ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 10 de febrero de 2013

La frase del día

Cuando un amigo pide algo, no hay mañana.

George Herbert (1593-1633)

 


Papa

Benedicto XVI: "A nosotros nos corresponde echar las redes con fe, el Señor hace el resto"
El Papa, en el Ángelus, anima a tener confianza en la fuerza de Dios que actúa en nuestra pobreza

Dios mira la fe de sus elegidos
Reflexión de Benedicto XVI durante el Ángelus

Juventud

En los jóvenes están sembrados los gérmenes de la transformación social
Entrevista a Rossana Reguillo Cruz en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura

Libros

La Pasión y la Resurrección de Cristo ''pintadas'' por el cardenal Lajolo
''Pasión Resurreción-Reflexión sobre el Evangelio según san Juan'', un libro ilustrado por Franco Murer y Antonio G. Lomuscio

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Luis (Alojzije Viktor) Stepinac
«Sufrir y trabajar por la Iglesia»

Donde Dios llora

''Jesús, cuántos en China habrán que no te conocen''
Entrevista con el ''padre Otoño'', el misionero Esteban Aranáz

Actualidad

Monseñor Manto: "Es necesario un nuevo modelo de asistencia"
Celebración de la XXI Jornada Mundial del Enfermo

Foro

''Hacer el bien al que sufre y hacer el bien con el propio sufrimiento''
Carta pastoral del obispo de Zaragoza con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo

Dolor y esperanza de un pueblo
Hay lazos profundos entre evangelización y promoción humana


Papa


Benedicto XVI: "A nosotros nos corresponde echar las redes con fe, el Señor hace el resto"
El Papa, en el Ángelus, anima a tener confianza en la fuerza de Dios que actúa en nuestra pobreza

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - En la meditación del Ángelus de hoy el Papa ha hecho una reflexión sobre el Evangelio del domingo, la llamada de Jesús a los primeros discípulos. Para profundizar en este pasaje, ha recordado los hechos precedentes: la enseñanza de Jesús a la multitud y la pesca milagrosa. En estas narraciones, el evangelista -explica el Santo Padre - "hace ver como los primeros discípulos siguieron a Jesús fiándose de Él, fundándose en su Palabra, acompañada también de signos prodigiosos". Simón pasa de llamar 'Maestro' a Jesús para dirigirse luego a Él como 'Señor'. Y ha añadido el Santo Padre, "es la pedagogía de la llamada de Dios, que no mira tanto a la calidad de los elegidos, sino a su fe, como la de Simón que dice: 'En tu palabra, echaré las redes'"

Benedicto XVI  ha explicado que la imagen de la pesca remite a la misión de la Iglesia, como ya dijo San Agustín "Dos veces los discípulos se pusieron a pescar por orden del Señor: una vez antes de la pasión y otra después de la resurrección. En las dos pescas está representada toda la Iglesia: la Iglesia como es ahora y como será después de la resurrección de los muertos. Ahora acoge a una multitud imposible de numerar, que comprende a los buenos y a los malos; después de la resurrección comprenderá sólo a los buenos" (Discurso 248,1). La experiencia de Pedro representa también la llamada de cada apóstol, "que no debe nunca desanimarse en el anunciar a Cristo a todos los hombres, hasta los confines del mundo".

En la meditación, el Santo Padre ha explicado como este texto hace reflexionar también sobre la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada. Y ha matizado que el hombre no es el autor de la propia vocación, sino que es una repuesta que se da a la propuesta de Dios y ha añadido que "la debilidad humana no debe tener miedo si Dios llama. Es necesario tener confianza en su fuerza que actúa precisamente en nuestra pobreza; es necesario confiar cada vez más en la potencia de su misericordia, que transforma y renueva".

Para finalizar ha invitado a que esta Palabra de Dios reviva en los cristianos el valor, la confianza y el impulso para anunciar y testimoniar el Evangelio y que los fracasos y las dificultades no sean motivo de desanimo, " a nosotros nos corresponde echar las redes con fe, el Señor hace el resto".

Ha pedido también la intercesión de la Virgen María, que consciente de su pequeñez supo responder con confianza a la llamada de Dios.

Después de la oración del Ángelus, el Papa ha recordado la festividad del fin de año lunar que se celebra en diferentes pueblos del Extremo Oriente. Y ha deseado que se cumplan los deseos de paz, armonía y acción de gracias, que son los valores universales que se celebra, para construir la propia familia, la sociedad y la nación. Ha dirigido un saludo especial a los católicos de estos países para que en este Año de la fe se dejen guiar por la sabiduría de Cristo.

El Santo Padre ha recordado también que mañana, memoria litúrgica de la Virgen María de Lourdes, se celebra la Jornada Mundial del Enfermo. Con la oración y con el afecto - ha añadido - ha manifestado su cercanía con todos los enfermos y con lo que se reunirán en el Santuario mariano de Altötting, en Baviera, donde tendrá lugar la celebración solemne.

Al finalizar el Ángelus, el Papa se dirigió a los fieles procendentes de países de habla hispana presentes en la plaza de San Pedro:

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, en particular a los grupos venidos de la Archidiócesis de Oviedo, así como a los que se unen a través de los medios de comunicación social. Hoy san Pablo nos muestra el núcleo de la predicación del Evangelio en el que estamos fundados: «Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras». Ésta es la fe a la que hemos adherido y que estamos llamados a trasmitir. Pidamos a la Santísima Virgen María que nos ayude a ser testigos de este mensaje de salvación y podamos ver, en nuestro trabajo diario por la edificación del Reino de los cielos, la gracia de Dios que actúa en nosotros. Feliz Domingo.

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Dios mira la fe de sus elegidos
Reflexión de Benedicto XVI durante el Ángelus

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - A mediodía de hoy, el santo padre Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

A continuación las palabras del Papa al introducir la oración mariana:

*****

¡Queridos hermanos y hermanas!

