23.12.13

 

Hace cuarto de siglo, el número de salvadoreños católicos rondaba el 90%. Hoy apenas supera la mitad. ¿A dónde han ido todos esos católicos? Pues en su inmensa mayoría a las comunidades eclesiales evangélicas. Supongo que también bastantes a sectas tipo Testigos de Jehová, adventistas, unitarios, etc.

Ante semejante panorama, ¿qué es lo que se le ocurre decir al arzobispo primado del país centroamericano? Pues esto:

“Más que estar preocupados por quién se va a una religión, estamos preocupados porque algunas personas no viven la fe. Quisiéramos que la mayoría de personas practicaran una fe cristiana. Nosotros les auguramos éxito a las demás religiones, a las cuales respetamos mucho y esperamos que vivan su fe con autenticidad, pues al final es la práctica del bien la que Dios va a premiar, tal como lo indica San Mateo en el capítulo 25″

O sea, si el 90% de los católicos se hace evangélicos, mientras vivan su fe, no tiene mayor importancia, ¿verdad que sí? Al fin y al cabo les respetamos mucho y a Dios le importa más bien poco si uno es católico, evangélico o mormón del sexto sello budista, ya que en lo que se fija es en que se practique el bien.

El arzobispo cree “que es un desafío para la iglesia católica predicar su fe y atender a sus feligreses para que, viviendo su fe, se sientan bien y no tengan que buscar una religión diferente“. Sí, vale, pero si no se sienten bien, que se larguen, que no pasa nada. Lo que importa es que sean buenos. El dónde, da lo mismo.

¿Y la Dominus Iesus? Calla, calla, Luis Fernando, no seas fundamentalista. ¿Y la enseñanza de la Tradición, Concilio Vaticano II incluido, de que la Iglesia Católica es necesaria para la salvación? Calla, calla, Luis Fernando, no seas fundamentalista.

Como no hay mal que cien años dure, es posible que dentro de otros 25 años no sea necesario hacer más encuestas. El 90% de los salvadoreños serán evangélicos y los poco católicos que queden seguirán la mar de felices de que sus hermanos separados practiquen la fe más y “mejor” que ellos.

Menos mal que cuando Dios me concedió el don de regresar a la fe católica no me encontré con un pastor así. Seguramente me habría quedado donde estaba. Menos mal.

¿Continente de la esperanza? Puede, pero para otros. Mientras nosotros hablamos de evangelizar, ellos evangelizan de verdad. Con sus herejías, pero siendo auténticos. Que es lo que nos falta. Autenticidad. Fidelidad a nuestras esencias. Y si no lo hicieran ellos, lo harían las piedras.

Luis Fernando Pérez Bustamante