5.02.13

Las confesiones laicas en un plató televisivo

A las 12:41 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General

Casi todo está englobado por el laicismo reinante. Es una termita que ha ido comiéndose la cimentación del edificio, las paredes, los techos, los tejados. Las termitas habrán engordado muchos kilos de aserrín maderero.

Tenemos bautizos laicos, primeras comuniones laicas, confirmaciones laicas, bodas laicas, entierros laicos, misas laicas. Faltaba una situación olvidada: las confesiones laicas.

Han llegado a un canal televisivo cuyo nombre he olvidado adrede. El humo saliente de unas cabezas pensantes lo he llegado a ver desde lejos, muy lejos. Las confesiones laicas las han inventado unos que tratan de borrar sus fantasmales biografías metidos en colegios en manos de frailes o monjas, de donde salieron camino de entrar en algún conjunto dentro de la verdadera y única Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Son ex de algo cercano a la institución eclesial. Son ex de empresa o grupo. Son unos verdaderos enfermos de egoísmo y romos para idear algo nuevo para un plató televisivo.

¿Hacen daño estos inventores laicistas?

Claro que sí. El pueblo que consume las confesiones laicas es poco culto, es pasivo y receptivo de las paletadas de basura que salen de un aparato llamado televisor, que está encendido en muchos sitios horas y horas del día y la noche.

Con estos inventos laicistas, la única religión pagana se extiende como una mancha de aceite, sirve de risa y choteo para unos vagos mentales incapaces de distinguir la manipulación de la ridiculización que una situación como es la confesión laica.

Seguramente, los inventores de esta astracanada acuden con frecuencia a la cita, en la cama, de un psiquiatra quien les oye sus vaharadas de reflujos estomacales infantiles sin digerir todavía, y sus efluvios malolientes exhalados por donde la espalda pierde su honesto nombre.

Es probable que estos divos televisivos, cuando se miren al espejo se observen con sus pliegues a pesar del botox, con sus ojos hundidos por la desesperanza, con sus manos arrugadas y vacías llenas de la nada, con sus pies embotados por la bebida del licor de la búsqueda de la eterna juventud que siempre les lleva al pasado de ser ex de algo cercano a la verdadera Iglesia Católica, de la que salieron escupiéndola y hoy siguen aún.

No se preocupen estos divos. Sus confesiones laicas acabarán por cansar a la domesticada audiencia. Tendrán que inventar nuevas ofensas a los católicos y a la Iglesia del Señor, contra la que nadie y nada podrá hundir nunca. Otros antes lo han intentando y fracasaron en el empeño.

Todo el meneo televisivo acabará, y cuando sean un juguete roto y quemado más por ese medio de comunicación, a lo mejor, buscan el consuelo en la Iglesia Católica, donde le abriremos las manos de Madre y Maestra en el nombre del Señor.

Tomás de la Torre Lendínez