En la liturgia de hoy, el Evangelio según san Lucas presenta el pasaje de la llamadas de los primeros discípulos, con una versión original respecto a los otros dos sinópticos, Marcos y Mateo (cfr Mc 1,16-20; Mt 4,18-22). La llamada, de hecho, está precedida de la enseñanza de Jesús a la multitud y de la pesca milagrosa, cumplida por voluntad del Señor (Lc 5,1-6). Mientras la multitud se reúne a las orillas del lago de Jerusalén para escuchar a Jesús, Él ve a Simón desalentado por no haber pescado nada en toda la noche. Primero le pide subir a la barca para predicar a la gente estando a poca distancia de la orilla; después, terminada la predicación, le pide que vaya mar adentro con sus compañeros y que echen las redes (cfr v. 5). Simón obedece y pescan una cantidad increíble de pescado. De esta forma, el evangelista hace ver como los primeros discípulos siguieron a Jesús fiándose de Él, fundándose en su Palabra, acompañada también de signos prodigiosos. Observamos que, antes de este signo, Simón se dirige a Jesús llamándole "Maestro" (v. 5), mientras que después le llama "Señor" (v. 7). Es la pedagogía de la llamada de Dios, que no mira tanto a la calidad de los elegidos, sino a su fe, como la de Simón que dice: "En tu palabra, echaré las redes" (v. 5).

La imagen de la pesca remite a la misión de la Iglesia. Comenta al respecto san Agustín: «Dos veces los discípulos se pusieron a pescar por orden del Señor: una vez antes de la pasión y otra después de la resurrección. En las dos pescas está representada toda la Iglesia: la Iglesia como es ahora y como será después de la resurrección de los muertos. Ahora acoge a una multitud imposible de numerar, que comprende a los buenos y a los malos; después de la resurrección comprenderá sólo a los buenos» (Discurso 248,1). La experiencia de Pedro, ciertamente singular, es también representativa de la llamada de cada apóstol del Evangelio, que no debe nunca desanimarse en el anunciar a Cristo a todos lo hombres, hasta los confines del mundo. Además, el texto de hoy hace reflexionar sobre la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada. Esa es obra de Dios. El hombre no es autor de la propia vocación, sino que es una respuesta a la propuesta divina; y la debilidad humana no debe tener miedo si Dios llama. Es necesario tener confianza en su fuerza que actúa precisamente en nuestra pobreza; es necesario confiar cada vez más en la potencia de su misericordia, que transforma y renueva.

Queridos hermanos y hermanas, esta Palabra de Dios revive también en nosotros y en nuestras comunidades cristianas el valor, la confianza y el impulso en el anunciar y testimoniar el Evangelio. Que los fracasos y las dificultades no lleven al desanimo: a nosotros nos corresponde echar las redes con fe, el Señor hace el resto.

Confiamos también en la intercesión de la Virgen María, Reina de los Apóstoles. A la llamada del Señor, ella, muy consciente de su pequeñez, responde con total confianza: "Aquí estoy". Con su ayuda maternal, renovamos nuestra disponibilidad a seguir a Jesús, Maestro y Señor.

Traducido del original italiano por Rocío Lancho García.

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Juventud


En los jóvenes están sembrados los gérmenes de la transformación social
Entrevista a Rossana Reguillo Cruz en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Rossana Reguillo Cruz es miembro de la Academia Mexicana de las Ciencias, profesora e investigadora. Además es coordinadora del programa de Investigación de estudios Socio-Culturales del Departamento de Estudios Socio-Culturales del ITESO, doctora en Ciencias Sociales especializada en Antropología Social. Como ponente en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura para hablar sobre Jóvenes en la encrucijada: a la búsqueda de un modelo para el futuro.

ZENIT estuvo con ella para matizar algunos aspectos sobre su ponencia y sobre las Culturas Emergentes Juveniles, tema que ha abordado esta Asamblea Plenaria.

El Cardenal Ravasi decía el otro día que no hay que hablar tanto de la fe de los jóvenes como de la fe en los jóvenes, ¿cree que los jóvenes tienen la sensación de que no hay fe en ellos?

--Rossana Reguillo: Sí, yo creo que hay generalizadamente una experiencia juvenil no solamente de que no hay fe en ellos, sino de que no hay escucha, de que no hay interés, de que no hay posibilidad de diálogo con las instituciones. Por eso creo que es un buen punto de partida no colocarles de entrada el problema de la fe, sino escucharles lo que tienen que decir. Sí estoy de acuerdo en que muchos de los jóvenes experimentan esta sensación permanente.

Y esto sucede en todos los sectores, incluso en la propia universidad. Pensemos en los universitarios, que con honrosas excepciones, la escuela sigue siendo un espacio autoritario donde el maestro es el que dicta y el joven se siente poco comprendido, poco acompañado, poco escuchado. Evidentemente todo esto se agrava cuando estamos en contextos de jóvenes en situaciones de pobreza, exclusión, dificultad de acceso. Pero esto es una experiencia generalizada, es como si al joven se le diera una palmadita en la espalda y les genera esta sensación de no tomarlos en serio.

¿Cómo se puede dar el paso para demostrar a los jóvenes que la sociedad cree en ellos?

Rossana Reguillo: Aquí hay varias cuestiones fundamentales. Por un lado está reconocer que hay distintas instancias, cuando hablamos de la sociedad es un genérico que no existe más que como una formulación lingüística. Tenemos que pensar que en todos estos años hemos avanzado en la disolución del Estado y la aplicación del minimalismo en la política social, entonces ¿cómo se puede exigir desde la sociedad civil organizada, la restitución sino bien del estado de bienestar en su sentido más utópico, el retorno de la política social y las responsabilidades del estado frente a sus jóvenes? Este es un punto fundamental porque si no es retórica, es decir, si yo invito a un joven a platicar y tomar un café y le digo que me importan mucho sus problemas, pero sale y no tiene trabajo ¿cómo se resuelve el asunto?

Entonces, ¿desde qué ámbitos hay que reforzar este trabajo?

--Rossana Reguillo: Creo que parte de la responsabilidad es de las instituciones, del Estado y sus políticas sociales y de la escuela.

