1.02.13

Eppur si muove - ¿Escuelas Católicas: por qué pasa eso?

A las 12:26 AM, por Eleuterio
Categorías : General

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dios nunca abandona a su descendencia porque la ama. Al menos, trata de no olvidar nunca a Quien te dio la vida.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Resulta curioso que cosas que no deberían pasar por lo fuera de lugar que están, acaben pasando y tengan que salir nuestros pastores, bien está esto por la falta de costumbre que tenemos al respecto, a poner un poco de orden.

No es bueno que lo que no tiene que ser, sea y lo que tiene que ser, casi nunca sea. Así no se cumple aquello que dijo Cristo de que donde es sí tiene que ser sí y donde es no tiene que ser no. Aquí casi siempre se alteran el orden de los factores y donde es no acaba siendo sí y donde debería ser sí, por desgracia, acaba siendo un “ya veremos cuando”.

Esto, en verdad, parece un trabalenguas o un simple galimatías. Y lo es porque lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible.

Lo que quiero decir es que el principio, la mayor de este silogismo, debería haber sido negada desde el primer momento o, lo que es lo mismo, no debería haber necesidad de que nuestros pastores pongan algún punto sobre alguna vocal para que las cosas se hagan como tienen que hacerse.

En realidad, lo que aquí pasa es que hay mucho despiste y muchos creen que todo el monte es orégano porque están acostumbrados a echarse en tal sitio y subirse a la chepa de la Iglesia católica para darle en la cabeza con determinados teólogos, teólogas, etc.

No importa, al parecer, lo que pueda pasar. Aquí se propone y, como dijo el Rey de España en una ocasión, “si cuela, cuela”. Y, las más de las veces, pues cuela y muchos tenemos que tragar con determinadas ruedas de molino porque ha habido algunos que han olvidado aquello de que quien cause escándalo a un pequeño en la fe debería colgarse una de tales ruedas y echarse al río. Eso, al parecer, lo olvidan muchas veces quienes tendrían que avisar al respecto y, claro, algunos se toman más familiaridades de las que deberían tomarse y van y convocan a personas impresentables para que digan cosas impresentables y, además, contra la doctrina de la Iglesia católica. Tal es su costumbre y, al parecer, el gozo de los que no quieren estar a mal con el mundo y se amoldan, tibios que son, a tan negro esquema de comportamiento.

Algunos dirán que las personas convocadas no habían, aún, dicho nada y que tampoco es para tanto que sólo con citarlas para hablar de lo suyo, vaya alguno y se mosquee y trate de que no hablen. Que si eso es censura y que si patatín y patatán, que ya está bien con tanto daño hecho a los progres eclesiales y que, al fin y al cabo, la cosa no es para tanto.

Sin embargo, lo que pasa aquí es que como tenemos memoria de lo que hasta ahora han hecho determinadas personas al respecto de la fe que dicen tener pues no podemos fiarnos de que no sigan arando con determinados bueyes doctrinales y, claro, quienes tienen legitimidad para prohibir lo que se tiene que prohibir, pues lo prohíben y aquí paz y allá gloria.

Es una pena, de todas formas, que tengamos que estar con estas cosas porque las personas que organizan, digamos que, por ejemplo, dentro de Escuelas Católicas, determinadas reuniones, tendrían que saber que convocar, por ejemplo, en el mismo sitio a personajes como Lucía Caram, dominica que, al parecer, contempla menos de lo que debería (por ser contemplativa) y tiene más afición por el mundo y sus políticas de las que debería tener y Emilio Pinto, a la sazón cofundador de una asociación llamada O’Belén, dedicada a la ayuda a menores con problemas y de la que dejo esta dirección para que quien quiera lea algo sobre la misma.

Y, claro, luego pasa lo que pasa con ciertas intervenciones. Y aún habrá quien se extrañe de que se diga que ciertas cosas no pueden ser…

Eleuterio Fernández Guzmán