29.01.13

 

La táctica es cada vez más ineficaz de puro vieja. Cuando no se tiene discurso, cuando la credibilidad está bajo mínimos y las peleas internas han dejado de ser algo discreto para trascender, no queda otra que buscar un enemigo común y tratar de concitar a las huestes contra alguien.

¿Contra quién puede ir un partido que pierde más votos que hojas un roble en invierno? ¿Qué discurso mantener cuando ni entre ellos se entienden –por ejemplo, en el parlamento catalán? ¿De qué hablar si la corrupción los persigue desde hace muchos años, y va en aumento?

Los partidos de izquierda siempre han esgrimido el argumento de la injusticia social y las libertades. Eso de la división de pobres y ricos y los empresarios malos y los obreros en la miseria. Pero es un discurso hoy insostenible.

Los grandes ricachones de hoy son precisamente socialistas, que han abandonado los barrios obreros de las grandes ciudades para instalarse cómodamente en ayuntamientos gobernados por la derecha reaccionaria. Pregunten dónde viven los ex ministros del PSOE, sus mejores diputados, sus grandes figuras. Entérense de dónde comen, qué coches gastan, dónde pasan sus vacaciones. Hoy hablar de ricachones y de fortunas amasadas en cuatro días se vuelve contra su propia casa.

No pueden hablar de libertades ni respeto a la legalidad cuando aún recordamos el GAL o Filesa, con condenas judiciales sin paliativos. Lo de la honradez que utilizaron en una ocasión en cartel electoral y que produjo una hilaridad que aún colea es mejor silenciarlo.

Ni siquiera pueden acudir al viejo tópico del imperialismo americano porque ahora manda Obama y se piensan que es de los suyos. ¿Entonces, qué hacer para unir a las bases y conseguir unas líneas en la prensa que no sean otro caso de corrupción o de desunión en el partido?

Pues no les queda otra que volver al anticlericalismo a ver si cuela. Sí, ya saben, eso de que la Iglesia es rica, que no paga impuestos, que los curas gordos como cebones, los cálices de oro, las monjas como reinas en el coro, los obispos con tripones que ni Cándido Méndez y edificios sin utilizar dedicados a la nada.

Lo que pasa es que hoy no cuela porque eso no existe. Y cuando te vas a las monjitas encuentras una vida de austeridad y de servicio de quitarte el sombrero, y si piensas en los cabritos de los curas lo mismo te sale un militante y te dice que a su cuñado le dan alimentos en Cáritas por no decir que se los dan directamente a él, no sea que le expulsen del partido. Es igual que no cuele. No hay otro discurso capaz no digo de enardecer a las masas, sino al menos de sacarles unos segundos del sopor tras la última comida en el Villamagna.

Qué mal tiene que estar el PSOE para que ante la crisis económica, especialmente en Andalucía, no tengan una ocurrencia mejor que la posibilidad de cobrar el IBI a la catedral de Córdoba.

Me encanta esta ocurrencia. Es la mejor señal de que no tienen nada que aportar.