La escuela tiene que, desde sus primeros niveles hasta la universidad, revisar sus procedimientos, curriculas y adecuarlos a los tiempos. Tiene también que dejar de tratar como enemigos a las culturas visuales. Todo esto es muy importante porque no solamente pasa por una revisión del proyecto educativo sino también por las posibilidades reales de atender a los jóvenes. Cuando la educación universitaria se privatiza, estás privatizando la posibilidad de muchos jóvenes a la educación, estás negando posibilidades de acceso.

También hay que tener en cuenta la propia familia, que aunque ha cambiado, se ha trasformado y hemos avanzado, estamos todavía frente a modelos donde el joven no es considerado como un sujeto con pleno derecho a opinar y sigue siendo tratado o de manera totalmente tutelada, lo cual también es gravísimo porque se le resuelve todo, o de una manera autoritaria.

Los medios de comunicación tienen un papel absolutamente central en todo esto. Los grandes medios, también con honrosas excepciones, se han dedicado a construir estigmatizaciones a los jóvenes y deberían revisar sus rutinas de producción. Un ejemplo puede ser cuando dan la noticia sobre violencia callejera en un barrio determinado y lo acompañan de una fotografía de archivo de un grupo cualquiera de jóvenes jugando fútbol en la calle y lo hacen sin que ningún ombudsman o institución pueda penalizar al medio.

Creo que es bien importante y que es un momento grave en el que tenemos que hacer pausa. Esto no se va a solucionar con respuestas inmediatas sino justamente con un proceso de reflexión grande en el que podamos revisar todas estas cuestiones. Los medios de comunicación tendrían que estar abriendo espacios para las jóvenes en vez de seguir cerrándolos. Tendrían que incorporarlos y revisar el modo en que se habla de ellos. Los chavos cada vez leen menos medios convencionales porque ellos producen sus propios medios.

También está la Iglesia, completamente desafiada frente a estas cuestiones porque no es un asunto meramente de pastoral. Esta mañana en la audiencia con el Papa tuve ocasión de entregarle mi más reciente libro, y le dije que nunca como hoy el papel de la Iglesia en defensa de los jóvenes que están pagando todos los platos rotos de la crisis, era tan fundamental. La Iglesia tiene que alzar la voz por ser una institución de peso completo, si no le dice a los Gobiernos, si no se posiciona claramente del lado de los jóvenes, no avanzamos.

¿Cuáles son las claves en las que hay que prestar más atención en el proceso de socialización de los jóvenes?

--Rossana Reguillo: Hay muchas y depende mucho de los contextos. Pero una clave fundamental que no hay que perder de vista es la relación entre contexto y subjetivación, es decir, cómo los jóvenes se apropian e incorporan los elementos del contexto en el que se desenvuelven. Cuando aludimos a la subjetivación como un dato clave, estamos entendiendo que un joven que se socializa en un contexto de violencia, de autoritarismo, falta de implicación, etc., lo más probable es que reproduzca en sus relaciones este conjunto de procesos que subjetivó anteriormente. Pero por otro lado, por subjetivación también entendemos el modo como la sociedad se hace presente en este cuerpo e identidad del joven. Aquí nuevamente juegan un papel importante los medios de comunicación, la industria cultural, el cine, la música, el mercado y por supuesto la economía de mercado donde la pregunta es ¿qué tipo de jóvenes le interesa producir a este mercado que no quiere rendir cuentas?

Las transformaciones en el lenguaje, las transformaciones en el cuerpo de los jóvenes a partir de las destrezas tecnológicas como sucedes con el uso de los pulgares... estas transformaciones no se están atendiendo como se debe.

¿Cómo estas nuevas culturas y trasformaciones afectan en el proceso de crecimiento del adolescente y joven?

--Rossana Reguillo: Situándonos en esta generación, la que va de salida de ser joven hasta la generación que va entrando que ahora son niños, lo que podemos ver es que los que vienen entrando en la adolescencia vienen todavía más revolucionados que sus antecesores que están ahora frente aparatos, facebook, twitter, smartphones... Eso va a representan un desafío para la escuela y la pregunta es ¿la escuela se está preparando para recibir a esos sujetos que vienen con otras expresas corporales, con otras formas de procesar, con otras formas de conocimiento? Los jóvenes que actualmente ocupan esa franja piensan en videoclip, piensan a una enorme velocidad y articulan distintos lenguajes con solución de continuidad.

Por otro lado, los que van ya de salida han incorporado un conjunto de valores, actitudes, prácticas y destrezas para entrar en una etapa en la que se les exigirá una incorporación productiva pero que no hay capacidad instalada. ¿Qué va a pasar con estos jóvenes? Son la generación más educada y formada en términos históricos. Hay ejemplos en muchos países: doctores manejando taxis o vendiendo seguros porque no sé ha instalado esa capacidad de incorporación. Los datos no son como para estar complacientes. Estamos viviendo una paradoja, estamos inéditamente frente a una sociedad de oferta ilimitada en términos de tecnología, conocimiento y movilidad al mismo tiempo que se achican las posibilidades de acceso.

¿Qué cree que ha fallado?

--Rossana Reguillo: La voracidad de los mercados y la estupidez de los Gobiernos.

La revolución que estamos viviendo en el modo de comunicarnos ¿cómo ha afectado esto en la socialización de los jóvenes?

--Rossana Reguillo: Yo recuerdo cuando escribía a mis amigos por cuestiones de trabajo y tardaban 3 meses en llegar la respuesta, luego nos modernizamos con la llegada del fax y hoy aparece esta instantaneidad y velocidad que genera grandes transformaciones en el cuerpo, en los modos de conocimiento, en la demanda que le haces al otro. A veces me pasa con mis estudiantes, que se ofenden si no lo contestas en el día, como si tuvieras que estar en línea 24 horas al día. Están acostumbrados a repuestas inmediatas, a velocidad inaudita, a una inmediatez que produce presencia en distintos modos que es absolutamente fascinante. Esto, indudablemente, tiene implicaciones de dos tipos. La primera tiene que ver con una tensión intergeneracional entre estas formas inmediatas y gratificadoras, por ejemplo si escribes un post y a los cinco minutos tienes 5 likes, esto genera otros modos.

