15.02.13

Un Papa en buena forma

A las 1:53 AM, por Andrés Beltramo
Categorías : Benedicto XVI, Sucesión Papal

Día 4 de la sucesión papal: 14 de febrero. Camino al Vaticano en el autobús número 49 tres ancianas comentan la renuncia de Benedicto XVI. “Hizo bien”, dijo una. “Como Papa enfermo, ya no podía más”, replicó otra. Inmediatamente surgió la comparación con Juan Pablo II: “El otro, pobrecito, sufrió tanto…”. Populus dixit.

El pueblo cristiano reacciona así, con simpleza, a un gesto que lo toca de cerca. Los fieles de a pie poco entienden del “vatileaks”, las disputas en la Curia Romana, las rivalidades y los intereses de grupo en el mundillo eclesiástico. Ellos sólo saben que, desde el lunes, están diciendo forzadamente adiós su pastor . Sin siquiera estar preparados.

Y es que tan clamorosa ha sido la renuncia presentada por Joseph Ratzinger, que es difícil poder explicarlo. Sobre todo cuando el Papa se presenta a una audiencia pública en gran forma, como la que presidió la mañana de este jueves en el Aula Pablo VI del Vaticano. Un encuentro con los sacerdotes de la diócesis de Roma, previsto ya desde hace tiempo y que permaneció en la agenda pese a los últimos acontecimientos.

Al auditorio más grande de la Santa Sede el líder católico ingresó por su propio pie, caminando, sin bastón y sin plataforma móvil. Desde un trono blanco impartió una rica conferencia magistral, un discurso que no estaba preparado. No leyó, prefirió hablar improvisando. Y lo hizo durante 45 minutos.

El tema fue el Concilio Vaticano II. Contó algunas de sus experiencias personales, desmenuzó pasajes clave de aquel evento de la Iglesia católica y reconoció que uno de los grandes problemas fue la “banalización” de la prensa a tan magno evento. Es más, aseguró que los medios terminaron por construir un “Concilio virtual” que se sobrepuso al verdadero encuentro de obispos, el de las declaraciones y los documentos.

Explicó la génesis de “Nostra Aetate”, la declaración sobre el diálogo interreligioso. Según el Papa ese texto surgió tras la exigencia de los “amigos judíos” a la Iglesia para que se pronunciase después de la Segunda Guerra Mundial. Al fin y al cabo, señaló, aunque la Iglesia no estuvo directamente involucrada, en la práctica todos los responsables de aquellos crímenes eran cristianos.

Por ello se decidió abordar el tema de los hebreos de manera formal durante el Concilio. Pero los obispos árabes inmediatamente alzaron la voz, temían que eso terminara en una “divinización” del Estado de Israel. Para evitar tal cosa sugirieron incluir en la redacción a los islámicos. Luego tocó el turno a los budistas y a los hinduistas. Así, lo que había comenzado como el intento por abordar un solo credo concluyó considerando a todas las religiones.

Este y otros episodios fueron relatados por un Papa distendido, que nunca perdió el hilo de su exposición y sólo usó como guía algunos apuntes sueltos. Como era previsible los sacerdotes le aplaudieron y vitorearon en varias ocasiones, y a la hora de la despedida algunos lo hicieron con lágrimas en los ojos.

Tal parece que la renuncia a Benedicto XVI le sentó bien. O, quizás, las incesantes oraciones que por él llegan desde muchas partes. Por lo pronto, desde el pasado 11 de febrero cuando anunció que dejaría el cargo, las luces de su estudio personal en el Palacio Apostólico no se apagan hasta las 23:00 horas.

Son días largos, de cara al futuro. Aunque algunos están aferrados a mirar hacia el pasado. Y es comprensible, porque el 2012 fue demasiado traumático para el anciano pontífice. Fue el año del “vatileaks”, de la traición de su ex mayordomo Paolo Gabriele, de los “trapos sucios” del Vaticano expuestos a plena luz del sol. Una crisis de gran escala que llevó al mismo pontífice a intervenir, ordenando conformar una comisión de tres cardenales para una investigación a fondo sobre el origen y las motivaciones de la fuga de noticias.

Aunque en julio de 2012 el portavoz de la Sede Apostólica, Federico Lombardi, anunció con una breve nota que los purpurados habían concluido su labor, al parecer sus pesquisas continuaron. El resultado del trabajo de los “sabuesos” sacó a la luz un escenario crudo respecto de las confrontaciones, rivalidades y enfrentamientos en la Curia Romana. Todo esto en la segunda parte del expediente que los cardenales entregaron al Papa el 17 de diciembre de 2012. Al menos así lo reportó la revista italiana Panorama, en su edición que salió a la venta hoy. Una versión verosímil. Y aunque resulta claro que el perturbador contenido de ese documento no precipitó -en absoluto- la renuncia, sí tuvo un efecto devastador para el pontífice.