12.02.13

Personalísimas reflexiones sobre la renuncia papal

A las 2:38 PM, por Juanjo Romero
Categorías : Benedicto XVI

Como comprenderéis ayer fue un día raro. En muchos aspectos. No recuerdo haber sentido un bloqueo igual, en medio del frenesí informativo me atenazaba una parálisis. Incapaz de una sola línea. Rezar, dar gracias, leer, y volver a leer, y volver a leer.

No salía de mi asombro. Qué cantidad de disparates se pueden escribir. Predecible la «mente absolutamente lúdica» del oráculo de la progrez J.M. Vidal, o la caterva de «vaticanistas» que, por supuesto, ya lo sabían pero se lo tenían callado. Patético oír a ateos y anticatólicos pontificar sobre quién debe ser el próximo papa. Una vida intentando mostrar la irrelevancia de la Iglesia desbaratada en horas. Quizá esperable que la prensa generalista entre en el juego de las «quinielas». Pero me resultaron especialmente decepcionante las especulaciones sobre «papables» con criterios mundanos y geoestratégicos otro tipo de prensa. ¡Leches!, es “mi” Santo Padre (como lo son los que le han precedido y los que le sucederán).

El Papa lo sigue siendo hasta el 28 de febrero, así que como mínimo me parece una falta de delicadeza. Es como si la inusitada renuncia del Papa no fuese por sí misma signo de la necedad de esas cuentas. A veces creo que sería bueno que el Espíritu Santo nos diese un capón y permitiese que fuese elegido un Calixto III, o un Papa con amor de Dios, pero sin virtudes humanas aparentes y con defectos humanos bien visibles.

Probablemente no lo permita porque más de uno se vendría abajo. Estamos mal acostumbrados: desde hace un par de siglos el Papado lo han ejercido auténticos titanes. Pero ese no es el fundamento de nuestro cariño filial al Sumo Pontífice. Como no lo es a un padre. Ser nombrado Papa no lleva consigo ningún tipo de «superpoderes».

Del breve y pensado texto de renuncia se pueden extraer muchas enseñanzas catequéticas. Hay una que destaca, al final, «por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria». Ilustra estupendamente la respuesta a la famosa pregunta: ¿qué es más importante ser Papa o un simple fiel en un recóndito lugar….?

Es un texto muy bueno para entender el ministerio del papado, que, como señalaba Scott Hahn, conviene leerlo iluminado por la homilía de Benedicto XVI el 4 de julio de 2010 –visita pastoral a Sulmona–. El Papa recuerda que el año anterior, en L’Aquila, se detuvo a visitar la tumba de San Celestino V y glosa la vida y la entrega de su predecesor, ante cuyas reliquias de la catedral de Sulmona acaba de rezar. Celestino es uno de los precedentes de renuncia papal:

Han pasado ochocientos años del nacimiento de san Pedro Celestino V, pero permanece en la historia por los conocidos sucesos de su tiempo y de su pontificado y, sobre todo, por su santidad. La santidad, en efecto, jamás pierde su fuerza atractiva, no cae en el olvido, nunca pasa de moda; es más, con el tiempo resplandece cada vez con mayor luminosidad, expresando la perenne tensión del hombre hacia Dios. Así que de la vida de san Pedro Celestino desearía recoger algunas enseñanzas, válidas también en nuestros días.

¡Y vaya si recogió enseñanzas!