En esto hay una tensión entre las formas de autosatisfacción en términos comunicativos, formas formales, en el sentido de que frente a esta inmediatez, se trastocan las formas gramaticales y ortográficas que para un adulto letrado que aprendimos a escribir de izquierda a derecha y de arriba abajo, pues esto ha supuesto un cambio importante. La segunda son los desniveles en destrezas, los jóvenes y niños tardan tres segundos en descifrar un aparato, dos segundos en encontrar una página. Y lo que no tenemos construido es unas claves que nos permita manejarnos sin que esto vaya a representar un problema. Pero creo que esto se va a solucionar, no preveo un enfrentamiento aunque sí hay una tensión.

En estos procesos de cambio, ¿cómo ayuda o puede ayudar la Iglesia a los jóvenes en estos procesos?

--Rossana Reguillo: Lo que se requiere es una Iglesia que esté decididamente del lado de los jóvenes que la están pasando mal: desempleados, sin educación, migrantes... Del lado y al frente, con una voz crítica que esté permanentemente señalando a la sociedad gobiernos medios ahí hay un problema.

Por otro lado está el trabajo de mediación. Una de las grandes crisis del siglo XXI es que no tenemos instituciones intermediarias. Por eso creo que uno de los desafíos es constituirse como un buen mediador entre el joven y los distintos espacios de gestión de sus propias biografías.

Me parece que un tercer desafío podría ser también, cómo generar espacio de participación juvenil no a partir de un proyecto construido verticalmente, si no pensando donde están los intereses y las propuestas de los propios jóvenes.

Entonces, sí hay lugar para la esperanza cuando hablamos de la situación de los jóvenes

--Rossana Reguillo: Yo creo que hay drama pero también creo que entre los propios jóvenes están sembrados los gérmenes de la transformación social. Lo que hemos visto aparecer en Egipto, en España, EEUU, Chile, Colombia, México... no es casualidad. Son los síntomas de un sujeto colectivo que tiene a su favor una tecnología a través de la cual esta inmediatez velocidad pueden ponerla a su servio. Y creo que el fondo que también estamos frente a un momento de una juventud mucho más reflexiva e interesada en interesarse en asuntos del bien común, medio ambiente, derechos humanos, movilidad ecológica.. Este es un dato muy interesante. Pero sí creo que hay una enorme efervescencia juvenil pero que al mismo tiempo están enojados, no sólo indignados.

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Libros


La Pasión y la Resurrección de Cristo ''pintadas'' por el cardenal Lajolo
''Pasión Resurreción-Reflexión sobre el Evangelio según san Juan'', un libro ilustrado por Franco Murer y Antonio G. Lomuscio

Por Rocío Lancho García

ROMA, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - En este nuevo volumen en italiano publicado por la Libreria Editorial Vaticana, Passione e Risurrezione. Riflessioni sul Vangelo secondo Giovanni (Pasión y Resurrección-Reflexión sobre el Evangelio según san Juan), el cardenal Giovanni Lajolo esboza las últimas horas de la vida de Cristo, tal y como son narradas por el evangelista san Juan, "el discípulo que Jesús amaba", y después la Resurrección, del encuentro con María Magdalena en el sepulcro a la aparición a los discípulos. 

El libro se presentó el día 6 de febrero en la Librería internacional Paolo VI en Roma con la intervención de monseñor Luigi Cavalieri, canónigo de la Basílica de San Pedro, e Isabel Salandri, colaboradora de los Museos Vaticano, que se detuvo en la descripción de las obras artísticas de los maestros Franco Murer y Antonio Giuseppe Lomuscio, que embellecen el volumen y que permanecerán en muestra en la librería del 6 al 9 de febrero.

"La pasión de Jesús (con la resurrección que la corona) --observa el cardenal en la introducción de la obra- no está sólo al final de la historia de san Juan, sino que es la meta ideal, el vértice hacia el cuál toda la narración está dirigida. De esta meta todo el Evangelio de san Juan recibe su innegable unidad de narración".

Cada reflexión del cardenal Lajolo está introducida por el pasaje evangélico al que se refiere y se acompaña de una ilustración de Franco Murer sobre el tema principal que se afronta. En la conclusión del capítulo aparece un dibujo de Antonio Giuseppe Lomuscio sobre otro tema tratado en el texto.

El autor dice que sus reflexiones sobre el Evangelio de Juan están dirigidas a un "lector no erudito". Incluso llegan con eficacia y emoción vibrante: páginas apasionadas y llenas de referencias bíblicas y citaciones, de buenas reconstrucciones históricas, de descripciones que hacen revivir episodios de los Evangelios y diseñan las últimas horas de la vida de Jesús. Se instaura así, un perfecta sinergia comunicativa entre los textos del cardenal Lajolo y las obras de arte que abren y cierran cada uno de los 16 capítulos que componen este volumen.

La Pasión y Resurrección de Jesús constituyen "el evento histórico que cambia todo el significado de la aventura humana, introduciendo en ella un factor rompedor, único, que la envuelve, pero que también sana, desde las raíces: Dios que muere, el hombre que renace", afirma el purpurado en un pasaje.

En otro fragmento añade: "El hecho de que lo que los Evangelios cuentan -como se ha llamado- 'la historia más grande jamás contada'- fuera ignorado por los grandes escritores de la época no puede, por otro lado, sorprendernos demasiado. También en nuestro tiempo, cuando los medios de comunicación tienen una escala universal, y pueden recibir y transmitir información 'en tiempo real', grandes eventos religiosos no encuentran espacio entre las noticias y, si lo encuentran, quedan relegados a las noticias menos importantes. Pero lo que vale, no vale por su notoriedad, sino por ser en sí portador de un valor; y tal valor, tarde o temprano, no podrá ser ignorado".

