14.01.13

Catequesis por los suelos

A las 4:40 AM, por Germán
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Alguien ha dicho que el catecismo actual es la televisión, debido a que los padres por comodidad, o porque no tienen tiempo, o porque se avergüenzan, o ciertamente porque carecen de la suficiente formación doctrinal, no enseñan catecismo en sus hogares.

Los niños se han convertido en la primera víctima de un influjo negativo, deseado y ejecutado. La llamada psicología del New Age ha invadido el mundo entero con innumerable literatura infantil y películas para niños, de tal forma que el momento decisivo de la formación de la conciencia moral, se verifica hoy en día, para incontables niños prácticamente delante del televisor, estimulados a un desarrollo precoz y expuestos a todo tipo de pecados, a esa edad el alma del niño es tierna como la cera que cede a toda presión (Obispo Keller).

Los escasos sacerdotes, ocupados en múltiples actividades, no hallan tiempo para congregar a sus fieles y darles una instrucción sólida y gradual sobre la doctrina de la Iglesia. Los maestros no aceptan el catecismo en sus aulas, porque no figura como asignatura oficial. Los laicos comprometidos realizan labores dentro de la Iglesia, pero muy pocos de ellos estiman la importancia de enseñar las bases de nuestra fe católica a niños y adultos, con el consiguiente resultado de una espantosa ignorancia de la religión.

Uno puede darse cuenta de la gravedad de esto, cuando constata que muchísimos niños y adolescentes, alumnos de establecimientos católicos, no saben por ejemplo las principales oraciones de un cristiano, y ni qué se diga de otros, así, a falta de una catequesis sólida, ordenada y permanente, la situación de amplios sectores de la Iglesia parece no solamente ser grave, sino gravísima.

Es verdad que hay planes llamativos de pastoral, estupendos programas de formación, cronogramas de personalización, pero de catecismo nada, la sequía es espantosa, ya que ignorando las enseñanzas de Jesús, las nuevas generaciones están creciendo como auténticos paganos.

La Iglesia, en cuanto casa espiritual, está arruinada: en sus parroquias y estructuras diocesanas apenas ofrece albergue suficiente para vivir. En tal situación, o bien los cristianos se procuran la casa de alguna agrupación cristiana, o sobreviven solos como pueden, o se dispersan y dejan de ser cristianos (Evangelio y utopía, José María Iraburu).

Jesús dijo que su Iglesia es la luz del mundo, una ciudad colocada sobre el monte, la cual no puede ocultarse (Mateo 5, 14). Consecuentemente

es necesario que, lo que la Iglesia es en sí misma, lo sea también en sus miembros. Lo que es para nosotros, es preciso que lo sea también por nosotros. Es preciso que, por nosotros, continúe siendo anunciado Jesucristo, que, a través de nosotros, continúe Él transparentándose. Esto es algo más que una obligación. Es, podríamos decir, una necesidad orgánica (Meditation sur l´Eglise, cardenal de Lubac).

Señalaba el cardenal Danneels:

Nos faltan los retiros escolares, las misiones parroquiales, las grandes misiones rurales de los siglos pasados que suscitaban auténticas conversiones y frecuentes regresos a la práctica. Ninguno de estos medios ha sido reemplazado en nuestra época por algo que lo sustituya.

Y hace falta rehacer el entramado auténtico de la catequesis, que padece de un lenguaje secularista, con todo su contenido de planteamientos y orientaciones, para conectar mucho mejor con el pueblo, pero que no produce frutos duraderos sino efímeros y superficiales, una catequesis falsificada que soslaya la fidelidad a la verdad de Cristo, una anti-catequesis.

La tarea fundamental de la Iglesia es la catequesis… en el campo de esta obra de la fe cada vez más consciente, que se introduce siempre de nuevo en la vida de cada generación, sabemos cuánto depende del esfuerzo común de los padres, de la familia, de la parroquia, de los sacerdotes pastores de almas, de los catequistas y de las catequistas, del ambiente, de los medios de comunicación social, de las costumbres. De hecho, los muros, los campanarios de las iglesias, las cruces en las encrucijadas, las imágenes santas en las paredes de las casas y de las habitaciones, todo esto catequiza de algún modo. Y de esta gran síntesis de la catequesis de la vida, del pasado y del presente, depende la fe de las generaciones futuras” (Papa Juan Pablo Magno, Polonia, 3-6-1979).

El Catecismo de la Iglesia Católica, ya desde sus primeras páginas subraya que

La catequesis es una educación en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana (5).

Año de la Fe y nueva Evangelización: los períodos de renovación de la Iglesia son también tiempos fuertes de la catequesis (Catecismo, 8).