los 12 carmelitas, entre empujones, palabrotas, blasfemias y culatazos de fusil. En el mismo camión iban milicianos armados de Tàrrega. El camión salió seguido de un coche. Hicieron correr el rumor de que los llevaban a Igualada o Barcelona.

Hacia las dos de la madrugada del 29 de julio, atados de dos en dos, los bajaron en el Clot dels Aubens, a dos kilómetros de Cervera. Se sabe que primero intentaron matarlos junto al cementerio; que les robaron, pues aparecieron las maletas descerrajadas y abiertas en el sitio donde los fusilaron, amarrados de dos en dos, a la derecha del camino, amontonándolos después en un estercolero, rociándoles con gasolina y prendiendo fuego. Los testigos Juan Bravo y Santiago Fábregat presenciaron la cremación, y el primero pudo oír cómo alguno aún se quejaba en los estertores de la muerte. Concepción Tomás de Bosquet se cruzó con dos milicianos que volvían del Clot dels Aubens y les oyó decir: “Hay que ver cómo se resistían a dejarse quitar los crucifijos”. Sor Margarita Fargas, que se encontraba en el Hospital de Cervera esa noche, afirma que dos individuos que estaban de guardia en el mismo Hospital fueron a ver lo que pasaba. Al volver refirieron que los carmelitas se animaban unos a otros diciendo: “¡Viva Cristo Rey!”. Los padres Prat y Maneus exhortaban y animaban a los más jóvenes.

En días sucesivos se repitieron las cremaciones, alimentando con gavillas la hoguera, que duró más de tres semanas, por haber unos quince carros de estiércol y estar mojado por abajo para que se pudriera. Un día después apareció en medio del camino una cabeza con los sesos estrellados por una grande piedra. Hubo quien enseñaba las balas con que habían sido asesinados. Nadie les dio sepultura. Obligados por las protestas de los vecinos que temían una infección, mandó el Ayuntamiento a dos basureros con el carro de la basura. Pero se negaron a cargar los restos, diciendo: “Quienes han hecho la fechoría que se lleven los muertos”. Pasado un mes, el dueño del estercolero recogió los restos, junto con el estiércol, y los esparció como abono en una viña de su propiedad. En Cervera, concluye Martínez Cano, fuer asesinados 116 sacerdotes y religiosos.

Los nombres y edades de estos carmelitas eran: Juan (Pedro Tomás María) Prat Colldecarrera, Juan María Puigmitjá Rubió y Miguel María Soler Sala, de 17 años; José (Andrés Corsino María) Solé Rovira, de 18; Manuel (Eduardo María) Serrano Buj , de 23; Ginés (Elías María) Garre Egea, de 26; Pedro (Pedro María) Ferrer Marín, de 27; Pedro (Anastasio María) Dorca Coromina, de 28, de la comunidad de Olot, estaba predicando una novena; Eliseo María Maneus Besalduch, de 39; Ángel María Prat Hostench, de 40; Luis (Eliseo María) Fontdecava Quiroga, de 45; y Gabriel (José María) Escoto Ruiz, de 58.

Los otros tres mártires beatificados nacidos un 21 de diciembre son: Jaume Mir Vime, claretiano de la comunidad de Tarragona, de 46 años y natural de Ciutadilla (Lleida), asesinado en Tarragona el 29 de julio de 1936 y beatificado en la misma ciudad el 13 de octubre de 2013; Joan Vallés Anguera, sacerdote operario diocesano de 63 años, natural de Darmós (Tivissa, Tarragona), asesinado en Tortosa el 9 de agosto de 1936 y beatificado en Tarragona en 2013; y Carmelo Sastre Sastre, párroco de Piles (Valencia), de 45 años y natural de Pego (Alicante), asesinado el 16 de agosto en Palma de Gandía (Valencia) y beatificado en 2001.

Más sobre los 1.523 mártires beatificados, en “Holocausto católico”.