El cardenal Lajolo consigue restituir con vivas e intensas descripciones el angustioso sufrimiento del Calvario y la emoción que regenera la Resurrección de Cristo. Como en una serie de frescos que invitan a la meditación espiritual, al lector se le ofrece una óptima introducción al camino cuaresmal que la Iglesia se prepara a realizar en camino a la Pascua.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Luis (Alojzije Viktor) Stepinac
«Sufrir y trabajar por la Iglesia»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Indudablemente hay una diferencia abismal entre quienes tienden a buscar briznas de flaqueza en la Iglesia –aún considerándose integrantes de la misma– y se complacen en airearlas, y aquellos que la llevan anclada en su corazón. Éstos últimos no se reconocen por su afilada lengua sino por su admirable quehacer que persigue restituir con amor el desamor que otros extienden sobre el legado de Cristo. Luís Stepinac forma parte de la pléyade de heraldos de la fe que no escatimaron esfuerzos para sostener la Iglesia con una conducta heroica, saliendo al paso de quienes buscaban su imposible derrota, con los brazos abiertos y una firmeza irrevocable que tuvo la última manifestación en su ofrenda martirial. Así encarnó el aserto evangélico: «No hay mayor amor que el que da la vida por un amigo» (Jn 15, 13).

Nació y creció en el seno de una familia profundamente cristiana de la localidad croata de Krasic, que había acogido con gozo su llegada a este mundo el 8 de mayo de 1898. Heredó de su madre la devoción a la Virgen María, aunque ello no impidió que aflorase alguna crisis interna, como la que se hizo patente en su juventud, siendo militar, tras ser liberado del cautiverio que le mantuvo recluído en Italia. Tiempo después, aborreciendo su vida disipada y su inconstancia ante distintos proyectos, incluido el fracaso de un proyectado matrimonio, la misericordia divina salió a su encuentro a través de un sacerdote amigo que le envió un artículo sobre san Clemente María Hofbauer acompañado de una extensa carta. El ejemplo del santo redentorista tocó su corazón, y encaminó sus pasos al sacerdocio ingresando en el seminario de Roma. Fue ordenado en octubre de 1930 cuando tenía 32 años. Ya entonces se advirtió su amor por la Iglesia y por el Santo Padre. Regresó a Croacia convertido en doctor en filosofía y teología. Estaba dispuesto a todo por Cristo y renunció a ser párroco rural, que es lo que le agradaba, aceptando las misiones de encargado de la liturgia y notario de la curia del arzobispado: «No sé si permaneceré aquí o no. No importa, pues todos los caminos que están al servicio de Dios llevan al cielo».

En 1934 fue nombrado coadjutor del arzobispado. Tres años más tarde sustituyó a Mons. Bauer como arzobispo de Zagreb, que había fallecido. Su labor en pro de la dignidad humana, que defendió vivamente, y la fidelidad a la Iglesia para la que reclamaba el reconocimiento de sus derechos, unido a la fundación de un periódico católico contrarrestando a la prensa antirreligiosa, le colocaron en el punto de mira. Y tras la invasión de Yugoslavia fue acusado de colaborar con el nazismo. Firme en su determinación a luchar por sus altos ideales, se convirtió en el portavoz de todos los oprimidos y perseguidos. Tuvo la valentía de denunciar los abusos cometidos por los ustachis y las minorías judía y serbia, amén de condenar toda clase de racismo. Tras la retirada de las tropas alemanas fue tildado de criminal de guerra siendo encarcelado en 1945. Había ejercitado su caridad con los refugiados, distribuyendo entre ellos vagones de alimentos, ocupándose personalmente de los niños huérfanos, de los prisioneros y de los fugitivos de las montañas. Salvó de la inanición y la muerte a 6.700 niños, que en su mayoría eran descendientes de ortodoxos. Toda una hazaña en tiempos tan convulsos. El mariscal Tito fracasó en su intento de que se escindiera de la autoridad de Roma creando una «Iglesia Nacional» bajo la égida comunista. La resistencia de los obispos croatas a su injusta encarcelación quebró la voluntad del gobernante que se vio obligado a liberarlo, si bien la instauración de la brutal dictadura trajo consigo el asesinato de centenares de sacerdotes así como el encarcelamiento y desaparición de otros. El vehículo en el que viajaba fue apedreado y, previendo una inminente encarcelación, dejó instrucciones para administrar la Iglesia. A mediados de diciembre de 1945 dirigió un mensaje al clero que sintetiza su existencia: «Tengo la conciencia limpia y en paz ante Dios, que es el más fidedigno de los testigos y el único juez de nuestros actos, ante la Santa Sede, ante los católicos de este Estado y ante el pueblo croata». Más tarde, añadiría: «Estoy dispuesto a morir en cualquier momento». En septiembre de 1946 la milicia irrumpió en la capilla donde oraba y le apresó de nuevo: «Si estáis sedientos de mi sangre, aquí me tenéis», fueron sus palabras. Era el inicio de un durísimo e injusto proceso que afrontó con entereza y una fortaleza admirable. Su madre fue presionada brutalmente para influir en el beato, pero ella le dijo valerosamente: «Yo, tu madre, te prohibo decir lo que te pidan. Piensa en tu alma y cállate, no digas una sola palabra». Ella misma moriría mártir en un campo de concentración.

Luis fue condenado a dieciséis años de prisión y trabajos forzados «por crímenes contra el pueblo y el Estado». Sufrió toda clase de humillaciones y atropellos que aceptó en silencio convirtiendo la celda en un oratorio. En su diario escribió: «Todo sea para la mayor gloria de Dios; también la cárcel». Estando recluído, a finales de noviembre de 1951, Pío XII lo nombró cardenal. El 5 de diciembre de ese año, cediendo a las presiones internacionales, el gobierno yugoslavo consintió en trasladarlo a Krasic bajo libertad vigilada. Un periodista le preguntó: —«¿Cómo se encuentra?». Respondió: —«Tanto aquí como en Lepoglava, no hago más que cumplir con mi deber». —«¿Y cuál es su deber?». —«Sufrir y trabajar por la Iglesia». Murió el 10 de febrero de 1960 siendo fiel a la Iglesia por la cual fue calumniado, condenado y martirizado lentamente, con indescriptible alevosía, aplicándole rayos x cada noche desde un espacio contiguo a la celda que ocupaba. Su lema fue: «Odiar la injusticia y amar la justicia». Juan Pablo II lo beatificó el 3 de octubre de 1998.

