La Festividad de la Sagrada Familia hizo de ambas capitales españolas sendos centros neurálgicos de la defensa de la familia y la proclamación de su vocación misionera.
Madrid: La Familia, un lugar privilegiado
La plaza de Colón de Madrid se convirtió, un año más, en una inmensa catedral al aire libre que reunió a millares de personas llegadas de todos los puntos de España y varios países europeos para participar en la fiesta de las Familias y la Santa Misa presidida por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela y concelebrada por varios obispos, entre los que se encontraba Mons. Juan Antonio Reig Pla, presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Vida.
Durante la homilía, el cardenal de Madrid señaló que “hoy es el día para proclamar y testimoniar con gozo la alegría de la Familia como lugar privilegiado para el anuncio del Evangelio a todas las naciones! Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, nos ha invitado a emprender la nueva etapa evangelizadora de la Iglesia marcándola con el sello de la alegría que brota de las entrañas mismas del Evangelio, porque “con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG, 1) −nos dice−. Y no cabe ninguna duda: a ese Evangelio de la alegría, que es Jesucristo, pertenece como nota esencial la Buena Noticia de la Familia: ¡de la familia cristiana!”.
Mons. Rouco Varela animó vivamente a las familias a testimoniar su fe en medio de lo que el papa Francisco ha calificados como la “cultura de la tristeza”. En este sentido, el Cardenal destacó que hoy día es posible y necesaria la presencia de la familia cristiana en la sociedad “¡No! No se ha hecho imposible el modelo de la familia cristiana. Esa luz y esa fuerza de la gracia de una madura fe cristiana la hace invencible y capaz de sobreponerse y superar cualquier desafío del Maligno y cualquier debilidad nacida del pecado. Esta fe viva está al alcance de la familia cristiana cuando en la escucha de la Palabra de Dios, en la oración compartida y en la acción de gracias eucarística se abre a la gracia de la presencia y del ejemplo de la Sagrada Familia de Nazareth (…) La Iglesia y el mundo de nuestros días os necesitan −como muy pocas veces ha sucedido en el pasado− para llevar el Evangelio al corazón del hombre y de la cultura contemporáneas. Habéis recibido de Dios un don precioso de incalculable valor: el de la fe y el de ser familia cristiana. “Redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe” (Benedicto XVI, Porta Fidei). ¡Comunicadla y transmitidla en familia y familiarmente a todas las personas y a todas las familias vecinas y lejanas, incluso más allá de vuestras fronteras. ¡Sed familias misioneras!”
Tras la celebración de la Eucaristía, un centenar de familias fueron enviadas, como misioneros a diversos puntos de la geografía mundial. Durante al menos tres años, estas familias compartirán su vida diaria y serán ejemplo de familias cristianas en diversos lugares.
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