8.01.13

Mi Kevin Johnatan

A las 9:31 AM, por Jorge
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Me resulta curioso, casi día tras día, escuchar a los padres ese vacuo argumento de no condicionar al niño para el futuro cuando se plantean el bautismo y luego la primera comunión:

- Preferimos que el niño elija libremente en su momento.

Hace tiempo que me río este argumento. Pero lo acepto. Lo que ocurre es que luego tengo la costumbre de sacar mis propias conclusiones.

Es decir. Nace un niño. Y los papás, sin consultar con nadie, le ponen por nombre Kevin Jonathan, Constitución –que se puede-, Lenin, Vanessa Oona, Mar de la Pampa Libre o Fidel Camilo. O le llaman simplemente Paquito, Humberto Luis, María de Paracuellos o José de la Cruzada de Liberación. Así. Sin pedir explicaciones. Simplemente porque quieren. Porque eso se supone que no es vulnerar libertades. Y perdón por el palabro, pero no me digan que no es una barrabasada arrastrar toda la vida lo de Mar de la Pampa Libre o Cojonciano, porque así se llamaba el abuelo.

A continuación, van y lo inscriben en el Registro Civil. Ya ven. A un niño que tal vez quiere crecer en el status del no inscrito y ser libre ante la burocracia. Pero ya no tiene remedio. No contentos con eso, desde el primer día pediatra y vacunas. Así, en crudo, sin una sola pregunta al infante. Y ya ven, a lo mejor el crío quiere ser tan naturista y ecologista y simplista que no desea absolutamente nada “artificial” en sus carnes. Y ya, para colmo, desde los seis meses a la guardería y al cole. Pero bueno, ¿y sin preguntarle ni nada? ¿No tiene el chavalín (o chavalina, que nadie se moleste) derecho a elegir ser perfectamente analfabeto y vivir tan sólo de su fusión con la madre naturaleza en la más absoluta virginidad legal y corporal? Pues no. Porque los padres han decidido todo, absolutamente todo por él. Hasta muchísimas veces la fecha de nacimiento, que como todos bien sabemos se programa en no pocas ocasiones:

- Cariño, ¿sería buen momento tener el niño en primavera?
- Uf, y luego el verano menudo lío con el niño pequeño. Casi mejor a principios de otoño, para estar tranquilitos en Navidad.
- Y cuando llegue el parto, que te lo provoquen en miércoles, y así enlazo los días que me tocan con el fin de semana y así…

Y los padres, que condicionan absolutamente todo, como no puede ser de otra manera, sin embargo, aun siendo creyentes, no se atreven a bautizar al niño de pequeño como si el bautismo le supusiera un tatuaje en la frente. Y como gente responsable, prefieren que lo decida el niño cuando sea mayorcito. Eso sí, para facilitarle la decisión, ni catequesis, ni clase de religión, ni contacto alguno con la iglesia o el hecho religioso.

Es decir: dentro de ocho o diez años habrás de decidir algo sobre lo cual ya me encargaré yo que no conozcas nada o, mejor aún, que lo conozcas a ser posible tergiversado. Y si llega la primera comunión y te sientes discriminado (¿discriminado por qué?) nos montamos una comunión por lo civil, te compramos el trajecito y se vienen a comer los tíos y los abuelos y organizamos un sarao infantil para que te lo pases bien.

Pero también hay gente que lo piensa de otro modo. Ayer una mamá hablaba conmigo y me decía que no es creyente o casi. Pero que quiere que su hijo conozca la iglesia y que después elija. Y que para que tenga capacidad de elegir en el futuro, quiere bautizarlo, y que haga su catequesis y su primera comunión. Y le ha apuntado a religión en el cole. Me dice que quiere que su hijo conozca lo que es esto. Y que decida por sí mismo el día de mañana. Pues perfecto.

Pero pretender que elijan sin conocer, es imposible. Y pretender dar libertad cuando elegimos hasta el nombre, no deja de ser una memez. Pero, en fin, cada uno es cada uno.