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Donde Dios llora


''Jesús, cuántos en China habrán que no te conocen''
Entrevista con el ''padre Otoño'', el misionero Esteban Aranáz

Por María Lozano

ROMA, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Chiou (Qiu) Shenfú, también conocido como don Esteban Aranáz comparte la singular historia de su vocación misionera que lo ha llevado de su tierra natal Tarazona, en España a China y Taiwán. María Lozano entrevista a este sacerdote para el programa Donde Dios Llora en cooperación con Ayuda a la Iglesia Necesitada.

¿Cómo vio usted su llamado a la vocación sacerdotal?

Todos tenemos una vocación, y si hay un ambiente de respeto y libertad, es posible que cada uno la descubra. En mi caso, la vivencia de fe en casa, el ambiente de mi pueblo y también, el testimonio de la hermana de mi madre que es religiosa, han tenido un peso muy importante, pero en definitiva, después es un asunto entre Dios y tú. Cuando terminé mis estudios de bachillerato vi con claridad que Dios me llamaba para ser sacerdote, sin embargo no llegué a decidirme verdaderamente por el tema de la misión. Fue después de unos años ya con labor pastoral en mi vida cuando Dios me hizo ver que podía ir como misionero a Taiwán, a China.

¿Por qué Taiwán? ¿Por qué China?

La decisión de ir a China, y después a Taiwán, lo viví a través de la amistad con un amigo que conocí en Zaragoza. Un chico joven que trabajaba allí, un chaval, que llevaba años trabajando en una situación difícil porque había llegado de forma ilegal a España. Nació una amistad muy hermosa. Un año lo invité en las navidades a casa. Este amigo mío era pagano, no era cristiano. Yo había pensado muchas veces cómo transmitirle, cómo comunicarle el sentido de la navidad. El día de Nochebuena, fuimos a la iglesia para preparar las cosas para la misa de medianoche. Al colocar la imagen del niño Jesús, mi amigo, Yen, que es como se llama, me dice sorprendido “Oh, qué imagen del niño tan bonita, este niño Jesús dice tres cosas”; le pregunté, “¿Tres cosas? Y me dice, “si, la primera cosa es que Él no es como nosotros, Él viene del cielo; la segunda cosa es que es pequeñito y tiene una mamá que lo quiere mucho; y la tercera cosa es que tiene los brazos abiertos porque quiere a todo el mundo”. Yo me quedé helado, pensé, cómo es posible que mi amigo que no tiene la fe, me esté explicando de una manera tan sencilla pero tan profunda, el misterio de la Navidad.

¿Y esa experiencia marcó su vida?

En aquel momento fue la primera vez que pensé en China. Pensé: “Jesús, cuántos en China habrán que no te conocen”. A partir de ese momento comenzó la inquietud para confirmar si aquello era la voluntad de Dios. ¿Cómo podía yo dejar la diócesis para hacer otras cosas? Se ve que cuando las cosas son de Dios, pues, son de Dios y siguen a adelante. Yo lo medité muchas veces, lo recé, y vi claramente que la llamada a la misión era para China. Después las palabras del Juan Pablo II en el año 2000: remar mar adentro, metas apostólicas más audaces… a mi todo eso me quemaba interiormente. Pensar en China sí que era algo atrevido, sin embargo, era una llamada tan fuerte que no me dejaba. Siempre tuve la convicción que lo que el Obispo me dijera sería la voluntad de Dios, pero no podía dejar de manifestar con sinceridad y con sencillez lo que en aquel momento mi corazón sentía: ir a trabajar como misionero en China, donde he sido muy feliz durante 6 años.

¿Y cómo fue su llegada a Taiwán?

El conocimiento que tenía de Taiwán me venía por una religiosa dominica de clausura, que se encuentra en un monasterio de Taiwán. A través de ella había sido mi primer descubrimiento de aquellas tierras y con esta persona habíamos mantenido contacto a través de los niños de la catequesis, de la escuela del pueblo. Yo pensaba en China, pero la dificultad de vivir y trabajar en China, me hizo derivar mi elección hacia Taiwán, creo que esto lo hemos vivido muchos misioneros. Por otro lado, no iba solo porque pertenezco a la sociedad sacerdotal de la Santa Cruz, del Opus Dei, y en todo momento he podido contar con ellos también en Taiwán. Están en Taipéi, aquel apoyo que ya tenía en España, a través de la dirección espiritual, lo encontré también en ahí, gracias a esto, la misión pudo salir a adelante.

El nombre es muy importante en los países asiáticos, ¿le seguían llamando don Esteban?

En China, cuando un extranjero llega, una de las primeras cosas que debe de hacer es tomar un nombre chino, que va a ser con el que te desenvuelves normalmente en la vida cotidiana. En este caso, mi profesora de chino, fue la que me dio un nombre, mi nombre traducido es “el padre otoño”, Chiou (Qiu) Shenfú. Shenfú es el tratamiento para el sacerdote en China y con el apellido Chiou, y pues así me conoce todo el mundo en Taiwán. Es de alguna manera una señal de desprendimiento, porque vas a la misión y tienes que perder hasta el nombre…

¿Cómo sintió el cambio?

Este cambio tiene que ser una gracia de Dios, porque además para una persona inquieta como yo, creo que no hubiera sido posible. Estuve 2 años solamente dedicado al estudio del idioma, y evidentemente eso supone un parón en todo tipo de actividad. Si no hablas el mandarín, no estás capacitado para servir, para trabajar, en Taiwán. Muchas personas conocen el inglés, pero no se habla inglés en el día a día. Esto te ayuda a desprenderte mucho, es una gran cura de humildad, creo que ayuda a volver a las cosas esenciales e importantes de tu vida. Durante aquellos dos años asistía a clases todos los días, hacía mis tareas lo mejor que podía cada día: celebrar la misa, rezar, estar con mis amigos, descansar, y, prepararme, con mucha ilusión para un trabajo que me estaba esperando cuando el idioma me lo permitiera.

