Roma
12 de febrero del 2013

Claves sobre la renuncia de Benedicto XVI: ¿Por qué no continuar solo ocho meses más? ¿Por qué no hay un próximo proyecto intelectual?

La renuncia de Benedicto XVI, anunciada ayer por sorpresa, tiene detrás algunas claves menos conocidas que pueden ayudar a entender, en parte, lo sucedido. Y que se relacionan con lo que tenía por delante el Papa y que ya no va a cumplir, y también con el tipo de vida que le aguarda en el inmediato futuro.


 

Benedicto XVI se había planteado con anterioridad la opción de la renuncia, como puede deducirse de la respuesta que dio a Peter Seewald en el libro "Luz del mundo", donde sostenía que, si el Papa no se veía en condiciones para llevar a cabo su misión, tenía el derecho, y aun el deber, de renunciar al cargo.

Sin embargo, la puesta en practica precisamente ahora de esa decisión tal vez no estuviera tan pensada y tenga que ver con alguna urgencia imprevista y de última hora.

Un punto de análisis es por qué el Papa no ha decidido esperar tan solo ocho meses más para presentar la renuncia. ¿Y por qué ocho meses? Porque es lo que queda del Año de la Fe, una iniciativa que él puso en marcha con tanto interés y que sin embargo, ahora no clausurará.

Además, está anunciada una encíclica suya precisamente sobre ese asunto, la fe, en la que ya empezó a trabajar, y que sin embargo posiblemente se quede también sin culminar y sin publicar. Solamente le quedarían para ello los 17 días hasta el 28 de febrero, fecha final de su pontificado, y es difícil que de aquí a entonces la culmine, proclame y publique.

Por si fuera poco, este verano se celebra la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, que ya no contará con el apoyo, aunque sea desde Roma, de Benedicto XVI. Tres proyectos que habría podido ver y culminar con solo esperar ocho meses.

Deterioro en los últimos tiempos

En su anuncio de la renuncia, el Papa habla de la falta de fuerzas para seguir al frente de la Iglesia, pero concretamente cita la pérdida de vigor "tanto del cuerpo como del espíritu" sufrida "en los últimos meses". En efecto, personas que le han visto estas últimas semanas confirman una evidente disminución de sus capacidades físicas. De hecho, según relato de Paloma Gómez Borrero, por ese motivo los médicos ya le habían 'prohibido' acudir a la Jornada Mundial de la Juventud.

El inmediato futuro

De la renuncia de Benedicto XVI y los detalles sobre cuál será su vida después del 28 de febrero destacan dos anuncios un tanto sorprendentes:

-El Papa no se volverá a su país, a Alemania, como podría haberse imaginado, y tal como era su intención primera antes de ser elegido Romano Pontífice. Se quedará en Roma. Fuentes vaticanas apuntan a que es la mejor manera de garantizar su seguridad.

-Y tampoco se dedicará a estudiar, a escribir, como era su ilusión entonces para la jubilación. Residirá en un convento de clausura, dentro del recinto del Vaticano, para "rezar", en palabras del portavoz de la Santa Sede.

Dos circunstancias que no colocan por delante de Benedicto XVI un proyecto de trabajo intelectual ni medio ni a corto plazo, como habría que suponer dada su historia y aficiones.