27.12.13

Orar con Lolo

Título: Orar con Manuel Lozano Garrido, Lolo
Autor: Eleuterio Fernández Guzmán
Editorial: Lulu.com
Páginas: 59
Precio aprox.: 2,99 €
ISBN – Lulu-: 5800100248983. Próximamente aparecerá en formato Kindle de Amazón.
Año edición: 2013
Lo puedes adquirir en Lulu.com.

Orar con Manuel Lozano Garrido, em>Lolo

“La oración es difícil; es tan extraño dirigirse a un Dios al que no se ve; en realidad, creo que no sé rezar y, menos aún, orar; ciertamente, me parece que no rezo bien porque muchas veces me distraigo y no sé ni lo que digo; no sé si, en realidad, esto vale la pena…”.

Todo lo que hemos puesto aquí no expresa más que el sentido que muchas personas le dan al hecho mismo de orar. En realidad, pudiera parecer que no han comprendido que Dios siempre les escucha y que no deberían esperar que Dios les hablase al oído físico sino al del corazón…

Pero el beato Lolo no era de este tipo de creyentes sino muy diferente y con un sentido profundo de lo que significa la oración.

Sabemos que la oración tiene mucho que ver con nuestra propia e intrínseca naturaleza. Como somos hijos de Dios, tenemos una filiación que es divina y, por lo tanto, dirigirnos a nuestro Creador debería ser no sólo lo más normal sino lo más lógico y esperado pues todo hijo habla con su padre sin darle miedo ni esperar más que, por ejemplo, ser escuchado.

Cuando rezamos u oramos vamos más allá de nosotros mismos. Dejamos encerrado nuestro egoísmo y nos dirigimos a Dios a quien queremos expresarle algo: a lo mejor pedir, a lo mejor dar gracias, a lo mejor, sólo, contemplar su maravilloso corazón de misericordia. El caso es que hacemos como aquel que, queriendo caminar hacia un determinado lugar… simplemente lo hace y busca llegar al destino sin preocuparse de lo que, sin saber, pueda acontecerle por el recorrido que quiere hacer. Camina y, si nada contrario a su voluntad sucede, llega a buen puerto.

Pues exactamente igual es la oración en el beato Lolo.

Ya dijo Jesús que no había que hacer como ciertas personas que, en su época, rezaban a voz en grito como para darse importancia. Así, según creía el Hijo de Dios, sólo manifestaban gran hipocresía pues el Todopoderoso ve en lo secreto de nuestro corazón o, lo que es lo mismo, sabe lo que queremos y conoce nuestras necesidades. Por eso nos basta con rezar u orar en nuestro interior sin acudir a manifestaciones que están muy fuera de lugar.

En silencio. Orar en silencio allí donde nos encontremos. Dedicar, en silencio, nuestro trabajo, a Dios; querer que nos escuche en lo que hacemos sin necesidad de hacer nada más que pedírselo; hacer como que Dios nos ve porque nos ve, como que nos oye, porque nos oye, que nos ama porque nos ama. Así podemos orar sin que mengüe nuestro propio ser ordinario pero, a la vez, haciendo que el mismo crezca hasta alcanzar cotas altas de espiritualidad. Y si hay una persona ejemplo de oración en silencio pero profunda tal es el beato de Linares.

Eso sí, es conveniente tener la voluntad de llegar a Dios con nuestra oración o nuestro rezo. No deben ser, los mismos, un caminar raso, raso, por el suelo sin querer elevarnos, horizontalmente, al corazón de nuestro Creador. De ser así, según lo dicho primero, poco vamos a procurar de Dios hacia nosotros. ¡Alto, alto, alto debemos volar con nuestra oración! como voló Lolo hasta el mismo corazón del Todopoderoso.

Y Dios llega a todas partes. Eso no deberíamos olvidarlo nunca. Por eso mismo, acercarnos al Señor es cuestión, asunto, tema, de cada uno de nosotros, hijos suyos que, al hacer eso manifestamos que no le olvidamos y que imploramos su intercesión, su ser, su naturaleza de Padre Bueno. Así es como en realidad, somos verdaderos hijos suyos.

Y Lolo, también en esto, es un maestro a tener muy en cuenta y un fiel a tener siempre presente.

En este libro podemos encontrar tanto oraciones propias de Lolo o, lo que es lo mismo, las que quiso que así fuesen consideradas como, por ejemplo, la Oración por los periodistas, como oraciones que han sido “entresacadas” de los textos de los libros publicados por el Beato de Linares (Jaén, España). A cada una de ellas la hemos acompañado por un pequeño comentario para poner en situación al orante, además de situar, al final de las mismas, el Amén correspondiente para que no quede la oración en una mera intención sino en un efectivo actuar en nosotros.

Así, por ejemplo, en la “Oración ante los pies agujereados de Cristo”, extraída del texto del libro “Cartas con la señal de la Cruz” a la que anteponemos el comentario que dice que “En esta oración Lolo nos ofrece la posibilidad de presentar a Cristo todo aquello que suponga tribulación para nosotros. El Hijo de Dios, que murió perdonando y comprendiendo a sus hermanos, sabrá acogerla con amor y misericordia” y seguimos con el “Oremos con Lolo”, queda tal que así:

“Trae aquí, corazón mío,
la inmovilidad de tu cuerpo
y ese continuo pasar de las horas y los días
delante de una misma ventana. Acerca también
el duro latigazo del reumatismo
en tus articulaciones,
como a su vez el áspero y lento socavón
que va haciendo la muerte por minutos,
el peso de los momentos de soledad
y la agonía de los fracasos.
Todo lo que en tu vida signifique sufrir
lo recoges despacio y lo pones delante.
Donde haya un sufrimiento en el mundo que venga
hasta aquí también y que se quede alrededor
del hombre que tiene los pies agujereados de este modo.
Amén.”

Por último, hemos considerado importante incorporar dos oraciones propias de la Asociación de Amigos de Lolo (en trámite está la misma de convertirse en Fundación con el mismo menester) que son, a saber, la “Oración de agradecimiento a Dios” (por su siervo Lolo) y la “Oración para pedir favores al Beato Lolo”.

Queda, pues, ahí, este libro que tiene una intención bien definida: extender el conocimiento de la espiritualidad de Manuel Lozano Garrido, Lolo y, también, gozar espiritualmente con ella.

Eleuterio Fernández Guzmán