La entrevista fue conducida por María Lozano para el programa semanal de radio y televisión Donde Dios Llora, realizado en cooperación con Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información: info@DondeDiosLlora.org

www.acn-intl.org

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Actualidad


Monseñor Manto: "Es necesario un nuevo modelo de asistencia"
Celebración de la XXI Jornada Mundial del Enfermo

Por Rocío Lancho García

ROMA, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - El lunes 11 de febrero la diócesis de Roma celebrará esta jornada con una tarde de oración en la basílica de San Juan de Letrán. El obispo Lorenzo Leuzzi, encargado del Centro por la pastoral sanitaria del Vicariato, presidirá la Misa con los enfermos. El director, monseñor Manto ha declarado:"Es necesaria su sostenibilidad, equidad y respeto de la dignidad de la persona"

El 11 de febrero la Iglesia celebrará la XXI Jornada Mundial del enfermo con el tema "Ve y haz tu lo mismo" (Lucas 10, 37). Para la ocasión, la diócesis de Roma ha organizado un tarde de oración en la basílica de San Juan de Letrán en la que participarán los capellanes de hospitales y los voluntarios, el Unitalsi, la Asociación de médicos católicos (Amci), la Asociación católica de personal sanitario (Acos) y las asociaciones romanas de las Misericordias de Italia.

Las celebraciones comenzarán a las 15.30 con la entrada en la catedral de Roma de la imagen de la Virgen de Lourdes. A las 15.45 está programado el Rosario meditado y guiado por don Romano De Angelis, asistente diocesano de Unitalsi. A las 16.45 monseñor Andrea Manto, director del Centro diocesano para la pastoral sanitaria, presentará el tema de la Jornada, extraído del Evangelio de Lucas. A las 16.30 monseñor Lorenzo Leuzzi, obispo encargado del Centro para la pastoral sanitaria del Vicariato, presidirá la celebración eucarística. Finalizará a las 18.00, con la luz de las velas y el saludo a la imagen mariana.

"La Jornada mundial del enfermo - explica monseñor Andrea Manto - se instituyó hace 21 años por el beato Juan Pablo II con el objetivo de poner atención sobre las exigencias de los enfermos y sobre el tema de la enfermedad como componente natural de la experiencia humana". Hablando también del Mensaje escrito por Benedicto XVI para esta Jornada, monseñor Manto subraya que «"el Papa, en el Año de la fe, destaca la palabra del Buen Samaritano y nos sugiere que saquemos del infinito amor de Dios la fuerza para vivir junto a quien "en los lugares de asistencia y de cuidado" vive "un momento difícil de prueba a causa de la enfermedad y del sufrimiento"». Y reflexionando sobre la "actitud" que hay que tener hacia «"los otros, particularmente si necesitan cuidados", monseñor Manto afirma que "es muy necesario pensar en un nuevo  modelo de asistencia que se dirija hacia la sostenibilidad, equidad y respeto de la dignidad de la persona, especialmente "de quien está herido en el cuerpo y en el espíritu, de quien pide ayuda, aunque sea desconocido y sin recursos"».

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Foro


''Hacer el bien al que sufre y hacer el bien con el propio sufrimiento''
Carta pastoral del obispo de Zaragoza con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo

Por Manuel Ureña

ZARAGOZA, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Este 8 de febrero, monseñor Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza, publicó una carta pastoral con el título "A propósito de la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y de la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo" que reproducimos aquí por su interés para los lectores.

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Mañana lunes, día 11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora la Virgen de Lourdes, Su Santidad el Papa Benedicto XVI nos ha convocado a celebrar la XXI Jornada Mundial del Enfermo. 

Nosotros responderemos litúrgicamente a esta llamada mediante la participación en la Santa Misa con los enfermos, que tendrá lugar a las cinco y media de la tarde en la Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar. 

Como nos recuerda el Santo Padre, con palabras del Papa Beato Juan-Pablo II, en su Mensaje de este año, la fecha del 11 de febrero constituye “un momento fuerte de oración, de participación y de ofrenda del sufrimiento para bien de la Iglesia, así como de invitación a todos para que reconozcamos en el rostro del hermano enfermo la santa faz de Cristo, quien, sufriendo, muriendo y resucitando, llevó a cabo la salvación de la humanidad”. Esta es la razón de ser de la presente Jornada y esto es lo que se nos concede vivir por gracia de Dios. 

Los enfermos y sus familias, los ancianos más o menos dependientes, están siempre con nosotros. Pero, tal vez por esa excesiva y constante inmediatez, pueden hacerse invisibles a nuestros ojos y a nuestro corazón. De ahí que días como este nos saquen de nuestra distracción y nos permitan verles y amarles desde el Corazón de Jesús. Este año, el Santo Padre nos invita a contemplar la figura emblemática del Buen Samaritano y, a su luz, poner en práctica una llamada profundamente evangélica: “Hacer el bien al que sufre y hacer el bien con el propio sufrimiento”. 

Hacer el bien a quien sufre. Sufren los enfermos y, con ellos, sus familiares más cercanos, que no siempre son suficientemente atendidos. Sufren los ancianos que creen no valer ya para nada y ser sólo una carga. Pero no es así cuando viven su vejez unidos a Cristo. Sin embargo, ¡cuánta soledad y cuántos maltratos padecen en silencio no pocos de ellos! En modo alguno podemos permanecer ajenos a ese sufrimiento. Sufren también los que curan y cuidan a los enfermos en estos tiempos de desconcierto moral y de dificultades económicas. Todos ellos merecen nuestro reconocimiento y nuestra acción de gracias. Dios les recompensará como sólo Él sabe y puede hacerlo. 

Hacer el bien a cada uno de estos hermanos nuestros verifica y acredita la verdad de nuestra fe en Cristo y hace posible que se muestre el verdadero rostro de la Iglesia. Así, al ver a Cristo presente en su Iglesia y experimentar su amor, los hombres podrán creer en Él y recibir la salvación y la vida divina. Así viviremos la nueva evangelización para la transmisión de la fe. 

Hacer el bien con el propio sufrimiento y ofrecerlo por amor, con Cristo, al Padre para la salvación del mundo. Esta es la tarea. Así lo pedimos en la oración litúrgica: “Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo, para que de esta forma tengan también parte en su consuelo”. El sacrificio redentor de Cristo se actualiza en la celebración de la Eucaristía. También el Espíritu Santo lo actualiza en la vida de quien vive el sufrimiento en unión con Cristo. Participando en su dar la vida por amor, participan en su fecundidad. 

Todo cristiano ha de ser buen samaritano. Y ¿cómo hacerlo? Claramente nos lo dice el Santo Padre en su Mensaje de este año: “Se trata de extraer del amor infinito de Dios, a través de una intensa relación con él en la oración, la fuerza para vivir cada día como el Buen Samaritano, con una atención concreta hacia quien está herido en el cuerpo y en el espíritu. (…) Esto no sólo vale para los agentes pastorales y sanitarios, sino para todos, también para el mismo enfermo, que puede vivir su propia condición en una perspectiva de fe, (…)  mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito”. 

El Año de la fe es, sin duda, una ocasión propicia para intensificar la diaconía de la caridad en nuestras comunidades eclesiales, de modo que cada uno de nosotros sea un buen samaritano de los demás, de aquellos que están a nuestro lado.

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Dolor y esperanza de un pueblo
Hay lazos profundos entre evangelización y promoción humana

Por Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 10 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos el artículo, en nuestro espacio "Foro", de nuestro colaborador monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, desde San Cristóbal de las Casas, en el que aborda la labor de la Iglesia en favor de la promoción humana.

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SITUACIONES

En días pasados, nuestra diócesis promovió una peregrinación para orar por los sufrimientos del pueblo, denunciar los males que padece y alentarnos en la búsqueda de alternativas de una vida mejor. Entre muchas otras cosas, se dijo: “Nos duele que los que tienen una seria responsabilidad de proteger los derechos de los habitantes de estas tierras y vigilar por el bienestar de todos, sean muchas veces quienes violen esos mismos derechos, aliados a empresas sin ética ni respeto a la naturaleza y a la vida humana como: las mineras, los productores de transgénicos, cerveceras, licoreras, dueños de cantinas o distribuidores de droga y prostíbulos. Nos duelen tantos miles de abortos, porque son la muerte de inocentes e indefensos. Nos angustia la violencia contra las mujeres, las miles de muertes por el narcotráfico, la marginación de nuestros pueblos, la falta de respeto a los derechos humanos de los migrantes. Denunciamos las concesiones de explotación minera, pasando por encima del derecho fundamental de los pueblos a la consulta previa, libre e informada; siendo un claro atentado contra la vida, pues contamina a la madre tierra.

El alcohol no es sólo una enfermedad individual, sino que afecta a toda la sociedad, especialmente a las familias, porque trae violencia a las mujeres y a los niños, incapacitando permanentemente al alcohólico y destruyendo el tejido social. Denunciamos que cada año las autoridades otorgan más permisos para abrir cantinas, y sigue aumentando la producción y distribución de bebidas alcohólicas”.

ILUMINACION

¿Hacer públicos estos clamores es algo ajeno a nuestra misión evangelizadora? ¿La Iglesia se está metiendo en políticas que no le corresponden? Todo lo contrario. Dios dice: “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he escuchado su grito en presencia de sus opresores; conozco sus sufrimientos, he bajado para librarle de la mano de los egipcios, para llevarlo a una tierra buena y espaciosa, una tierra donde brota leche y miel” (Ex 3, 7-8).

Nuestro Obispo Auxiliar, Enrique Díaz Díaz, nos recordó la lazos profundos que hay entre evangelización y promoción humana, de los que ya nos hablaba Pablo VI en Evangelii nuntiandi. En efecto, no podemos predicar un Evangelio que nos haga indiferentes a la realidad de las personas, pues lo central de la predicación de Jesús es el gran amor de Dios Padre y el amor entre nosotros. Nos decía Mons. Enrique: “Evangelizar es gritar a todo el mundo la alegría del amor de Dios, con una voz que haga comprender que no ha olvidado a su pueblo. No habrá verdadera evangelización si se convive con la injusticia, la mentira y la corrupción; si se destruye a personas, pueblos, sanas costumbres, bellas tradiciones y valores universales, pasando por encima de la dignidad de las personas. La verdadera evangelización nos llevará a sumergirnos en el amor del Padre, en el reconocimiento y la valoración de cada persona y en el respeto, cuidado y cariño de la madre tierra. Ya decían los padres sinodales: Nuestra experiencia nos dice que el Evangelio se puede predicar a quien tiene el estómago vacío, pero sólo si el estómago del predicador está también vacío como el de sus hermanos. Seremos portadores creíbles de la alegría del Evangelio si la proclamación va acompañada de su hermana gemela: el amor. El amor de Jesús coincide con el don de sí mismo”.

COMPROMISOS

Urgidos por la vida digna que Dios quiere para su pueblo, exigimos liberar a muchos presos injustamente encarcelados; conservar la autosuficiencia alimentaria; respetar nuestras semillas originarias, rechazar las transgénicas y los agroquímicos, altamente nocivos para la salud.

Hacemos nuestro lo que dijeron los hermanos: “Con dignidad y orgullo, hablaremos nuestra palabra uniéndola a la Palabra de Jesús para levantar, sanar y liberar. La Palabra de Dios nos ha puesto de pie y queremos vivir con dignidad. Sólo tenemos un camino: el de Jesús. Que el Señor Jesús, la verdadera Palabra, el único camino, que prometió estar siempre con nosotros, nos conceda ser fieles y vivir a plenitud su Evangelio”.

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